Elecciones británicas: entre la televisión y campaña puerta a puerta


La campaña electoral en el Reino Unido se mueve entre una campaña de imagen y una campaña tradicional.

Por supuesto que desde hacer muchas décadas la televisión es, como en todas partes, también en el Reino Unido, un factor decisivo para construir la imagen de los líderes, establecer la agenda e influir en las actitudes de los votantes. La novedad de esta campaña reside en los tres debates electorales, cuyo efecto más destacado ha sido hacer visible al candidato liberal demócrata, Nick Clegg.

Como muestra un nuevo estudio de Media Tenor (pdf) Clegg ha sido el candidato cuyas declaraciones han sido recogidas más por los informativos de BBC e ITV, lo que ya de por sí es un hecho revolucionario e indica que los medios consideran por primera vez que los liberales demócratas tienen posibilidades si no de ganar, sí de influir decisivamente el futuro gobierno.

Fuente Media Tenor

Pero la notoriedad mediática ha convertido a Clegg en un «político normal», sometido al escrutinio de sus contrincantes y de los medios. Así que su grado de aceptación ha pasado de un 60% después del primer debate, a un 20% dos semanas después (siempre según los datos de Media Tenor).

Pero no todo es televisión; el trabajo puerta a puerta de los candidatos es decisivo.

Los dos grandes partidos tienen potentes maquinarias electorales, pero los candidatos locales se apoyan en su propia organización y hacen un trabajo de captación directa del voto que es decisiva. Ello es posible por el sistema mayoritario de distritos uninominales cuyo electorado es perfectamente conocido y diría que hasta controlable. Cualquiera que se haya dirigido a un colegio electoral se habrá encontrado con delegados de los partidos (con su característica escarapela) que controla lista en mano si «sus electores» votan.

Los asesores de comunicación (spin doctors) no tienen más remedio que adaptar mediáticamente para sus líderes este modo de hacer campaña. Entonces la campaña puerta se convierte en un media event escenificado para mayor lucimiento del candidato. Pero, ay, a veces el elector sale respondón y el candidato se pone faltón. Es lo que ha ocurrido a Gordon Brown, cuando una votante laborista le ha cuestionado determinadas políticas laboristas. El micrófono indiscreto ha captado el chorreo a los asesores y el calificativo de intolerante a la señora. Brown, abochornado, ha tenido que pedirla disculpas personalmente como un «pecador penitente».

Un nuevo fiasco más no habrá hundido mucho más a Brown, de los que son conocidos sus modos irascibles y su poca empatía con el público. Más daño le puede hacer Cameron la crítica del padre de un niño con espina bífida a su política de crear escuelas especiales para estos alumnos. Y el daño puede venir porque cuestiona su imagen como modernizador y representante de los intereses de la clase media.

Evidentemente el trabajo puerta a puerta tiene menos influencia en los núcleos de las grandes ciudades y entre los más jóvenes. Clegg tendrá que convencer a estos jóvenes y a los aún indecisos de que votando a los liberal demócratas no se producirá un bloqueo del parlamento ni se favorece a unos agotados laboristas. Su última oportunidad, el debate de esta noche en la BBC.

(Por cierto, los «nuevos medios» están desaparecidos de esta campaña)

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