El año pasado me atreví a formular una serie bastante amplia de deseos para 2009. De todos ellos, los Reyes Magos nos trajeron el Estatuto y los Consejo de Información de RTVE, pero dejaron sin cumplimiento los deseos más generales. En cuanto a la información internacional, cada vez más olvidada en nuestras televisiones, se polarizó en las elecciones norteamericanas y no tuvo más remedio que ocuparse de grandes atentados (Islamabad, Bombay), la polémica independencia de Kosovo, la guerra de Georgia, el nuevo estallido de la guerra del Congo, para terminar el año con los crímenes contra la humanidad de los bombardeos de Gaza.
Este año voy a ser menos ambicioso.
Deseo que la crisis no se lleve por delante el saber hacer que se cobija en las redacciones de los grandes medios, amenazadas por despidos masivos.
Que si -como nos anuncian los tecnoprofetas- el móvil va a ser uno de los vehículos para salir de la crisis, se diseñen productos informativos a su medida, pero se busquen otros espacios de reflexiónque no requieran una conexión permanente.
Y que si la paz es imposible en Palestina, al menos un alto el fuego pongan un paréntesis a las matanzas.
Leo que Obama -en silencio estos días en sus vacaciones en Hawaii- declaró hace algún tiempo sobre los cohetes de Hamas que si alguien disparara proyectiles que pudieran poner en peligro la vida de sus dos hijas haría todo lo humanamente posible para eliminarle -un apoyo prácticamente abierto a las acciones de Israel.
¿Qué haría Obama si sus hijas se convirtieran en refugiadas en su propia tierra?
¿Qué haría Obama si sus hijas vivieran en un gigantesco campo de concentración al que los carceleros no permiten la llegada de alimentos y medicinas y al que cortan arbitrariamente suministros vitales como el agua y la electricidad?
¿Qué haría Obama si sus hijas murieran en bombardeos de castigo contra comisarías o iglesias, porque -es lógico, lo ha dicho la ministra Livni- en todas las guerras mueren civiles?
¿Qué recomendarían a Obama sus asesores, alguno sionista destacado como su jefe de gabinete Rahm Emanuel?
Siempre recordaré los terribles testimonios de los familiares de un muchacho hispano-palestino, muerto por los disparos de la policía palestina en una manifestación anti Arafat, a mediados de los años 90, recogidos en una crónica de Daniel Peral para TVE. El hermano del fallecido se lamentaba -«Y dicen que es Tierra Santa…»
Una Tierra Santa que es un pedazo de tierra insignificante, pero cargado de valor simbólico y estratégico, que la ocupación y colonización judia roba poco a poco a los palestinos.
Esa Tierra Santa vuelve a desangrarse. El bombardeo israelí contra Gaza no puede tener otra calificación que la de crímen contra la humanidad.
Ante ello, los poderes de la tierra, piden «contención» al agresor, que esgrime el Holocausto como justificación de una seguridad que sólo significa expolio y muerte para el vecino.
Los políticos israelíes hacen su campaña electoral con bombas. Quieren de nuevo una Gaza desestructurada e ingobernable. Al retirarse, dejaron reducida la Franja a la mayor cárcel del mundo. Se retiraron y tiraron la llave al mar. Pero Hamás ha conseguido imponer su orden en la cárcel a pesar del bloqueo. Un orden que permite la vida cotidiana, pero que significa también la imposición de un modelo social y religioso… No es casual que uno de los objetivos haya sido la ceremonia de graduación de la policía, uno de los logros de Hamas.
La acción de Israel aleja cualquier solución negociada. Hamas no tiene gran capacidad de respuesta directa, pero puede volver a lanzar una oleada de atentados suicidas. Y en Cisjordania puede encenderse una tercera Intifada.
La obra debiera de ser de obligada lectura en las facultades y escuelas de Periodismo. Lamentablemente, sólo está publicada en inglés y en papel. Su virtud es que, además de plantear los argumentos pertinentes a las obligaciones éticas y los derechos de los periodistas, recoge un elenco de casos en los que esos prinicipios se han visto confrontados con difíciles situaciones de la vida real.
