¿Propaganda o información electoral?


TVE ha llegado a un acuerdo con los partidos para sustituir los tradicionales bloques de propaganda electoral por spots de 30n segundos, con un tiempo total igual al del 2004 y con criterios de proporcionalidad. La Junta Electoral ha aprobado el acuerdo. Luis Fernández, con su tradicional triunfalismo, califica el acuerdo de «avance histórico en la comunicación política».

No hay duda que los bloques gratuitos de propaganda electoral eran un inútil antigualla. Pero tenían un valor para las candiatura locales. La información suministrada por RTVE afirma que todavía «faltan por cerrar detalles para el mismo formato con los partidos minoritarios en las desconexiones territoriales». Los spots son más modernos que los bloques, pero no dejan de ser propaganda, propaganda vestida con los códigos de la publicidad. ¿Convencerán a los electores? No sé, me parece que los votantes españoles tienen el colmillo muy retorcido…

Pero de lo que nada dice RTVE es que pasa con la información electoral de los telediarios y diarios hablados. Desde 1982 la cobertura de las campañas electorales fue haciéndose más profesional y más compleja, al tiempo que más dependiente de los partidos. La regla de aplicar a estos espacios informativos las mismas reglas de proporcionalidad que a los bloques gratuitos ha llevado a enfeudar esta información a los partidos. En las últimas campañas, son los propios partidos los que facilitan la señal de televisión realizada de sus grandes mítines, que se sincronizan con los telediarios, sin que se advierta a los espectadores de que esa imagen ha sido producida por el propio partido. Los periodistas se convierten en cronistas palaciegos, que tienen que pactar con las potentes maquinarias de propaganda de los partidos los actos a cubrir y las declaraciones. En fin, información convertida en propaganda, pero empaquetada con los códigos de la información de actualidad. Un sistema que afecta a todas las televisiones, no sólo a TVE.

Desde hace dos campañas electorales hay un clamor entre los periodistas para buscar una alternativa. Entre tanto, se extiende entre los periodistas, sobre todo entre los catalanes, la negativa a firmar o aparecer en imagen.

Terminar con esa información-propaganda de campaña sí que hubiera sido un avance histórico en la comunicación política. ¿Para cuando una verdadera información electoral? Una información que analice programas, enfrente a los políticos con su promesas incumplidas, profundice en los grandes cuestiones planteadas por los candidatos, una información (que no debates o entrevistas, que eso es otra cosa) que dé voz a los ciudadanos.

Anuncio publicitario

El elefante (de derechas) de los impuestos


Los últimos días, la campaña electoral está dominada por la propuesta del PSOE de devolver 400 € a todos los contribuyentes. El PP la considera puro oportunismo. IU y los sindicatos denuncian que la rebaja beneficia a los que más tienen y que estas devoluciones detraerán financiación a unos servicios públicos y sociales muy débiles.

Desde el punto de vista de la comunicación política parece que el PSOE ha decidido jugar en el campo del adversario. Mano dura en seguridad ciudadana o rebajas fiscales son temas típicos de la agenda de la derecha. El lingüista Georges Lakoff ha estudiado como, en Estados Unidos, la derecha republicana domina el debate político al acuñar términos como «alivio fiscal». Lakoff recientemente presentó en Madrid su libro No pienses en un elefante. Su tesis es que, aceptando este lenguaje, los demócratas juegan siempre en desventaja frente a los republicanos. Cuando realizan cualquier propuesta que utiliza estos términos, el votante no puede por menos de pensar que ese es un «tema repúblicano». Que los demóctas copian a los republicanos. Y piensan en el elefante (el elefante el el símbolo del Partido Republicano), por mucho que se les diga «no pienses en el elefante». O, en otros términos, «no pienses en la derecha, nosotros también podemos bajar los impuestos». Pero el ciudadano no puede por menos que pensar en la derecha, en el PP.

Georges Lakoff es uno de esos cerebros que Zapatero ha fichado para que colaboren en la eleboración del programa electoral ¿De verdad está Lakoff asesorando al PSOE?

