Igualdad de oportunidades en la campaña electoral espectáculo


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Campaña espectáculo

Quién nos iba a decir que la nueva política iba a consistir en cocinar con Bertín Osborne, bailar en El Hormiguero, correr rallies con Jesús Calleja o comentar partidos de fútbol en El Larguero.

La política espectáculo ha llegado a su mayoría de edad -o lo que es lo mismo, a su estadio más infantiloide. Pensábamos que era el momento de discutir grandes cuestiones (reforma constitucional, modelo económico, regeneración pública) y, no, de lo que se trata es de ser simpático en los infoshows y realities.

Jurídicamente estos programas de televisión están fuera de la campaña electoral y son plenamente legales y legítimos, tanto desde el punto de vista de los partidos como de los operadores de televisión. Está por ver su influencia real en el voto, pero en una situación en la que hay un porcentaje muy alto de indecisos justamente en la franja de población menos ideologizada, estos programas que venden el perfil humano del candidato no pueden dejar de tener efectos. Por eso hay que plantear alguna forma de equidad entre candidatos en su acceso al infoentretenimiento televisivo.

La descentralización y desrregulación de los debates

Costó en España mantener debates electorales. Prácticamente hasta ahora han respondido a un modelo bipartidista: uno o dos debates entre los candidatos de PP y PSOE (en televisiones privadas o realizados por la Academia de la Televisión) y uno o varios debates a más bandas en TVE.

La llegada de los partidos emergentes y la posibilidad de nuevas plataformas de debate audiovisual suponen una descentralización y proliferación de los debates que van a tener lugar con distintos formatos y variados contendientes. Ello es bueno. Cuántos más debates, mejor. Pero entraña una desrregulación que redunda en tratamientos poco equitativos.

Será interesante ver el lunes como funciona la interactividad en el Debate organizado por El País (¿cuánto tardarán otros diarios nacionales en organizar actos semejantes?). De conformidad con su libertad editorial, El País no ha invitado a Unidad Popular (IU) n ai UPyD. Garzón ha recurrido al Junta Electoral Central que ha fallado en contra. Dice la Junta que la regulación de los debates no afecta a la prensa escrita. No hace falta saber nada de convergencia digital para ver la falacia de la respuesta, basta leer el periódico: «El País se convertirá en una pantalla de televisión» -dice su director.

Una palabra sobre el ectoplasma marianista. Dejar sillas vacías en los debates es una falta de respeto a los electores, pero quizá es una buena opción desde el punto de vista de resultados. Cameron siguió la misma estrategia (a la inversa, porque lo que no quería era debates a dos con el candidato laborista) y obtuvo mayoría absoluta. Rajoy es un buen parlamentario, pero carece de telegenia y de instinto asesino para el debate. El PP tiene asegurados un 25% de los votos, mejor dejar que los demás se desgasten.

En este proceso de desrregulación los partidos más perjudicados son UPyD y IU, convertidos en marginales por los medios antes de que los electores se pronuncien.

Igualdad de oportunidades en campaña y precampaña: derecho a un tratamiento equitativo

Que las candidaturas electorales tengan una cobertura equitativa es una condición imprescindible para la garantía del derecho activo al sufragio (el derecho de todos los candidatos a poder dar a conocer sus propuestas) y del derecho pasivo (el derecho de los electores a poder conocer los programas de todos los partidos).

La mayor equidad viene por la vía de la regulación de ingresos y gastos electorales y, en general, por la financiación de los partidos. La financiación general está regulada por la L. O. 8/2007 (pdf) y los gastos y subvenciones electorales por la Ley Electoral (L.O 5/85, pdf). Los gastos están limitados a una cantidad por elector (en las generales 0,37 €). La nueva L. O. 3/2015, de control económico financiero de los partidos (pdf) prohibe las donaciones de las personas jurídicas, las anónimas y las de las persona jurídicas superiores a 50.000 €. Falta todavía la prohibición de la condonación de las deudas de los partidos por los bancos.

Pero aún garantizada una equidad financiera, los medios podrían negar el acceso a determinadas candidaturas o privilegiar otras.

