La «democracia» china


Ceremonia de arriado de la bandera china en Hong Kong. TYRONE SIU (REUTERS)

El régimen chino se define, desde 1949, como una «dictadura democrática popular«, en la línea de la URSS y los regímenes comunistas europeos, esto es, como dictadura del proletariado.

Pero en los último tiempos insiste en que se trata de una democracia con rasgos propios, que no hay una única democracia homologable y que los países occidentales no pueden reclamar la patente de democracia.

El pasado diciembre Pekín convocó un Foro Internacional sobre la Democracia, en el que presentó un Libro Blanco bajo el título “China: Democracia que Funciona”. En esencia, la tesis es que China es un democracia, porque el Partido, a través de sus funcionarios escucha al pueblo y satisface sus necesidades, pero con sus rasgos autoritarios impide las desviaciones de bien común. Una dictadura democrática. El oxímoron perfecto.

Veamos como soluciona los problemas esta peculiar democracia.

Xingiang

La región autónoma de mayoría iugur, musulmanes de religión y de etnia turquida, ha padecido episodio terroristas de carácter separatista. ¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades? No luchar con medio policiales proporcionados y respetando los derechos humanos, sino culpabilizar y castigar a toda la población, sometida a un cruel proceso de reeducación. Los «archivos policiales de Xingiang«, una masiva filtración de documentos prueban prueba la magnitud de la persecución de la minoría uigur a través de fotografías del interior de centros de reeducación, fichas policiales y discursos de altos cargos del régimen comunista. Se trata del mayor internamiento de una minoría étnica religiosa desde el Holocausto. Los centros de internamiento se presentan como centros de formación profesional, pero ni el ingreso es voluntario ni se recibe ningún tipo de formación específica, ni los internados saben cuando podrás salir. Se calcula que más de un 12% de la población adulta ha sido objeto de esta «reeducación», que pretende erradicar la religión musulmana y la identidad iugur.

Lamentablemente, la visita a la región de la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet se ha desarrollado en un perfil bajo, sin declaraciones que denuncien la situación.

Covid 0

El virus SRAS-CoV-2 nació en China, que fue el primer país que se enfrentó a la covid 19, optando por la política de erradicación del virus, o Covid 0, mediante cuarentenas obligatorias y confinamiento de ciudades enteras. La política aparentemente funcionó. Mientras en los países occidentales los contagiados eran cientos de miles y los muertos millares, en China los contagiados era miles y los muertos decenas. Se presumió de lo exitoso de esta política y no se desarrollaron campañas de vacunación masiva.

Con la llegada al país de la variante omicron, mucho más contagiosa, todo cambió. Se recurrió de nuevo a confinamientos masivos, en concreto Shanghai, la capital comercial, ha estado paralizada dos meses, con miles de personas trasladadas a la fuerza a centros de cuarentena, sin la mínimas condiciones de habitabilidad. Pese al control del poder, las redes sociales se han llenado de protestas. Este confinamiento restará a China algunos puntos del PIB y empeorará la crisis de suministros del comercio mundial.

Esta es otra característica de un dictadura: aferrarse a una política, que sirvió en el pasado y con la que el régimen vincula su prestigio, aunque para ello se machaquen los derechos humanos.

Hong Kong

El Reino Unido retrotrajo el territorio a china en 1997, bajo el sobreentendido de que se respetarían las (limitadas) instituciones democráticas de la colonia. Es lo que se llamó «un país, dos sistemas». En los últimos años, a medida que los hongkonenses reclamaban una participación política efectiva, las autoridades continentales han impuesto leyes draconianas, que impiden la participación y persiguen la libre expresión.

Nada queda del principio «un país, dos sistemas», lo que, desde luego, no es un incentivo para la reintegración pacífica y voluntaria de Taiwan.

Falta de alternancia en el poder

Desde la muerte de Mao, el Partido Comunista evitó el culto a la personalidad y organizó un relevo ordenado de sus máximos dirigentes cada 5 años. Xi Jinping lleva ya tres lustros y su mandato se califica de nueva «era», a la altura de Mao.

La legitimidad de la dictadura china

En las últimas cuatro décadas, el régimen ha modernizado el país y sacado de la miseria a centenares de millones de personas.

La deslegitimación de las democracias liberales

La desafección de las clases populares hacia la democracia nace de que partidos y gobiernos socialdemócratas han olvidado los intereses de las clases populares, cuidando, en cambio los de las élites económicas y culturales (Piketty). Es necesario repolitizar la economía (Adam Tooze). No puede haber democracia sin libertades y derechos y sin alternancia en el poder; pero las democracias con una desigualdad creciente implosionarán o serán fagocitadas por la ultraderecha. Además, China es un modelo competidor en los países del sur global.

PS

Stigltz lo explica mejor que yo

Acertar con la desglobalización

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Las otras guerras


Bombardeo saudí sobre una ciudad de Yemen, una de la más terribles guerras olvidadas

Tenemos toda nuestra atención puesta en la guerra de Ucrania y mientras se desarrollan docenas de conflictos devastadores para pueblos enteros. Son las guerra olvidadas o, como las llaman En lo Que Somos, las guerras no televisadas.

Hay muchas razones para que esa guerras no se conozca o se olviden.

Ocurren en otros continentes, son a menudo luchas entre facciones de culturas que nos son desconocidas, son muy complejas, afectan poco a nuestros intereses más directos o es difícil informar sobre ellas, en algunos casos porque los periodistas, ya no es solo que corran riesgos por estar en en el campo de batalla, sino que directamente se convierten en objetivo de los contendientes, como ocurrió en Siria, donde los periodistas fueron secuestrados y degollados ante las cámaras por la distintas facciones islamistas. En cualquier caso, este olvido, es una de las causa de que estas guerras se prolonguen.

La mayor parte de estos conflictos se dan en el sur empobrecido; son guerras inciviles en las que luchan facciones, a menudo sin motivos propiamente políticos, más allá de controlar y explotar un territorio y suelen cursar con graves violaciones de los derechos y/o hambrunas. A menudo el origen se encuentra en los procesos de descolonización o en la intervención de las potencias occidentales, como en Libia. Una vez en marcha, una intervención para detenerla puede traer todavía peores consecuencias, desacreditando la responsabilidad de proteger, doctrina que autoriza la intervención para detener graves violaciones de los derechos humanos. No ha sido raro el caso de que un fuerza pacificadora de la ONU haya terminado por convertirse en un contendiente más, como en en el Congo.

Muchos de estos países solo pueden librarse la hambruna con los programas de alimentos de la ONU, que ahora tienen serias dificultades para suministrarse de grano, por el alza de los precios, consecuencia de la guerra de Ucrania, así que el riesgo de hambruna en todo el Cuerno de África es extremo. Casi todas dan lugar a oleadas de refugiados, de los cuales la mayor parte se quedan en los países vecinos, solo un pequeña parte llega a EUropa, que los acoge con cicatería, cuando no con hostilidad, sin considerar que huyen de guerras y genocidios, de mucha mayor gravedad que Ucrania.

