Apuntes y lecturas de la pandemia: los medios de comunicación


televirus

Los medios en los tiempos del coronavirus

Saturación informativa, infodemia, enfoques informativos, peticiones de ayuda por ejercer una función publica…. Vivimos días críticos en los que la cantidad y calidad de la información que consumimos resulta decisiva para nuestra respuesta personal y colectiva a la pandemia.

Después de la comunicación institucional de crisis en estos apuntes abordo ahora la función de los medios (tradicionales y cibermedios) en la construcción de la imagen del mundo golpeado por la pandemia y cómo esta crisis está afectando a su propia supervivencia. Como siempre es una entrada exageradamente larga, así que os podéis mover por los títulos a los asuntos que más os interesen.

Consumos informativos: el regreso a los medios tradicionales

El público, las audiencias, los usuarios (como queramos llamarlos según la perspectiva de cada uno) se ha volcado en los medios profesionales. El hambre de información ante esta emergencia y el confinamiento, con sus secuelas de tiempo libre y necesidad de entretenimiento han disparado todas las mediciones (ahora lo llaman métricas), tanto las directas (audímetros de televisión, páginas vistas) como las indirectas por encuesta. Y ha ocurrido, con sus particularidades, en todos partes.

Aquí es imposible realizar un resumen de estos datos. Pero sí marcar las tendencias principales, en nuestro país, pero bastante similares en todas partes (fuente principal estudio de Havas Media Group España):

  • Gran aumento del consumo de la información producida por los medios profesionales. Los diarios digitales españoles han aumentado de media sus visitas un 100%. En televisión, 41 millones vieron los informativos en marzo, 2,6 millones más que en febrero. Los informativos lideran los rankings de audiencia (ver los datos de televisión más abajo.
  • La televisión es el medio que más crece, pero la radio también, sobre todo por la noche, reafirmando su papel de acompañamiento. También crece el tiempo dedicado a consultar la web y las redes sociales.
  • La radio, la televisión, los diarios digitales, por este orden, son los medios más creíbles. Los menos (4/7) las redes sociales.
  • La televisión es el principal medio de entretenimiento.
  • Niños y jóvenes vuelven a consumir información en los medios tradicionales.
  • Los más mayores se ponen al día, consumen más información en línea y hacen un gran uso de sistemas de videoconferencia y video llamada.
reparto audiencias

Reparto de la audiencia televisión lineal/no lineal. Fuente Barlovento

Los datos para la televisión son más concluyentes, en cuanto que la metodología de los audímetros (muchas veces cuestionada en cuanto que lo que trata de ofrecer es una medición para poner precio a la publicidad) está bien asentada. Según el informe de marzo realizado por Barlovento a partir de los datos de Kantar Media (ver más abajo en Lecturas):

  • Marzo ha batido todos los récords: 284 minutos/día de media (sobre un universo de 45.5 millones de españoles), 371 minutos/día por espectador ¡6 horas y 11 minutos!. El domingo 15 de marzo es el día de mayor consumo de televisión desde que se hacen estas mediciones. El incremento medio respecto al mes anterior fue de un 40% (+88 minutos).
  • Los jóvenes de 13 a 24 años han incrementado su consumo de televisión en un 60% y los niños de 4 a 12 casi un 50%.
  • La televisión lineal en abierto sigue siendo la reina de la pantalla (284 minutos/día) y es responsable de más del 80% del crecimiento de la audiencia (ver gráfico). Al streaming y otros usos de Internet se dedican solo 21 minutos. Pero, atención, este consumo se refiere solo al que se hace en la pantalla tradicional. El streaming en otros dispositivos (tabletas y móviles) será mucho más elevado.
  • La información es, sin duda, motor de este incremento de las audiencias. En total, 41 millones vieron los telediarios, 2,6 millones más. Las cadenas que más crecen son las más «informativa», La Uno (+0.6%) y La Sexta (+1, 4%). El Canal 24 Horas ha doblado su audiencia (de 1,1 a 2,1%). (Sobre TVE, ver el último apartado de esta entrada.
credibilidad

Elaboración propia a partir de los datos del estudio de DigiLab

Llegan las primeras encuestas más cualitativas, como esta del DigiLab (véase en Lecturas). Sus datos son interesantes porque se refieren al periodo 3-10 de abril, mientras que los anteriormente recogidos corresponden a marzo:

  • Un 90% de los españoles se informa al menos una vez al día sobre la Covid-19 y un 52% tres o más veces. Y esto aunque el 42% informarse le genere angustia.
  • Los medios más utilizados son los diarios digitales (38.3%), seguidos de la televisión (33,9%).
  • La mayoría (77,4%) creen que los medios sesgan la información  conforme a su línea editorial y un 44,6% se quejan de sansacionalismo y creen que han generado un alama innecesaria.
  • TVE es el medio más creíble (ver gráfico)
  • Un 80,3% dice haber recibido noticias falsas, el 64,3% por WhatsApp.

Por último, el informe del Reuters Institute (ver referencia en Lecturas), con encuestas realizadas en marzo y principios de abril, que se centra más en la confianza de los medios y que aporta la visión comparativa en 6 países (Argentina, España, Corea del Sur, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos). Estas son las tendencias:

  • La dieta informativa combina todas las plataformas informativas, con el dominio de la información en línea (en la que se incluye tanto la visita a cibermedios, sitios de información institucional o búsquedas), seguido por la televisión, las redes sociales, la radio y los periódicos. El mayor recurso a las redes sociales se hace en España y, sobre todo, en Argentina. Hay diferencias notables en cuanto a las fuentes propiamente dichas: en España, Corea y Argentina se recurre en primer lugar a los medios informativos (con porcentajes mucho más bajos a otras fuentes), mientras que en los otros tres países se busca la información casi en la misma medida información en los medios y en las fuentes oficiales, lo que parece traslucir una mayor desconfianza en España, Corea y Argentina hacia las fuentes oficiales. En fin, en todas partes, WhatsApp es, por encima de Facebook, la red social de comentarios con amigos y familares, pero nuevamente son España, Argentina y Corea del Sur los países que más usan esta plataforma (por encima del 50%). A menor grado de educación formal menos se acude a los medios informativos y más se depende de las redes sociales y aplicaciones de mensajería.

dieta

En cuanto a la confianza en las fuentes, en todas partes se cree más a las fuentes expertas (médicos, sistema sanitario nacional u organizaciones internacionales de salud). Después se confía en los medios informativos y los gobierno y luego, ya mucho menos en la gente y los políticos. Un dato preocupante, España tiene los porcentajes más bajos de plena confianza en los medios (un poco más del 50%) y el Gobierno (en torno al 46%, Estados Unido un poco menos, 44%).

confianza reuters

  • La mayoría de los encuestados dicen haber encontrado poca desinformación en las distintas plataformas (un dato que constrasta con los resultados españoles del DigiLab, ver más arriba). En Estados Unidos, Corea del Sur y España las respuestas identifican a los políticos como fuente frecuente de desinformación.