Acceso a la información pública: el derecho a saber


En medio de la impúdica subasta de ofertas de reducciones de impuestos en que se está convirtiendo esta campaña electoral, una propuesta imprescindible para la buena salud democrática ha pasado desapercibida. La Conferencia Política del PSOE aprobó la enmienda de Diego López Garrido para añadir al programa electoral socialista la propuesta de una nueva ley de acceso a la información pública (El País, 27-01-08). Su objetivo, que los poderes públicos garanticen a todos los ciudadanos el libre acceso a la información atesorada por las distintas administraciones. El único límite sería la declaración de secreto oficial.

El acceso a las fuentes públicas es uno de los poderes básicos implícito en la facultad de investigar, una de las tres, junto a las de informar y difundir, que componen el derecho humano a la información, tal como fue formulado por el art. 19 de la Declaración Universal de 1948. Históricamente, la libertad de expresión y el derecho a recibir información han colocado en un segundo plano este libre acceso a la información de carácter público, requisito imprescindible para que los medios ejerzan su tradicional función de perro guardián, los ciudadanos puedan disponer de datos para mejorar sus vidas y defender sus derechos y esos mismos ciudadanos puedan convertirse también en informadores. Esta última dimensión es imprescindible para que la revolución informativa en el ciberespacio no se quede en el simple cotilleo. El derecho a saber, del que las leyes de acceso a la información pública no son más que un instrumento, es constitutivo de la autonomía personal de los hombres libres.

Suecia fue pionera de este tipo de leyes. En 1766 su Ley de Libertad de Prensa consagró el principio de publicidad, al que están sometidos todos los documentos o informaciones generados o recibidos por cualquier autoridad u organismo público. Leyes semejantes, más generosas o restrictivas, existen en unos 70 países. Pero sin duda es la Freedom Information Act de Estados Unidos, modelo para otras muchas leyes semejantes, la que ha tenido una mayor proyección, hasta el punto de convertirse en un elemento central de la democracia norteamericana.

La ley fue promulgada en 1966 a regañadientes por el presidente Johnson. Durante más de un cuarto de siglo influyentes periódicos y periodistas habían batallado por ella. Pero fue un congresista demócrata, John Moss, el verdadero padre de la ley. Cuando Moss llegó al Congreso a mediados de los 50 chocó con las trabas que hasta los parlamentarios encontraban para acceder a la información en poder de las agencias públicas. Otro joven congresista republicano -cosas de la vida- llamado Donald Rumsfeld se distinguió también en exigir la ley.

La ley llegó en un momento políticamente enrarecido -Vietnam, Watergate… No se aplicó en el caso más importante de aquella época, los Papeles del Pentágono, pues se trataba de documentos clasificados como secretos, pero su presentación por un congresista en el registro de una comisión parlamentaria permitió su publicación y una sentencia del Tribunal Supremo (N.Y. Times Co. versus US, 1971) básica para una interpretación vigorosa de la Primer Enmienda.

Desde entonces, la ley ha sido un instrumento básico de los medios, pero también de los movimientos sociales y cívico, de abogados defensores de causas perdidas y de litigantes de indemnizaciones millonarias. La organización The National Security Archives se dedica a bucear en los archivos públicos y en los documentos desclasificados para denunciar los abusos del poder. En su página puede encontrarse asesoramiento e información sobre el funcionamiento de esta ley. Las facultades de periodismo incluyen entre sus enseñanzas el empleo de los mecanismo legales para acceder a la información pública.

Sin el libre acceso a la ingente masa de información en manos de organismos públicos hubiera sido imposible el desarrollo del periodismo de precisión, que, entre tanta ganga, y aplicando las técnicas de la investigación psicosocial, busca la información relevante.

La ley sigue perfeccionándose. El último día de 2007 el presidente Bush firmó la Open Goverment Act, dirigida a evitar las obstrucciones por parte de las administraciones, con sanciones para aquellas que dilaten injustificadamente el acceso.