La Ley Electoral regula con detalle la campaña electoral: prohibición de la publicidad electoral en televisión, espacios gratuitos en los medios públicos y una simple mención a la obligación de las emisoras privadas de respetar los principios de pluralismo e igualdad, así como la proporcionalidad en debates y entrevistas y neutralidad en la información electoral (art. 66.2).

Combinando los principios de representación parlamentaria en el Congreso (corregido por la Junta Electoral con los resultados obtenidos en las locales y que da acceso a los partidos emergentes) y número de candidaturas representada se obtiene un elenco de candidaturas con un derecho equitativo de acceso a los espacios gratuitos.

Mi propuesta es que  estas candidaturas con acceso a los espacios gratuitos públicos tengan también un derecho de tratamiento equitativo en todos los medios desde el momento de su publicación en el BOE.

Me inspiro en mecanismos que funcionan o se han probando en otros lugares: el equal time norteamericano y la par condicio italiana. La regla de tiempo igual sigue aplicándose en Estados Unidos, donde la campaña es una lucha de spots publicitarios: si una televisión vende tiempo a un candidato, cualquier otro puede exigir que se le venda en las mismas condiciones. La par condicio fue introducida en Italia por Ley de 22 de febrero de 2000 y en esencia (era una regulación complicada y casuística) lo que pretendía era conseguir un tratamiento equitativo en las televisiones privadas de Berlusconi.

Este derecho de tratamiento equitativo significaría que cualquier candidato de una candidatura relevante (las que la Junta Electoral reconoce el derecho a espacios gratuitos) puede reclamar su presencia en programas, entrevistas y debates en los que aparezcan otros candidatos, con proporcionalidad a la representación reconocida por la Junta Electoral.

Ello significaría que Herzog y Garzón estuvieran no sólo en el debate de El País o en el de Antena 3, sino también que, junto con los 5 partidos nacionales con representación en el Congreso, pasaran por los programas de Bertín, Calleja, Mª Teresa Campos, José Manuel de la Morena o Pablo Motos. ¿Qué sería una barbaridad? Puede que sí, pero entonces la alternativa es que los candidatos desaparezcan de los infoshows durante la precampaña electoral.

Cambio espacios publicitarios por bloques electorales

Ya me pronuncié el pasado mayo en otra entrada de este blog por sustituir los espacios gratuitos, que se han convertido en cuñas y spots publicitarios ( ver reparto en RTVE), en espacios en los que sean los propios partidos los que informen desus  campañas, eliminando los bloques de los telediarios y permitiendo a radios y televisiones públicas informar con criterios profesionales y sin el corsé ortopédico del reparto previo de tiempos (ver plan de cobertura de RTVE).

Los repartos de tiempo a priori deben sustituirse por informes diarios enviados por los medios (públicos y privados) a la Junta Electoral para controlar una verdadera equidad de tratamiento: que todos están en entrevistas, debates y espacios no informativos de forma equitativa y que los informativos se da una presencia proporcional con desviaciones diarias que podrían llegar a un 20% de los tiempos y que en el conjunto de la campaña no superen el 10%, con la correspondiente sanción en caso contrario.

FUENTES

Propuesta Voltaire

– Almirón, Núria et al (2010): “The Regulation of Public Broadcasters’ News Coverage of Political Actors in Ten European Union Countries”. Comunicación y Sociedad, V. XXIII (1), 205-236 (pdf).
– Almirón, Núria et al (2010): “Los bloques electorales en los medios públicosdel Estado español: una excepción en Europa”. Cuadernos del CAC, 34, vol. XIII (1), 95-102. (pdf),

– Díaz Arias, Rafael (2000): “PAR CONDICIO versus EQUAL TIME”. Experiencia de regulación de spots políticos en televisión” (pdf).

– Díaz Arias, Rafael (1978): “Aproximación al régimen jurídico de la propaganda electoral”. Persona y Derecho, Nº. 5, 227-308 (pdf).

 

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Las lecciones (mediáticas) de las elecciones en el Reino Unido


El Partido Conservador ha ganado las elecciones del Reino Unido del 6 de mayo. Pero no ha logrado la mayoría absoluta. Los comicios han dado lugar a un «parlamento colgado». Los laboristas han perdido, pero su derrota no ha sido humillante como podía preverse hace unos meses. Y los liberal demócratas han ganado un 1% en votos, pero han perdido 5 escaños, sin romper su techo de cristal, pese haber logrado por primera vez la visibilidad mediática en una campaña.

