Periodismo con dignidad


Ahora que tantos calificativos se le ponen al periodismo -algunos tan espurios como «periodismo de marca»– hoy quiero hablar del periodismo con dignidad.

La cosa viene a cuento de la tertulia de ayer de Los Descartes. Un grupo de «descartados» (vale, prejubilados) de TVE mantenemos una tertulia animada por Isabel Martínez Reverte. En ya casi seis años han pasado mes a mes por los Descartes desde Santiago Carrillo (el primero) a Andrés Trapiello (el último).

Ayer estábamos entre periodistas, no tanto para hablar de crisis y futuro como para compartir experiencias. Allí estaban algunas de las víctimas de la carnicería.

Javier Juárez y Mª Jesús de Telemadrid, víctimas de una política de expolio y apropiación de lo público, que ha logrado enajenar el apoyo de los ciudadanos a las televisiones públicas.

Ramón Lobo, víctima de la transformación de una empresa periodística, El País, en un activo de un holding financiero (y de los bonus de los que ayer eran periodistas).

Una compañera de La Marea, víctima del cierre de Público, criatura asesinada por su padre, el empresario bucanero Roures.

Yolanda Sobero, presidenta del Consejo de Informativos, y Anna Bosch, de TVE, una empresa en la que ahora imperan con los mismo métodos los que destruyeron Telemadrid.

Los compañeros de Telemadrid, el País o Público nos contaron las humillantes experiencias del despido: el burofax dominical, los vigilantes de seguridad impidiéndote recoger tus cosas, las kafkianos recovecos de los servicios del paro… De la muerte profesional que supuso para los de Telemadrid su gesto de valentía de negarse a firmar sus trabajos en los últimos ocho años… De los aciertos y errores en su lucha. Desde TVE, de la experiencia positiva (con luces y sombras) del Consejo, de la nueva ola de manipulación…

Pero hay vida después de los despidos y la crisis.

Ramón sigue en la Boca del Lobo y tiene más de 40.000 seguidores en Twitter. Ramón explota ahora sin trabas su creatividad y como tanto otros periodistas se ha convertido en «automedio».

Los trabajadores de Telemadrid han puesto en pie Tm-Ex, una televisión local en Internet al servicio de los madrileños. En estas pocos días de existencia -nos contababan- los trabajadores han sentido que recuperaban la dignidad profesional. Que hacían un trabajo útil que los ciudadanos volvían a apreciar.

La Marea es uno de los medios nacidos de esa incubadora que fue la Redacción de Público. Editado por una cooperativa de periodistas y lectores apuesta por información en profundidad, financiada por los lectores, con los que establece una especial complicidad. Y pagan a los trabajadores y a los colaboradores, algo inaudito a estas alturas. La Marea es un medio cuyo nicho es la movilización social que se manifiesta en las distintas mareas.

En  TVE empieza a notarse la resistencia a la manipulación, en una Redacción muy joven, hasta ahora poco dada a la movilización.

En el debate, advertencias de que el viejo mundo de los grandes medios y las grandes redacciones no volverá.

Los periodistas somos víctimas de empresarios sin escrúpulos, de manipuladores políticos, intentamos adaptarnos a los cambios tecnológicos y sufrimos como otros mediadores del cuestionamiento de la delegación y la representación.

No sé si La Marea o TmEx sobrevivirán. No sé si el futuro está en los medios nicho o en los automedio. Lo que sé es que los que ayer estuvieron en los Descartes son grandes ejemplo del periodismo con dignidad.

Y para demostrar que además son creativos os dejo este vídeo, que seguramente ya habréis visto, que cuenta con rigor y humor el expolio de Telemadrid.

Algunas reflexiones en el cierre de Público: ¿sobrevivirán los periódicos?


Que cierre un periódico, una radio, una televisión, siempre es una mala noticia. La desaparición de Público lo es con mayor motivo. Primero, supone la pérdida del único periódico de difusión nacional posicionado en un centro izquierda de verdad. Segundo, el cierre deja en la calle a otro grupo de periodistas, en su mayor parte jóvenes pero ya fogueados, que se suman a los más de 5.000 despidos desde que empezó la crisis. Sufre el pluralismo y sufre la profesión.