En España ha funcionado, en la práctica, un principio completamente distinto al de publicidad, el de interés legítimo, esto es, que para acceder a la información en poder de las administraciones, el ciudadano, sobre el que recae la carga de la prueba, debe demostrar su interés legítimo en la misma. El art. 105.3 de la Constitución convirtió el derecho de acceso de los ciudadanos a la información administrativa en un derecho de configuración legislativa, regulado por el art. 37 de la Ley 30/1992. El principio general es el libre acceso, pero además del desarrollo de las exclusiones que la propia Constitución establece (intimidad, seguridad del Estado y averiguación de los delitos) añade los actos políticos de los gobiernos del Estado y las Comunidades Autónomas, las materias protegidas por el secreto industrial y comercial y la política monetaria. Remite a regulaciones específicas en materia de datos sanitarios, materias clasificadas (L. 9/68 de Secretos Oficiales, modificada por la L. 4/78), archivos estadísticos, registro civil y registros penales, los datos referentes a los legisladores y los fondos documentales existentes en Archivos Históricos. Una de las limitaciones más importantes es exigir un interés legítimo para acceder a informaciones de carácter nominativo, aun cuando no se incluyan datos de carácter íntimo. Sí se aplica plenamente, en cambio, el principio de libre acceso en materia de información medioambiental (Ley 38/95, de 12 de diciembre) por así exigirlo una Directiva europea.

La propuesta de Estatuto del Periodista Profesional, del Foro de Organizaciones de Periodistas (asumida por Izquierda Unida y tramitada en la legislatura terminada como proposición de ley, propuesta que se ha dejado caducar) proponía en su art. 16:

«Los periodistas tendrán libre acceso a los registros, expedientes administrativos y actuaciones judiciales no declaradas secretas y en general a cualquier información recogida por las autoridades públicas que pueda contener datos de relevancia pública. Las autoridades administrativas facilitarán este acceso, tomando las precauciones necesarias para garantizar el derecho a la intimidad de los particulares, conforme lo dispuesto por la normativa vigente en materia de protección de datos. Las autoridades administrativas podrán negar este acceso cuando las informaciones solicitadas afecten a la seguridad y defensa del Estado o interfieran la persecución de los delitos en los términos previstos por el art. 37.5 de la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. El Gobierno enviará en el plazo de un año un Proyecto de Ley modificando la regulaciones específicas previstas en el art. 37.6 de la citada Ley 30/1992 para facilitar al máximo el acceso de los periodistas a estos archivos y registros.»

Recientemente se ha constituido una Coalición Pro Acceso, compuesta por organizaciones profesionales y no gubernamentales, que propugna una ley de libre acceso a la información pública.

Frágil acuerdo en Le Monde


El viernes 25 los accionistas internos y externos del Grupo Le Monde votaron por unanimidad a Eric Fottorino como director general del Grupo. ¿Pone fin este acuerdo a la crisis a la que ya me he referido en Periodismo Global?.

Recordemos que el Grupo Le Monde se encontraba descabezado en medio de un conflicto por la ampliación de capital que enfrentaba a los accionistas internos y externos. En medio de luchas intestinas la cuestión clave era si la Sociedad de Redactores y el resto de las sociedades de empleados iban a permitir una ampliación de capital por parte de Lagardére, Prisa y la Stampa, que lograrían, de este modo, el control accionarial.

Si nos atenemos al acuerdo por unanimidad sobre el nuevo director general parecería que la crisis ha sido superada. A esta conclusión llegaremos si leemos la propia versión de Le Monde. Pero a esa unanimidad se llegó en medio de un verdadero psicodrama y con un conjunto de condiciones puestas por unos y otros que indican que la tensión continuará durante los próximos meses.

En primer lugar, los accionistas externos exigieron la cabeza del presidente de la Sociedad de Redactores, Jean-Michel Dumay, el principal enemigo de una ampliación de capital que dé a Lagardére-Prisa el control del Grupo. Así Dumay, en medio de fuertes presiones, se comprometió a marcharse el 31 de marzo, coincidiendo con la salida del consejo de supervisión de Alain Minc, el ideólogo de la adaptación de Le Monde a los vientos neoliberales. La Sociedad de Redactores (que previamente había dado su apoyo a Fottorino, al igual que el resto de las sociedades de empleados) y sobre todo su presidente sacrificado se dicen hoy traicionados.