Los resultados, como en cualquier elección, son fruto de millones de decisiones individuales motivadas por ideología, intereses, tradición, posiciones previas y cálculos oportunistas (voto útil).

En este caso han sido clave los indecisos, que, como es lógico, se mueven en el terreno del centro, entre los dos grandes partidos y en el terreno propio de los liberal demócratas. Si los liberales demócratas no han logrado traducir en votos el impacto mediático de su líder de Nick Clegg es porque han sido víctimas del voto útil. Y porque en el Reino Unido, con su sistema electoral mayoritario, un partido de opinión no puede derrotar a las maquinarias de los dos grandes partidos, excepto en el caso en que se produzca un vuelco radical de opinión o una polarización por alguna cuestión dramática.

Los conservadores no han conseguido convertirse en la alternativa esperada después de 13 años de gobierno laborista y los fiasco de Irak, la crisis económica y las meteduras de pata de Brown. De hecho sólo un 5% de los escaños han pasado de los laboristas a los conservadores, lo que en el Reino Unido se conoce como «swing.»

Como mostraba un estudio de Media Tenor (pdf) Cameron desarrolló la campaña más regular y coherente, sin los altibajos de Clegg ni la negativa valoración que los medios han hecho en general de Brown y con un sostenido liderazgo de presencia en los medios. Y lo que es más importante, todas las encuestas le daban como vencedor y todos los medios le presentaban como el «caballo ganador», un factor que puede llevar a los indecisos a sumarse al carro del vencedor. En general, Cameron fue el candidato mejor representado por  los medios.

Fuente Media Tenor

Finalmente, el resultado es que los liberales demócratas se han convertido en el partido que  garantizará la gobernabilidad y Clegg es el «hacedor de reyes». Su exigencia básica, primero a los conservadores, y si no logran un acuerdo con ellos a los laboristas, será la reforma del sistema electoral. La conclusión es que estas elecciones pueden terminar cambiando el sistema político más consolidado de Europa. Y ello se ha debido a una conjunción de circunstancias políticas y a la irrupción de los debates en televisión, sin que el uso de los nuevos medios haya tenido apenas importancia.



Elecciones británicas: entre la televisión y campaña puerta a puerta


La campaña electoral en el Reino Unido se mueve entre una campaña de imagen y una campaña tradicional.

Por supuesto que desde hacer muchas décadas la televisión es, como en todas partes, también en el Reino Unido, un factor decisivo para construir la imagen de los líderes, establecer la agenda e influir en las actitudes de los votantes. La novedad de esta campaña reside en los tres debates electorales, cuyo efecto más destacado ha sido hacer visible al candidato liberal demócrata, Nick Clegg.

Como muestra un nuevo estudio de Media Tenor (pdf) Clegg ha sido el candidato cuyas declaraciones han sido recogidas más por los informativos de BBC e ITV, lo que ya de por sí es un hecho revolucionario e indica que los medios consideran por primera vez que los liberales demócratas tienen posibilidades si no de ganar, sí de influir decisivamente el futuro gobierno.

Fuente Media Tenor

Pero la notoriedad mediática ha convertido a Clegg en un «político normal», sometido al escrutinio de sus contrincantes y de los medios. Así que su grado de aceptación ha pasado de un 60% después del primer debate, a un 20% dos semanas después (siempre según los datos de Media Tenor).

Pero no todo es televisión; el trabajo puerta a puerta de los candidatos es decisivo.

Los dos grandes partidos tienen potentes maquinarias electorales, pero los candidatos locales se apoyan en su propia organización y hacen un trabajo de captación directa del voto que es decisiva. Ello es posible por el sistema mayoritario de distritos uninominales cuyo electorado es perfectamente conocido y diría que hasta controlable. Cualquiera que se haya dirigido a un colegio electoral se habrá encontrado con delegados de los partidos (con su característica escarapela) que controla lista en mano si «sus electores» votan.