Lo que sigue no es un relación no exhaustiva. (Aquí el resumen de la BBC de los 6 principales)

Etiopía

La guerra de Etiopía empezó hace 16 meses, como una «operación policial» para impedir que se celebraran elecciones en la región norteña de Tigray, sin la autorización del gobierno de Adis Abeba.

Fue en septiembre de 2020, en un clima de guerra étnica entre los ahmara (mayoritarios) y los oromo (minoritarios). Lo que comenzó como un conflicto étnico se ha convertido en una guerra regional.

El primer ministro Abiy Ahmed Ali (premio Nobel de la Paz 2019 por poner fin a la guerra con Eritrea) prohibió las elecciones en la provincia, con veleidades separatistas, del TIgray. Todo indica que Eritrea está interviniendo en la guerra a favor de Adis Abeba. Amnistía Internacional denuncia graves violaciones de los derechos humanos por ambas partes. Según Washington, 900.000 personas han muerto de hambre en estos 16 meses. Las últimas semanas los combates se han detenido, pero la situación humanitaria sigue siendo gravísima,

Yemen

Es uno de los conflictos que tiene su origen en el fracaso de las primaveras árabes. Y hasta que estallara la guerra de Etiopía era la peor crisis humanitaria del planeta, con 5 millones de personas al borde de la hambruna.

La revolución obligó al autócrata Alí Abdalá Salé a entregar el poder a su vicepresidente, Abd Rabbuh Mansur Hadi. Mientras en el sur la población protesta contra las duras condiciones impuestas por el FMI. en el norte se produce la insurrección del movimiento Ansar-Allah, formado por la minoría chíes de los hutíes.

Tras un guerra devastadora, los hutíes terminan por conquistar la capital, Saná. Arabia Saudí y sus aliados suníes del Golfo no pueden consentir que el país sea gobernado por chíes y llevan a Yemen la guerra que libran por todo Oriente Próximo con Irán, con continuos bombardeos de las ciudades controladas por los hutíes, que no desmerecen en su crueldad a los de Rusia en Siria y Ucrania.

La coalición suní recibió apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

Siria

Es el conflicto más grave dejado por las primaveras árabes. Bashir el Asad reaccionó con extrema crueldad a las protestas populares pacíficas. Estalló entonces una guerra civil, con la participación de multitud de grupos armados, entre ellos las organizaciones yihadistas, Al Qaeda y Estado Islámico (Daesh); este último llegó a dominar el norte de Siria y el norte de Irak y proclamar el Emirato Islámico.

El Assad, de la minoría alauí y confesión chií, quedó reducido a un pequeño reducto en el norte. Hoy vuelve a controlar prácticamente todo el país, gracias a la intervención rusa y a los milicianos chiíes llegados de toda la región, empezando por los libaneses de Hezbolá.

La aviación rusa bombardeó sin compasión, ciudades como Alepo o suburbios de Damasco, en poder de grupos enemigos. A cambio, ha recibido en el Mediterráneo la base de Tartus. También en Siria han intervenido los mercenarios de grupo Wagner.

Otros actores internacionales han sido Francia, Estados Unidos y de modo muy especial Turquía, que ha llevado a Siria su lucha contra los kurdos.

En más de una década, se han registrado 380.000 muertos y 11 millones (la mitad de la población) ha tenido que huir de sus casas.

Libia

En abril de 2011, como respuesta a la represión por parte de Gadafi de la protestas populares, se organizan en varias ciudades milicias armadas. Gadafi se prepara para retomar el control de la Cirenaica, la parte oriental del país, que siempre le había sido contraria. Para evitar un baño de sangre, las potencias occidentales fuerzan en el Consejo de Seguridad la Resolución 1973 (no vetada por Rusia), que autoriza la intervención y establece una zona de exclusión aérea para evitar graves violaciones de los derechos humanos; la resolución sería más adelante anulada. Los bombardeos de la OTAN y, sobre todo de Francia, terminan con Gadafi capturado e una alcantarilla. Las milicias victoriosas se enzarzan en una guerra de todos contra todos por el dominio del territorio.

Desde entonces, a grosso modo, hay dos polos de poder en Libia, apoyados por distintas potencias, lo que convierte a Libia en un conflicto internacional: un gobierno reconocido internacionalmente en la capital Trípoli, apoyado militarmente por Turquía y en la Cirenaica, el gobierno del general Hafter, un militar depurado por Gadafi, con el apoyo militar de Egipto, los países del Golfo y los mercenario rusos del grupo Wagner y diplomático de Francia.

Los intentos de mediación y elecciones en todo el país han fracasado.

Myanmar (Birmania)

En el verano de 2017 se desarrolla en el estado de Raskhine un verdadero genocidio contra los rohingyas. población musulmana emigrada de Bangladesh.

En febrero de 2021, los militares derrocaron a Aung San Suu Kyi, que había ganado las elecciones con una clara mayoría. El Ejército reprime las protestas y los grupos de la resistencia se arman y comienza una guerra civil, en que tienen gran importancia las milicias étnicas,

Afganistán

Con la retirada de Estados Unidos y el control por parte de los taliban prácticamente de todo el país, han terminado dos décadas de guerra. Pero las sanciones y el aislamiento abocan al país a un crisis humanitaria.

Yihadismo en África

LA guerra de Libia fue un torbellino, que permitió que militantes yihadistas se introdujeran en los países del Sahel, especialmente Malí y Burkina Fasso, explotando las tradicionales diferencias entre la población tuareg y y el resto de las etnias. Para evitar la caída de Bamako, Francia envía un cuerpo expedicionario en la operación Serval, luego seguida de la operación Barkhane. La UE envía misiones de entrenamiento militar en las que participa España. Los militares golpistas de Malí, exigen la retirada de Francia y acuden a los mercenarios rusos de Wagner. Esta misma semana, las organizaciones de derechos humanos denuncian el asesinato de 300 civiles por el ejército y los milicianos.

En el Golfo de Guinea, Nigeria sufre desde hace una década el azote de Boco Haram. más reciente es la presencia de grupo yihadistas en Mozambique en la región norteña de Cabo Delgado.

Congo

Entre 1998 y 2003 el país padeció la que se conoce como guerra del coltán, con al menos 20 grupos armados y la intervención de nueve naciones africanas.

Se calcula que murieron casi cinco millones y medio de personas. Muchos de aquellos grupos armados siguen activos, sobre todo en la Región de los Grandes Lagos.

