La voz de los hambrientos


Jean Ziegler ha puesto fin a su mandato como Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación con una enérgica denuncia de la hambruna que el alza del precio de los alimentos está ya ocasionando en decenas de países (EFE vía Terra y Google -por cierto, para cuando el acceso directo a la información de la agencia pública- y El País 29-04-08). Ziegler apunta como responsables a los biocarburantes (a los que califica como»crimen contra la humanidad»), a las políticas aberrantes del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio y a la especulación. Unas horas después, la ONU presentaba un plan de urgencia para hacer frente a la crisis alimentaria.

Ziegler se despide de la primera línea (pasa a ser asesor del Comité Económico y Social de la ONU). Desde hace 25 años este suizo no ha dejado de levantar su voz contra las estructuras internacionales injustas. Lo hizo como diputado en el parlamento suizo por el partido socialista, hasta que sus conciudadanos dejaron de elegirle. Desde su escaño denunció la implicación de la banca suiza en el tráfico ilícito de capitales, lo que supuso romper todo un tabú en su país. Investigó, luego, la connivencia de Suiza con los nazis. En estos últimos años ha defendido desde la tribuna de la ONU hacer efectivo el derecho a los alimentos para toda la humanidad. Puede que a veces sus manifestaciones resulten poco matizadas, pero es el grito que surge de un corazón agraviado por la injusticia.

Tuve el honor de entrevistar a Ziegler hace unos diez años, cuando publicó en España «El oro nazi» (Ed. Planeta). La obra reconstruye la relación de la Alemania nazi con los banqueros suizos y sostiene la tesis de que sin sus servicios -divisas a cambio del oro y las riquezas expoliadas por todo Europa)- la guerra habría terminado mucho antes. En el libro se narra un episodio emocionante. Una tormenta de nieve paraliza un tren en el pueblo de Ziegler, Interlaken. Cuando los vecinos van a socorrer a los ferroviarios atrapados, el vendaval levanta una lona y muestra el cargamento, armas con destino a Alemania. Ziegler, un adolescente, inquiere a su padre, un juez defensor de los valores de la democracia helvética, cómo era posible que Suiza, ese santuario democrático, fuera lugar de tránsito para esos cañones y ametralladoras. Su padre se echó a llorar y esa imagen acompañará siempre a Ziegler y le hará cuestionarse los valores establecidos.

Echaremos de menos su voz.

Expolio y pornocultura


Se me hace cuesta arriba hablar del Chiki-Chiki. Me resisto a hacer el juego al montaje. Pero no puedo por menos que hacerme eco de dos visiones que desmontan el montaje.

Javier Pérez Albéniz (El Descodificador, SoiTu) nos informa de que la gala con la que anoche castigó TVE a la audiencia fue confiada a la productora El Terrat. No es más que una manifestación más del expolio que las distintas empresas del Grupo Árbol somete a la RTVE presidida por Luis Fernández. Con la operación Eurovisión, TVE se ha convertido en una ventana y en un negocio para su competencia, la Sexta.

La otra visión, desde el análisis cultural, la aporta Francisco Rodríguez Pastoriza en el Faro de Vigo (Suplemento Sábado 12 de abril, p. 2). Pastoriza, periodista y profesor de periodismo cultural, enmarca el fenómeno en la teoría de la pornocultura, como un escalón más en la degradación de la pseudocultura. Y es que algunas de estas pretendidas expresiones culturales ofenden al pudor. Cito a Rodríguez Pastoriza:

«Con una melodía infantiloide, un ritmo que pretende emular al hip-hop (ya quisiera) y una letra sin sentido (ni siquiera del humor), su intención es la de crear una imagen de provocación hacia un concurso contra el que lo más fácil es hacer una parodia, lo cual no es el caso, ya que la maniobra no llega a alcanzar tal categoría, ni menos ser una sátira de la sociedad actual, como se quiere vender. La operación comercial amparada bajo la etiqueta friki (derivación españolizada de freak), lleva el nombre de Rodolfo Chikilicuatre y ya ha proporcionado a su protagonista, el humorista David Fernández, salido de un programa de televisión de la competencia, La Sexta, que presenta Andreu Buenafuente (responsable de la productora El Terrat, creadora del personaje, de la que fue director general el actual director de TVE Javier Pons), ha proporcionado, decíamos, el estatus de popular y millonario para una buena temporada. Si los acontecimientos mediáticos responden a las circunstancias por las que atraviesa una sociedad, habría que preguntarse qué es lo que está pasando en la sociedad española
de estos años. ¿Se puede relacionar este acontecimiento con los resultados del informe Pisa?….»