Los asesores de comunicación (spin doctors) no tienen más remedio que adaptar mediáticamente para sus líderes este modo de hacer campaña. Entonces la campaña puerta se convierte en un media event escenificado para mayor lucimiento del candidato. Pero, ay, a veces el elector sale respondón y el candidato se pone faltón. Es lo que ha ocurrido a Gordon Brown, cuando una votante laborista le ha cuestionado determinadas políticas laboristas. El micrófono indiscreto ha captado el chorreo a los asesores y el calificativo de intolerante a la señora. Brown, abochornado, ha tenido que pedirla disculpas personalmente como un «pecador penitente».

Un nuevo fiasco más no habrá hundido mucho más a Brown, de los que son conocidos sus modos irascibles y su poca empatía con el público. Más daño le puede hacer Cameron la crítica del padre de un niño con espina bífida a su política de crear escuelas especiales para estos alumnos. Y el daño puede venir porque cuestiona su imagen como modernizador y representante de los intereses de la clase media.

Evidentemente el trabajo puerta a puerta tiene menos influencia en los núcleos de las grandes ciudades y entre los más jóvenes. Clegg tendrá que convencer a estos jóvenes y a los aún indecisos de que votando a los liberal demócratas no se producirá un bloqueo del parlamento ni se favorece a unos agotados laboristas. Su última oportunidad, el debate de esta noche en la BBC.

(Por cierto, los «nuevos medios» están desaparecidos de esta campaña)

Debate a cinco sobre ¿Europa?


Acaba de terminar el debate en TVE entre las cinco candidaturas con mayor representación en el Parlamento Europeo. Un debate a cinco, con tiempos pactados, no puede ser un buen espectáculo audiovisual. Pero, como en otras ocasiones, ha resultado más esclarecedor que el cara a cara entre los representantes de los dos grandes partidos.

El el debate se han evidenciado dos modelos económicos y sociales. No, no estaban representados por el PP y el PSOE. Los encarnaban Izquierda Unida, a la izquierda, y Coalición por Europa (representada por CiU), a la derecha. Dos modelos nítidos. Uno partidario de intervención del estado, nacionalizaciones, derecho al aborto, estado palestino y saharaui… Otro, defens0r de privatizaciones, desrerregulaciones, mercados únicos y una Europa de los pueblos y los idiomas.

Entre estos dos polos, PSOE y PP han mantenido su consabida batalla de gobierno y oposición. Ciertamente, con el PSOE defendiendo posiciones más próximas al polo izquierdo y con el PP intentándose desmarcarse de las soluciones más radicalmente neoliberales  del polo derecho. En medio, más escorado hacia la izquierda, la Europa de los Pueblos (representada por ERC). Y como los datos demuestran esa confrontación en lo nacional de PP y PSOE se traduce en un consenso del 70% de las iniciativas en el Parlamento Europeo.

Los espectadores -sin duda pocos- han visto así dos modelos de sociedad, aunque una vez más las referencias a Europa han sido, salvo en el bloque institucional, escasas, por no decir inexistentes.

De los cinco candidatos, Ramón Jáuregui (PSOE), como siempre brillante y apasionado, con un punto de aspereza, podría considerarse como el más convincente, si es que algún elector está todavía dispuesto a dejarse convencer. Por cierto, sus  sonrisas ante opiniones que considera desmesuradas o demagógicas, le dan un tono desdeñoso y no le favorecen.

De Grandes (PP), senatorial, pesado, poco articulado, pero creíble. Meyer (IU), eficaz. A los dos representantes catalanes, nuevos en estas lides, todavía les falta un hervor.

En cuanto a la realización, correcta y conforme a la pauta pactada. Se priva a los espectadores de los cronómetros. La disposición en torno a la mesa, con un espacio abierto frente a la moderadora, ha dado como resultado que Jáuregui y Junqueras (EdP) se dirigieran directamente a cámara en sus primeras intervenciones, dando una cierta impresión de hieratismo. Cuando ha saltado apenas la chispa del debate entre los debatientes, no siempre el plano elegido ha servido los cruces de miradas. No hubiera estado de más un mayor empleo del plano cenital.

Me quedo con el «en Europa hay que hacer amigos» de Luis de Grandes, que no ha sido entendido en su respuesta por Jáuregui, al referirse a las amistades con Estados Unidos. En Europa hay que hacer amigos, porque la Unión es obra de consensos y de intercambios, de hoy por ti mañana por mi. Lástima que dada las relaciones de fuerzas y el entreguismo socialista esos consensos sean siempre de derechas.