Sahara

El apoyo a la marroquinidad del Sahara occidental por parte de España augura un reanudación de la guerra. La vergonzosa claudicación del gobierno Sánchez no impedirá que Marruecos siga chantajeando a España, al menos mientras la UE siga externalizando su política migratoria en autocracias como Marruecos, que no puede renunciar nunca a su reivindicación de Ceuta y Melilla, En esta situación, sin apoyos europeos, el Polisario tendrá que hacerse valer con alguna iniciativa militar, tanto para recuperar peso estratégico, como para insuflar algo de moral en los campamentos de Tinduf. Ya en 2020 hubo una ruptura de hostilidades en la frontera con Mauritania.

Sudán

En Sudán se desarrollan al menos tres conflictos:

Darfur. Todavía sigue la guerra étnica en esta región occidental, fronteriza con Chad, que entre 2003 y 2007, enfrentó a musulmanes (ganaderos) y sus terribles milicias yanyauid y a los agricultores negros, sometidos a una política de exterminio, que dejó 400.000 muertos. Con la toma del poder en Jartum por los militares en 2022, el conflicto se ha reactivado.

Sudán del Sur. Después de dos guerras contra el norte, árabe y musulmán, en 2011, las regiones de Sur, negros, animistas y cristianos se independizaron y se convirtieron en el 193º estado de la ONU. En 2013 estalló una guerra civil entre dos facciones, una liderada por el presidente Salva Kiir y su vicepresidente Riek Machar. Como en casi todos los conflictos africanos, las seculares luchas entre etnias son el telón del verdadero conflicto que se libra por el dominio de los recursos, en este caso el petróleo.

Lucha por la democracia. En 2019, las protestas populares logran derribar al dictador Omar al Bashid, el único jefe de Estado procesado por el Tribunal Penal Internacional por crímenes en Darfur. Se contituye un junta cívico-militar, que dirige un difícil transición, abruptamente detenida por un golpe militar en 2022.

Zonas de tensión

No son en este momento guerras abiertas, pero tienen un enorme potencial desestabilizador.

Palestina

Palestina es un bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. La población sometida al cruel apartheid israelí y abandonada por sus hermanos árabes puede rebelarse en cualquier momento.

Irán

Si no hubiera sido por la guerra de Ucrania, el acuerdo nuclear, roto por Trump, ya se habría renovado. A Rusia, firmante del acuerdo, comprometida en reciclar el material nuclear, ahora no le interesa la renovación, porque supondría levantar las sanciones y poner en el mercado petróleo iraní, alternativo al ruso. Mientras, Teherán sigue enriqueciendo uranio.

China-Taiwan

Pekín nunca renunciará a la isla de Taiwan, que considera parte histórica de China; así lo admite también la mayor parte de la comunidad internacional. Pero el fracaso del experimento de Hong Kong (un país, dos sistemas), imponiendo Pekín su autocracia en la ex colonia, ha hecho crecer el sentimiento nacionalista en Taiwan. Parece difícil un reunificación voluntaria. Estados Unido está rearmando a Taipéi.

Mientras, China desarrolla una política agresiva en el mar de la China, que le enfrenta con sus vecinos por el dominio de islas y recursos marinos.

El potencial de estos conflictos es altísimo.

China-India-Pakistán

Tres potencias nucleares, Pakistán y China mantienen una histórica alianza contra India, que disputa con China las cumbres del Himalaya.

Corea del Norte

Autocracia nuclear, gobernada por el imprevisible Kim Jong-un, que se esfuerza por demostrar su poder balístico, cuyas pruebas son, según los expertos, puro fake. No puede descartarse, que perfeccione sus armas y ponga en peligro la paz mundial.

Como han demostrado los casos de Irak y Libia, el mejor seguro de los dictadores son la armas nucleares.

Apuntes y lectura de la pandemia: la globalización


mundo conectado

La pandemia en un mundo hiperconectado

Vuelvo sobre la relación entre el coronavirus y la globalización, después de una primera aproximación, el 28 de febrero, cuando la enfermedad todavía no era una pandemia.

Dicen que esta es la pandemia de la globalización. Que el virus pondrá fin a la globalización. Veremos…

La globalización no es la causante de la pandemia, pero sí, esta es la pandemia de la globalización.

Las pestes de otras época se propagaban a paso de caballo o de camello, a la velocidad de barcos de vela. La gripe española lo hizo con el tempus del ferrocarril y los barcos de vapor, transmitida por los soldados desmovilizados y las poblaciones desplazadas. En enero de 2020 un portador del virus podía dar tres o cuatro veces la vuelta al mundo durante el periodo de incubación, contagiando a centenares o miles antes de que la enfermedad se manifestara.

En estos apuntes de hoy os traslado el precipitado de mis lecturas de estos días sobre los distintos tipos de respuesta, en función de la cultura y el sistema político; de la dolorosa y cínica inacción de la UE; y, en fin, de lo que se atisba pueden ser cambios en la globalización. Al final, unas lecturas escogidas. Y antes unas observaciones generales, sobre el sesgo y el lenguaje bélico.

El pensamiento confinado: el sesgo

Toma la expresión prestada de Laurent Joffrin, el director de Libération. En la avalancha de reflexiones de pensadores de todo signo, el pensamiento parece seguir estando confinado por el sesgo de cada uno. Los nacionalistas piden más fronteras. Los liberales un estado más ágil. Los altermundistas otra globalización. Los religiosos conservadores unas costumbres menos liberales. Los partidarios de lo público culpan a la liberalización de los servicios sanitarios. Para unos el responsable es Trump; para otros Sánchez, o, al otro lado del espectro, Esperanza Aguirre y Díaz Ayuso… Ninguno somos capaces de escapar de nuestro marco mental. Yo tampoco. No obstante, propongo algunos posibles puntos de acuerdo:

  • Las pandemias son un elemento natural más del ecosistema Tierra;
  • Este coronavirus no está fabricado en un laboratorio. Es un caso más de zoonosis, aunque no esté claro si el virus mutó en un huésped animal antes de saltar a un humano o mutó en un huésped humano (contagiado por un animal) antes de tener capacidad de contagiar a otros seres humanos. Harán falta todavía muchos estudios, pero valga por el momento el artículo de Nature, que incluyo más abajo en lecturas;
  • Las sociedades responden con sus recursos conforme a su cultura;
  • Los gobernantes improvisan en una situación inédita, balanceando la vida, la economía y su propia supervivencia política y, según el peso de cada factor, así es la respuesta, que debemos criticar en caliente, pero que solo seremos capaces de valorar más adelante (Capítulo aparte: Bolsonaro, Trump, López Obrador, ejemplos de estulticia criminal);
  • Cuando todo termine debieran de abrirse espacios institucionales (nacionales e internacionales) de reflexión para determinar que sociedad queremos.

Esto no es una guerra

Es muy comprensible el recurso de políticos, médicos o periodistas a calificar esta situación excepcional como una guerra. Hasta el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dice que estamos perdiendo esta guerra. La III Guerra Mundial. Una guerra contra un enemigo invisible; en la que debemos permanecer unidos; una guerra que venceremos. La excepcionalidad de la pandemia se acomoda bien a la excepcionalidad de la guerra.