Hay más condiciones. Que Fottorino tome como adjunto a un gestor. Y que una comisión estudie la ampliación de capital. Fottorino, por su parte, anuncia un plan de relanzamiento, como prometió a los empleados.

Los partidarios de la ampliación se han apuntado la baza de eliminar a Dumay. Fottorino hace equilibrios entre el relanzamiento y la amplicación de capital. En estas condiciones la paz interna parece lejana. Las espadas sigue en alto.

Don McCullin: el diálogo de las miradas


Shell Shocked Soldier, Hue, 1968

Don McCullin: una trayectoria heroica…

Don McCullin: mensajero del horror

Dos formas de presentar a este veterano fotoperiodista británico; la primera es el el título de la exposición que puede verse en la sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid; la segunda, el título del reportaje del diario El País, dedicado a la exposición, con declaraciones de McCullin,

Las dos, expresiones atinadas de lo que significa la obra de este fotoperiodista… Pero, vista la exposición, son las miradas el centro de su obra. Miradas que impactan; miradas llenas de dignidad, como las de las víctimas de la hambruna de Biafra (la primera hambruna mediática) o las de las víctimas del Sida en África; miradas de desesperanza y determinación como las de los campesinos vietnamitas; miradas de desgarro y desconsuelo de madres y esposas que acaban de perder a sus seres queridos, en Chatila, en Chipre; miradas de pánico, como la de esa mujer que asiste en el quicio de la puerta de su casa del Bogside de Londonderry a la carga de las paracaidistas británicos; miradas de resignado asombro de los berlineses que ven erigirse un muro en medio de su vida cotidiana; miradas de desarraigo en los barrios industriales dela Gran Bretaña de los 70; miradas inmisericordes, como las de los congoleños que van a asesinar a sus enemigos; miradas, en fin, de terror y pérdida de control como la de este marine bajo las granadas del vietcong durante la ofensiva del Tet (instantánea que ha servido para presentar la exposición)…

La mirada del fotógrafo entabla un diálogo (mediado por el objetivo, el ojo de la cámara) con la mirada de víctimas y verdugos. Y gracias a su trabajo, nosotros, pasados medio siglo o sólo unos meses, podemos ahora dialogar con estos seres humanos que han vivido algunos de los innumerables episodios de horror del siglo XX,

La colección es tan dura, que un cartel avisa de que algunas imágenes pueden dañar la sensibilidad…¡Claro! Para eso se han tomado, para sacarnos de nuestro confort y seguridad y presentarno a unos semejantes masacrados por otros en el marco de guerras y conflictos de todo tipo. No es otra cosa la que hizo Goya con su serie de los Horrores. Como Goya, Mccullin denuncia; pero, lo dice expresamente en un vídeo que recomiendo (proyectado en el último piso del antiguo depósito de agua convertido en sala de exposiciones), sin buscar que esa representación de la realidad se convierta en obra de arte. Y aquí cabría volver a Susan Sontag y su «Ante el dolor de los demás», magnífica reflexión sobre la representación visual del mal y el dolor.

McCullin fue herido en Camboya. Es evacuado en un camión, lleno de agonizantes; la pierna de uno de ellos le golpea en los estertores de la muerte… el fotográfo dispara y capta ese último dolor en el rostro del soldado. Y Mccullin se pregunta: «¿Cómo se puede fotografiar el dolor de los demás si uno no sabe lo que es?