(Aprovecho esta entrada para enlazar al monográfico del Portal de la Comunicación sobre elecciones y medios de comunicación)

Europa ausente del cara a cara Mayor-López Aguilar


¿Se debe mantener la política agraria común? ¿Debe la Unión Europea desarrollar una política anticíclica? ¿Debe desarrollar un ejército europeo? ¿Cómo conseguir la seguridad energética? ¿Es respetuosa con los derechos humanos una directiva que permite retener en centro de detención a los inmigrantes hasta seis meses? ¿Debemos ir hacia una unión política o retroceder a un mercado común? ¿Debe admitirse a Turquía en la Unión? ¿Qué características tiene que tener la futura Comisión? ¿Qué hacer si los irlandeses vuelven a rechazar el Tratado de Lisboa?…

Son algunas de las cuestiones que se planterán en el próximo Parlamento Europeo. Ninguno de los dos candidatos ha querido entrar en ellas. Mayor Oreja ha planteado el debate en términos estrictamente nacionales -quizá habría que decir nacionalistas. Y López Aguilar ha invocado a Europa sólo en el terreno de los principios, una Europa que, según dice, se construirá a partir de ahora conforme a nuestros valores.

Un debate como éste no puede estar focalizado en las complejidades técnicas que conforman el día a día de la Unión. Pero han faltado ganas de llevar la Política de la Unión a la discusión. Bien dice Mayor que a Bruselas hay que llevar la política, pero hoy poco han hecho ambos para lograrlo.

Lo lógico es que el candidato más veterano hubiera intentado poner de manifiesto las lagunas europeas del más joven. Pero no. Ha sido López Aguilar, más dinámico y agresivo, el que ha atacado la trayectoria de su contrincante en la cámara. Mayor aguanta lo que le echen con su calma y su estilo de otra época.

Las reglas del debate están puestas para que no sea tal, sino una sucesión de monólogos. Las réplicas de un minuto son la única oportunidad para la confrontación directa. López Aguilar las ha sabido aprovechar. Por supuesto, ambos han convencido a los convencidos y no creo que muchos ciudadanos cambien su voto y ni siquiera que algún abstencionista haya decidido ir a votar.

La moderadora segura y con autoridad. La realización -también pactada- correcta. Los candidatos, achicharrados, apenas podían abrir los ojos al principio. Y el cronómetro, oculto a los espectadores. Otra consecuencia de un pacto que privilegia a los dos grandes partidos.

Denuncia de los bloques electorales


Representantes institucionales de la profesión periodística española presentan un manifiesto contra la imposición de bloques electorales en los medios públicos. La Asociación de la Prensa de Madrid y los Colegios de Periodistas de Cataluña y Galicia, con la adhesión de la Federación de Sindicatos de Periodistas y la presencia de representantes de los consejos profesionales de TVE y la radio pública catalana -por cierto ¿por qué se desactivó el Foro de Organizaciones de Periodistas- denuncian como limitación a la libertad de información la imposición por la Junta Electoral de unos tiempos dedicados a informar de la campaña de cada partido en las próximas elecciones europeas (Manifiesto-pdf).

Siempre he sido contrario a los bloques electorales y en este blog he explicado su generación y consecuencias. Pero tampoco creo que se pueda tratar una campaña electoral como cualquier otro acontecimiento informativo. Estas son algunas reflexiones para buscar una alternativa a los bloques.

El problema no es el equilibrio de tiempos sino su pauta diaria

Los medios públicos no pueden adoptar una posición de apoyo a ninguna opción electoral, por eso deben tratarlas a todas equilibridamente, recogiendo sus propuestas sustanciales y dando voz a sus candidatos. Ese tratamiento equilibrado tiene que traducirse en un equilibrio de tiempos, conforme a la importancia de cada opción y para ello el criterio más objetivo es la propia representación electoral. Un  criterio que, llevado a su extremo (como ocurre con la actual regulación) lleva a ignorar a cualquier nueva propuesta sin previa representación parlamentaria.

Lo que resulta inadmisible es cada candidatura tenga una cuota diaria de tiempo, que el medio debe de llenar, haya o no noticia, y sin posibilidad de dar más atención un día determinado a aquella candidatura con mayor protagonismo informativo, positivo o negativo. El equilibrio de tiempos debiera de valorarse en el conjunto de la cobertura informativa de la campaña.