Pero no, no es una guerra. Ningún estado ataca a otro, no hay enemigos humanos, no hay -no debe haber- odio. Ningún ser humano va a ser obligado a matar a otro, aunque los doctores tienen puedan tener que decidir a quien dan prioridad en sus tratamientos. Ninguna infraestructura debe ser destruida; ningún estado o ideología erradicada; ninguna nación sacrificada. Sí debiera servir para parar las guerras o, al menos, como pide Guterres, decretar un alto el fuego inmediato y global.

Las palabras modelan la acción. La palabra guerra nos convoca a la unidad, al coraje,  a la resistencia personal y colectiva, a la búsqueda de soluciones inéditas. Pero también activa emociones excluyentes y, esto es lo peor, puede servir para justificar el sacrificio de sectores sociales o la adopción de medidas antidemocráticas, como acaba de hacer Orban en Hungría.

Un problema global, respuestas nacionales

Una pandemia como esta manifiesta la dramática ausencia de instituciones de gobernanza global.

En el sistema multilateral de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS-WHO)  promueve la salud de todos los pueblos, «una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados». Con 7000 funcionarios elabora directrices y normas sanitarias, asesoran a los países, promueven la investigación y refuerzan  los sistemas de salud de los países más débiles. A la OMS compete lanzar alarmas de emergencia o declarar una pandemia. Pero la respuesta sigue siendo nacional. Cada país ha reaccionado conforme su cultura, sistema político y recursos sanitarios.

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Chiang Mai (Tailandia), marzo 2019. Foto propia

China, Japón y Corea han aplicado soluciones distintas, aparentemente efectivas, pero ahora corren el riesgo de un segundo brote, como advirtió el estudio del Imperial College. Cualquiera que haya viajado por Asia Oriental habrá constatado la omnipresencia de la mascarilla. En Bangkok o Pekín protegen de una contaminación asfixiante, pero en todas partes, hasta en los mercados más abarrotados, los asiáticos parecían ser conscientes de que tarde o temprano habría otra epidemia vírica. En Asia estalló el SARS (primo de este SARS-CoV-2), la gripe aviar, el Mers, las grandes epidemias del siglo XX (salvo el ébola), que afortunadamente no se convirtió en pandemia.

Por eso, porque esperaban otra epidemia,  la respuesta asiática ha sido más rápida y aparentemente más eficaz.

China aplicó medidas draconianas con un confinamiento de una provincia de 60 millones de personas y medidas de aislamiento y vacaciones de tres semanas en todo el país. A pesar de las graves distorsiones de su economía, de las que tardará mucho en recuperarse, la inmensa China ni se vio por igual afectada, ni se paralizó totalmente.

El régimen ha coreografiada una cuidadosa propaganda de su eficacia y lo cierto es que, aparentemente, el contagio comunitario ha terminado. La superioridad -dicen también fuera de China- del autoritarismo. Pero fue el autoritarismo, la supresión de la crítica, la falta de libertad de expresión, la ocultación, la que hizo que el virus se propagara. Para Reporteros Sin Fronteras «si la prensa china fuera libre, el coronavirus no sería una pandemia».

The New York Times ha analizado como se propagó el virus antes del cierre de Wuhan utilizando los datos publicados por Waidu, el operador chino de telecomunicaciones. Desde que el 31 de diciembre China advirtió a la OMS que tenía un brote de un nuevo virus, prevenible y controlable hasta que se cerró la ciudad el 23 de enero, 7 millones de viajeros, coincidiendo con el año nuevo chino, salieron de la ciudad, extendiendo la epidemia por las grandes ciudades chinas y desde allí a grandes zonas metropolitanas de todo el mundo.

China ha logrado controlar la epidemia con confinamientos drásticos, parada parcial de la producción y control social. Control tradicional a partir de la policía, el encuadramiento en las organizaciones del partido y los comités de barrio. Control cibernético, a partir del big data, cámaras de vigilancia, reconocimiento facial, carnets por puntos de buena conducta y salvoconductos digitales. En fin, un conjunto de políticas intrusivas. Y poniendo a pleno rendimiento su enorme capacidad fabril de material sanitario, lo que ahora la coloca en posición dominante en el mercado mundial. Las medidas de distancia se levantan poco a poco, con enormes precauciones.

Corea del Sur ha controlado el virus sin paralizar su economía. Una semana después del primer positivo, las autoridades requirieron a la industria farmacéutica que produjeran test a gran escala. Los tests se aplicaron a cualquier sospechoso incluidos aquellos con síntomas leves, con celeridad, en centros en la calle habilitados para ello. Mediante el uso de los datos telefónicos se geolocalizó el movimiento de los pacientes, se advirtió del peligro de zonas de contagio, se dio la atención médica a todos los pacientes. Y lo más importante, desde el primer momento se protegió al personal sanitario, sin permitir que colapsara el sistema.

Japón comenzó por gestionar desastrosamente el caso del crucero Diamond Princess con una cuarentena a bordo que multiplicó el número de contagiados. Después combatió con éxito un brote en Osaka (el virus se propagó entre chicas que asistían a conciertos en la noche de San Valentín) con asistencia médica a los enfermos más grave y tratando al resto en casa. No se han tomado más medidas restrictivas que el cierre de los colegios durante un mes, aunque puede que el distanciamiento social, propio de la cultura japonesa, haya tenido un importante papel en la ralentización de los contagios. De mala gana ha aceptado el retraso en un año de los los Juegos Olímpicos. Ahora los casos crecen en Tokio y las autoridades no descartan ya cerrar la capital.

En Europa, la UE ha fracasado estrepitosamente. La Comisión von der Leyen, que se jactaba de tener una visión estratégica, ha sido incapaz de garantizar que los países no bloquearan el comercio de suministros sanitarios (no digamos ya coordinar el cierre de las fronteras en el marco del acuerdo de Schegen) o proponer una estrategia común (el tema económico lo dejo para otro post). Dentro de quince días llegaran los productos sanitarios comprados conjuntamente, lo que está muy bien, pero durante todo la crisis los ciudadanos europeos están teniendo sola la referencia protectora -con todos sus fallos y negligencias- de su estado nacional, no de la Unión -por no mencionar los insultos calvinistas a los vagos católicos mediterráneos.