Recapitulando más allá de todos estos informes. Que nadie eche las campanas al vuelo por este hambre de información. La confianza en los medios informativos no es ni mucho menos plena y es menor cuanto más baja sea el nivel de educación y la polarización política del país. Las audiencias están angustiadas y cautivas. Estos consumos no se mantendrán en una vuelta a la normalidad. Y durante el confinamiento corremos el peligro de caer en una saturación informativa.

En Italia ya se ha producido un importante reflujo. En la última semana de marzo -Italia va por delante de España una o dos semanas en el desarrollo de la enfermedad, no necesariamente en los comportamientos sociales- el telediario nocturno de la RAI cayó en 352.000 espectadores, pero, sobre todo, el especial que le sigue perdió nada menos que 3,8 millones. Este último dato parece indicar la necesidad de salir del círculo angustioso (un relato sin esperanza) de una información quizá repetitiva y buscar entretenimiento y evasión.

¿Mantendrán los jóvenes alguno de los vínculos informativos generados durante el confinamiento? Puede que no, pero por lo menos habrán visto que hay otro mundo y otra forma de contar más allá de sus redes sociales.

El comportamiento de los medios

Me considero incapaz de hacer un juicio medianamente fundamentado sobre el comportamiento de los medios profesionales. Hará falta mucha investigación, que a buen seguro ya se está desarrollando.

Internacionalmente, el fenómeno más interesante y, además, decisivo en el tratamiento de la pandemia es la simbiosis entre Trump y Fox News. Durante todo su mandato, el presidente se ha nutrido de la información altamente polarizada de la cadena y esta ha sido su gran altavoz. Trump ha tenido que ceder, en parte, y adoptar a regañadientes las medidas que le recomiendan sus expertos, con los que mantiene una relación conflictiva. Fox abrazó la narrativa trumpista de minimimizar la importancia de la enfermedad y ahora presiona al presidente para una vuelta precipitada a la normalidad. Trump lanzó desde el principio una guerra contra los medios, las broncas en la sala de prensa de la Casa Blanca han sido una constante, per en esta guerra los medios están respondiendo con la contundencia que requiere la emergencia.

En España observo, claro, el sesgo editorial, como advierten los encuestados del DigiLab y como no podía ser menos. Los medios de derechas (la mayoría) apoyan editorialmente y con su sesgo editorial la narrativa del PP (incluida el encuadre que culpa al 8-M como principal causa del brote). Los de centroizquierda y relativa izquierda (los menos) apoyan críticamente el relato del Gobierno. Hasta ahí, todo legitimo.

En general, todos los medios están haciendo un enorme esfuerzo de contextualización, divulgación y reportajes (también con sus sesgos). No creo que ninguna información sobre la Covid-19, ningún dato haya sido ocultado, ninguna imagen por dura que fuera censurada, ninguna crítica anulada. Poco a poco se va escuchado -siempre dependiendo de la línea editorial- la voz de los últimos de nuestra sociedad, los más pobres, los inmigrantes que viven 10 personas en 40 metros cuadrados, las familias monparentales sin recursos, los que vivían en la calle, los que dependían de la venta callejera.

Percibo el sensacionalismo sobre todo en los magazines de televisión (la audiencia de los de la franja de la mañana ha crecido un 65%). Por supuesto, el principal problema es nuestro sesgo perceptivo, seguimos viviendo en cómodas burbujas en las que nuestras filias y fobias se ven confortablemente confirmadas.

Lo peor es lo que la pandemia oculta o deja en un muy segundo plano informativo otras realidades de nuestro mundo:

Nodos mediáticos en la campaña de desinformación

Hay una constelación de medios aparentemente profesionales que son esenciales en la distribución de la desinformación, en la infodemia que padecemos. PR noticias, moncloa.com, periodistadigital… entre otros.

No producen bulos puros y duros, pero pueden hacerse eco de ellos, dándoles una apariencia de veracidad. Y, sobre todo, cultivan la información manipulada, que a partir de datos reales, de medias verdades, ocultan el contexto y sacan conclusiones falsas. Esas «informaciones» son convertidas en virales en las redes de la derecha y la ultraderecha, ya sea por cuentas verdaderas o, directamente, por cuentas automatizadas.

Por último, para darles una difusión masiva más allá de las redes, basta citar a estos «medios» en los magazines de Ana Rosa Quinta y Susana Griso, ambos con un largo historial de manipulación. Por citar, solo una de estas últimas, la manipulación en Espejo Público de las declaraciones de un científico británico, para culpar al 8-M de brote, respondida por el propio científico.

bulo whatsapp

El bulo de WhatsApp

Estos días he observado personalmente un caso típico de desinformación, a partir de la decisión de WhatsApp de limitar la posibilidad de compartir a todos los grupos y contactos los mensajes reenviados más de cinco veces.

El estudio de esta medida merece su propio análisis, pero ha sido el pretexto para lanzar una campaña de desinformación de libro. El día 7 leo la noticia en The Guardian. El mismo día la publica El Mundo de manera más concisa, pero irreprochable. Dos días después y con un enlace a la información veraz de El Mundo me llega por el propio WhatsApp el bulo (ver imagen). En este caso no entran en juego esa constelación de medios, sino que se utiliza una noticia correcta, publicada por un medio profesional de línea editorial de derechas, que ofrece credibilidad para los sectores de esta ideología. No puedo investigar quién originó el bulo, pero en esta ocasión se ha demostrado como bulos y desinformación que podría atribuirse a la ultraderecha son compartidos por figuras tan destacadas del PP como Rafael Hernando (véase tuit).

Efectivamente, la «gente», alguna gente, se ha ido a Telegram. De repente Telegram me avisa que una decena de viejos contactos (un fontanero, un perito, un viejo conocido, un abogado que me llevó un caso…) se han dado de alta en la aplicación.

La campaña ha tenido éxito. No porque la «gente» se haya dado de alta en Telegrama. El primer objetivo era atacar al periodismo de verificación, que les hace mucho daño, y, en cierto modo, amenazar a esta instancias profesionales, como denuncia la FESP. Pero, el objetivo último y más estratégico es crear una desconfianza general, favorecer un estado de ira dirigido contra el Gobierno: la tormenta de mierda.

(Para una ulterior entrada sobre derechos y libertades dejo la polémica sobre la disparatada pregunta del CIS sobre si es necesario para luchar contra contra la desinformación abolir la libertad de expresión y pohibir todas las fuentes que no sean oficiales).

El encuadre informativo de la pandemia

Dejemos la desinformación. Hace mucho que sabemos que tan importante como qué se dice es cómo se dice. Una de las líneas de investigación en comunicación es la teoría del enmarque, encuadre o enfoque, el framing, uno de cuyos padres más destacados es el lingüista George Lakoff.

Los temas informativos se encuadran en marcos mentales que les dan sentido. Unas veces estos marcos responden a un consenso social general («la ciencia es buena», «hay que comer sano»), o a un sentido compartido en una determinada comunidad (por ejemplo, el consenso de «tenemos derecho a decidir» entre los independentistas). Suelen ser los marcos más implícitos. Otras veces, en situaciones de polarización, los marcos pueden ser visiones opuestas que dividen a una sociedad. Estos marcos contradictorios son más explícitos.