Decir la verdad es la esencia última de todos los deberes de los periodistas. La cuestión es cómo y hasta dónde decir la verdad. La obra está llena de ejemplos que muestran cómo ningún valor es absoluto y todos deben ser sopesados por un correcto juicio profesional.
Por decir la verdad con urgencia se puede mentir. Unas veces esa urgencia viene impuesta por la presión de la empresas; otras por la ambición profesional.
Otras veces, callar la verdad o retrasar su difusión puede salvar vidas. Se recogen casos de periodistas que antepusieron sus obligaciones como seres humanos (auxiliando a un herido, como el equipo de TVE capitaneado por José Antonio Guardiola en Kosovo) a sus urgencias como periodistas.
No revelar las fuentes es un principio sagrado, pero algunos prefirieron descubrírselas al Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia para que los crímenes contra la humanidad fueran castigados.
Callar la presencia del princípe Harry en Afganistán, un pacto entre todos los medios británicos, puede ser entendido como un ejercicio de autocontrol para no poner en peligro la vida de los militares, pero también como una forma de cooperar en una operación de propaganda gubernamental.
El periodista está sujeto por códigos éticos, por su necesidad profesional de mantener su credibilidad y, en último término, por su responsabilidad personal. Los periodistas no profesionales, ciudadanos o bloggers, pueden actuar responsablemente de forma personal, pero no están sujetos a un sistema colectivo de responsabilidad. Pero los periodistas profesionales no pueden ignorar esas voces no profesionales y deben someterse a su escrutinio.
Para decir la verdad es necesario que constituciones y leyes garantizen, desarrollen y protejan el derecho a la libertad de expresión e información. Y es necesario puestos de trabajo estables, razonablemente retribuidos, en redacciones abiertas al debate. La obsesión por la seguridad ha deteriorado la protección jurídica. Y la crisis de los medios analógicos y, ahora, la recesión general dinamitan unas condiciones de trabajo dignas.
Con todo, decir la verdad significará moverse por el borde de la navaja.
En la Nochebuena ha muerto Harold Pinter. Su vida fue buscar la verdad a través de esa conjunción de palabra e imagen que es el teatro. Y en su búsqueda de la verdad se comprometió con aquellas causas que consideraba justas. Todo ello está sintetizado en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura de 2005. No es un discurso con la escenografía al uso, con la pompa de la ceremonia de los Nobel. En su lugar, un espacio vacío, delimitado por muros de luz azul, una foto del autor más joven y en el centro un hombre vestido de negro sentado en una silla de ruedas, cubiertas las piernas con una manta. Nada más alejado de cualquier efectismo y, por ello, uno de los documentos audiovisuales más emocionantes que recuerdo. Pinter se había dedicado en los dos años anteriores a denunciar la política de Bush, especialmente la invasión de Irak. El Nobel le llegó en una fase avanzada de su cáncer, que le impedía recibir personalmente el premio. Pero allí estaba ese hombre enfermo, reflexionando sobre la fuerza de la palabra y la imagen para desvelar la verdad y haciendo la denuncia más radical y racional del imperialismo norteamericano.
Recojo aquí aquel texto y el vídeo subtitulado en español, un ejemplo magnífico de que no hay nada más expresivo que un ser humano que se expresa libre y sinceramente. Un documento de la historia de la televisión.