Vaya por delante mi simpatía y solidaridad con sus trabajadores.

El experimento de Público

Confieso que nunca me ha gustado Público. En su origen me pareció un remedo de pago de los gratuitos, un intento de ganar lectores con una fórmula ligera y de poco coste. La apuesta por la pequeña columna y la información breve nunca me ha satisfecho. Para ser honesto he de confesar mi antipatía por Roures y sus amigos, paniaguados del poder y esquilmadores de la televisión pública. Creo en los textos en profundidad y que un gran medio sólo lo puede hacer por una redacción poderosa.

Pero Público se ha abierto un hueco en estos años (sus 78.000 ejemplares, todo un logro en plena crisis de la prensa). Y lo hizo dando voz a los que ya no encontraban eco en su espacio natural, El País, el periódico del cambio democrático, convertido desde mediados de los ochenta en la voz de la oligarquía financiera y el pensamiento único económico. Cuenta muy bien este cambio de papeles este magnífico reportaje en profundidad de Jonathan Blitzer en The Nation.

Público ha sido cauce de debates imprescindibles y ha sabido conectar con la sensibilidad de los indignados. No mejora esto su calidad informativa, pero reafirma su necesidad para el pluralismo informativo. En papel, ya no queda más que Diagonal, no comparable ni por su ubicación ideológica ni por su difusión.

Para ser justos, su falta de recursos se ha suplido a menudo con imaginación y dignidad. Como recordaba en Twitter una de sus redactoras se van sin publicar anuncios de prostitución. Público ha sido también una buena escuela para una generación de jóvenes periodistas. Y sus directores, Ignacio Escolar y Jesús Maraña han hecho un gran trabajo dando vida a un periódico con tan magros medios.

No tengo los datos en la mano, pero sospecho que desde un punto de vista económico el fracaso viene dado por una mala planificación económica -característica de todas las empresas Roures- a la que la crisis de la publicidad habrá dado la puntilla.

¿Podría sobrevivir Público en la Red? La permanencia por el momento de la página web parece un truco para cerrar en dos fases. Pero si hubiera habido voluntad empresarial, en acuerdo con los trabajadores y en alianza con los sectores sociales que han hecho de Público su estandarte, creo que no sería ninguna tragedia cerrar el periódico en papel, potenciar el ciberperiódico y quizá editar un semanario o un mensual con información en profundidad y grandes debates.

¿Sobrevirán los periódicos en papel?

De lo expuesto hasta ahora, queda claro que no me parece que el cierre de Público sea un cierre determinado principalmente por la crisis de identidad de la prensa, sino por una mala gestión empresarial. La cuestión de fondo, no obstante es ¿tienen sentido todavía los periódicos? ¿cuánto tiempo aguantarán?

Sintéticamente dejo aquí algunas reflexiones.

– Los grandes periódicos son ya cibermedios, con redacciones integradas, publicando en todo tipo de plataformas tan pronto como es posible, reelaborando y profundizando según pasa el tiempo y utilizando todo tipo de lenguajes y soportes. Uno de los diarios más innovadores, uno de los grandes diarios de referencia, The Guardian, se plantea cerrar su edición en papel.

– El caso de El País es sintomático. Su cambio de organización y de plataforma tecnológica ha llevado a que el verdadero País, con toda su riqueza, esté en la Red, con más información, más debates y más opinión, mientras la edición en papel se empobrece y adelgaza cada día.

– La sostenibilidad económica se busca en dos modelos de negocio: suscripciones baratas en plataformas tecnológicas de valor añadido y muros de pago, con cargo a los grandes usuarios. Con todo, y a pesar de la caída de la publicidad, de las ventas y de los suscriptores, el papel sigue financiando a los cibermedios.