El problema no son los tiempos sino los contenidos

Los actos electorales tienen muy distinto interés informativo. Este interés debe ser valorado por los responsables de los medios y no por los secretarios de comunicación de los partidos. Los actos electorales pueden ser una parte de la información electoral, pero no la única.

Incluso con el sistema actual de bloques impuestos, nada impide a las televisiones o radios públicas informar en profundidad sobre los programas (compararlos, buscar reacciones en la sociedad), informar e investigar los perfiles de los candidatos o profundizar en el contexto y los problemas políticos y sociales que rodean las elecciones. La información electoral debiera combinar estos elementos de profundización y esclarecimiento informativo con la cobertura de los actos electorales más relevantes de las candidaturas. Y todo ello con equilibrio de tratamiento y tiempos.

Radios y televisiones públicas no pueden ser simples emisores del material de los partidos

Los grandes partidos facilitan señal realizada de sus grandes actos, como es lógico muy favorable para el partido. Entregan también declaraciones, visitas a mercados y el material que quieren incluir en «su tiempo» del bloque electoral. Las radios y televisiones públicas son las únicas que pueden decidir que se incluye.

Los partidos deben dar facilidades y en ningún caso impedir el libre trabajo de periodistas y cámaras. Las televisiones públicas tienen que producir su propio material y sólo excepcionalmente recurrir al entregado por los partidos y en tal caso advirtiendo de su origen. Si los partidos quieren sus bloques, que los saquen de los telediarios.

Radios y televisiones públicas deben autorregularse en materia de información electoral

En el actual sistema son las Juntas Electorales las que establecen la pauta y controlan los contenidos. En realidad, los acuerdos de las Juntas se fraguan mediante pactos entre los dos grandes partidos, así que son éstos los que controlan esta información decisiva para la democracia.

Las radios y televisiones públicas debieran de elaborar un código o conjunto de buenas prácticas en materia electoral, que sirva de referencia a todos.  Tanto RTVE como la Corporación Catalana de Radio y Televisión tienen consejos profesionales de informativos que podrían ejercer un control interno. Para las Juntas Electorales quedaría la intervención previo recurso a sustanciar en un tiempo brevísimo que permitiera reparar los desequilibrios informativos durante la propia campaña.

Los bloques electorales son una manifestación más de la degradación informativa

Los medios, todos, son cada vez más dependientes de las fuentes instituciones, políticas y económicas. Los más dependientes son las televisiones, todas, las públicas y las privadas. La única manera de romper esa dependencia es hacer periodismo de calidad. Un grito de protesta debiera ser el boicot efectivo a cualquier comparecencia pública sin preguntas.

Confundir información con propaganda electoral


Luchaba anoche con mi conexión a Intenet (una vez más Ya.com me tiene sin servicio adsl y, en consecuencia con el blog desatendido) cuando escuché en el Telediario de TVE a Lorenzo Milá introducir el bloque electoral y anunciar que «el orden y los tiempos son establecidos por la Junta Electoral… Una obligación que el Consejo de Informativos de TVE critica porque considera que las campañas deben hacerse exclusivamente con criterios informativos…» (video). Pensé, bueno, el férreo corsé de la propaganda se afloja un poco.

La declaración del Consejo de Informativos es una más de las voces profesionales que vienen pidiendo recuperar la información en las campañas electorales. Los periodistas catalanes fueron pioneros y consiguieron que los bloques electorales se identificaran como una imposición. Ahora el Colexio de Xornalistas de Galicia denuncia que los partidos ponen obstáculos a la toma de imágenes en sus mítines (denuncia de la que también se hizo eco el Telediario de TVE). Es un cambio cualitativo que, por primera vez, TVE se haga eco de esta crítica profesional, aunque sea por una vía tan tímida como esas referencias en el Telediario. Es cierto, también, que durante el bloque electoral aparecen rótulos en los que se advierte que las imágenes han sido grabadas por los respectivos partidos, un principio recogido en el Código Deontólogico del Estatuto de Informativos de RTVE (art. 9.5). Es un pequeño logro del Consejo de Informativos de TVE, que como el de RNE, están encontrando graves obstáculos para desarrollar su misión de control.

