El Gobierno del PP pretende reducir a la mitad el número de canales en la TDT, so pretexto de favorecer la implantación de nuevos servicios de banda ancha en movilidad, el llamado dividendo digital. La medida, que cuenta con la oposición de las televisiones privadas, es un ejemplo más de arbitrismo gubernamental, pero también pone de manifiesto el fracaso del modelo de la TDT.
Con UTECA hemos topado
El 21 de marzo el nuevo Secretario de Estado de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, Víctor Calvo-Sotelo, convocó a los operadores de televisión. Calvo-Sotelo soltó la bomba. El Gobierno les pedía que renunciaran a la mitad de sus múltiplex digitales, o lo que es lo mismo a la mitad de sus canales, reducción que también afectaría a TVE y a las autonómicas. Razón nº 1: ahorrar 800 millones en el primer dividendo digital. Razón nº 2: favorecer un hipotético segundo dividendo digital. Razón nº 3: hacer más sostenible el mercado audiovisual.
Ni que decir tiene que la reacción de los «propietarios» de las frecuencias fue incendiaria. Escándalo, robo, expropiación… los señores de la tele, los prebostes de UTECA no ahorraron gruesos calificativos.
Al Gobierno se le abre un frente peligroso. Si el movimiento es más que un globo sonda y siguen adelante con el plan, la artillería mediática de «los señores de la tele» se volverá en contra. Aunque seguramente la sangre no llegará al río, porque el gobierno del PP y UTECA comparten un objetivo estratégico: debilitar a TVE.
La privatización del espectro
El asunto puede terminar en los tribunales y ganar el pleito los «propietarios expropiados».
La Ley General de la Comunicación Audiovisual (pdf) en la práctica privatizó las frecuencias televisivas. Las licencias son por 15 años, renovables y transferibles. Vamos, que al licenciatario se le entrega una frecuencia prácticamente de por vida, sin estar obligado a mantener la programación para la que se le concedió la licencia, que puede transferir y arrendar (art. 29). Y así se está haciendo ya por Net-Tv (Vocento) y Veo-Tv (UNEDISA), arrendando sus canales a los major norteamericanas.
En la práctica, esta regulación de las licencias equivale a la privatización del espectro: un recurso de dominio público se entrega a particulares para su explotación y comercialización prácticamente a perpetuidad.
La implantación de la TDT y el dividendo digital
La implantación de la televisión digital terrestre (TDT) se ha hecho en España con la norma técnica DVB-T. El apagón digital se produjo en abril de 2010. El primer plan técnico data de 1998. Es un largo proceso, acelerado en su fase final por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, en casi dos años a lo exigido por la Unión Europea.
La transmisión digital permite comprimir la señal y disminuir el ancho de banda utilizado, de manera que por la frecuencia que en analógico se transmitía antes un único canal, ahora puede transmitirse típicamente cuatro con una calidad MPEG-2. Por tanto, al menos en teoría, para el mismo número de canales se utilizan un menor número de frecuencias, con lo cual pueden liberarse frecuencias y destinarlas para otros usos distintos de los servicios de radiodifusión. Es el llamado dividendo digital.
La idea es que atribuir esas frecuencias «liberadas» (los términos ya indican un prejuicio contra los servicios de radiotelevisión) a la telefonía móvil, concretamente a los nuevos servicios de banda ancha en movilidad (por ejemplo, telefonía 4G) supondrá un revulsivo económico. Los gobiernos sacan estas frecuencias en subasta y obtienen pagos sustanciales de las telefónicas.
La Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones (UIT) decide en 2007 reservar la banda de 792-860 Mz (canales 61 a 69) a los servicios móviles. Se trata de frecuencias que tienen una buena capacidad de propagación y penetración en los edificios y, por tanto, muy adecuadas para móviles.
La Unión Europea establece en 2010 un nuevo apagón digital. El 31 de diciembre de 2015 los canales 61 a 69 tendrán que haber sido desalojados de los servicios de radiotelevisión y estar asignados a la telefonía móvil.