– El periódico de papel (como materia prima y en su proceso de producción y distribución) es caro y ecológicamente insostenible. Hoy con la crisis, los requerimientos de medio ambiente parecen olvidados, pero puede que dentro de poco años veamos prohibidos los periódicos por su daño al medio ambiente.

– La información fluye permanentemente y el periódico la congela… con 24 horas de retraso. Desde ese punto de vista, no puede ser más inoperante leer las noticias que ya conocemos -un fenómeno que es tan viejo como la radio.

Pero…

– Esa congelación informativa es imprescindible para abrir un espacio de reflexión, de valoración… para dar una imagen coherente del mundo en el que vivimos. En ese espacio tiene que predominar la información en profundidad, algo en la que todo el mundo está de acuerdo, pero que pocos hacen porque cuesta mucho, exige potentes redacciones (no necesariamente grandes) y una visión empresarial.

– Hasta ahora el periódico de papel es el soporte donde mejor se estructura y jerarquiza la información espacialmente. El golpe de vista es insuperable. Las tabletas son un gran avance, pero ¿para cuando esas pantallas de grafeno enrollables que el año pasado nos vendían como inminentes?

– El periodismo ya no es comunicación unilateral, sino conversación en la que los periodistas marcan mojones para no perderse en la cacofonía universal. Son tantas las voces, que para ser significativas siguen necesitando el reconocimiento de los medios tradicionales y de modo muy especial de los periódicos, que siguen siendo la referencia informativa. En los países emergentes, cuanto más se asienta la democracia, más sube su circulación .

Los periódicos tendrán que cambiar profundamente para sobrevivir. Serán una plataforma más de los grandes cibermedios, una plataforma más exclusiva, una plataforma premium. No morirán con sus lectores. Más bien, adquirirán lectores cuando estos se vayan haciendo más maduros. Seguirán siendo una referencia imprescindible en la esfera pública.

Algún día dejarán de ser en papel. Los tocaremos y ojearemos como hacemos hoy mientras tomamos café (ya lo hacemos con nuestras tabletas). No sé si para entonces se seguirán llamando periódicos.

Subvencionar el periodismo como un «bien público»


Los sindicatos y asociaciones que organizan, representan y defienden a los periodistas europeos piden que la Unión Europea considere subvencionar el periodismo como un bien público esencial para la democracia, del mismo que se financian con dinero público la ópera, el ballet o los museos.

Esta es la propuesta más llamativa de la Asamblea que la Federación Europea de Periodistas  (EFJ) ha celebrado en Estambul.

La EFJ realiza un sombrío diagnóstico de la situación del periodismo en nuestro continente. El periodismo ha entrado en una espiral de decadencia alimentada por una mezcla tóxica de despidos, trabajo precario y desprecio de las normas éticas. Los recortes económicos han afectado sobre todo a la calidad del periodismo: menos periodismo de investigación, menos controles editoriales, menos especialización, menos cobertura internacional y más famoseo.

Los sindicatos y asociaciones se platean un trabajo de presión sobre las instituciones de la Unión Europea para que la protección del periodismo sea una de las prioridades de la agenda comunitaria. Se trata de abrir un debate, tanto a nivel nacional como comunitario, sobre el papel del periodismo como esencial para la democracia.

Y dentro de esa campaña tratan de convencer a los legisladores de que consideren las subvenciones como compatibles con las normas europeas. Esta financiación pública tendría que respetar estas condiciones:

– Preservar la independencia editorial.

– Promover un periodismo ético.

Estoy seguro que los propietarios y los editores europeos podrían apoyar las subvenciones públicas y la primera condición, la independencia editorial, entendida como un poder soberano que ellos sólo disfrutan. En cuanto aparecieran otras condiciones, como por ejemplo, no efectuar despidos, terminar con la precariedad, no intentar suplantar con los contenidos del público la información profesional y, sobre todo, aceptar el pluralismo interno, el pluralismo en la redacciones… entonces, estoy seguro, mentarían el fantasma de Hugo Chávez y el intervencionismo gubernamental.