La respuesta europea más eficaz parece haber sido la de Alemania, mientras que Italia, primero y España, después, se han hundido en el marasmo. Es un misterio la baja letalidad del virus en Alemania ¿se registran todos los muertos? ¿no hay interacción entre jóvenes y ancianos y por tanto estos últimos son más preservados del contagio? Parece muy probable que Alemania haya sido uno de los focos más tempranos en Europa, como demuestra que los primeros casos importados en España fueran alemanes. Pero lo decisivo, sin duda, ha sido la masiva realización de test y la atención adecuada a los enfermos: por cada 100.000 habitantes Alemania tiene 29,2 camas de cuidados intensivos, España 9,7, esto es, tres veces menos. Ahora, visto lo visto en Italia y España, todos los países adelantan y endurecen las medidas de confinamiento y hasta el inefable Boris abandona precipitadamente su criminal idea del contagio e inmunización grupal. El éxito dependerá de la fortaleza de los sistemas sanitarios, de la capacidad de liderazgo y de la unidad de las sociedades.

Como a todos los virus, al SARS-CoV-2, le gustan las concentraciones y la interacción humana y, por tanto, prolifera en las metrópolis. Después de Lombardía, Madrid y Cataluña, Nueva York ahora es el pricipal foco. Estados Unidos es el primer país en contagios. La plaga será terrible por la inexistencia de un sistema público de salud. Aún con seguro médico, los copagos pueden arruinar a muchas familias de rentas medias. En un país federal la respuesta será muy distinta de unos lugares a otros. Tienen una gran ventaja: al igual que China es un país inmenso donde la epidemia no castigará del mismo modo y al mismo tiempo en todas partes, así que podrá mantener al menos parcialmente su -mermada por la deslocalización- capacidad productiva.

En India, 1.300 millones de personas tiene orden de quedarse en sus casas. Millones de agricultores, y todos los que viven en la calle y de la economía informal, tendrán que elegir entre confinarse o morir de hambre.

En Latinoamérica han tenido dos, tres semanas, para mirarse en Italia y España. Las medidas de confinamiento son más o menos rígidas, pero los sistemas de salud son frágiles y, sobre todo, la dependencia de la economía informal hacen difícil el distanciamiento.

Qué decir de África, donde el lavarse la manos puede ser un lujo. Pero los africanos si saben lo que es un virus mortal. Se han enfrentado al ébola y por eso sus sistemas sanitarios, por precarios que sean, están ya orientados hacia estas emergencias y la población sabe la importancia de respetar la distancia social.

Ruptura de la lógica de la globalización y cambios geoestratégicos

En un mundo físicamente detenido -aunque virtualmente conectado- el comercio y las cadenas de producción se rompen. La globalización está en hibernación. ¿Se retomará cuando, poco a poco, vuelva la normalidad? ¿Cómo se alteraran los equilibrios estratégicos?

La globalización de 1870-1914 estaba basada en la extracción colonial y en el libre comercio entre los imperios. En la actual, con una red de transportes de máxima eficacia económica (y mínima eficiencia energética), y un comercio multilateral regulado por acuerdos comerciales entre bloques o por las normas mínimas de la OMC, la producción también está globalizada. Las cadenas de producción están distribuidas a lo largo de todo el globo, buscando que cada elemento se produzca en el lugar en el que se presente una ventaja competitiva: menor precio de la mano de obra, menor coste de transporte, mejores infraestructuras, más concentración de conocimiento, mayor proximidad. Objetivo: maximación de los beneficios. Y también bajos precios de venta. Beneficio para los consumidores, reducción de la pobreza extrema, crecimiento de las clases medias de los países emergentes, dualización en los países centrales.

En general, los elementos de menor valor añadido se han confiado a los países más pobres, con manos de obra barata o casi esclava, mientras que los países centrales (Europa, Estados Unidos) se ha reservado las tareas de mayor valor añadido, como el diseño, o servicios especializados, como los financieros. Y todo con una sincronía temporal de modo que cada elemento estuviera en el lugar adecuado en el momento oportuno, con los minimos stocks. En este esquema, China se convirtió en la fábrica del mundo. Al tiempo, con el enorme poder de su Estado detrás, fue creciendo en investigación y diseño, con el claro designio de independizarse o al menos competir ventajosamente con los países centrales.

Antes de la pandemia las cadenas de valor ya estaban recolocándose. China, con su mejora del nivel de vida, ya no era el productor competitivo para los productos de menor valor añadido. Incluso, inversores chinos fabrican productos de valor tecnologico medio en otros países, mientras el gobierno apuesta a tope por la róbotica e inteligencia artificial. Las guerras comerciales y las políticas agresivas de Trump anunciaban relocalizaciones.

Por mucho que durante el pasado año se hablará de «desacople» o «desglobalización», lo cierto es que estas semanas se ha demostrado que China sigue siendo la fábrica de algo tan estratégico como suministros sanitarios básicos.

Ahora, además de la relocalizaciones por razones ecnómicas o por el simple caos causado por la pandemia, es de esperar que los estados redefinan un conjunto de productos y servicios esenciales estratégicos. No se puede depender de proveedores externos, sobre todo cuando lo que aparece en el horizonte es una fragmentación en bloques geoestratégicos. No para bienes como medicamentos, y menos para infraestructuras determinantes, como las redes 5G. Ello requeriría ingentes inversiones públicas y privadas, poco probables en en un panorama de sobreendeudamiento público y privado.

No, la globalización no se desmontará, porque es el sistema sanguíneo de nuestro mundo. Pero las cadenas de valor se redistribuirán más equitativamente. No será tan importante el just in time, como la seguridad del suministro.

No se vislumbra, desgraciadamente, nuevas instituciones que gobiernen la globalización. Quizá se refuerce la OMS, pero poco más.

En los equilibrios estratégicos,  Estados Unidos, ya antes en fase de repliegue de su poder blando para apostarlo todo al poder duro, va a sufrir mucho, en términos de muertos, pérdidas económicas y destrucción de la confianza. Aparentemente China sale reforzada de esta crisis. Intenta jugar el papel líder, al que Estados Unidos ha renunciado. Presenta su -relativa- eficacia para combatir la epidemia, su solidaridad con el envío de productos sanitarios y médicos a los países más afectados. Nada dice de los abusos de sus empresas. Pero su talón de Aquiles es, justamente, su proyecto estrella, la nueva Ruta de la Seda. Basado en la conexión del mundo entero con China mediante la construcción de infraestruturas duras (puertos, ferrocarriles, carreteras). ¿Seguirán interesados los países «beneficiados» en endeudarse con China en el marasmo económico que puede seguir a la pandemia?. Por su parte, la UE es un elefante lento (y no sé si seguro). Su maquinaria es poderosa, pero le falta espíritu. Tiene que decidir si quiere regresar al puro mercado único o convertirse en una verdadera unión de ciudadanos.

(P.S. Una manifestación de la globalización que ahora es decisiva es la colaboración internacional entre científicos. Igual que las cadenas de producción son globales, así también las cadenas de investigación. Una vacuna no será ni china ni norteamericana, será el fruto de la colaboración entre distintos institutos de investigación a lo largo del mundo. Los científicos ahora están compartiendo sus resultados de forma libre, sin esperar a la lenta publicación en las revistas prestigiosas. Lo cuenta The New York Times.)