Los derechos de los periodistas cuestionados por los cambios económicos y tecnológicos


Mi amigo Paco Audije me envía el comunicado de la Federación Internacional de Periodistas con ocasión del Día Mundial por la Libertad de Prensa. Copio el comunicado y subrayo la última parte: no sólo regímenes despóticos vulneran las libertades de expresión e información; también corren peligro estas libertades en aquellos países, que pese al reconocimiento jurídico y al respeto del pluralismo externo, se ataca el pluralismo interno debilitando los derechos profesionales de los periodistas so pretexto de una ineludible modernización tecnológica.

Comunicado de la F.I.P. en vísperas y con motivo del Día Mundial por la Libertad de Prensa.
LOS PERIODISTAS PIDEN UNA SOLIDARIDAD GLOBAL PARA HACER FRENTE A LAS AMENAZAS CONTRA LOS MEDIOS.

La Federación Internacional de Periodistas (FIP) afirma que en la lucha global por la seguridad, el trabajo en buenas condiciones y por la calidad del periodismo, sólo puede obtenerse la victoria si los periodistas actúan juntos en defensa de sus derechos.

En su declaración con motivo del Día Mundial por la Libertad de Prensa en 2008, la FIP llama a renovar la solidaridad mundial entre periodistas para luchar contra las amenazas que sufren los medios de comunicación.

“El futuro del periodismo depende de que podamos renovar y construir esa solidaridad”, ha declarado Jim Boumelha. “Nuestro trabajo está en el corazón de la lucha por la democracia y los derechos humanos”.

La FIP declara que el futuro del periodismo no puede estar garantizado por montajes publicitarios de inspiración política, ni por el enmudecimiento de los medios o los recortes de sus presupuestos.

En todo el globo, los sindicatos que pertenecen a la FIP, el mayor grupo de periodistas de todo el mundo, señalan este Día Mundial por la Libertad de Prensa con distintos actos y actividades que tratan de subrayar la crisis que afecta a los que trabajan en el campo del periodismo.

“En días recientes, hemos llevado nuestro mensaje de solidaridad a China, Pakistán, Rusia, México e Irak”, ha dicho Boumelha. “ En todos esos lugares, los periodistas están presionados. Nuestros colegas lograrán defender sus derechos si pueden trabajar juntos, llegar a todos los que están en el periodismo, viejo o nuevo, y construir puentes que lo fortalezcan. Donde hay divisiones y discordia, allí prosperan los enemigos de la libertad de prensa.”

La FIP afirma que la libertad de prensa y los derechos profesionales de los periodistas son cuestionados incluso en los países más democráticos, donde los cambios económicos y tecnológicos conducen a una mayor fragilidad en las condiciones de trabajo. También terminan socavando los niveles tradicionales de pluralidad de la prensa escrita y de los medios audiovisuales. En otras partes del mundo, diversos tipos de presiones, en especial la violencia, que se convierte en rutinaria, amenazan el ejercicio del periodismo.

En muchos países, los ataques a los periodistas tienen su raíz en el trabajo de investigación de los reporteros, que prueban y exponen la corrupción en los negocios o la política.

“Vivimos en un mundo donde, gracias a Internet, la libertad de expresión se ha hecho realidad para millones”, ha añadido Boumelha, “pero para los periodistas que buscan la verdad hay nuevos peligros y amenazas. Necesitamos defender nuestras libertades elementales renovando nuestro compromiso sindical unitario y nuestra solidaridad profesional”.

En Europa, Arne König, presidente de la FEP, ha dicho: “El Día Mundial por la Libertad de Prensa nos muestra una oportunidad ejemplar de cómo el periodismo de calidad es vital para la democracia y puede alcanzar sus objetivos, cuando los periodistas logran condiciones de trabajo decentes y respeto a su oficio”.

La FIP declara que la presión contra los periodistas para que revelen sus fuentes de información y los residuos de interferencia política son retos a los que se enfrentan los periodistas y los medios.

“Y no podemos ignorar el impacto de la crisis económica, que ha afectado a buena parte de los medios en Europa. El periodismo de calidad sufre los recortes tremendos impuestos por los propietarios de los medios en sus presupuestos”, ha añadido König.


221 millones de chinos en el ciberespacio


No me gusta ser simple eco de las noticias, pero voy a romper mi propia regla. China acaba de superar en número de internautas a Estados Unidos (Reuters). Ya hay 221 millones de chinos que acceden regularmente al ciberespacio, según las autoridades chinas. China se convierte en el país con el mayor número de internautas. La proporción sobre la población total (16%) está todavía por debajo de la media mundial (19,1%, España casi un 50%). Ese bajo porcentaje augura, precisamente, un rápido crecimiento. Piénsese que sólo con llegar a esa media mundial, China sumaría otros 45 millones de internautas.