Los tiempos no son buenos para competir por el dinero público. Personalmente, no estoy a favor de los cheques en blanco. Quizá esa financiación pública no tendría que ir a las empresas comerciales sino a constituir fundaciones que pudieran crear nuevos medios (por ejemplo locales) y a financiar determinados trabajos o tareas  como el periodismo de investigación, la formación de los periodistas o la cobertura de asuntos ignorados por los grandes medios.

Un periodismo más limitado, especializado y de nicho


Ya está aquí The state of news media 2010 con el que cada cada año el Pew Research Center Project for Excellence in Journalism realiza cada año una extensa y profunda radiografía del periodismo en Estados Unidos. Lo que allí ocurre marca tendencia, pero no debe extrapolarse sin más. Por ejemplo, la caída de circulación de los periódicos en Estados Unidos nada tiene que ver con el desarrollo explosivo que vive la prensa en los países emergentes.

En este informe 2010 predominan los grises. Sigue la caída de audiencia e ingresos en los medios tradicionales, en parte como consecuencia de la recesión, pero todas las proyecciones indican que a la hora de la reactivación sólo recuperará una parte de lo perdido.

Los datos son dramáticos. La prensa escrita, que sigue siendo la principal fuente de investigación periodística, ha perdido desde 2000 un 30% de capacidad (en medios y recursos humanos) para elaborar y editar información. La capacidad de las divisiones informativas de las cadenas nacionales de televisión se han reducido a la mitad desde los 80.

Como en toda crisis, ni unas realidades se esfuman tan rápido ni otras se asientan inmediatamente. En 2010 los «nuevos medios» registraron nuevos desarrollos informativos, como el uso de Twitter como herramienta informativa y de movilización en los casos de Irán y Haití, al tiempo que nuevos sitios de periodismo profesional van ganando audiencia y autoridad.

Pero sigue sin consolidarse un modelo de negocio en los nuevos medios interactivos. En los últimos cuatro años se han volcado 141 millones de dólares en sitio de estos nuevos medios sin ánimo de lucro; pero esa cantidad no es más que un 10% de los ingresos perdidos por los medios tradicionales.

Algunos expertos avanzan un nuevo ecosistema informativo, caracterizado por distintos estilos de periodismo, una mezcla de periodismo profesional y aficionado y una variedad de modelos de negocio (comercial, sin ánimo de lucro, público y financiado por las universidades). Las redacciones será, según estas previsiones, más pequeñas, más especializadas y volcadas en alguna forma de periodismo de nicho. ¿Quién enlazará -me pregunto- esos nichos para que el espacio público no se fragmente?

El informe rompe algunos mitos. Los internautas no buscan la información en la miriada de sitios a su disposición. El 35% tiene un sitio favorito y la mayoría se reduce a 5 o menos cibermedios.

Sólo un 7% está dispuesto a pagar por la información e incluso únicamente un 19% de los  que son leales a un único cibermedio estarían dispuestos a pagar. A pesar de ello, todos los grandes cibermedios se han lanzado a una carrera para establecer nuevos muros de pago. Piensan que puede ser rentable, aunque atraigan sólo a unos pocos internautas. Puede ser rentable económicamente, pero informativamente  parece un suicidio.

La reconstrucción del periodismo (en Estados Unidos)


La Columbia Journalism Review acaba de publicar el informe The Reconstruction of American Journalism (versión web reducida, versión completa pdf). Los autores son el profesor Michael Schudson y el ex editor del Washington Post Len Downie.

El propio título indica el diagnóstico de los autores. En Estados Unidos el periodismo se encuentra en ruinas y tiene que ser reconstruido. Cuando leemos que el periódico más poderoso, The New York Times, despide a otros 100 periodistas (ver la repercusión de la noticia en los cibermedios en español) podemos pensar que, efectivamente, el periodismo, o al menos el periodismo, tal y como le conocemos si no está desapareciendo, sí que está cambiando profundamente.

Los autores analizan más la crisis del modelo de negocio que las perversiones en que han incurrido los grandes medios. La investigación, elaboración y difusión de la información se dispersa y el monopolio de los grandes medios se difumina. Esto que, en principio es la buena y gran noticia, supone que no se darán la gran concentración de recursos dedicados  hasta ahora a un periodismo de interés público.