LECTURAS

Recomiendo la suscripción a Coronavirus Readings by The Syllabus (Suscripción/ Archivo) de donde he sacado muchas de estas lecturas. La mayoría no son de prensa española, que doy por supuesto que son más conocidas.

(Otras entradas en el blog en este enlace)

La globalización en los tiempos del coronavirus


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Máscaras y mascarillas en el suspendido Carnaval de Venecia

Máscaras de carnaval en Venecia, referente icónico de fiesta oculta y sigilosa, de desfogue decadente en la Veccia Signora, la metrópoli capital de la globalización medieval y renacentista.

Mascarillas sanitarias en Venecia, referente icónico del el coronavirus COVID-219, el mal que nos aqueja insidiosamente estos días de globalización menguante.

La metáfora de la peste

El carnaval y  las grandes plagas del pasado tenían en común ser un tiempo suspendido en el que las normas quedaban entre paréntesis. Características excepcionales para convertirse en materia literaria.

Boccaccio (El Decamerón) hace que los diez jóvenes que huyen de la peste de la Florencia de 1348 se cuenten historias, que el florentino rescata en muchos casos de la tradición literaria oriental. Y tantos otros han tomado las plagas como ocasión o metáfora en las que reflejar nuestros vicios y virtudes, de pretexto para hacernos mirar en lo profundo de nuestro ser. Manzoni (Los novios) y García Márquez (El amor en los tiempos del cólera) nos hablan de la victoria del amor sobre la muerte. Mann y Visconti (Muerte en Venecia) de la decadencia y la atracción-rechazo entre vejez y juventud. Camus (La peste) y Saramago (Ensayo sobre la ceguera) de la fuerza de la solidaridad.

¿Estará generando alguno de los millones de personas hoy aisladas en China o en otros lugares del mundo una creación de un valor equiparable al Decamerón o alguna de esas grandes obras, escribiendo un diario, una novela o subiendo simplemente historias a sus canales sociales? ¿O nos bastamos hoy para matar el tiempo con series y videojuegos sin necesidad de una expresión que vaya más allá del postureo de Instagram?

Pandemia y globalización

En los viejos tiempos, las pestes, las epidemias, llegaban a Europa desde Oriente a los puertos mediterráneos. El comercio marítimo era la malla de la limitada mundialización y los puertos italianos, destacablemente Venecia, eran nodo central de esa red, por las que se movían mercancías, ideas, virus y bacterias. No por casualidad fue la República de Venecia la que en 1403 estableció la primera regulación del aislamiento durante 40 días de los viajeros sospechosos en una de las pequeñas islas de la laguna.

Hoy, en los tiempos de la globalización, desde China el coronavirus ha llegado al norte de Italia. ¿Pudo ser el paciente 0 un (imaginario) empresario textil regresado de China a su empresa de Lombardía, el Véneto o Piamonte, las regiones que todavía marcan las tendencias de la moda de las prendas que se confeccionan en Oriente? ¿O fue un estudiante italiano en China? ¿O un turista chino llegado a Milán atraído por las compras de lujo? Seguramente no lo sabremos, pero el hecho es que la epidemia ya se extiende por Europa (y por supuesto por España) desde el estratégico norte de Italia.

Contagio coronavirus¿Se convertirá en pandemia? Muy probablemente, dado su alto poder de contagio en un mundo físicamente hiperconectado. Lo confirma que ya se registran contagios comunitarios fuera de China. Pero no será una pandemia como la peste negra, que diezmó Europa en el siglo XIV. Tampoco como la gripe española, hija no del comercio sino de la guerra, la pandemia que en 1918 se propagó de Estados Unidos a Europa con el cuerpo expedicionario norteamericano y que se cebó en poblaciones debilitadas por el hambre y las penurias del conflicto, causando 20 millones de muertos, 300.000 en España. No, será como la gripe común, que el año pasado mató en España a 6.300 personas, sin que ello fuera ni por asomo noticia.

Tendrá su pico y su agotamiento, sin ocasionar una gran mortandad, salvo mutación del virus… O por su propagación en estados fallidos con inexistentes o muy frágiles sistemas de salud pública. Pero puede ser un factor, como lo fueron las grandes epidemias en el pasado de graves distorsiones sociales, no solo localmente, sino mundialmente.

Por de pronto, el virus de la desinformación hace estragos, propagando todo tipo de teorías conspiratorias sobre el origen del coronavirus, recomendando remedios o prácticas innecesarias, cuando no peligrosas. Aun si los medios, como TVE y RNE, no caen en el alarmismo amarillista, la información exhaustiva y la continua actualización de nuevos casos da una representación desmedida del acontecimiento y nos coloca en una burbuja de miedo que oculta cualquier otro asunto. ¿Quién informará de la epidemia cuando esté controlada en nuestros países, pero ocasione decenas de miles de contagios y decenas de muertos en las grandes urbes africanas?. Contra la desinformación, fuentes fiables como los que ha recopilado Carmela Ríos en este hilo de Twitter.

Miedo y desinformación exacerban los virus ya bien instalados del racismo, la xenofobia, el nacionalismo. Insultos a los chinos en las redes sociales, ataque en Ucrania a un autobús de evacuados de China, cierre de fronteras y redadas en Rusia … La enfermedad es una estupenda ocasión para que las democracias iliberales refuercen sus mecanismos autoritarios.

China ya alardea de haber controlado el problema con sus medidas de excepción. Ha sido la crisis más grave que ha tenido que afrontar Xi Jinping. Está por ver en que medida los errores cometidos en el origen de la epidemia erosionarán la confianza de la población en el comunismo capitalista autoritario y confuncionista de Xi.

Nadie es capaz de evaluar las consecuencias económicas de la paralización de China y de la extensión de la enfermedad a otros países. ¿Dos décimas menos de crecimiento mundial como predice el FMI? En plena ralentización de la economía mundial ¿la enfermedad puede ser el evento que nos hunda en una nueva recesión global?.

Aun sin recesión, los países europeos sufrirán un estrés económico y los servicios públicos de salud, tan castigados por los recortes, afrontarán una emergencia que puede debilitárlos aún más en su gestión cotidiana. Terreno abonado para el descontento en el que crece la ultraderecha.

El papel de la Organización Mundial de la Salud, una institución multilateral, es decisivo para evitar que el mal se convierta en pandemia. Pero los controles y cierres fronterizos, los bloqueos de población y la ruptura de las cadenas de valor mundiales pueden reforzar el proceso de desacoplamiento -palabra del año para The Financial Times– de las que las guerras comerciales de Trump y la creciente supremacía tecnológica china son la manifestación más evidente. Un mundo postglobal, con irrelevantes instituciones multilaterales, potencias con sus propias áreas de influencia política, económica, militar, informativa (fragmentación de Internet).