El Observatorio de la Información de la Calidad de la Información en Televisión (OCITV), un grupo de investigación de la UCM que coordiné hasta mi jubilación, realiza desde hace 6 años un trabajo de análisis de contenido de los telediarios de las cadenas nacionales (metodología), en el que se investiga el ámbito, los agentes informativos, los temas y el tratamiento de las noticias de los noticieros (por ejemplo, este estudio sobre los agentes informativos).

No analizamos los encuadres, porque salvo los marcos muy generales, el framing, es particular de cada tema informativo, y los informatrivos son multitemáticos. No en estos dos últimos meses, donde el tema dominante, sino exclusivo es la Covid-19. Así que adaptamos nuestra oleada de análisis, que iba del 9 de marzo al 20 de marzo y añadimos como elementos de análisis una serie de etiquetas por duplas dicotómicas (por ejemplo, «El Estado nos protege / El Estado no nos protege»).

Hoy estamos en condiciones de adelantar unos resultado preliminares. La muestra se realiza sobre un número prácticamente idéntico de informativos de TVE, A3, T5 y La Sexta (Cuatro se nos cayó cuando dejó de hacer telediarios). Nuestra unidad de análisis es la pieza informativa y hasta ahora solo se han analizado 499 piezas, la mitad de las previstas. En una misma pieza se pueden detectar varios marcos, incluso alguno de estos pares dicotómicos al mismo tiempo.  Estos son los resultados preliminares, sin desglosar por cadenas, quizá los más significativos, teniendo en cuenta que en estos días la práctica es ver informativos de distintas canales.

encuadre general

Fuente OCITV

Como se ve, los marcos positivos dominan, sobre todo el del Estado nos protege. Pero los marcos negativos también son significativos: la enfermedad afecta a todos (no es solo cuestión de viejos), el virus mata y tenemos miedo.

Especialmente significativa es la comparación de las duplas más presentes, donde se ve como el enfoque positivo domina sobre el negativo de el mismo marco. Insisto, son resultados preliminares y se refieren al conjunto de los informativos nacionales de las cuatro cadenas de ámbito estatal.

encuadre positivo

Fuente OCITV

¿Sobrevirán los medios a la pandemia o morirán de éxito?

Con cifras nunca vista de audiencias y consumo informativo, los medios (privados) corren, paradójicamente, el riesgo de desaparecer. Los medios siguen dependiendo en gran medida de la financiación publicitaria y los anunciantes han suprimido prácticamente todas las campañas. La caída de los ingresos ha sido drástica, tanto para la prensa como para las televisiones en abierto.

La prensa abrazó Internet con entusiasmo. Antes de la explosión de la burbuja digital, primero volcó sus contenidos analógicos y luego desarrolló sus páginas web gratuitas. La publicidad digital complementaría los ingresos del papel (venta, suscripción, publicidad). Un gran negocio. Pero resultó que el público dejó de pagar por el diario en papel, un producto que se ofrecía gratis en la web, y que la publicidad digital dejaba un ingreso irrisorio por cada contacto. Algunos (por ejemplo El País o El Mundo) decidieron hace su web de pago, pero su tráfico se hundió y con él su influencia social, asi que abrieron de nuevo las webs.

Y en esto llego la recesión de 2008 y las corporaciones multimedia apalancadas con deudas impagables quebraron o estuvieron a punto de hacerlo. Muchos optaron por reducir periodistas y, por tanto, calidad, e intentaron seguir a los llamados medios nativos digitales, basados en el clickbait, en lograr millones de clics (y millones de céntimos) con titulares sensacionalistas. Tampoco funcionó. Quienes monetizaban esos clics eran Google y Facebook, así que se buscaron la sindicación de contenidos con las plataformas tecnológicas y pasaron a depender de las redes sociales, hasta tal punto que un cambio de algoritmo de Facebook pudo hundir el tráfico de los diarios que optaron por esta estrategia suicida.

Siguiendo la estela de The New York Times, los medios de calidad terminaron por apostar por los llamados muros de pago inteligentes, es decir permitir el acceso gratuito a un determinado número de informaciones, proponer la suscripción y sugerir áreas de interés para el usuario. Otros medios nativos digitales se basaron desde su nacimiento en una suscripción activa, más de adhesión asociativa que de puro abono informativo, dejando libres sus contenidos. Otros, con un modelo no lucrativo, confían en las aportaciones de fundaciones o incluso del crowfunding. En lo que todo el mundo está de acuerdo es que la información de calidad tiene un precio.

El coronavirus ha llegado justamente cuando algunos diarios (por ejemplo El País) estaban a punto de realizar la transición a un modelo de muro de pago inteligente. El problema ha sido no tanto la caída de los ingresos por publicidad digital, como la pérdida de la publicidad en el papel, que, salvo en casos contados como The New York Times, seguía siendo el principal soporte financiero. En la emergencia unos han levantado los muros, los otros los han abierto parcialmente y otros han retrasado su implantación. Justamente los que mejor tenían implantado el sistema, como The New York Times, y en situaciones de polarización política, han registrado espectaculares crecimientos en las suscripciones. Pero no ha sido, desde luego, la regla general.

La información de calidad cada vez está más detrás de muros de pago. Los muros de pago liberan del clic y la publicidad. Renuevan el compromiso con el suscriptor. Pero limitan el pluralismo. Pocos tendrán varias suscripciones, más allá de los profesionales. Más calidad sí, pero una dieta informativa menos diversa, menor pluralismo, en definitiva. Aparece una nueva grieta divisiva, solo los más ricos y más educados, los que más confían en los medios, son suscriptores, los demás  tienen que contentarse con la información viralizada por el clicbait o, peor, quedan directamente a merced de la desinformación.

Estamos en los primeros compases de una recesión, sino depresión, como no hemos conocido antes. Los medios privados ya anuncian reestructuraciones. El primero ha sido The Guardian, con un modelo no lucrativo y dependiente de una fundación, que despedirá a 100 trabajadores no relacionados con tareas editoriales. En España, todos los grandes grupos anuncian reducciones salariales o la aplicación de ERTEs (de momento a la parte de la plantilla no redaccional). En estos días, todos los periodistas teletrabajan. ¿Desaparecerán las grandes y costosas redacciones?.

Función pública y servicio público

Nunca como en estos días aparece tan incuestionable la función pública del periodismo y de los medios que lo vehiculan. Una información contrastada, completa, contextualizada es imprescindible para nuestra supervivencia personal y la superación colectiva de la crisis.

Las organizaciones empresariales solicitan ayudas económicas del Gobierno. UTECA, el lobby de las televisiones privadas, va más allá, pues no solo pide ayudas directas sino que exige dejar de realizar aportaciones a RTVE, que, por lógica, disminuirán, pues son una tasa de un 3% sobre sus ingresos brutos de explotación. El Gobieno les ha escuchado y les ha dado una propinilla de 15 milones para mantener en la TDT «durante un plazo de seis meses determinados porcentajes de cobertura poblacional obligatoria» (art. 46 RD-L. 11/2020). Que yo sepa, ningún otro sector, salvo el turístico (y por la vía de ampliar el fondo para compensar la quiebra de Thomas Cook), ha recibido una ayuda específica.