El informe se plantea, ante todo, buscar un modelo de financiación alternativo al comercial clásico, basado en la venta de ejemplares, las suscripciones y la publicidad (y ahora también basado en la venta de piezas de información, o, al menos, eso intentan los cibermedios, pese a anteriores fracasos).

Proponen los autores un modelo en el que convivan empresas con fin de lucro, organizaciones sin ánimo de lucro, universidades como una función de laboratorios informativos y start-ups (nuevas empresas innovadoras que sólo dan beneficios pasados un tiempo). La gran fuente de financiación de estas nuevas organizaciones informativas sería la filantropía. La cuestión es: si las artes, hasta las más clásicas y mayoritarias, se financian a través de organizaciones filantrópicas ¿por qué no también el periodismo de interés público, «especie en peligro de extinción»?.

Las propuestas están originando gran debate.  «Esto más que un plan de futuro es un epitafio»- die uno de los comentarios, que, en general, son más partidarios de reflotar las empresas capitalistas que de nuevas formas de organización.

La financiación filatrópica parece bastante improbable fuera de Estados Unidos. Habría que cambiar las leyes, la cultura de los grandes mecenas y, sobre todo, convencerles de que si el arte de las vanguardias hoy puede ser inocuo, el periodismo o es crítico (también respecto a sus mecenas) o no es.

El informe sostiene que el periodismo será colaborativo y abierto a un rango más amplio de informadores, profesionales y semiprofesionales. Esa parece ser ya la apuesta de los grandes medios. The Guardian recluta blogeros para la cobertura local. La BBC crea el cargo de editor de los medios sociales.

Todo eso está muy bien, pero -como se pregunta uno de los intervinientes en el debate de la CJR- si los estudiantes de periodismo hacen información innovadora ¿qué harán los periodistas profesionales? En España podríamos escribir un tratado sobre el abuso de los becarios.

Salvar el periodismo, reformar los medios


En todas partes, la acción combinada de la recesión y el desafío de Internet ha llevado a los medios a una crisis de modelo. En todas partes se discuten soluciones y alternativas. Pero en ningún lugar es tan profunda la crisis y tan profundo el debate como en Estados Unidos.

Con una cadena de quiebras de grandes diarios, la palabra reforma ha dejado de ser tabú. Los norteamericanos siguen siendo favorables al libre mercado, pero el fundamentalismo neoliberal del último cuarto de siglo se cuartea. Es hora de volver la vista a las políticas públicas y a nuevos modelos de empresas informativas no basadas en el lucro.

Proponer una estrategia nacional para salvar el periodismo es el objetivo del informe Saving the news, promovido por Free Press, una organización no partidista que promueve la participación del público en las decisiones que afectan a los medios e impulsar políticas públicas que democraticen los medios. Saving the news revisa las alternativas propuestas en Estados Unidos para superar la crisis. Una crisis que refiere sobre todo a los periódicos, y entre ellos, a la desaparición de los diarios en las grandes ciudades norteamericanas. El contexto de ánalisis y propuesta es el de Estados Unidos. Por eso, muchas de las alternativas no serían validas en otros lugares, pero todas ellas son estimulantes y en muchos casos inspiradas en soluciones europeas.

El informe parte de dos hechos: el periodismo es insustituible para la democracia y el modelo basado en la publicidad está herido de muerte. El periodismo que propone debe basarse en estos pilares:

– Comprometido con la libertad de expresión (la Primera Enmienda, en términos norteamericanos).

– Información de calidad y en profundidad.

– Recogiendo los puntos de vista adversos.

– Promoviendo la responsabilidad pública.

– Dando prioridad a la innovación.