La tensión interior después de medio siglo de guerras aflora en su visión del mundo y se manifiesta en la fotografía de paisajes de Inglaterra y Escocia: tierra, agua, mar y cielo forman una unidad orgánica que se manifiesta en duros contrastes y contraluces, siempre en un blanco y negro sin concesiones, positivado por el propio autor. Vale la pena recoger esta reflexión del autor:

«Me gusta fotografiar el paisaje inglés en invierno, porque está desnudo y es frío y solitario, y, sí me siento feliz… No existe la política. No hay nadie que me diga: sal de mi territorio. No hay nadie que me apunte con su arma. Es casi como si estuviera bebiendo el mismísimo néctar de la libertad. Yo no quería ser fotorreportero de guerra; quería ser fotografo de paisajes y paz, lo cual me parece mucho más difícil de fotografiar que la guerra. No se necesita tener mucho ojo a alguien muriéndose delante de tu cámara»

Una exposición muy recomendable (aunque no se entregue ni un simple folleto informativo) y las fotos carezcan de información técnica. Pero hay que darse prisa, porque termina el domingo 27. (Perdón por visitarla y recomendarla tan tarde).

(Búsqueda en Google de imágenes de McCullin, donde se podrán ver muchas de las miradas de las que hablo, sin entrar en el resbaladizo terreno de los derechos de autor)

La otra Serbia


En cada elección celebrada en Serbia desde la caída de Milosevic hace 8 años entre un 40% y 45% de los votos va las formaciones nacional-populistas, ancladas en el victimismo nacionalista. De ese bloque, la fuerza hegemónica es el Partido Radical, con su líder histórico, Vojislav Seselj (acusado en La Haya de crímenes de guerra), se lleva un 30%, correspondiendo el resto al Partido Socialista de Milosevic, en franco declive. En ese electorado nacionalista cabe encuadrar buena parte de los votos obtenidos por el Partido Democrático de Serbia, de Vojislav Kostunica. En la primera vuelta de las elecciones del domingo el candidato del Partido Radical, Tomislav Nikolic, rozó el 40%, quedándose a 4 puntos el actual presidente, Boris Tadic, del Partido Democrático, el líder que intenta llevar a su país a Europa sin herir demasiado el maltrecho orgullo de los serbios.

La mayor parte de los analistas serbios -como se hace eco en su crónica en El País Ramón Lobo– consideran que, en estas condiciones Kostunica conserva su poder como árbitro del futuro, orientando los votos (un 7’6%) del que fue su candidato, Velimir Ilic, hacia Tadic. Otra es la visión del eslavista Eric Gordy en Open Democracy. Para este profesor, Nikolic no tiene capacidad de atraer más votos y los votos de Ilic irán hacia Tadic, o se abstendrán, de modo que Kostunica tiene poca capacidad de influir en el resultado de la segunda vuelta. Lo más interesante del análisis del profesor Gordy es su observación de que la existencia del Partido Radical ha impedido que los dos grandes partidos serbios actuales se definan conforme a criterios homologables: como conservador, el Partido Democratico de Serbia de Kostunica; como liberal, el Partido Democrático de Tadic.

Pero lo que más interesante me parece de la votación del domingo es el aumento de la participación, un 61%, que parece romper una tendencia de apatía política. Y vuelvo al principio de este comentario. El votante anclado en los mitos de la Gran Serbia, incapaz de reconocer los crímenes cometidos en el nombre de la Patria, ha sido fiel al Partido Radical. Las víctimas de la limpieza étnica en otras repúblicas es yugoslavas, los refugiados de Bosnia y Kosovo, también han votado por los radicales. Y muchos de los perdedores económicos de una transición caótica y sin decisión. En cambio, el electorado urbano, deseoso de mirar al futuro y no al pasado, no ha encontrado incentivos para votar a partidos formalmente europeistas, inmersos en batallas bizantinas e incapaces de romper radicalmente con el pasado. Tampoco ha ayudado la posición dubitativa de Europa. Parte de ese electorado ha vuelto el domingo a las urnas.

Para que esa otra Serbia sin ataduras con el pasado se reafirme sería necesario que la independencia de Kosovo no se imponga a Serbia como un trágala. Que la Unión Europea ofrezca financiación y apoyo para el proceso de integración. Que no se abandone la exigencia de entrega del criminal Mladic, porque es de justicia y porque la tolerancia en este asunto no hace más dar alas a los nacionalistas. Y que el electorado exija a sus políticas que abandonen de una vez por todas el victimismo y las eternos relatos conspirativos, tan caros en los Balcanes.