«En pocas ocasiones como en esta los medios de comunicación han ejercido su papel de servicio público para la comunidad» -dice un editorial de El País del 22 de marzo, y añade «reivindicar la información como tarea esencial en estos momentos no significa reclamar un privilegio». Afirmaciones como esta exigen distinguir entre función pública y servicio público.

Ejercer el periodismo es una función pública, pues de esta actividad depende la conformación de una esfera pública sin la que una sociedad democrática no puede existir. Ejercer una función pública conlleva responsabilidades especiales y puede exigir una regulación pública rigurosa. Pero la actividad se realiza en nuestros sociedades en el marco del mercado. Sería lo que en el derecho comunitario se denomina servicios económicos de interés general.

En cambio, la función del servicio público supone desempeñar una actividad esencial que no puede quedar supeditada o condicionada a las exigencias del mercado. Una actividad de servicio público puede ser encomendada directamente una empresa o ente público (gestión directa) o una empresa privada (gestión indirecta).  La actividad de servicio público implica el cumplimiento de unas prestaciones exigentes y bien definidas, que van más allá de la responsabilidad y limitaciones que pueda imponer la legislación sobre los servicios económicos de interés general.

En España, el art. 20 de la Constitución reconoce a todos el derecho a la libertad de expresión e información. Ordena la regulación legal de específicos derechos profesionales, como el de la cláusula de conciencia (desarrollada por la L.O   2/97) y el secreto profesional (sin desarrllo y con un reconocimiento jurisprudencial no siempre pacífico). Y establece el control parlamentario y el derecho de acceso a los «medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público».

En la práctica, con la liquidación en los 80 del organismo Medios de Comunicación Social del Estado, los medios públicos quedaron reducidos a las radiotelevisiones, la estatal RTVE y las autonómica. La Ley de la televisión privada (L. 10/88) declaraba en su preámbulo que la radio y la televisión son en España, de conformidad con el art. 128 de la Constitución, un servicio público esencial de titularidad estatal, para en su articulado regular la posibilidad de delegar este servicio en régimen de concesión administrativa a sociedades anónimas. Finalmente, la Ley General de la Comunicación Audiovisual  (L. 7/2010) en su art. 22 declara a los servicios de comunicación audiovisual como servicios de interés general, mientras que en el art. 40 establece los fines y misiones del servicio público audiovisual que el Estado, las Comunidades Autónomas y los Entes locales podrán establer.

No creo que las empresas periodísticas que hoy claman ser servicio público esencial quieran pasar a ser de titularidad pública. Y me temo que ni siquiera estarían dispuestos a someterse a una regulación rigurosa, como la que, con todas sus lagunas y escapatorias, están obligadas a cumplir las radios y televisiones privadas. Pero por lo menos no debieran olvidar comportamiento previos poco acordes con la función pública (EREs salvajes y discriminatorios, campañas de desinformación como la de la atribución de los atentados del 11-M a ETA). Sobre todo debieran dar muestras de estar dispuestas a asumir responsabilidades específicas que implica la función pública de informar como un autocontrol rigurosa y fiable, un mayor pluralismo interno con instituciones que reconozcan que los derechos profesionales de los periodistas pueden limitar el onmimodo poder del propietario y su libertad de empresa.

Las radiotelevisiones pública europeas

Los servicios públicos audiovisuales europeos (Public System Media, PSM), una de la señas de la identidad del viejo continente, han tenido, como todos los medios, un enorme crecicimiento en su audiencias y, lo que es más importante, en su alcance, esto es, al conjunto de los ciudadanos que prestan un servicio. Según un estudio realizado a mediados de marzo por la Unión Europa de Radiodifusión (UER-EBU) (ver en Lecturas), sus socios, las rtvs. públicas su alcance en los países más afectados por el Covid-19 se ha multiplicado por 2,5, las audiencias de sus informativos nocturnos han subido un 20%, con un muy significativo aumento entre los jóvenes de un 42%. Y todavía más se ha multiplicado (x 1,7) la consulta de sus noticias en línea y el acceso a sus aplicaciones móviles se ha doblado. (PS. datos actualizados, después de que EBU actulizara su informe.

Todos los servicios ha hecho un enorme esfuerzo, con gran despliegue informativo, adapatando sus recorsos y programación a la emergencia (aquí el caso de la BBC). Pero lo más importante, como pone de relieve el informe de la UER es que a las clásicas misiones de formar, informar y entretener se ha añadido una si acaso más esencial en estos días, la de apoyo: fomento de actividades solidarias, soporte psicológico, apoyo de iniciativas de creatividad espontánea, recopilación de puntos de atención sanitaria.

Función de apoyo

RTVE

A RTVE le ha cogido la emergencia en su crisis perpetua, con una dirección provisional que lleva camino de ser eterna, un concurso para su cúpula paralizado, muy debilitada por falta de recursos y objetivos estratégicos.

Como todo el mundo ha improvisado. Ha doblado estudios fuera de Torrespaña, creados dobles equipos, producido remotamente toda la programación de RNE, utilizado dispositivos móviles para la producción de las noticias de los telediarios. En algún momento se ha notado en pantalla el cansancio de los reporteros. Organizativamente ignoro las dificultades internas, aunque conozco las quejas sindicales sobre medidas de protección, pero hacia fuera todo para haber funcionado.

En el campo informativo lo ha hecho brillantemente, aunque sus telediarios, pese al crecimiento de la audiencia, no consigan conquistar el liderazgo, solo empatar con Antena 3, y eso sumando las audiencias simultáneas de La Uno y el Canal 24 Horas. Como siempre, la cobertura internacional ha sido un factor diferencial frente a la competencia.

Intentó el camino de los especiales el 4 de marzo con «Coronavirus. Combatir el miedo». A toro pasado podemos decir que fue un gran error, que espacios como este creaban una falsa confianza. Pero allí estaban todos los asesores científicos del Gobierno y el tono didáctico era el adecuado. Que el Gobierno y sus asesores se equivocaron es hoy claro, pero en aquel momento el servicio público exigía ese especial, frente a los magazines sensacionalistas de la competencia. Sea como sea, TVE abandonó los especiales y se ha limitado a dar un carácter monotemático a sus magazines  de mañana y tarde.

Uno de los puntos fuertes de TVE es su programación regional, que lamentablemente al mediodía se ha sacrificado a la cobertura de las ruedas de prensa de la «autoridad competente», que muy bien podrían haberse retransmitido exclusivamente en el Canal 24 Horas.

Los telediarios de TVE y espacios informativos de RNE como Las Mañanas son sobresalientes por la calidad de las entrevistas y, en el caso de TVE, por el esfuerzo realizado en reportajes sobre el terreno y no solo usando recursos de Internet y video llamadas.

Los telediarios de TVE no han ocultado un tema ni una imagen. Pero han sido el objetivo de las campañas de la derecha (las cartas de Díaz Ayuso cada vez que un «sindicalista» criticaba los recortes sanitarios) y la ultraderecha, con el notable apoyo en las redes de antiguos directivos manipuladores.

Lamentablemente han tenido que ser los propios informadores los que se hayan defendido (Xavier Fortes / Carlos Franganillo, en este caso la crítica a la que se responde era matizada y profesional, pero los ejemplos de la respuesta neutralizan las mentiras de las campañas de descrédito). Se ha echado en falta un contrataque institucional, a diferencia de la respuesta corporativa de Atresmedia a las declaciones de la diputada de Vox que comparaba a La Sexta con la Gestapo.