Quizás la Historia marque 2020, el año del coronavirus, como el punto de no retorno de la desglobalización. O quizás a fin de año no sea más que una pequeña muesca descendente en las curvas económicas y dentro de 5 años se recuerde como un episodio no más importante que el SARS. Crucemos los dedos.

Tianamen: 20 años después


Han pasado dos décadas y China sigue sin enfrentarse a su pasado reciente. Tianamen sigue siendo tabú en China, donde el gobierno vuelve a bloquear las redes sociales de cara al aniversario. No es extraño. Si en España no somos capaces de enterrar a los fantasmas del franquismo y dar satisfacción a sus víctimas, en China manda la generación de entonces jóvenes tecnócratas que apoyaron la represión.

Las cosas podrían haber sido de otra manera como se adivina en las memorias de Zhao Ziyang, defenestrado y castigado con arresto domiciliario en vida por defender que la única salida era la democratización.

Ahora esos tecnócratas gestionan una crisis sin precedentes que se ceba en las masas de mano de obra barata y sin derechos -¿serán el modelo que nos proponen nuestros apóstoles de la flexibilidad?. Por el momento no ha habido una explosión social, pero China sigue careciendo de los mecanismos más elementales para afrontar los conflictos sin que estos pongan en cuestión el sistema.

Pero en este aniversario es hora de recordar a las víctimas y de apoyar a los defensores de los derechos humanos. Este es el objetivo de la campaña que ha lanzado Aministía Internacional. Recojo aquí el vídeo con los testimonios de uno de estos activistas (y una voz en off familiar).

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

La Justicia Universal como arma arrojadiza


Escucho a los tertulianos en la radio. ¡Qué barbaridad admitir a trámite una querella contra autoridades chinas un día antes de la llegada de los Principes a Pekín! Reacciones hipócritas ante el auto del juez Pedraz que admite a trámite la querella de dos asociaciones pro Tibet y un particular contra 7 altas autoridadades civiles y militares chinas, acusadas del delito de lesa humanidad, por la represión en el Tibet del pasado marzo. Ya sabemos que China no es una democracia -nos dicen- e incluso está muy bien meterse con ella, pero de eso a esa «provocación judicial» tres días antes de la apertura de la Juegos hay un gran trecho… En fin, opiniones que no son más que la manifestación de la tradicional pleitesía al poderoso.

Nuestro ordenamiento jurídico considera perseguibles los delitos de genocidio, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y terrorismo, con independencia del lugar donde se cometan. Esta consagración del principio de Justicia Universal permitió abrir causas como la de Scilingo y Pinochet. Pero ante la querella de Rigoberta Menchú por el genocidio contra los mayas en Guatemala, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo establecieron la doctrina limitativa de que sólo podían ejercerse estas acciones contra hechos acaecidos en el extranjero si había españoles entra las víctimas. El Tribunal Constitucional rectificó esta interpretación, lo que permite a los jueces españoles perseguir estos delitos, aunque no existan compatriotas contra las víctimas. Desde entronces han aumentado las querellas y se han admitido, entre otras, las que denuncian genocidio del gobierno tutsi de Ruanda contra los hutus o de Marruecos contra los saharauís.

Que las querellas además de buscar la justicia busquen un efecto político es lógico e inevitable. Los jueces no pueden retrasar su admisión por razones de oportunidad. Pero ahí deben de estar los medios de comunicación para esclarecer las circunstancias de los hechos que se denuncian. Creo que, por ejemplo, esa función no se cumplió cuando al informar de la querella admitida contra el presidente de Ruanda y otros cargos de su régimen, no se recordó el genocidio cometido por las milicias hutus en las que perecieron 800.000 personas.

El caso de Ruanda es aleccionador. El genocidio de 1994 dio lugar a la creación de un tribunal penal internacional específico, con sede en Arusha (Tanzania). Con lentitud, el tribunal sentenció a algunos de los máximos responsables de los crímenes. Mientras, en Ruanda centenares de miles de acusados esperaban juicio en las cárceles. Como en la orgía criminal había participado, de grado u obligados, buena parte de la población, unos juicios con verdaderas garantías eran imposibles. Algunos fueron juzgados por tribunales tradicionales, pero muchos volvieron a sus aldeas a convivir con los supervivientes. En paralelo, en Bélgica, otro de los países que reconocían el principio de Justicia Universal, se juzgaba a algunos destacados responsables, entre ellos, algún sacerdote. La querella de España se refiere, en cambio, a los crímenes cometidos por la guerrilla tutsi durante 1994 y, posteriormente, en sus ataques contra los campos de refugiados hutus en el Congo y en relación a los cuales se les acusa en la querella del asesinato de religiosos españoles. Pero no son los únicos frentes judiciales. Un juez francés acusó a Kagame como responsable del derribo del avión en el que viajaban los presidentes (hutus) de Ruanda y Burundi, y que fue la señal para el comienzo de la matanza contra los tutsis. Y el gobierno ruandés respondió con la creación de una comisión de investigación sobre la Operación Turquesa, una acción militar francesa que protegió la retira de las milicias hutus que se llevaban consigo a todo un pueblo como rehén. Y de ahí ha salido una acusación formal contra 33 autoridades francesas, empezando por Chirac y siguiendo por Balladur y Villepin. El conflicto diplomático está servido.

Para que un tribunal español se declare competente tiene que probarse que se han agotado los procedimientos en el país de los hechos o que las circunstancias allí -como es el caso de China- hacen imposible cualquier acción jurídica. Pero a partir de ahí, como en cualquier procedimiento judicial, hay que probar los hechos. La capacidad de investigación de los fiscales de la Audiencia Nacional es muy limitada o nula si no se cuenta con la colaboración del otro país. España dio un gran paso reconociendo el principio de Justicia Universal, pero sin un refuerzo de medios (por ejemplo, creando una Sala especial) la Audiencia corre el riego de verse saturada con querellas que más que justicia obtendán réditos políticos. ¿No podría buscarse un procedimiento para inhibirse en favor del Tribunal Penal Internacional por aquellos hechos que entren dentro de la jurisdicción de éste?.

Lo que tiene que entender China (o Marruecos) es que los tribunales en un Estado de Derecho son independientes y que no cabe la represalia diplomática ante sus decisiones.

(P.S Recomiendo pinchar estos días en el mapa de la columna de la izquierda de este blog que nos muestra la localización de las noticias. Hay ya más del 30% tienen su origen en Pekín)

Fuentes interactivas en directo


Desde hace una semana viene comentándose en la blogesfera el papel de Twitter en dar a conocer la noticia del terremoto de China. Como no he visto la información en castellano, la recojo, aunque con retraso. De entre las fuentes disponibles, escojo este blog de la BBC.