Los autores recorren los modelos alternativos a la empresa periodística con fin de lucro y financiada por la publicidad. Exploran las posiblidades -siempre en su contexto nacional- de modelos sin fin de lucro, basados en fundaciones, donaciones, cooperativas… Revisan también iniciativas de cooperación ente profesionales y ciudadanos, sobre todo  a nivel local. Examinan las posibilidades de instaurar sistemas de micropagos por la información, pero ven dificultades legales (el «fair use» de la información) en este sistema, que ahora algunos como Murdoch propugnan como tabla de salvación.

Una de sus propuestas más destacadas es extender el modelo de la radio y la televisión públicas, la PBS y la NPR, hasta convertir a los medios públicos en el núcleo de la reforma.

No están de acuerdo los autores con los profetas del «no hacer nada», como Jeff Jarvis, que han trasladado al ecosistema informativo la tesis económica de la «destrucción creativa» de Schumpeter. A diferencia de estos autores, convencidos que en Internet se autogenerará un nuevo sistema de información sobre las cenizas del periodismo, los redactores del informe piden una acción pública decidida para salvar el periodismo.

Los medios siempre han estado suvbencionados públicamente -sí, hablan de Estados Unidos. Lo que hay que hacer ahora es dirigir esos fondos a nuevas organizaciones sin fin de lucro, que convivan con las viejas empresas. Y entre esas políticas debe estar la regulación, terminar con la desrregulación, que ha favorecido la concentración y está en el origen de la crisis.

Hay otras propuestas interesantes, como la de crear un fondo de formación, para que los 23.000 periodistas que ha perdido su trabajo en el último año y medio no salgan del sector y compartan su experiencia con los nuevos periodistas.

La verdad es que uno se siente moderadamente reconfortado cuando desde Estados Unidos se aboga por lo público. ¿Convergerán los sistemas regulatorios de Estados Unidos y Europa? ¿Prosperarán las nuevas iniciativas? Nadie lo sabe. De lo que no cabe duda es que hará falta imaginación, trabajo y coraje para salvar el periodismo.

La prensa en caída libre


La recesión está golpeando a los medios en todo el mundo. Así lo reflejan las noticias diarias y así lo constatan los informes más recientes. Como ya es tradicional, con la primavera nos llega el State of the News Media elaborado por el Pew Research Center dentro del Project for Excellence in Journalism.

Este exhaustivo análisis de los medios informativos en Estados Unidos resume así la situación: la prensa aguanta el desafío de los medios interactivos y no pierde tantos lectores como se auguraba, gana credibilidad… pero pierde drásticamente ingresos, hasta el punto de que algunas fuentes económicas, como los anuncios por palabras están prácticamente desapareciendo. La tendencia se ha acentuado en 2008 y la recesión no hace más que agravar la situación, porque (aunque el informe no lo diga) la dependencia de la bolsa está significando la puntilla final para muchos grupos de periódicos.

Dos gráficos ilustran las diferencias entre audiencias e ingresos. La fuerte subida en audiencia de los medios interactivos no tiene correlato una subida proporcional de ingresos. En cambio, a una pequeña bajada de audiencia en periódicos y revistas corresponden fuertes bajadas de ingresos. Sólo la televisión por cable, con un salto de audiencia debido a las elecciones, es capaz de convertir las ganancias de espectadores en semejantes mejoras en los ingresos.

Audiencias 207-2008

Publicidad 2007-2008

El informe refleja las tendencias en Estados Unidos, que no tienen porque ser universales, pero que indican cambios que afectan en todas partes. Puede verse el resumen, imprimirse o descargarse por capítulos (tiene más de 700 páginas) o explorar sus gráficos interactivos. Por ejemplo, como muestra, el gráfico de los formatos utilizados por las televisiones, donde se aprecia que, aunque el vídeo editado sigue siendo el formato más empleado, las entrevistas ocupan cada vez más espacio.

Hay capítulos que me han interesado especialmente, como el de las nuevas iniciativas, donde se destacan nuevas fórmulas interactivas, muchas de ellas desarrolladas por periodistas expulsados de los medios tradicionales. Por ejemplo, Global Post, para desarrollar el periodismo internacional, de la que ya me ocupé en este blog. O ProPublica,, una organización sin fin de lucro dedicada a desarrollar informaciones de servicio público con una «fuerza moral».