El servicio público no se agota en los informativos. Se cumple de ordinario de modo destacado en programas escondidos en La Dos o en RNE, como El Cazador de Cerebros, que ha conseguido hacer «viral» la entrevista con el virólogo Luis Enjuanes.

En esta emergencia el servicio público ha sido formación con Educlan, que, a pesar de sus carencias de partida está logrando atender a los alumnos más desfavoridos que no pueden seguir el curso en línea. Es entretenimiento diferente, con Crónicas de la Cuarentena. Y es apoyo con sesiones de gimnasia o iniciativas como el Memorial virtual del Lab de RTVE, la primera iniciativa institucional de duelo.

Como bien dicen Concha Mateos y María Lamuedra, TVE ha sido el botón de calma de esta crisis.

(Otras entradas sobre la pandemia en este enlace)

LECTURAS

El futuro de la especie

Medidas para salir del confinamiento

El capitalismo es culpable

Estudios sobre consumos informativos

¿Sobrevirán los diarios?

Medios audiovisuales

Desinformación

Anuncio publicitario

La revolución de las tabletas


El uso preponderante de las tabletas es la lectura de noticias, pero sus usuarios no están dispuestos a pagar por la información

The Tablet Revolution es el título del estudio de opinión realizado por el Project for Excellence in Journalism sobre el uso de las tabletas, el dispositivo con un más rápido crecimiento en la historia de la comunicación digital. En Estados Unidos, 11% tienen ya una en propiedad.

El informe arroja algunas sorpresas y también algunas confirmaciones.

– Todos pensábamos que las tabletas podrían ser las pantallas para el entretenimiento personal, pero su uso más frecuente, 53%, es el consumo diario de información periodística, mientras que sólo un 13% ven vídeos.

– Otra sorpresa es que los usuarios no se quedan en los titulares: un 42% leen artículos de profundización informativa. La tercera parte consume más información desde que tiene una tableta.

– Las tabletas sustituyen a la pantalla de los ordenadores como interface para la información. En cambio, no sustituyen a los ordenadores como interface de trabajo: la mitad utiliza el correo, un porcentaje muy inferior al que se da en los ordenadores.

– Se pensaba que el consumo de contenidos estaría dirigido por las aplicaciones. Pues no, el 40% de los consumos informativos se hacen a través del navegador y el 21% por medio de aplicaciones de empresas informativas. A la hora de descargar una aplicación, es decisivo el prestigio de la empresa informativa.

– Las empresas estaban convencidas que la tableta era la plataforma ideal para la información de pago. Aproximadamente un tercio paga de alguna manera por la información que consume en estos dispositivos, pero un 70% no se muestra dispuesto a hacerlo.

Todos estos datos tienen que matizarse teniendo en cuenta que los propietarios son usuarios de mediana edad y alto poder adquisitivo, más consumidores de información que la media de la población.

Para mi la más importante confirmación es que las tabletas son el mejor interface digital para la lectura de información. Las tabletas remedan o «re-median» la estructuración espacial de los periódicos y permiten una valoración y jerarquización de los contenidos y una experiencia táctil sustitutiva a la del contacto con el papel.

Cómo Internet y los teléfonos móviles han convertido las noticias en una experiencia participativa


El Project for Excellence in  Journalism acaba de publicar un informe sobre el consumo de información de los norteamericanos bajo el título «Entendiendo el consumo participativo de las noticias» y el subtítulo con el que encabezo esta entrada.

La principal conclusión es que la inmensa mayoría de los norteamericanos, hasta un 92%, consumen la información de actualidad a través de múltiples plataformas. Nada menos que un 46% usan habitualmente hasta 6 distintas plataformas.

La televisión sigue siendo el medio o plataforma preferido, pero Internet ha superado a la radio y a los periódicos.

– Un 78% se informa a través de la televisión local

– Un  70% lo hace en cadenas nacionales de tv. por ondas o cable

– Un 61% a través de Internet

– Un 54% en la radio

– Un 50% en un periódico local

– un 17% en periódicos nacionales

Internet no aporta la diversidad profetizada: un 57% se contenta con consultar entre dos y cinco cibermedios.
Experiencia participativa:

– Un 37% usa el teléfono móvil para informarse

– Un 28% ha personalizado su acceso a la información a través de Internet

– Un 37% crea o «mueve» información a través de la redes sociales.

En definitiva, un nuevo ecosistema, donde a la última hora se accede por el móvil, se reciben alertas a través de las redes sociales y donde unos medios o plataformas refuerzan a otros. Pero ¿dónde se crea esa información que rebota de una plataforma a otra? El informe, basado en encuestas entre los consumidores, no responde a esta pregunta. Mi respuestas: en los medios tradicionales, pero también cada vez en mayor medida en los nuevos medios sociales.

¿Jóvenes diigitales?


El Barómetro de la Comunicación y la Cultura acaba de publicar su estudio «La dieta mediática y cultural de los jóvenes 2009», sobre la base de una encuesta a casi 4000 jóvenes catalanes entre los 14 y los 25 años.

La televisión domina su consumo mediático. Los jóvenes ven tanta televisión como los adultos, pero dedican el doble del tiempo a Internet. Con todo, dedican casi tres veces más tiempo a la televisión que a Internet.

Domina el uso lúdico de Internet. Los jóvenes se dedican preferentemente a los juegos en línea. Consultan más información en la Red y lo hacen sobre todo por medio de los sitios en línea de los diarios.

Leen menos diarios y los que leen son los diarios deportivos.

Escuchan casi tanta radio como los adultos, pero en lugar de cadenas generalistas escuchan emisoras musicales.

A través del teléfono consumen música.

Es lógico que los jóvenes busquen divertirse, pero la encuesta indica un consumo pasivo de los medios, dominado poer la televisión, lo que desmiente que los jóvenes estén huyendo de este medio. Lo que si parece confirmarse es que la información que ofrecen los diarios los jóvenes la buscan en la Red y no en el papel.

¿Rellenarán estos jóvenes la brecha digital? ¿No tendrían los poderes públicos otros usos menos pasivos y comerciales de las nuevas tecnologías?

(Compárense estos datos con los consumos de los estudiantes de periodismo. Las tendencias generales son las mismas)

Cómo se informan los futuros periodistas


Por segundo curso consecutivo he realizado (este año en colaboración con el profesor Rodríguez Pastoriza) una encuesta a alumnos de 1º y 2º de Periodismo de la Universidad Complutense, bajo el título de Nuestro Estudio General de Medios. El documento está publicado en Scrib y al final de esta entrada incrusto el texto completo. (Nuestro Estudio General de Medios 2008, Scribd)

Como se razona en ese resumen, la representatividad es grande con respecto al universo estudiado, alumnos de 1º y 2º de Periodismo de la Universidad Complutense. Y no es arriesgado pensar que los resultados pueden ser bastante representativos de los hábitos de los estudiantes de Periodismo en toda España. Con respecto al estudio del año anterior, hay algunas tendencias mostradas en el año anterior que no terminan de consolidarse, lo que exije estudios más amplios y más dilatados en el tiempo. A continuación recojo las conclusiones del estudio.