Es imposible sustraerse al ambiente navideño. Me confieso poco navideño. Pero no puedo por menos que volver a la infancia cuando oigo cantar los premios de la Lotería a los Niños de San Ildefonso. El frío de la calle contrasta con la calidez del hogar. Las luces que por todas partes se encienden con los cortos días del solsticio de invierno. El consumismo con la generosidad. La competencia despiadada con la solidaridad familiar. La incertidumbre del porvenir (en este año, la inseguridad de la crisis) con los buenos deseos pronunciados y casi siempre sentidos. Las comilonas desmesuradas con el encuentro con los amigos. Los villancicos populares con la sofisticación de los suplementos de «Estilo». La lotería que tapa agujeros con los Fabra a los que les toca todos los años. La religiosidad sincera con las liturgias barrocas. Lo infantil con la orgía alcohólica…
La Navidad es un festín de signos y símbolos. He escogido esta foto, sacada de la página de Intermon-Oxfam, una imagen que no tiene ninguno de los códigos icónicos de la Navidad, para felicitaros las fiestas y desearos lo mejor para el 2009. La mirada de esa muchacha africana transmite esperanza e interrogación. En el continente olvidado, la sociedad civil se organiza y las mujeres protagonizan un renacimiento. Expoliados por los occidentales, esclavizados por los tiranos locales, pero siempre sin perder la alegría, esperan la justicia que el mundo les debe. Si la Navidad es el paso de la oscuridad a la luz, África, que pugna por salir de la oscuridad, puede ser el símbolo de la Navidad.
FELICES FIESTAS Y QUE VUESTRO DESEOS SE CUMPLAN EN 2009
«Cuanto más jóvenes, menos televisión ven» es un titular que podemos encontrar estos días repetido en blogs y páginas que siguen las tendencias audiovisuales. Su fuente inmediata está en una información publicada por Hollywood Reporter y distribuida por Reuters, pero su fuente última la encontramos en un estudio de opinión que vale la pena comentar.
La consultora Deloitte lanzó el año pasado en Estados Unidos un estudio bajo el título de State of the Media Democracy, dirigido a conocer las nuevas tendencias de consumo mediático por estratos de población. Un título a mi entender pretencioso, porque reduce la democracia mediática a la producción de contenidos no profesionales. Ahora se publica la segunda oleada de esta encuesta (pdf), que parece confirmar la creciente convergencia entre la televisión y los contenidos digitales.
El estudio muestra que son los más mayores los más predispuestos a los medios escritos y al consumo de la televisión tradicional. Las edades intermedias consumen televisión, pero, sobre todo, productos audiovisuales personalizados (DVDs, grabadores digitales personales) y son los más jóvenes los que menos televisión ven, pero son los que más tiempo invierten en los medios, con preferencia por los digitales. Pero aún esta franja entre 15 y 24 años consume 10,5 horas de televisión a la semana.
Algunos datos muestran que la programación de la televisión puede estar perdiendo la partida, porque ya un 69% considera más «divertido» el ordenador que el televisor, aunque luego a un 58% le gustaría poder visionar los contenidos digitales de su ordenador en el televisor doméstico. Y además, a los tiempos que se dedican a ver la televisión tradicional, habría que sumar los dedicados a la televisión en la red: un tercio ve programas on line (15 de puntos de incremento con respecto a la primera edición del estudio).
Otra tendencia muy clara es la de utilizar el teléfono móvil como un dispositivo de entretenimiento. Un 36% ya le dan este uso (con un incremento en un año de 12 puntos). También los videojuegos (en sus distintas plataformas) están extendidas entre todas las capas de población: nada menos que un 60% juegan habitualmente, con resultados más altos entre los más jóvenes.
En lo que el estudio llama «democracia mediática», esto es, los contenidos no profesionales, los crecimientos son también claros. Un 45% crea su propio «entretenimiento», editando sus fotos y vídeos. Un 45% ponen contenidos a disposición de otros y un 69% acceden a contenidos no profesionales.
La conclusión más interesante a mi juicio es que el público elige el contenido y lo busca en la plataforma que le resulta más conveniente o más familiar. Esto es, finalmente, lo importante es la creatividad y no el vehículo de difusión.
El estudio no se pregunta la relación entre contenidos profesionales y no profesionales -¿en qué medida los no profesionales son eco de los profesionale?. Tampoco se incluyen preguntas específicas sobre las formas de adquirir información de actualidad, de manera que el estudio no nos marca ninguna tendencia sobre la relación entre plataformas e información periodística. Y hay que recordar que lo que es válido en Estados Unidos no tiene porque serlo en otras partes. Me parece más generalizables los comportamientos de los jóvenes que los de los adultos. Por ejemplo, en España los videojuegos son casib una rareza entre los mayores de 35 años.