Lunes negro


Bueno, pues ya está aquí la crisis… Gran batacazo de las bolsas europeas y asiáticas. Veremos que pasa mañana en la de Nueva York, cerrada por la fiesta de Luther Martin King.  ¿Son las trompetas de recesión? No sé, que lo digan los economistas, esos especialistas en predecir el pasado. Lo que está claro es que los inversores son -como tantas veces se ha dicho- el rebaño más cobarde, dispuesto a huir en avalancha ante las primeras voces de pánico.

 Si pongo aquí este comentario es porque hoy ha sido uno de esos días -estoy seguro- que han echado humos todas las líneas informativas. Los resúmenes a primera hora de las bolsas asiáticas; luego, la expectación ante la apertura de los mercados europeos; después, la sucesión de «urgentes» avisando de caída tras caída. Entre tanto, anális financieros y económicos… Y al cabo, el precipitado final: un término, «lunes negro»

News.bbc.co.ukLos periodistas crean un término, que, a partir de ahora, servirá para indicar todo un fenómeno: la caída de las bolsas a causa de las pérdidas originadas en las grandes firmas bancarias norteamericanas a causa de la crisis de las hipotecas basuras. En este caso, el término era obvio, una nueva versión de aquel «jueves negro» que abrió la Gran Depresión del 29, y al que siguió un lunes y un martes igualmente negros, que pusieron fin a los «alegres 20». En 1987, un lunes de octubre, Wall Street sufrió la mayor caída de su historia a consecuencia de los bonos basura -vaya, que casualidad ¿por qué la ingeniería financiera termina por castigar siempre a la economía real?

 Los periodistas son creadores de etiquetas como ésta, que sirven para «enfocar», «encuadrar» la realidad. Y a partir de ahora este término puede convertirse en arma arrojadiza, por ejemplo, en la campaña electoral española.

Estos términos tienen un enorme éxito. «Black Monday» registraba 11.100.000 resultados en Google. De la red, recomiendo la lectura del análisis de la BBC sobre las lecciones que pueden extraerse de anteriores crisis. Una relativamente optimista: la globalización incrementa la frecuencia de las crisis financieras, pero no necesariamente su severidad. Y otra, bastante evidente, es que al comienzo de la crisis es imposible predecir su alcance.

El propio término propaga el miedo. Esperemos que al «lunes negro» no siga un «martes negro».

La independencia de Le Monde


Le Monde se encuentra inmerso en una crisis en la que se juega su independencia; una crisis con dimensiones económicas, institucionales y económicas; una crisis con imnumerables cruces y entrecruces entre las política, las finanzas y el periodismo; una crisis que parece un culebrón, pero que puede resumirse en el enfrentamiento entre la Sociedad de Redactores y los accionistas externos del grupo y detrás más que se adivina la sombra del omnipresente Sarkozy.

El grupo Le Monde se encuentra descabezado al no aprobar su Consejo de Vigilancia el nombramiento de Eric Fottorino, hasta ahora director de la Redacción, como director general. Fottorino es el tercer miembro del trío que se hizo cargo del grupo después de la salida de Jean-Marie Colombani. En diciembre, los tres (Jeantet, Patino y Fottorino) tuvieron que dimitir bajo la presión de la Sociedad de Redactores, al pretender subir sus remuneraciones coincidiendo con el anuncio de pérdidas de 12 millones de euros en el último ejercicio -precedidas por otras aún mayores en los años anteriores. Fottorino recuperó su candidatura, ahora rechazada por el Consejo de Vigilancia merced a los votos de los accionista externo. El día 25 se hace efectiva la dimisión de los otros dos triunviros, de modo que el grupo tiene 10 días para encontrar una solución.