Conclusiones

  • El colectivo encuestado, futuros periodistas, muestra en esta promoción un mayor interés informativo que en la oleada realizada el pasado año. Consumen todos los medios, tradicionales e interactivos, con una finalidad destacadamente informativa.
  • Los diarios de pagos siguen siendo percibidos como el medio informativo más fiable y completo, pero su consumo es medio, sin una profundización en la información.
  • La radio sigue siendo un medio informativo y de acompañamiento musical. Mantiene su credibilidad, pero se usa menos como medio de actualización informativa que en 2008.
  • La televisión sigue siendo un medio de entretenimiento familiar, pero este grupo mantiene un alto consumo de programas informativos. El medio sigue siendo una fuente muy importante de entretenimiento para la mayoría. La credibilidad de los programas informativos se sitúa por encima de la media.
  • Los estudiantes consumen y valoran mejor los medios con los que se identifican más ideológicamente. Los medios de grupo Prisa (El País, la SER y Cuatro) son los más consumidos, con los que más se identifican y están entre los  que mejor valoran los estudiantes. En el caso de la radio y, sobre todo, de la televisión públicas las valoraciones positiva superan los porcentajes de identificación y consumo.
  • Los estudiantes mantienen un alto grado de interactuación social en la Red y en ella consumen preferentemente los contenidos culturales, mayoritariamente de forma gratuita, con la excepción de la música, cuya industria parece haber encontrado un nuevo modelo de negocio.
  • Aunque su mayor consumo informativo se produce en la Red lo es a través de los cibermedios, esto es, los medios tradicionales presentes en el ciberespacio. Producen y comparten información, pero consideran poco creíble toda aquella que no viene de medios tradicionales. Se ven como parte de una profesión abierta y  no se identifican con las corrientes que reivindican que en la Red todos somos periodistas.

Saturación informativa


En el último número de la Columbia Journalism Review encuentro un magnífico artículo, Overload! Journalism’s battle for relevance in an 
age of too much information, de Bree Nordenson, que plantea los retos que para el periodismo supone la sobreexposición informativa.

El autor hace una revisión de los estudios, artículos y libros que analizan las consecuencias de la saturación informativa en nuestra atención, en el modo en que estamos informado de las cuestiones de relevancia pública y en el negocio y la función del periodismo. Uno de los estudios de los que parte es el encargado por la agencia AP y al que ya me referí en la entrada Fatiga Informativa.

Aun con el riesgo de contribuir a esa universal cacofonía paso a hacer un resumen (libre) del artículo, sin entrar en detalle de citas, para lo que os remito al original.

Insatisfacción y pasividad informativa. El estudio encargado por AP puso demanifiesto una conclusión inesperada: los jóvenes, que consumen información preferentemente a través de los nuevos medios digitales, estaban deseosos de una información más en profundidad, pero la saturación informativa y la abundancia de herramientas de búsqueda y personalización, terminaban por paralizarlos. Cuanto más sobrecargados e insatisfechos estaban, menos esfuerzos hacían para encontrar esa información relevante y en profundidad que decían desear. A partir de este hecho, el artículo revisa los hechos y las implicaciones de esta sobresaturación. La ironía es que estos consumidores incapaces de cambiar sus insatisfactorios hábitos tienen a su disposición poderosos herramientas de control y personalización. La libertad de elección se convierte en la tiranía de la elección.

Hiperinformados sin contexto. En el mundo de los medios tradicionales, la cantidad de información venía dada por la capacidad de los soportes de publicación; hoy, la infpormación on line no tiene prácticamente límites de capacidad. Hay más de 70 millones de blogs y 150 millones de páginas web… En 2006 el mundo produjo 161 exabytes (un exa=1 millón de gigas), el equivalente a tres millones de veces la información contenida en todos los libros hasta ahora escritos. La mayor parte  de esta información nos llega elementalmente tratada en forma de titulares, actualizaciones y resúmenes, en un flujo de fragmentos de información sin relación unos con otros. Las empresas se han pasado al negocio de la información tratada elementalmente.

La información públicamente relevante se obscurece. Esta sobreabundancia pone en segundo término la información relevante. En los 60, el espectador de televisión no podia dejar de ver los informativos; hoy el consumidor, ante una enorme oferta de infoentretenimiento, puede dejar pasar las noticias. El descubrimiento casual de la información es cada vez más raro. El consumidor pasivo recibe cada vez menos información política.

Los límites de la atención humana. Como los ordenadores, los consumidores se informan mientras realizan otras muchas tareas. Como es lógico, nuestra atención se dispersa. El artículo cita a una serie de psicológos cognitivos que ponen de manifiesto algo que nuestra propia experiencia nos indica: sin una atención activa no hay conocimiento. Nuestro cerebro está preparado para pensar, analizar, diseccionar y crear, si nuestra actividad intelectual se limita a responder a un flujo de bits, a una estimulación constante, no aprenderemos ni conoceremos. Los que se informan on line muchas veces lo hacen mientras trabajan (doy fe con la caída de visitas a este blog los fines de semana).

La economía de la atencion. La información está por todas partes y nos llega de forma invasiva, como la publicidad, con la que compite. Los medios compiten no por una mejor información, sino por atraer esa atención saturada por unos estímulos exuberantes. Los medios corren el riesgo de asfixiarse en un entorno saturado de titulares y actualizaciones. En esta situación, el precio de la información decrece continuamente, en una deflación informativa que pone en peligro la supervivencia de los medios. Para sobrevir y cumplir su función pública, los medios deben aumentar el valor de su información, enriqueciendo y profundizando su contenido.

Implicaciones para la democracia. Vivimos en un entorno informativo caótico y sin referencias. El ciudadano se coloca en un nicho informativo y el espacio público se fragmenta. El periodista sigue estando obligado a dar una visión global de nuestro mundo. Hay que cambiar la metáfora del «gatekeeper» por la del guía que acompaña al ciudadano balizando el ciberespacio. El buen periodismo es el que coloca la información en su adecuado contexto. Este periodismo en profundidad crea nuevos mercados y nuevos públicos. Como ejemplo de las posibilidades de este periodismo en el mundo on line pone a la BBC, con su desarrollo multifacético y multimedia de las informaciones.

Para terminar recojo también de la Columbia Journalism Review el vídeo con el psicológo Gary Markus.

Como se informan los futuros periodistas


En el mes de junio de 2008 he realizado la primera oleada de encuestas a alumnos de segundo curso de Periodismo. Pretendo hacer un seguimiento durante varios años para detectar las tendencias en el consumo de medios de los futuros periodistas.

Puesto que se trata de un estudio general, me he atrevido a denominar a estas encuestas, con una cierta pretenciosidad, “Nuestro estudio general de medios”. ¿Siguen el desarrollo de la actualidad los futuros periodistas? ¿Por qué medios? ¿Son jóvenes online o están más anclados en Gutemberg y Marconi? A estas y otras semejantes preguntas pretende responder este estudio.

Los resultados de la encuesta pueden verse en este enlace.