Por último, Lecciones de las Elecciones, de Tom Rosenstiel and Bill Kovach (los autores del famoso Elements of Journalism) cuyas conclusiones resumo a continuación:

– La prensa política es más pasiva, cada vez mero vehículo para las campañas de los partidos, cubiertas con un supuesto equilibrio. Cada vez hay menos información propia dedicada a investigar asuntos relativos a los candidatos o a sus programas (parece que los norteamericanos copian a los españoles).

– La cultura de la «cobertura del autobús», con periodistas asignados a las distintas caravana limita su independencia y los hace más vulnerables al control político (¡vaya! parece que hablan de España).

– La prensa política realiza un enfoque de «estrategia» o lucha por el poder, con abundantes encuestas que tratan de ocultar el sesgo cada vez mayor de cada uno de los medios.

– Los medios de información permanente, sobre todo la televisión por cable, han abdicado de hacer una información propia sustancial, y han centrado su cobertura en la opinión de analistas, jefes de comunicación, supuestos analistas, todos ellos completamente partidistas.

¡Qué envidia dan estas informes!

No todo está perdido para el periodismo de referencia


Esta es la conclusión del texto del secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que me envía Paco Audije, ahora en Bruselas en la FIP. Se trata de un texto inédito en castellano y que aprovecho a difundir en este blog -¡vaya! una exclusiva.

En esencia, White apunta signos de esperanzas en el nublado futuro del periodismo. La crisis está llevando a que, tras décadas de incompresión, empresas editoriales y organizaciones de periodistas colaboren en iniciativas para establecer las condiciones éticas que debe cumplir el periodismo en el actual escenario. Son iniciativas todavía en marcha, pero que indican que los editores están comprendiendo que no habrá negocio sin un reforzamiento ético y sin la participación de los periodistas. White indica algún que otro elemento positivo, como el predominio en la red de periódicos europeos de referencia, que baten en el ciberespacio a sus viejos competidores sensacionalistas.

Este es el texto de Aidan White:

La ética y el diálogo inscritos en la agenda de futuro de Europa

Aidan White

De nuevo se vuelve a discutir de la ética y el lado moral del periodismo y –esta vez- son los mismos informadores los que apelan al debate y piden cambios.

En los últimos años, los periódicos y la televisión generalista han sufrido el impacto de la evolución de los hábitos de consumo, reduciendo tanto el número de lectores como las audiencias y restando ingresos publicitarios. Internet hace parecer antiguos, lentos y atrasados a los periódicos y a los telediarios a los que se compara con el dinamismo del ciberespacio.

Las empresas mediáticas se enfrentan a una realidad incómoda en la que los modelos tradicionales, que han dado vida a varias generaciones de los medios europeos, parecen obsoletos. Los jefes de estos medios gestionan el declive mientras se rascan la cabeza pensando qué les traerá el futuro.

Los tacaños (peseteros) han dominado las redacciones europeas durante más de una década para identificar los paradigmas del nuevo mercado, que les ayudarían a obtener el potencial del negocio surgido de Internet y su integración en las diferentes plataformas de comunicación. Los sitios de los diarios y medios audiovisuales en la Red aportan algunos ingresos, pero no llegan a compensar la caída de lectores y la reducción de la publicidad. El hueco de otros mercados –como el desarrollo de los diarios gratuitos en áreas urbanas- ofrece algún alivio, pero no es una respuesta a largo plazo.

¿Está Internet adelantando a los periódicos como fuente de noticias políticas? Para los jóvenes y los más comprometidos políticamente, ya lo ha hecho. ¿Quién de ustedes no echa un vistazo diario en Internet para ojear brevemente las noticias?

Los gestores de los medios han reaccionado a ciegas ante estos cambios con una espiral de recortes presupuestarios. Lo que se traduce en tijeretazos respecto a empleos, cobertura de internacional, formación, periodismo de investigación y niveles de ética. El impacto ha sido dramático. El trabajo periodístico se ha convertido en algo inseguro, mal pagado y crecientemente precario. El papel tradicional de los medios como guardián de las libertades es más débil.