Los accionistas externos están aglutinados por Alain Minc, uno de esos enarcas que lo han sido todo en Francia. Minc, que, como presidente del Consejo de Vigilancia, ha sido el poder en la sombra durante la última década, sostiene que el grupo pasa por una crisis finaciera y ha acudido a dos de los accionistas externos, Arnaud Lagardère (17,27% de participación) y el grupo Prisa (15,01%) para que procedan a cubrir una ampliación de capital y convertirse, así, en accionistas de referencia en detrimento de la Sociedad de Redactores.

Quizá convenga hacer un poco de historia. En la hora de la Liberación, el gobierno De Gaulle se incautó de los periódicos que habían estado en manos de colaboracionistas. Uno de ellos era el prestigioso Le Temps, entregado al periodista Hubert Beuve-Méry, que crea una sociedad de responsabilidad limitada y construye una línea editorial síntesis de las tres grandes familias de la Resistencia: gaullistas-nacionalistas, democristianos, comunistas. El diario se convertirá con el advenimiento de la IV República en 1958 en la voz más crítica al general. Fuera de Francia, es la referencia para cualquier interesado en la política internacional y la diplomacia. Para la oposición interna a la dictadura franquista Le Monde era una ventana privilegiada hacia el exterior . En 1951 se crea una Sociedad de Redactores, como modo de garantizar la línea fundacional. En 1968, al rebufo de mayo, a la Sociedad de Redactores se suman otras dos más, de empleados y cuadros. Entre las tres controlan la casi absoluta mayoría del capital de la sociedad limitada. La Sociedad de Redactores se convierte en un modelo para las reivindicaciones de participación de los periodistas en la línea editorial de sus medios.

Pero los tiempos cambian, hay que abordar los cambios tecnológicos y la competencia de los medios audiovisuales, Le Monde se convierte en sociedad anónima y se abre al capital exterior. Desde entonces, este medio de referencia ha vivido en una continua pugna entres esos accionistas externos, pendientes de la rentabilidad y con sus propios intereses políticos, y la Sociedad de Redactores, defensora de la línea editorial, pero también marcada por luchas internas de poder. El gran arma de los redactores es su poder de veto sobre el nombramiento del director general, facultad que ejercieron el pasado mayo para no renovar en el cargo a Jean-Marie Colombani.

La mítica indpendencia de Le Monde ha sido cuestionada por obras como «La face cachée du Monde», de Péan y Cohen, quienes denunciaron que Minc, Colombani y su antecesor Plenel habían convertido el diario en un instrumento al servicio de los poderes dominantes de la política francesa.

Ahora el conflicto se polariza entre Minc y la sociedad de redactores, que intenta desde el pasado junio su cese al frente del Consejo de Vigilancia. Minc, asesor de Sarkozy, propone que Lagardére y Prisa (amboos grupos tienen un pacto accionarial) se conviertan en el accionista dominante. Arnaud Lagardére, propietario de Paris Match y patrón de un gran grupo industrial, es uno de los «hermanos» de Sarkozy y le ha mostrado su amor filial impidiendo que Paris Match publicara las historias de la primera espantada de Cecilia. Unas relaciones entre los medios y el presidente que llevan a analistas franceses a expresar temores sobre la libertad de prensa en Francia, como ha recogido la corresponsal de la BBC.

El aumento de ventas no ha detenido las pérdidas que se repiten año tras año. Mientras, la división de Le Monde en la red tiene beneficios y se ha convertido en una referencia de prestigio para los internautas. El diario ha hecho muchos cambios para conectar con los lectores, pero quizá se hora de abandonar ese carácter de diario vespertino (sale al mediodía con la fecha del día siguiente) que resulta un tanto anacrónico.

¿Saldrá reforzada la independencia de Le Monde de esta crisis?. Ya veremos.

El estado judio


Bush en el museo del Holocausto - ReutersLos medios de todo el mundo han titulado que Bush pide a Israel que se retire de los territorios palestinos. Los titulares no mienten, pero no dicen toda la verdad.