El documento está publicado en Scribd y allí puede ser descargado. Vuelvo a lamentar que WordPress no permita incrustar los documentos publicados en Scribd. Para facilitar su lectura y aunque es muy largo para una entrada de un blog, copio aquí su contenido.

Representatividad

Se han recogido 107 encuestas, de las que se han respondido 61. El universo encuestado era de 250 alumnos. El porcentaje de respuestas se acerca al 25%, por lo que los resultados se pueden considera absolutamente fiables en cuanto al grupo de alumnos de 2º A y 2º C de Periodismo, de la Complutense. Sin mayor análisis sociológico, estos resultados son perfectamente extrapolables a los estudiantes de periodismo en toda España y, en buena medida, a los estudiantes universitarios, aunque ahí ya no se puede generalizar, porque determinadas actitudes, como las de la lectura de la prensa, presumiblemente serían distintas. El valor de los resultados viene dado porque se refieren a un colectivo que en un futuro próximo asumirá la responsabilidad de realizar una comunicación profesional de ámbito social. Sus actuales hábitos de consumo de medios puede marcar su conocimiento de la realidad de la que tendrán que informar y su aproximación a las fuentes.

Prensa

Los encuestados no tienen un hábito de lectura en profundidad de los diarios. Sólo la cuarta parte los lee diariamente y de una manera rápida, porque la mayoría (57%) lo hace durante un tiempo de entre un cuarto de hora y media hora. Como  casi la mitad lee más de un periódico, puede interpretarse que se hace una lectura rápida, buscando el contraste entre informaciones. Se trata de una actitud positiva, propia de estudiantes de periodismo. Pero la falta de lectura en profundidad indica un interés epidérmico por los temas de actualidad. Lógicamente estamos hablando de tendencias dominantes.

El diario más leído y con el que existe mayor identificación es El País. Público es el segundo por lectura y El Mundo, el tercero. Sin embargo, por identificación El Mundo supera a Público. En cuanto a las calificaciones de los periódicos las mejores son para El País y El Mundo. Público es visto como más sensacionalista y entretenido.

También entre este sector los diarios gratuitos tienen una enorme penetración. Un 80% leen diariamente un gratuito. Entre ellos domina 20 Minutos. En la comparación entre gratuitos y de pago, estos últimos reciben las mejores calificaciones. Como era previsible, se percibe a los gratuitos como más entretenidos y sensacionalista. Lo que no era tan previsible era la percepción de los diarios de pago como menos equilibrados, cuando los principales diarios nacionales son más sectarios que nunca.

Las revistas de información general merecen muy poca atención de este sector (82% no las leen). Tampoco son mayoritariamente seguidos los diarios regionales, dato que puede estar en relación con el hecho de que muchos de los estudiantes son de Madrid. En cambio, un 52% lee revistas especializadas, entre las que destacan las de moda, deportes y por detrás música, cine, informática y los «muy» («muy interesante», «mucha historia»).

Pese a este seguimiento de la prensa, son los diarios junto con los programas informativos de radio los que son considerados más creíbles. Un 72% los consideran el mejor instrumento para profundizar la información.

Radio

El colectivo encuestado tiene una fuerte vinculación con la radio.  Un 44% la escucha diariamente entre 15 minutos y una hora, un 20% entre 1 y dos horas y un 11% más de dos horas. Resultados estos de escucha de la radio que superan claramente a los de tiempo dedicado a ver la televisión. La mayoría escuchan la radio en casa, lo que significa una vinculación más fuerte que la de escuchar la radio en coche o en movimiento. El tiempo se reparte casi en la misma proporción entre programas musicales (40%) e informativos (36%). Puede aventurarse que la especial vinculación de este colectivo a la radio viene dada por la escucha continuada de música, conclusión que viene avalada porque un 36% escucha habitualmente cadenas de radio fórmula de música pop.En la otra dimensión, la informativa, la SER es la cadena más escuchada (con un gran predominio sobre las otras cadenas generalistas) y con la que más se identifican los encuestados.  La SER consigue también la mejor valoración profesional, seguidas, más o menos al mismo nivel, por RNE y Onda Cerdo. Es curioso que las dos cadenas de televisión de RTVE (La Una y la Dos) obtienen en general mejores calificaciones que RNE.

La radio ha perdido para estos jóvenes inmediatez informativa: sólo un 17% la usan para mantenerse informados de la última hora, frente a un 63% que prefieren internet. En cambio, como ya se dijo los informativos de radio merecen un 100% de credibilidad. Como medio de entretenimiento, la radio es un medio secundario: sólo el 18% escucha magazines de entretenimiento, lo que es lógico, porque el perfil de estos programas es escasamente juvenil.

Televisión

Una de las conclusiones que parece reafirmar esta encuesta es la caída del seguimiento de la televisión entre los jóvenes universitarios. Un 19% no ven ya diariamente la televisión. El segmento mayor (36%) ve la televisión entre una 1 y dos horas y un 17% más de dos horas (menos que el 48% que no la ve o la ve menos de una hora). De modo que, aunque los niveles de audiencia siguen siendo importantes, se encuentran ya muy por debajo de la media de la población. El 62% sigue viendo la televisión en grupo con su familia, por eso, los jóvenes que viven en residencias o pisos compartidos, un porcentaje importante entre el colectivo, se «liberan» de ese visionado nocturno en familia casi obligatorio.

La televisión es claramente un medio de entretenimiento. Los programas más seguidos son las series extranjeras (36%) y las españolas (31%), mientras que los informativos se quedan en un 21%. Los programas informativos (ni siquiera los de los canales 24 Horas) no son los preferidos para estar al día ni para profundizar en la información. Resultan más creíbles las programaciones «todo noticias» (85%) que los informativos de las cadenas generalistas (62%), pero ambos están por debajo de los periódicos de pago, los informativos de radio, las revistas especializadas y las páginas de los medios en internet. No hay lugar para programas especializados porque el 69% no tiene televisión de pago -y eso en un segmento de población al que se supone alto poder adquisitivo.

Las cadenas preferidas son Antena 3 (29%) y Cuatro (21%). TVE1, Telecinco y la Sexta quedan por detrás, con un 14%. Sin embargo se da una identificación ideológica dominante con Cuatro (34%), un dato más que parece avalar que la televisión es preferentemente un medio de entretenimiento. Las mejores calificaciones de los programas informativos se las llevan, por este orden, Cuatro, La Dos (que sólo es seguida por un 2%) y TVE1. En cambio, A3 y la Sexta se ven como más sensacionalistas y entretenidas, lo que indica, sobre todo en el caso de A3 que su preferencia vendrá dada por los programas de entretenimiento, seguramente las series españolas, programas en los que destaca esta cadena.