Entretanto, suben de tono las discusiones sobre el futuro. Tenemos a los pesimistas: el juego ha terminado, el reporterismo de viejo cuño ha muerto, larga vida a la nueva comunidad de los bloggers y hábiles con Internet. Y contamos con los optimistas: podemos solventarlo, dennos tiempo para acertar con la mezcla justa de telefonía, Internet y tecnologías de comunicación tradicionales, que la gente pagará por eso.

Nadie tiene la clave de lo que será el mundo de los medios en 15 años, pero hay un amplio acuerdo en que -cualquiera que sea- el futuro será más brillante y nos recompensará si lo basamos en la promoción del periodismo de calidad. El primer indicio es alentador. El Bild Zeitung y el The Sun han sido durante años los diarios de mayor difusión en los kioskos de Alemania y el Reino Unido, pero en Internet son Der Spiegel y The Guardian los que rondan el millón de lectores y lideran el mercado.

Tras un período de ajustes temerarios, hay ahora ideas frescas sobre el futuro de los medios y eso perfila un nuevo debate sobre medios y política. Desde hace meses, grupos profesionales del periodismo europeo, audiovisual y escrito, han estado trabajando en una Carta Europea de la Prensa y la Libertad de los Medios, que inspira el propio sector. Todavía es un trabajo a medias, pero tras años de disputas hay ahora una cooperación sin precedentes entre distintos grupos en un intento de defenderse a sí mismos contra la atención no deseada de políticos y gobiernos.

Esta iniciativa podría abrir también canales a una nueva comunicación entre los hacedores de la política y una comunidad de los medios más unificada sobre la gestión del proceso de estos cambios.

Al mismo tiempo, periodistas y propietarios de los medios mejoran sus –a menudo- hostiles relaciones. La Federación Europea de Periodistas y los propietarios y ejecutivos de los medios europeos han discutido una Iniciativa Ética del Periodismo que busca promover un debate sobre los estándares del periodismo. Éste fue uno de los más alentadores resultados de la polémica sobre la libertad de expresión en torno a las infames caricaturas danesas, que revivió hace poco el provocador político Geer Wilders.

En el terreno editorial, también están cambiando las actitudes. La cadena de medios del Westdeutscher Algemeine Zeitung, que opera en nueve países europeos, está comprometida en una rompedora iniciativa transfronteriza para mejorar la calidad, los estándares éticos y el diálogo social entre gestores del sector y periodistas. El primer encuentro de este tipo, entre gestores y representantes de los periodistas de las cabeceras de este grupo a lo largo y ancho de Europa, está previsto el próximo mes.

La crisis ética del periodismo no es únicamente europea. En los Estados Unidos , las joyas de la corona de los medios tradicionales (New York Times, Los Angeles Times, Washington Post) han sufrido todos turbulencias editoriales. En la India, el emblemático Times of India ha recibido críticas por vender su alma ética en tratos corruptos con distintas corporaciones. Incluso en el Reino Unido han atrapado con las manos en la masa a la “tía favorita”, la BBC, por mentir a sus espectadores.

Las tendencias globales están claras. El molde de los medios tradicionales se ha quebrado, en particular en los medios escritos. En lugares donde la alfabetización avanza, los periódicos tienen un futuro indudable. Pero el proceso de declive es evidente. Los diarios que sobrevivan traerán menos noticias impactantes y proveerán más contextualización, análisis y contenidos fiables. Tendrán que redescubrir sus raíces locales. Lo mismo será cierto en un medio audiovisual fragmentado.

Todo cambia, pero la conjunción de un mundo de noticias fragmentadas y caóticas no implica el final del periodismo de primera clase. Al contrario, para una mejor comprensión, necesitamos un periodismo bien informado, con ética, análisis, comentarios y contextualización. Lo necesitamos más que nunca.

Aidan White es Secretario General de la Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas y que agrupa organizaciones representativas de 600.000 periodistas de todo el mundo.