¿Estamos ante una nueva era de la televisión como se titula uno de los capítulos del estudio?
El autor hace una revisión de los estudios, artículos y libros que analizan las consecuencias de la saturación informativa en nuestra atención, en el modo en que estamos informado de las cuestiones de relevancia pública y en el negocio y la función del periodismo. Uno de los estudios de los que parte es el encargado por la agencia AP y al que ya me referí en la entradaFatiga Informativa.
Aun con el riesgo de contribuir a esa universal cacofonía paso a hacer un resumen (libre) del artículo, sin entrar en detalle de citas, para lo que os remito al original.
Insatisfacción y pasividad informativa. El estudio encargado por AP puso demanifiesto una conclusión inesperada: los jóvenes, que consumen información preferentemente a través de los nuevos medios digitales, estaban deseosos de una información más en profundidad, pero la saturación informativa y la abundancia de herramientas de búsqueda y personalización, terminaban por paralizarlos. Cuanto más sobrecargados e insatisfechos estaban, menos esfuerzos hacían para encontrar esa información relevante y en profundidad que decían desear. A partir de este hecho, el artículo revisa los hechos y las implicaciones de esta sobresaturación. La ironía es que estos consumidores incapaces de cambiar sus insatisfactorios hábitos tienen a su disposición poderosos herramientas de control y personalización. La libertad de elección se convierte en la tiranía de la elección.
Hiperinformados sin contexto. En el mundo de los medios tradicionales, la cantidad de información venía dada por la capacidad de los soportes de publicación; hoy, la infpormación on line no tiene prácticamente límites de capacidad. Hay más de 70 millones de blogs y 150 millones de páginas web… En 2006 el mundo produjo 161 exabytes (un exa=1 millón de gigas), el equivalente a tres millones de veces la información contenida en todos los libros hasta ahora escritos. La mayor parte de esta información nos llega elementalmente tratada en forma de titulares, actualizaciones y resúmenes, en un flujo de fragmentos de información sin relación unos con otros. Las empresas se han pasado al negocio de la información tratada elementalmente.
La información públicamente relevante se obscurece. Esta sobreabundancia pone en segundo término la información relevante. En los 60, el espectador de televisión no podia dejar de ver los informativos; hoy el consumidor, ante una enorme oferta de infoentretenimiento, puede dejar pasar las noticias. El descubrimiento casual de la información es cada vez más raro. El consumidor pasivo recibe cada vez menos información política.
Los límites de la atención humana. Como los ordenadores, los consumidores se informan mientras realizan otras muchas tareas. Como es lógico, nuestra atención se dispersa. El artículo cita a una serie de psicológos cognitivos que ponen de manifiesto algo que nuestra propia experiencia nos indica: sin una atención activa no hay conocimiento. Nuestro cerebro está preparado para pensar, analizar, diseccionar y crear, si nuestra actividad intelectual se limita a responder a un flujo de bits, a una estimulación constante, no aprenderemos ni conoceremos. Los que se informan on line muchas veces lo hacen mientras trabajan (doy fe con la caída de visitas a este blog los fines de semana).
La economía de la atencion. La información está por todas partes y nos llega de forma invasiva, como la publicidad, con la que compite. Los medios compiten no por una mejor información, sino por atraer esa atención saturada por unos estímulos exuberantes. Los medios corren el riesgo de asfixiarse en un entorno saturado de titulares y actualizaciones. En esta situación, el precio de la información decrece continuamente, en una deflación informativa que pone en peligro la supervivencia de los medios. Para sobrevir y cumplir su función pública, los medios deben aumentar el valor de su información, enriqueciendo y profundizando su contenido.