Ciberespacio

Un 46% consulta diariamente páginas informativas -recordemos que sólo un 25% leía diariamente los periódicos. Y sin embargo, el tiempo dedicado a informarse a través de la red es escaso. La mayoría (41%) dedica entre 1 y 3 horas a la semana y un 32% menos de una hora a la semana. Son muy pocos los que hacen un uso informativo intensivo de la red. Las páginas consultadas en su inmensa mayoría corresponden a las de los diarios de pago y, en menor medida, especializadas (moda, burladero) o alternativas (kaos en la red). De modo que los diarios de pago reafirman mediante la red su poder informativo entre este colectivo. Estas páginas son las preferidas para mantenerse informativamente al día, sólo después de la radio. Llama la atención el poco uso de otras herramientas de actualización informativa, como las alertas al ordenador o al teléfono, lo que parece indicar no sólo un uso poco sofisticado de la red, sino también una escasa urgencia informativa, menor en todo caso a la que corresponde a los profesionales en activo. Sin embargo esta información en la red, que como vemos corresponde fundamentalmente a las páginas de medios tradicionales, se percibe como menos fiable que la de los diarios, aunque todavía altamente fiable (86% frente a 100%).

Como consumidores de contenidos, estos jóvenes universitarios prefieren (descargan o visionan), vídeos no profesionales (83%), música (73%, un dato congruente con el consumo musical de la radio), series de televisión (59%), películas (51%) y vídeos informativos (41%). De todos estos contenidos sólo se paga en un porcentaje significativo por la música (20%) y sólo un 10% por las películas.

Estos datos parecen indicar un uso preferentemente lúdico de la red, aunque es significativo que aun cuando se trata de los contenidos menos descargados o vistos un porcentaje tan alto como el 41% descarga vídeos informativos. Puede aventurarse que esos vídeos informativos restan atención a los programas informativos de televisión, en la misma medida que las páginas de los diarios restan lectura a los periódicos en papel. Es significativa también la poca explotación informativa que hacen de la red, pues sólo un 20% prefieren internet para profundizar en la información, tarea para la que se sigue confiando abrumadoramente en los diarios en papel (71%).

En cuanto al papel activo jugado en la red, el 66% tiene una página personal o blog. En futuras encuestas habrá que preguntar sobre el carácter de estos blogs), pero del perfil general cabe pensar que puede tratarse más de medios de expresión personal que de medios informativos. En cuanto a las herramientas interactivas, el 100% utiliza el correo, un 54% forma parte de alguna red social, mientras que un porcentaje menor, pero todavía alto (44%) participa en foros o chats. Un 78% comparte fotos, muy por encima del 44% que comparte vídeos.

De estos datos parece resultar un uso de la red más lúdico que informativo, con un grado importante de interacción social.

Conclusiones

Los diarios de pagos siguen siendo percibidos como el medio informativo más fiable y completo, pero su consumo es medio, sin una profundización en la información.

La radio es un medio informativo y de acompañamiento musical. Su imagen informativa (capacidad de actualización y credibilidad) es excelente.

La televisión sigue siendo un medio de entretenimiento familiar. Porcentajes significativos ha abandonado esa televisión, que todavía sigue siendo una fuente muy importante de entretenimiento para la mayoría. La televisión no tiene un uso informativo preferente y su credibilidad es media.

El uso informativo de la red es poco intenso y sofisticado. Destaca la visita a páginas informativas de los medios tradicionales y el visionado de vídeos informativos, pero su uso es preferentemente lúdico. El colectivo mantiene un buen nivel de interacción social en la red.

Algunos comentarios de los alumnos

– «Radio y tv se han quedado como voces de fondo y son poco utilizadas excepto excepciones.»

– «Se evidencia la tendencia del estudiante a consultar los medios de comunicación a través de portales en la red. En mi opinión esta práctica responde al ritmo de vida y al poder adquisitivo del estudiante. Se valora la instantaneidad y la variedad que ofrece Internet.»

» Yo leo poco las noticias en internet; pero si que alguna que otra vez me hemetido por su facilidad e instantaneidad y he obsevado que, claro por noticias que nofalten, es decir, introducen muchas, pero el contenido es bastante pobre e incompleto.Yo prefiero coger un periódico y leérmelo porque me parece menos aburrido y comprendo mejor las cosas por su desarrollo. Internet no profundiza en los temas, esmuy superficial y eso no me gusta. Pero, eso es consecuencia de la constante actualización.»

– «En  la red llega a existir tanta acumulación de información quete llega a cansar, mientras que el periódico es más manejable a la vez que puedesconsultar artículos, columnas, etc., de grandes escritores o columnistas.Me quedo con el papel antes que Internet, aunque no descarto su uso, es más, es necesario en bastantes ocasiones y es una buena herramienta que permite investigar,  así como visualizar blogs de corresponsales e infinidad de temas.»

– «La mayoría de los estudiantes seidentifican con medios de comunicación de tendencia ideológica o línea editorialidentificada con el PSOE. Recurro a datos como la elección de la cadena SER o el canal CUATRO como favoritos.»

Fatiga informativa


Los jóvenes «digitales» sienten un cierto vértigo o fatiga informativa y demandan una información más en profundidad. Esta es la conclusión principal de un estudio promovido por Associated Press (AP) y presentado en la reunión anual de la Asociación Mundial de Periódicos (WAN). (Puede verse el resumen informativo de AP en el International Herald Tribune y descargar el informe en pdf)

AP puso en marcha el estudio partiendo de la constatación de que los hábitos de consumo informativo de los jóvenes estaban cambiando. Pero en lugar de lanzar una encuesta cuantitativa puso en marcha un estudio antropológico con 18 jóvenes entre 18 y 34 años, todos ellos «digitales» (conectados gran parte del día), de Estados Unidos, Reino Unido e India. Este tipo de estudios indican tendencias profundas, pero no tienen la representatividad de las encuestas masivas y, por tanto, las conclusiones debieran de ser verificadas más ampliamente.

El consumo de noticias de estos jóvenes tiene mucho de episódico. Es un proceso en el que las alertas informativas, actualizaciones y noticias factuales se suceden de forma compulsiva. En este proceso, los sujetos echan de menos informaciones que contextualicen y esclarezcan lo que acontecen.

 

En el siguiente esquema se visualiza este proceso. En la parte superior, lo que reciben. En la inferior, lo que desean.

 

  • Algunos hechos explican la angustia informativa de estos jóvenes:
  • Las noticias están conectadas con el correo electrónico. Tantas veces como se consulta el correo, se consultan las noticias.
  • Esa consulta constante entra en la espiral del aburrimiento: estamos aburridos y consultamos las noticias, que no hacen más que aburrirnos.
  • La información se convierte en un producto más de consumo rápido.
  • Estos consumidores sienten la necesidad de una información más profunda, pero no la encuentran
  • El consumo de información se comparte con el desarrollo de otras tareas en línea.
  • Las constantes promociones informativas de la televisión aumentan la fatiga. Las noticias televisivas tratadas como entretenimiento (infotainment) relajan la tensión
  • Estos jóvenes son adictos a las noticias deportivas, de espectáculos y del corazón.

En este contexto, los responsables de AP proponen un nuevo esquema de difusión en tres pasos. Uno, alarma informativa en la red. Dos, información breve y de tensión informativa, disponible en la red y en televisión. Tres, informe en profundidad, a distribuir en múltiples plataformas. No me parece una propuesta demasiado novedosa, pero viene a reafirmar la convergencia de las plataformas de difusión.

Las tendencias que aparecen en el informe son bastante congruentes con la encuesta que he pasado a mis alumnos y que próximamente, cuando los afectados debatan sus conclusiones, difundiré en este blog.

 

 

 

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