¿Cómo es posible que la información electoral haya llegado a convertirse en propaganda? Desde las primeras elecciones democráticas las normas electorales (en la actualidad la L. O. 5/85, de Régimen Electoral General) regularon los espacios de propaganda gratuita en la radio y la televisión públicas. De la sopa de letras de 1977, con todo tipo de agrupaciones y coaliciones improvisando un discurso ideológico antes las cámaras, se pasó a primar a los grupos en función de su representación parlamentaria. Los partidos, según su capacidad económica, fueron poco a poco empleando estos espacios para colocar propaganda con el formato de spot publicitario, con nulo segumiento de la audiencia. Por otra parte, a partir de 1982, TVE, la única televisión por entonces, organizó la cobertura de los mítines y caravanas electorales. Muy pronto la información dejó paso a la propaganda, con un espacio reservado en esa cobertura informativa para los grandes partidos. La Junta Electoral Central exige y aprueba un plan de cobertura informativa de las cadenas públicas para cada convocatoria electoral.

El resultado de este sistema es que la cobertura informativa se ha convertido en un clon de los espacios gratuitos, con los partidos realizando grandes despliegues técnicos, suministrando la imagen realizada (y enaltecedora de la organización y el líder) a las cadenas y dificultando el acceso de las cámaras de las televisiones. Es imprescindible que la Junta Electoral vigile la imparcialidad y el equilibrio informativo, pero someter la información a un previo reparto de tiempos es enfeudarla a los partidos, es convertirla en propaganda. La prensa realiza el seguimiento de la campaña, pero también desarrolla los grandes temas informativos planteados. Las televisiones se quedan en la campaña y las públicas reparten esa cobertura de tal forma que, a veces, para cubrir la cuota de un determinado partido en el día se improvisa una declaración. Es hora de liberar de esa propaganda a los telediarios y hacer información de verdad, esto es, planteando y esclareciendo las cuestiones en juego en esas elecciones.

El gobierno virtual de Obama


Casi cada día, elpresidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, comparece en rueda de prensa para ir presentando a su equipo. La transión en Estados Unidos, ese período que transcurre entre la elección y la toma de posesión, es una de las cuestiones clásicas de estudio de la ciencia política en ese país. La transición tiene procedimientos bien establecidos y normalmente se hace con discrección, sin excesiva presencia pública del presidente electo. En esta estraordinaria transición, en medio de la crisis, la constitución del equipo de gobierno está teniendo gran visibilidad, en un intento de crear confianza y mostrar que a partir del 20 de enero arrancará el cambio prometido… aunque sea con personajes que, no por competentes, difícilmente pueden simbolizar el cambio dadas sus largas carreras y compromisos con el establecimiento. A ello, Obama responde «El cambio soy yo». Ya veremos…

Esta transición está teniendo su presencia en el ciberespacio en el sitio http://change.gov/, en continuidad con la propia campaña.

Internet ha sido la columan vertebral de la campaña de Obama y ha sido clave para su victoria, hasta el punto de que puede decirse que ha cambiado el modo de hacer política: captación de voluntarios a través de las redes sociales sin afiliación con la campaña, recogida de fondos de pequeñas donaciones no sometidas a limitaciones conforme a las técnicas del marketing viral, utilización de los recursos gratuitos del ciberespacio como You.Tube y una interacción continua con sus partidarios.

Esa interacción es la que parece ofrecer esa página del cambio de gobierno. Se invita a presentar ideas ante cada uno de los grandes temas de la agenda presidencial y a entrar en debate con figuras tan destacadas como el próximo Secretario de Sanidad, Tom Daschle. Tampoco falta el story telling, con la invitación a contar las historias del cambio. Con todo ello, el equipo del nuevo presidente puede recibir un feedback en una escala hasta ahora inimaginable. Eso sí, Obama se lleva de su campaña los datos de los que le apoyaron quizá con la simple compra de una camiseta, previo permiso de los interesados que habrán recibido el correspondiente mensaje. A cambio, libera de copyright el sitio de la transición y coloca todos sus materiales bajo licencia Creative Commons 3.0.

Veremos si este estilo internet 3.0 se traslada al sitio de la Casa Blanca, una página perfectamente institucional, propio de internet 1.0.