Implicaciones para la democracia. Vivimos en un entorno informativo caótico y sin referencias. El ciudadano se coloca en un nicho informativo y el espacio público se fragmenta. El periodista sigue estando obligado a dar una visión global de nuestro mundo. Hay que cambiar la metáfora del «gatekeeper» por la del guía que acompaña al ciudadano balizando el ciberespacio. El buen periodismo es el que coloca la información en su adecuado contexto. Este periodismo en profundidad crea nuevos mercados y nuevos públicos. Como ejemplo de las posibilidades de este periodismo en el mundo on line pone a la BBC, con su desarrollo multifacético y multimedia de las informaciones.
Para terminar recojo también de la Columbia Journalism Review el vídeo con el psicológo Gary Markus.
No faltan voces dentro de la mayoría que consideran esta ley el mayor error de Sarkozy. ¿Cuál son los problemas para que una ley que termina con la odiosa publicidad suscite tales reacciones? Dos esenciales: que es una ley a la medida de la televisión privada (la ley de la TF1. se dice) y que a partir de ahora el presidente de la televisión pública volverá a ser nombrado por el presidente de la República. Se ironiza: es la resurrección de la ORTF.
– Empresa única: las cinco cadenas públicas se unifican en una sola empresa, France Télévisions.
– Nombramiento de su máximo responsable por el presidente de la República.
– Supresión de la publicidad: a partir del 5 de enero desaparecerá entre las 20 y las 6 horas en France 2, pero se mantendrá en France 2; a partir del apagón digital en el 2011 se prohibe totalmente; la empresa podrá hacer publicidad en su sus servicios interactivos.
– Más publicidad en las privadas: la ley permite un segundo corte publicitario en un tramo de 30 minutos en los programas de ficción y eleva el límite por hora de 6 a 9 minutos (En España 12 minutos).
– La misión de servicio público se define por el gobierno, mediante el instrumento de los «cahiers de charges» aprobados por decreto.
La financiación que recibirá la televisión pública será 450 m. €, cuando se estiman sus necesidades en 850 millones. La consecuencia será una reducción de personal.
La televisión pública puede caer en la tentación de no luchar por la audiencia. En ese caso será irrelevante. Pero también puede aprovechar la oportunidad para hacer una programación equilibrada, con entretenimiento de calidad. Lo que parece claro es que su dependencia del poder será total.
Los operadores de telecomunicaciones llevan al menos desde 2005 quejándose de tener que soportar un incremento exponencial del tráfico en internet, debido, sobre todo, a la explosión del vídeo. Para evitar la reducción de velocidad, los operadores se ven obligados a nuevas inversiones, que deben compartir con la competencia, como la comercialización de un acceso exclusivo por fibra óptica que Telefónica ha intentado comercializar y que la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones paralizó en octubre en tanto Telefónica no ofrezca un acceso mayorista a sus competidores.
Los operadores han pedido que los proveedores de contenidos corran con parte de estos gastos y han defendido la creación de servicios de mayores prestaciones y velocidad, por los que los proveedores pagarían. Esta solución sería contraria al principio de neutralidad de la red, conforme al cual no pueden existir ni límites ni trato privilegiado para contenidos, operadores, usurios o tecnologías en la red. A estas reclamaciones los grandes facilitadores (que no proveedores, proveedor somos todos los que creamos información) Google, Yahoo o MSN se habían opuesto radicalmente hasta ahora.
No soy un experto, pero eso significaría una ventaja decisiva que sólo podrían permitirse las compañías más potentes. Por mucho que Google diga que siguen comprometidos con el principio de neutralidad, la generalización de estos mecanismos terminaría con una red a varias velocidades.
Recomiendo la lectura del artículo del Wall Street Journal. Además de hacer una revisión del principio y su exigencia por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), insinua que los principales asesores de Obama en esta materia están reiterpretando de forma laxa el principio e insiste en las vinculaciones de Obama con Google. En su agenda gubernamental Obama se compromete expresamente con el principio. Dejo de cierre un vídeo de Obama a los empleados de Google sobre este tema. Y termino preguntándome ¿será la neutralidad de la red otro de los test de Obama?
Un espacio de conversación sobre periodismo, televisión, derecho de la información y deontología informativa... en los medios tradicionales y en el ciberespacio.