Antes de la primera noticia de agencia, antes de que los servicios sismológicos lo anunciaran, los usuario chinos de Twitter ya estaban dando la voz de alarma. Twitter es un microblog pensado para que demos cuenta de nuestros movimientos, pensamientos o sensaciones en un espacio de unos pocos caracteres. Es una adaptación de los mensajes sms al mundo de los blogs. Twitter ha tenido un enorme éxito y muchos clones, sobre todo en China. Los jóvenes entusiastas chinos de esta herramienta de las regiones afectadas reaccionaron inmediatamente. Sus breves entradas sirvieron como aviso de emergencia, relato en directo o verificación de datos, como se recoge en este otro blog.

Según parece, sus inventores pensaron que la herramienta podría tener utilidad para coordinar la asistencia en situaciones de emergencia. Pero los usuarios han encontrado un uso informativo bien relevante: servir de fuente interactiva en directo.

La otra olimpiada de China


Los enviados especiales son imprescindibles. Nos cuentan, nos muestran, lo que ven. Quizá no manejen toda la información que se centraliza en la Redacción, pero su testimonio es esencial para conocer el mundo en el que vivimos. Una vez más Rosa María Calaf, corresponsal de TVE en China y enviada a la zona devastada por el terremoto, nos da en sus crónicas claves para comprender la nueva China, tan contradictoria y cambiante. Imprescindible Calaf -he incrustado su primera crónica, sacada de la nueva página en pruebas de RTVE, aunque no es la más significativa.

Dos novedades se desprenden de las crónicas de Calaf. China se está volcando en el socorro de los afectados. En una situación tan difícil puede que los esfuerzos adolezcan de falta de profesionalidad, pero no hay duda que las autoridades no escatiman medios humanos ni materiales. Además, han buscado la cercanía con los afectados, algo hace unos años impensable. Segunda novedad: una inusual apertura a la ayuda llegada del exterior y una colaboración con los medios extranjeros.

Y, algo que no es una novedad, una enorme solidaridad entre la población.

He aquí un desafío más importante para China que los Juegos Olímpicos: abrirse al mundo (no sólo económicamente), organizar su enorme fuerza interna y democratizar el poder. Esa es su verdadera olimpiada.

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221 millones de chinos en el ciberespacio


No me gusta ser simple eco de las noticias, pero voy a romper mi propia regla. China acaba de superar en número de internautas a Estados Unidos (Reuters). Ya hay 221 millones de chinos que acceden regularmente al ciberespacio, según las autoridades chinas. China se convierte en el país con el mayor número de internautas. La proporción sobre la población total (16%) está todavía por debajo de la media mundial (19,1%, España casi un 50%). Ese bajo porcentaje augura, precisamente, un rápido crecimiento. Piénsese que sólo con llegar a esa media mundial, China sumaría otros 45 millones de internautas.

La noticia no es sino un síntoma más del liderazgo de China en esta era de globalización. El inglés sigue dominando en la red porque es el idioma universal, pero crear contenidos en chino es proyectar un producto a la mayor masa de internautas con una lengua y una cultura común (con su propia diversidad, claro está) en un mismo espacio público. Hasta ahora, las autoridades chinas han logrado controlar parcialmente los contenidos, pero, sobre todo, controlar a los internautas, contando para ello con los grandes compañías de la red (Yahoo, Google). Pero ese esfuerzo cada vez será más costoso, no sólo en términos de recursos empleados en el propio control, sino, sobre todo, en la pérdida de oportunidades y creatividad. La revolución terminará llegando a China por el ciberespacio. No será, claro, una explosión violenta, sino una progresiva construcción de un espacio público más abierto a través de las comunidades creadas en la red.

Imágenes de la globalización


PRIMERA IMAGEN

«Mientras los estadounidenses se preocupan por lo que cuesta llenar el depósito de gasolina, hay gente que tiene problemas para llenar el estómago»

¿Quién iba a pensar que nada menos que Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, iba a denunciar con esa frase lapidaria y un pan en la mano a los biocombustibles como culpables del alza del precio de los alimentos que amenaza con hambrunas en gran parte del mundo? Pues sí, él, que fue conspicuo alto funcionario de la administración Bush y embajador especial para la globalización comercial y negociador del ingreso de China en la Organización MUndial del Comercio, denuncia ahora los programas de Estados Unidos y la Unión Europea para sustituir combustibles fósiles por biocombustibles como una de las causas de la carestía de los alimentos básicos. Los biocombustibles basados en cultivos intensivos se están demostrando. además, como causantes de deforestación en Brasil o Indonesia y generan más CO2 con sus cultivos industriales del que ahorran. Pero esperemos que esta reacción justificada no se lleve por delante también otros biocombustibles, los basados en los aprovechamientos de los residuos agrícolas y forestales.

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SEGUNDA IMAGEN

La carestía de alimentos enciende una ola de disturbios por todo el globo. De Indonesia, a Egipto. De Filipinas a Haití, donde ayer se registraron saqueos, como el de la imagen… La ira de los pobres y la represión de los ricos mata ya antes de que lo haga la hambruna que se pronostica… El director general de la FAO, Jacques Diouf, advierte de la gravedad de la crisis y convoca una cumbre mundial para el 3 de junio. Diouf propone una masiva transferencia de semillas a los países pobres y se escandaliza -con razón- de que el Consejo de Seguridad de la ONU no tome medidas para afrontar una crisis que amenaza la estabilidad mundial.

TERCERA IMAGEN

Capital tras capital, la llama olímpica sigue siendo recibida con protestas contra China. Pero lo que es más preocupante para el gobierno de Pekín es que a las manifestaciones callejeras se suman las condenas institucionales. Si ayer el Parlamento Europeo llamaba a que las autoridades europeas boicotearan la ceremonia de apertura, la Cámarar de Representantes de Estados Unidos hacía una condena aún más dura. Las autoridades chinas reaccionan con indignación. El anuncio de haber desarticulado un complot terrorista inspirado por Al Qaeda en la región de Xinjiang puede responder a hechos reales, pero también puede ser la señal del comienzo de una represión generalizada. El dragón chino se revuelve furioso y su ira no se proyectará contra los manifestantes de Buenos Aires o San Francisco sino contra los disidentes internos. En cualuqier caso el «espíritu olímpico» es la primera víctima. Es la última vez -anuncian desde el Comité Olímpico Internacional- que la antorcha saldrá del país anfitrión.

CUARTA IMAGEN

EFE

Y Gallardón, con la que está cayendo, en Pekín, buscando votos para Madrid 2016. Como cualquier alcalde o presidente autonómico que se precie, Gallardón viaja acompañado por un cortejo de periodistas cortesanos. Y, claro, todos le preguntaron por su amiga esperanza…

¿A nadie se le ocurriió preguntar por la situación de los derechos humanos en China?

¡Qué provincianismo¡

Esta es la primera entrada de una serie de «imágenes de la globalización». Otras entradas:

Piratas del Índico

La nueva gripe

Refugiados

Sri Lanka

Pakistán/Afganistán

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