La tecnología ofrece un vehículo de interacción, pero la política supera la tecnología. Se trata de escuchar las demandas profundas de los ciudadanos y hacerlas posibles. Veremos a partir del 20 de enero si el cambio no es más que un pragmatismo postmoderno.

Estados Unidos y Congo: cobertura, espectáculo y silencio informativo


Las televisiones españolas han destacado una tropa considerable a las elecciones de Estados Unidos y nos anuncian espectaculares programas informativos. La ocasión lo merece. Hay un anhelo de cambio de época y paradigma y lo que pase en el Imperio termina por afectarnos.

En el este del Congo, junto a la frontera con Ruanda, se desarrolla el enésimo episodio de la Guerra de los Grandes Lagos, la Guerra Mundial Africana. Un cuarto millón de personas han huido de sus hogares, un éxodo de proporciones biblícas y el riesgo de matanzas masivas es grande. Podemos estar al borde de un nuevo genocidio, propiciado por la desaparición del estado en la región, la manipulación de las diferencias étnicas por los gobiernos de Kigali y Kinshasha y la voracidad de las multinacionales. Las televisiones españolas se limitan a esparcir de vez en cuando alguna información breve con material de agencia, y eso que son imágenes con una fuerza especial. Ni siquiera  se ha «localizado» esta información, pese a que una misionera española haya perdido las piernas en una explosión o que el comandante de la fuerza de la ONU, un general español, haya dimitido. En definitiva, un escandaloso silencia informativo.

Muchos de los informadores en Estados Unidos han hecho un gran trabajo. Destaco los reportajes de Juan Antonio Sacaluga sobre el déficit democrático de Estados Unidos o el blog de Anna Bosch. Pero, ¿es necesario presentar los telediarios en Estados Unidos, como harán TVE y Antena 3? Tampoco pasaría nada para que algún equipo se traslara de Washington a Goma.

Luchar contra el rumor


Leo en el Campaign Desk de la Columbia Journalism Review (CJR) un artículo titulado That’s not right que plantea cuál debe de ser la actitud de un reportero ante el rumor de que Barack Obama es musulmán. Los reporteros que siguen la campaña se ha visto confrontados con el rumor, sobre todo en su trato con los asistentes a los mítines de McCain. ¿Qué hacer?

Lo primero, como reconoce uno de los reporteros, sería plantear qué importa que sea o no musulmán. Pero todos reconocen que con la islamofobia extendida en la sociedad norteamericana -y la importancia de la religión allí, añadiría yo- la cuestión cuenta.

Todos están de acuerdo en que deben de aclarar en sus informaciones que Obama es cristiano. Algiunos piensan que esa es única obligación: informar, no cambiar el pensamiento de la gente. Otros, en cambio, entienden que informar significa mostrar la verdad y recomiendan dejar claro al interlocutor, sin entrar en discusión, lo erróneo de su opinión demostrándoles lo inconsistente de sus fuentes.

Entre estas dos posturas, creo que lo obligado es informar correctamente; intentar mostrar el error a nuestros interlocutores es ya una cuestión personal, no profesional.

Curiosamente, los reporteros no plantean una cuestión básica respecto al rumor. Cualquier desmentido, o, simplemente, la mención a su falsedad en una información, multiplica el rumor. Desde un punto de vista deontológico, es obligación del periodista desmentir el rumor si le consta la falsedad del mismo, aportando los datos en su poder para apoyar su información. Si eso al final propala el rumor, no podemos hacer nada. Otra cosa son los afectados por el rumor, que debieran de sopesar si un desmentido les perjudica más que callar.

Para desngrasar aqú dejo el enlace a este vídeo en el que Obama bromea: «soy de Kripton»

Y puesto que hablo de la campaña en Estados Unidos, reflejar tambien la polémica sobre la «vulgarización de la política americana», recogida en otra reseña de la CJR. A la afirmación de que la candidatura de Palin es un síntoma de la vulgarización de la política, responde Bill Kristol en The New York Times, una de los grandes santones neocon, acusando a quien tal cosa afirme de defender un elitismo profundamente contrario a la democracia, que no es otra cosa que el el gobierno del vulgo. Una opinión que trata de vestir intelectualmente el populismo más ramplón, como ya analicé en las entradas Líderes a nuestra semejanza y «Reality electoral»

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