El problema en España es que al adelantar ese primer apagón digital esos canales están ocupados por los operadores de TDT. No obstante, el Gobierno Zapatero los saca a subasta y obtiene en julio de 2011 2.000 millones de las operadoras telefónicas, que no pujan hasta los 2.500 que esperaba el Gobierno. Se aprueba un Plan Marco del Dividendo Digital (pdf) y la Ley de Economía Sostenible (art. 51) establece que los costes derivados de la reorganización del espectro se sufragen con cargo a los ingresos obtenidos por la licitación de frecuencias. Estos costes se estiman en 800 millones y supone cambios en los centros de emisión, emitir simultaneamente en dos canales durante la fase de transición y reorientar de nuevo las antenas comunitarias.
Lo que la Secretaria de Estado de Telecomunicaciones plantea ahora es ahorrarse esa factura. Si el número de multiplex se reduce a la mitad no es necesario la migración y no hay costes de adaptación. Además, se dice, la Unión Europea puede exigir la liberación de más frecuencias para la banda ancha móvil y conviene prepararse para este segundo dividendo digital (que en todo caso no se impondría hasta 2020).
La respuesta más articulada que he encontrado no viene de los «señores de la tele», sino de Pedro Pérez (@pperezf), el presidente de los productores audiovisuales, a través de 17 tuits. Sostiene que esa reducción de canales supondría un grave quebranto para la ya castigada industria audiovisual y que lo único que pretende el Gobierno es ahorrarse los costes después de haber obtenido los ingresos. Propone una solución técnica, la adopción de la norma DVB-T2, con la que dice, TVE podría emitir 5 canales en Alta Definición. Pero el problema es que ya no sólo se trataría de reorientar antenas, sino de comprar un nuevo descodificador, pues no valen los actuales, algo que haría feliz a los constructores electrónicos, pero no a los consumidores que han comprado pantallas planas que no podrían recibir las nuevas emisiones.
Insostenible TDT
El tercer argumento gubernamental es hacer sostenible el mercado audiovisual, lo que viene a reconocer el despropósito del modelo de TDT, conformado por los gobiernos de Aznar, primero, y de Rodríguez Zapatero, después.
Lo que se ha hecho ha sido trasladar el modelo de la televisión generalista a la TDT, sin exigir ni especialización, ni nuevos servicios digitales ni un mínimo de calidad a los operadores privados, que como hemos visto pueden transferir sus canales. Además, los concursos autonómicos se han hecho con total falta de transparencia.
Si a ello le sumanos las muy laxas normas anticoncentración, nos encontramos con el siguiente resultado:
– Una gran fragmentación de la audiencia, que sólo permite la rentabilidad a los grandes grupos privados.
– Una gran concentración de propiedad (muy limitado pluralismo externo), con dos grandes grupos, Mediaset y Antena 3, concentrando audiencias y publicidad. Su estrategia de programación es repetir los mismos contenidos en sus distintas ventanas para rentabilizar la publicidad, que se contrata para todos los canales y al precio de la audiencia del más visto.
– Dos operadores nacionales privados, UNEDISA y Vocento, sin experiencia en televisión, que no han hecho más que dar bandazos y que han terminado por arrendar sus canales a los major norteamericanos. A ellos es a los que podría beneficiar la medida si va acompañada de alguna compesación económica para rescindir los actuales contrato de arrendamiento.
– Operadores privados autonómicos castigados por la crisis publicitaria y que rellenan sus horas con videntes.
– TVE y los operadores públicos autonómicos con dificultades presupuestarias para mantener sus canales. Para los operadores públicos es vital mantener estos canales porque es la manera de servir contenidos diversos a un público cada vez más diverso. El PP ha anunciado reiteradamente su intención de retirar un multiplex a TVE, que de 6 canales (uno de ellos en HD) pasaría a 4.
– Programas muy poco diversos, escasamente novedosos (como demostró Daniel Giménez Simón en su Trabajo Fin de Máster de Periodismo Multimedia) que se repiten una y otra vez en todas las cadenas.
– No se emite en verdadera HD, salvo los canales experimentales de TVE y de algunas autonómicas. En el mejor de los casos se emite en 720 p, escalando (inflando) unos contenidos producidos para 650 líneas. Algunas cadenas emiten películas con calidad de VHS.
Es hora de replantearse el modelo, pero los derechos e intereses adquiridos lo hacen prácticamente imposible. Una oportunidad perdida.
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