La España estática de Jean Laurent


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La técnica

Emociona ver desarrollarse ante nuestros ojos una nueva técnica expresiva.

En estos tiempos todos los días descubrimos nuevas formas de relato (de Twitter a YouTube, pasando por las stories de Instagram o los vídeos de 360º) que muchas veces desaparecen antes de que las hayamos dominado (Second Life, por ejemplo). En este presentismo no somos consciente del cambio revolucionario que supuso la eclosión de la fotografía a mediados del siglo XIX. La captación y reproducción de visitas de la realidad  inauguró una nueva civilización, la Civilización de la Imagen.

Jean Laurent fue uno de los pioneros de la fotografía en España. Francés, instalado en España, primero como fabricante de papeles de lujo y luego como fotógrafo, cubre con su actividad tres décadas decisivas de la Historia de España, del reinado de Isabel II, la Gloriosa Revolución de 1868, Amadeo de Saboya, la I República hasta la Restauración alfonsina. Época de cambio político, de nuevas infraestructuras, de revolución industrial y de descubrimiento de España como destino éxotico y tesoro artístico.

En la exposición que pude visitar en Madrid en la Academia de Bellas Artes se realiza una reconstrucción casi arqueológica de las técnicas que empleó. Básicamente, para los negativos colodión húmedo y para los positivos papel albuminado. La muestra se cerró el 3 de marzo. Pido perdón por hacerme eco del acontecimiento demasiado tarde, porque erróneamente pensaba que estaba abierta hasta el 31 de marzo.

El colodión era una disolución de nitrato de celulosa en alcohol y éter que se extendía sobre una placa de vidrio y mientras estaba húmeda se sensibilizaba con un baño de yoduro de plata y se exponía antes de que se secara. Esto obligaba a fabricar las placas in situ y utilizarlas antes de 15 minutos. Esta emulsión gana sensibilidad con respecto a procedimientos anteriores como el calotipo (netativo-positivo en papel). Los tiempos de exposición pasan de minutos a segundos. El retrato es más cómodo y en los vistas de ciudades empiezan a aparecer personas, que con tiempos de exposición superiores no eran captadas.

Roger Fenton acudió a la guerra de Crimea con una carreta laboratorio y Laurent utilizó un carro más pequeño para recorrer España y Portugal.

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Los laboratorios móviles de Roger Fenton y Jean Laurent

El carro laboratorio de Laurent se ha reconstruido para la exposición. Es el objeto más espectacular, pero en ella encontramos también las placas originales, las cajas que se utilizaban para guardarlas, chasis, una cámara con trípode de la época y sobre todo copias originales, albumes y documentación.

Las copias de papel en albumina, muy finas, se pegaban en cartón o se guardaban enrolladas. Un grupo de investigadores de la Universidad Complutense, liderados por el profesor Sánchez Vigil, ha encontrado hace muy poco en el Instituto Valencia de Don Juan 294 nuevos originales de papel en albúmina de vistas de Madrid.

experimentos

Cámara para la toma de varias imágenes sobre un mismo negativo

Laurent introdujo en España las fotografía múltiples en formato de tarjeta de visita, inventado por esos años en Francia por Disderi. Se utilizaban cámaras con varios objetivos, de modo que un mismo negativo pudiera impresionarse sucesivamente, lo que abarataba el proceso. El tamaño reducido de las copias dio origen a un género propio, la tarjeta de visita con el propio retrato, que la burguesía iba distribuyendo en su deambular por los salones.

En tres lustros, la fotografía fue capaz de afinar su relato en géneros propios, en gran parte deudores de la herencia pictórica, pero que adquieren sentidos y funcionalidades propias.

El gran retrato, con pretensiones de replicar a la pintura (pictorialismo) y su democratización en formatos como la tarjeta de visita. El paisaje como obra de arte, pero también como testimonio documental o simple postal turística. Las escenas cotidianas convertidas en documento etnográfico. Las imágenes incorporadas a objetos cotidianos, como abanicos. La búsqueda de la tridimensionalidad, con las primera cámaras esteorocópicas…. Todos estos géneros cultivó Laurent en sus treinta años de trabajos en España y de ellos se dan magníficos ejemplos en la exposición.

Si algo maravilla desde un punto de vista técnico es la calidad de la fotografías que pudimos ver en la exposición, la mayoría copias originales. Es en los paisajes donde se muestra la alta resolución propia de las placas de gran formato, 27×36 cm., positivadas en su momento a este mismo tamaño, pero que hoy permiten copias espectaculares, como una panorámica del puerto de Santander. Para la llegada de la película pancromática habría que esperar todavía varias décadas, y pues la emulsión de colodion no era sensible a la luz azul, los cielos aparecen permanente nublados.

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Vista panorámica del puerto de Santander

La industria

Laurent, como los fotógrafos de la época, fue una mezcla de inventor, artesano, artista e industrial. Y esa actividad industria y comercial hizo -por decirlo en nuestros términos- sostenible la técnica.

La actividad comercial de Laurent tiene una primera pata en el estudio. Por el estudio pasan los grandes personajes para ser retratados, pero poco a poco los precios se abaratan y, por ejemplo, un pequeño artesano acudirá a retratarse el día de su boda. Y el estudio se convierte también en cenáculo artístico. El fotógrafo saca sus cámaras del estudio para retratar a Isabel II o al gobierno prosional de la Revolución del 68. Y, sobre todo, para dejar testimonio de patrimonio artístico, de escenas cotidianas, de las nuevas infraestructuras o de la actividad de unidades militares o cuerpos civiles de ingenieros.

Laurent llega a acuerdos con instituciones religiosas, civiles o militares para representar fotográficamente sus tesoros y actividades. Las fotos se convertirán en albumes-documentos que conservarán las propias instituciones y en postales, catálogos de retratos de personajes y vistas o guías de turismo que venderá el fotógrafo en su estudio de la Carretra de San Jerónimo, en la tienda que mantenía en París en el Boulevard Richelieu y hasta en el propio Museo del Prado. Es en prinicpio una actividad altamente lucrativa, mantenida por sus herederos, pero estos no pueden realizar las inversiones necesarias para seguir produciendo industrialmente nuevas copias. El fondo se vende y es explotado por distintos fotógrafos, el último Ruiz Vernacci, uno de los grandes fotógrafos de los años 20. Finalmente, es adquirido en 1975 por el Ministerio de Cultura y custodiado por el Instituto del Patrimonio Cultural.

El retrato

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Baldomero Espatero, retratado como Príncipe de la Paz

Laurent es un gran retratista de la élite y en menor medida de grupos y personajes populares. En ambos casos es un retrato más institucional (en el caso de las élites) o de representación folklórica (en las clases populares) que espontáneo. Si su contemporáneo Nadar es esforzaba en Francia por captar la personalidad psicológica de los personajes del momento (el llamado «panteón de Nadar),  Laurent prefiere las tomas de cuerpo entero, sin ninguna aproximación psicológica, pero sin acudir tampoco a representaciones escenográficas, con forillos simbólicos. Son retratos de gran  sobriedad y también de gran verismo, que sin ningún artefacto retórico, no dejan de mostrar de manera transparente la personalidad del retratado.

 

Una España en cambio representada estáticamente

En las tres décadas de trabajo de Laurent España pasara por una Revolución, de la monarquía de Isabel II a la de Amadeo, después la I República, el golpe de Pavía, la Restauración alfonsina, dos guerras carlistas, la rebelión cantonal, guerras coloniales en Marruecos, las primeras huelgas… No se pueden pedir mayores convulsiones políticas y sociales. Al mismo tiempo, el país desarrolla infaestructuras básicas, puentes, ferrocarriles, puertos. Y toma conciencia de su gran tesoro artístico, en gran parte abandonado después de la Desamortización.

Esta España dinámica va a ser documentada por Laurent. Pero la técnica no permite todavía mover la cámara, acercarse a los movimientos de masas, captar el instante dramático. Por eso, vistas hoy esta fotos nos dan la imagen de un mundo estático, en orden, donde todo está en su sitio. Las pocas fotos de concentraciones humanas (como un homenaje en Madrid a Calderón) son grandes planos generales, donde la multitud son una sucesión de puntos casi sin definición.

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Una de las tomas de Laurent de las pinturas negras todavía en las paredes de la Quinta del Sordo

A pesar del estatismo, el registro documental de Laurent tiene un valor incalculable. Un solo ejemplo, Laurent documento las pinturas negras de Goya antes de ser retiradas de la Quinta del Sordo, seguramente utilizado iluminación eléctrica. Las imágenes de Laurent nos muestran un espacio tenebroso en el que al entrar el espectador se sentiría sobrecogido.

Puesto que ya no es posible visitar la exposición aquí dejo el vídeo de la misma.

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