En su primera y última visita al corazón del conflicto -el núcleo de todos los conflictos del Próximo Oriente- el presidente de Estados Unidos ha mostrado una ingenua esperanza de que la paz es posible haciendo realidad un estado palestino. ¿Qué estado palestino?. Uno basado en una Gaza incontrolable, bajo control de Hamas y en los restos de Cisjordania. Cisjoradania se ha visto amputada por el muro y alberga tres grandes asentamientos israelíes en su seno con a 120.000 habitantes. Habría que hacer -dice Bush- reajustes territoriales, esto es, ceder desierto a los palestinos a cambio de estos territorios que seguirían ocupados. Sería un estado inviable, cortado por carreteras exclusivas para israelíes, controles de seguridad y hasta guarniciones militares junto al río Jordán. Un batustán, un estado palestino vasallo de Israel, en el que los palestinos no podrían respirar.

Bush ha dado por supuesta la teoría de dos estados: uno judío y otro árabe. Si Israel es un estado judío, los refugiados palestinos, expulsados del territorio de lo que hoy es el estado de Israel, no podrían regresar, pues su hogar nacional sería el estado árabe palestino. Ese estado palestino, un pequeño territorio fragmentado, tendría que acoger a aquellos que quisieran regresar, sin responsabilidad alguna para Israel. Y reconocer a Israel la condición de estado judío puede significar forzar la asimilación o expulsión de la minoría árabe, cada vez más numerosa y activa. En definitiva, un proyecto de limpieza étnica.

Muy pocos israelíes o palestinos, un número seguramente ínfimo, estarían por un estado único, multiétnico, multicultural, laico, democrático… El tiempo para esa solución parece haber pasado, pero, en su defecto, israelíes y palestinos se ven abocados a convertirse en comunidades confesionales, cada vez más radicalizadas y sin posibilidad de vivir amistosamente una al lado de otra.

Las trampas de la supresión de la publicidad en la televisión francesa


Como era de esperar, el globo sonda lanzado por Sarkozy ha tenido consecuencias y reacciones. Mi amigo Paco Audije, francófono y ex corresponsal en París, me pone en alerta.

Consecuencias, la subida de las acciones de las dos grandes beneficiadas, TF1 y M6, revalorizadas, la primera (propiedad de Martin Bouygues, uno de los grandes amigos del presidente) casi un 10%, y la segunda más del 4%.

Reacciones de sorpresa de la propia ministra de Cultura y Comunicación, Christine Albanel, y de la dirección de France Télevisions, que pide precisiones. Da la impresión de que, una vez más, es una decisión tomada por Sarkozy sin contar con su gabinete.

Y reacciones de movilización del personal de las televisiones francesas que temen que no se trate más de que de una maniobra para privatizar, o al menos jibarizar, la televisión pública. Los sindicatos desconfian que la anunciada nueva tasa pueda cubrir los 800 millones de euros anuales de ingresos publicitarios. Por de pronto, irían al paro los 300 gestores publicitarios. La ministra dice que está fuera de cuestion la privatización, pero hay que revisar los «cahier de charges» (lo que en España será el contrato programa): «más cultura, más creación más deporte… popular y de calidad sin hacer Arte; pero, atención, aún sin publicidad no se pueden perder de vista los objetivos de audiencia».

Para colmo de contradicciones, mientras se anuncia la desaparición de la publicidad de las pantallas públicas, la ministra y la dirección de Radio France intentan introducir los anuncios de marca en la radio pública, para paliar la reducción de los ingresos provenientes de la publicidad institucional. Los sindicatos ya han lanzado una iniciativa en contra.

Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero creo que vale la pena seguir pensando en fuentes de financiación alternativas que permitieran liberar a las televisiones públicas de la publicidad.

(Por cierto que revisando Libération encuentro que Prisa y Lagardére quieren ampliar su participación accionarial en Le Monde, en plena crisis. La noticia ya fue publicada ayer 9 por El País, pero no se mencionaba que fuera una acción concertada con Lagardére, el gran grupo industrial con intereses en los medios, el sector aeronaútico y el armamento. Habrá que estar atentos a la reacción de la Sociedad de Redactores de Le Monde)

A %d blogueros les gusta esto: