Algunas reflexiones en el cierre de Público: ¿sobrevivirán los periódicos?


Que cierre un periódico, una radio, una televisión, siempre es una mala noticia. La desaparición de Público lo es con mayor motivo. Primero, supone la pérdida del único periódico de difusión nacional posicionado en un centro izquierda de verdad. Segundo, el cierre deja en la calle a otro grupo de periodistas, en su mayor parte jóvenes pero ya fogueados, que se suman a los más de 5.000 despidos desde que empezó la crisis. Sufre el pluralismo y sufre la profesión.

Vaya por delante mi simpatía y solidaridad con sus trabajadores.

El experimento de Público

Confieso que nunca me ha gustado Público. En su origen me pareció un remedo de pago de los gratuitos, un intento de ganar lectores con una fórmula ligera y de poco coste. La apuesta por la pequeña columna y la información breve nunca me ha satisfecho. Para ser honesto he de confesar mi antipatía por Roures y sus amigos, paniaguados del poder y esquilmadores de la televisión pública. Creo en los textos en profundidad y que un gran medio sólo lo puede hacer por una redacción poderosa.

Pero Público se ha abierto un hueco en estos años (sus 78.000 ejemplares, todo un logro en plena crisis de la prensa). Y lo hizo dando voz a los que ya no encontraban eco en su espacio natural, El País, el periódico del cambio democrático, convertido desde mediados de los ochenta en la voz de la oligarquía financiera y el pensamiento único económico. Cuenta muy bien este cambio de papeles este magnífico reportaje en profundidad de Jonathan Blitzer en The Nation.

Público ha sido cauce de debates imprescindibles y ha sabido conectar con la sensibilidad de los indignados. No mejora esto su calidad informativa, pero reafirma su necesidad para el pluralismo informativo. En papel, ya no queda más que Diagonal, no comparable ni por su ubicación ideológica ni por su difusión.

Para ser justos, su falta de recursos se ha suplido a menudo con imaginación y dignidad. Como recordaba en Twitter una de sus redactoras se van sin publicar anuncios de prostitución. Público ha sido también una buena escuela para una generación de jóvenes periodistas. Y sus directores, Ignacio Escolar y Jesús Maraña han hecho un gran trabajo dando vida a un periódico con tan magros medios.

No tengo los datos en la mano, pero sospecho que desde un punto de vista económico el fracaso viene dado por una mala planificación económica -característica de todas las empresas Roures- a la que la crisis de la publicidad habrá dado la puntilla.

¿Podría sobrevivir Público en la Red? La permanencia por el momento de la página web parece un truco para cerrar en dos fases. Pero si hubiera habido voluntad empresarial, en acuerdo con los trabajadores y en alianza con los sectores sociales que han hecho de Público su estandarte, creo que no sería ninguna tragedia cerrar el periódico en papel, potenciar el ciberperiódico y quizá editar un semanario o un mensual con información en profundidad y grandes debates.

¿Sobrevirán los periódicos en papel?

De lo expuesto hasta ahora, queda claro que no me parece que el cierre de Público sea un cierre determinado principalmente por la crisis de identidad de la prensa, sino por una mala gestión empresarial. La cuestión de fondo, no obstante es ¿tienen sentido todavía los periódicos? ¿cuánto tiempo aguantarán?

Sintéticamente dejo aquí algunas reflexiones.

– Los grandes periódicos son ya cibermedios, con redacciones integradas, publicando en todo tipo de plataformas tan pronto como es posible, reelaborando y profundizando según pasa el tiempo y utilizando todo tipo de lenguajes y soportes. Uno de los diarios más innovadores, uno de los grandes diarios de referencia, The Guardian, se plantea cerrar su edición en papel.

– El caso de El País es sintomático. Su cambio de organización y de plataforma tecnológica ha llevado a que el verdadero País, con toda su riqueza, esté en la Red, con más información, más debates y más opinión, mientras la edición en papel se empobrece y adelgaza cada día.

– La sostenibilidad económica se busca en dos modelos de negocio: suscripciones baratas en plataformas tecnológicas de valor añadido y muros de pago, con cargo a los grandes usuarios. Con todo, y a pesar de la caída de la publicidad, de las ventas y de los suscriptores, el papel sigue financiando a los cibermedios.

– El periódico de papel (como materia prima y en su proceso de producción y distribución) es caro y ecológicamente insostenible. Hoy con la crisis, los requerimientos de medio ambiente parecen olvidados, pero puede que dentro de poco años veamos prohibidos los periódicos por su daño al medio ambiente.

– La información fluye permanentemente y el periódico la congela… con 24 horas de retraso. Desde ese punto de vista, no puede ser más inoperante leer las noticias que ya conocemos -un fenómeno que es tan viejo como la radio.

Pero…

– Esa congelación informativa es imprescindible para abrir un espacio de reflexión, de valoración… para dar una imagen coherente del mundo en el que vivimos. En ese espacio tiene que predominar la información en profundidad, algo en la que todo el mundo está de acuerdo, pero que pocos hacen porque cuesta mucho, exige potentes redacciones (no necesariamente grandes) y una visión empresarial.

– Hasta ahora el periódico de papel es el soporte donde mejor se estructura y jerarquiza la información espacialmente. El golpe de vista es insuperable. Las tabletas son un gran avance, pero ¿para cuando esas pantallas de grafeno enrollables que el año pasado nos vendían como inminentes?

– El periodismo ya no es comunicación unilateral, sino conversación en la que los periodistas marcan mojones para no perderse en la cacofonía universal. Son tantas las voces, que para ser significativas siguen necesitando el reconocimiento de los medios tradicionales y de modo muy especial de los periódicos, que siguen siendo la referencia informativa. En los países emergentes, cuanto más se asienta la democracia, más sube su circulación .

Los periódicos tendrán que cambiar profundamente para sobrevivir. Serán una plataforma más de los grandes cibermedios, una plataforma más exclusiva, una plataforma premium. No morirán con sus lectores. Más bien, adquirirán lectores cuando estos se vayan haciendo más maduros. Seguirán siendo una referencia imprescindible en la esfera pública.

Algún día dejarán de ser en papel. Los tocaremos y ojearemos como hacemos hoy mientras tomamos café (ya lo hacemos con nuestras tabletas). No sé si para entonces se seguirán llamando periódicos.

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¿Es inconstitucional el uso de cámara oculta en los reportajes de investigación?


Acabamos de conocer la Sentencia del Tribunal Constitucional que declara ilegítimo el uso de cámara oculta en la investigación periodística. De la lectura literal de la sentencia parece resultar el carácter ilegítimo de esta técnica. Pero la propia lógica de la sentencia y la jurisprudencia del propio Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos pueden llevar a conclusiones distintas en otros casos.

Se trata de un viejo asunto, en el que la productora de El Mundo grabó con esta técnica a una esteticista naturista, cuya imagen fue luego utilizada por la televisión pública valenciana en un espacio en el que se denunciaba el intrusismo en las profesiones relacionados con la salud. Ni que decir que en la correspondiente tertulia la espiada fue crucificada. En definitiva, supuesto periodismo de investigación convertido en televisión basura.

Un juzgado de Valencia falló que no existía violación de los derechos a la intimidad y a la propia imagen por entender que la cámara oculta es una técnica del periodismo de investigación. En cambio, el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional consideran que se produjo una intromisión ilegítima en los derechos a la imagen y a la intimidad.

El Tribunal Constitucional sigue su reiterada jurisprudencia en casos de colisión entre el derecho a la libertad de información y los derechos de la personalidad y también, de modo destacado, la doctrina establecida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en los casos Hannover y Mosley.

Ponderando los derechos en conflicto, la sentencia reitera que una intromisión en los derechos a la intimidad y a la propia imagen sólo será legítima cuando se trate de una información de relevancia pública (esto es, relevante para la formación de la opinión pública), y delimita bajo que condiciones es admisible tal intromisión: que la afectación de dichos derechos resulte adecuada, necesaria y proporcionada para la realización constitucional del derecho a la libertad de información. Y de tales condiciones obtiene el dictum esencial de este caso:

«… allí donde quepa acceder a la información pretendida sin necesidad de colisionar con los derechos referidos, queda deslegitimada, por desorbitada o desproporcionada, aquella actividad informativa innecesariamente invasora de la intimidad o la imagen ajenos.»

La conclusión es que en este caso, la intromisión no fue proporcionada, pues -dice- hubiera sido suficiente realizar entrevistas a los clientes para llegar a los mismos resultados.

Lo que no creo justificado es la que parece la conclusión general a la que llega la Sala:

«… aun cuando la información hubiera sido de relevancia pública, los términos en que se obtuvo y registró, mediante el uso de una cámara oculta, constituyen en todo caso una ilegítima intromisión en los derechos fundamentales a la intimidad personal y a la propia imagen.»

Y no la creo con base suficiente para ser considerada universalmente ilícita, porque aplicando los principios generales a otro caso se puede llegar a considerar como legítima esta intromisión. ¿No existirán caso en que este sea el único método posible para revelar una conducta reprobable de interés público? ¿No habrá casos donde ese método sea necesario, adecuado y proporcionado?

Confieso que siento desconfianza hacia la técnica de la cámara oculta. Es cierto que puede ser la única manera de probar una conducta ilícita de relevancia pública, pero más a menudo se convierte en un medio de ilustrar más o menos espectacularmente informaciones obtenidas por otros medios más comunes. Al menos en España esta técnica ha estado muy vinculado con un cierto periodismo amarillo, hasta tal punto que se han presentado y editado como grabadas con cámara oculta entrevistas consentidas por el sujeto.

La sentencia (citando la jurisprudencia europea) considera que no puede ser legítima la intromisión con aquellos métodos que vulneren las exigencias de la ética periodística. Los códigos éticos suelen ser más genéricos, pero las normas de buena práctica si suelen bajar hasta el terreno, muchas veces fronterizo y borroso, de la captación de información con cámara o micrófonos ocultos.

Las Guidelines de la BBC (Section 7- Secret Recording, 7.4.10) establecen que la grabación secreta se empleara:

– Como una herramienta de investigación cuando prima facie haya indicios serios (traduzco así evidence) de una conducta, o de la intención de llevar a cabo una conducta que sea de interés público revelar, siempre que la grabación sea necesaria para su prueba y no haya otro medio alternativo.

-En el extrajero, cuando la conducta de un gobierno haga imposible recoger información por los métodos habituales.

– En investigaciones de consumo, científicas o sociales de interés publico, cuando no haya otro modo de capturar la conducta que vaya a estudiarse.

– Y por último, en los programas de humor (al estilo de Objetivo Indiscreto), cuando el uso de este método y el engaño que comportan sean parte sustancial de su naturaleza.

En todos los casos se hace necesaria una autorización editorial expresa antes de utilizar métodos de grabación oculta.

El Manual de Estilo de RTVE (2.6 GRabación oculta o sin consentimiento), exige también autorización expresa, pero es más genérico:

«sólo está justificado en casos muy especiales, como cuando se intenta demostrar la existencia de prácticas ilegales o delictivas que afectan al interés público. La cámara y el micrófono ocultos son el último recurso para probar una acusación o denuncia de verdadero interés público.»

En definitiva, el uso periodístico responsable de la grabación secreta puede ser perfectamente compatible con la doctrina constitucional si resulta imprescindible, sin alternativa ninguna, para revelar una información de interés público. Y casos de corrupción en este país no nos faltan.

Un presidente competente e independiente para RTVE


Que Eduardo Zaplana pueda ser el candidato del PP para presidir RTVE se ha convertido hoy en trending topic en Twitter.

No me extraña la airada y, sobre todo, sarcástica reacción de miles de tuiteros. Poner a Zaplana en RTVE es como poner al lobo a cuidar del rebaño. Desde la presidencia de la Generalitat convirtió a la televisión pública valencia en un simple terminal de su política de propaganda y relaciones públicas. Y como gestor, baste recordar Tierra Mítica.

Puede que sea una nueva operación de distracción. Pero es que el rumor tiene base, porque es bien conocida su buena relación con el aparato socialista, pese a ser el azote de Zapatero en la primera legislatura como portavoz parlamentario del PP.

Y es que, lamentablemente, el presidente será alguien de la esfera del PP que sea aceptable por el PSOE, no por su perfil de competencia e independencia, sino por vínculos personales, empresariales o clientelares que mantenga con el aparato socialista.

La semana pasada me atreví en tuit a establecer el siguiente perfil:

Servidor público. Alguien con un historial de servicio en la administración o en las instituciones pública, sin manchas en su hoja se servicio. Que haya llevado a cabo iniciativas de carácter público

De probada independencia. Que no pertenezca al aparato de los partidos mayoritarios. Que no haya beneficiado o perjudicado a uno u otro partido. Desde luego, ¡que no haya sido jefe de prensa o comunicación de un partido o director de un medio afin!.

– Con experiencia de gestión. Que haya realizado tareas de dirección ejecutiva. Que tenga una trayectoria de buen gestor. ¡Pero que no sea un mero recortador!.

Comunicador o con experiencia en el mundo de la comunicación. No vale alguien que venga de un banco o de una farmaceútica, pero no tiene  por que ser periodista ni director de cine. Debe de ser alguien que haya sido un comunicador eficaz o estudioso de la comunicación o directivo de un grupo de comunicación, aunque en este último caso aparece el fantasma del conflicto de intereses.

La verdad que pergueñé este perfil pensando en Lord Patten, presidente del Trust de la BBC. Patten lo ha sido todo: presidente del partido conservador, hábil gobernador de Hong Kong que dirigió la difícil tranferencia a China, comisario europeo…

¿Tenemos en España alguien así?

Pues esta mañana, cuando ha empezado a circular el nombre de Zaplana, se me ha venido a la cabeza Federico Mayor Zaragoza, exministro de educación de UCD, exsecretario general de la UNESCO. Ya sé, es mayor y esa presidencia es un potro de tortura. Es, tampoco lo ignoro, una propuesta utópica, dada su trayectoria de los últimos años próxima a los movimiento altermundistas y, por tanto, anatema para los dos partidos mayoritarios.

Para mi uno de los nombres que anda circulando, Elvira Rodríguez, es inaceptable para garantizar un mínimo pluralismo. Sin poner en cuestión su competencia técnica, entraría en la categoría de «recortadores». Que decir de su independencia. Consejera de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero mucho me temo que encaja en un perfil que no sé si lanzó el propio Rajoy: mujer, con dominio de las cuentas y que sale en los medios.

¿No puede haber alguien de la altura de la altura de Víctor García de la Concha? ¿No merece RTVE un trato como el del Instituto Cervantes?

¿Se le ocurre alguien un candidato competente e independiente?

 

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