La noticia no es sino un síntoma más del liderazgo de China en esta era de globalización. El inglés sigue dominando en la red porque es el idioma universal, pero crear contenidos en chino es proyectar un producto a la mayor masa de internautas con una lengua y una cultura común (con su propia diversidad, claro está) en un mismo espacio público. Hasta ahora, las autoridades chinas han logrado controlar parcialmente los contenidos, pero, sobre todo, controlar a los internautas, contando para ello con los grandes compañías de la red (Yahoo, Google). Pero ese esfuerzo cada vez será más costoso, no sólo en términos de recursos empleados en el propio control, sino, sobre todo, en la pérdida de oportunidades y creatividad. La revolución terminará llegando a China por el ciberespacio. No será, claro, una explosión violenta, sino una progresiva construcción de un espacio público más abierto a través de las comunidades creadas en la red.

Panorama del periodismo en red


Ha terminado esta tarde el III Congreso Internacional de Periodismo en Red y el panorama mostrado indica un cierto cansancio, un cierto agotamiento en las distintas iniciativas expuestas, una desorientación en las tendencias. No es que las exposiciones de ponentes y comunicantes no fueran interesantes (ya me referí a la conferencia inaugural de Jean-François Fogel), es que no se termina de ver brillar al buen periodismo en el ciberespacio.

Los medios tradicionales migran hacia el ciberespacio, pero lo hacen a costa de debilitar sus redacciones tradicionales, los verdaderos motores informativos, a cambio de fortalecer las redacciones digitales, pero que siguen atadas al ordenador, redacciones donde sus periodistas no buscan ni investigan noticias, se contentan con reeditarlas lo más rápido posible. Redacciones donde la convergencia digital es más un mito que una realidad. Y la ciberpublicidad no genera ingresos tan rápidamente como los pierden los medios tradicionales. Estos medios intentan integrar los contenidos generados por la audiencia, pero los resultados informativos resultan decepcionantes.

Proliferan los ciberchiringuitos, que pretenden ser medios informativos, con redacciones de tres o cuatro periodistas. Los blogs han perdido mucho de su frescura. Los más visitados siguen siendo los de un grupo de periodistas tecnológos, pendientes de nuevas tendencias en la red, más que de lo que pasa en el mundo real. Luego están los blogs ideologizados, los más numerosos, que no son más que ecos de sus líderes de opinión que ofician en los medios tradicionales.

También se agota el periodismo ciudadano, circunscrito a experiencias informativas de hiperproximidad.

Se nos anuncia la web 3.0, la de la hiperconectividad como un nuevo reto para crear contenidos de relevancia e interés.

Es cierto que en el ciberespacio manda la demanda sobre la oferta, que los ciudadanos crean información y vigilan a los periodistas, pero no por eso parece que la hegemonía de las fuentes (en definitiva, de los grandes poderes) esté en cuestión.

¿Construye el ciberperiodismo espacio público? Me parece que no.

En fin, son impresiones a vuela pluma y como tal completamente subjetivas.

Una voz independiente que se expresa en una sociedad democrática


«El periodismo es una voz independiente que se expresa en una sociedad democrática» – Jean François Fogel.

Esta es la esencia y la fuerza del periodismo, en el mundo analógico y en el mundo digital. No puedo por menos que estar de acuerdo con Fogel, a cargo de quien ha corrido la lección inaugural del III Congreso Internacional de Periodismo en la Red.

En la tercera etapa del periodismo en la red, los internautas tienen a su alcance las mismas herramientas que los periodistas antes tenían en exclusiva para jerarquizar, tematizar, crear agenda… El periodismo, como otras actividades, está dominado ahora por la demanda (la audiencia) no por la oferta (los medios). Por eso, los periodistas tienen que producir una información de más calidad, más fiable, más completa, mejor documentada… que la que puede crear cualquier ciudadano. Y ahí es donde es esencial encontrar esa voz independiente que construya el espacio público.

Los medios tradicionales no van a desaparecer -asegura Fogel- pero tienen que adaptarse profundamente, sobre todo la prensa, a la nueva situación, incidir en la diferencia, en la calidad, no en la instantaneidad.

Son algunas de las ideas, recién enunciadas en su conferencia por Fogel esta mañana en la Facultad de Ciencia de la Información de la Universidad Complutense.

La crisis de Le Monde vista por Jean-François Fogel


Con ocasión del III Congreso Internacional de Periodismo en la Red he tenido la ocasión de intercambiar unas opiniones con Jean-François Fogel.

Fogel fue asesor del director de Le Monde entre 1995 y 2002 y es uno de los cerebros de la edición digital del periódico francés. Además, comparte la autoría del libro «La prensa sin Gutemberg» con Patino, uno de los triunviros descabalgados por la actual crisis. Conoce bien Le Monde, pero su posición parece próxima a la anterior dirección (Fottorino, Patino, Jeantet).

Para Fogel, la ampliación de capital por parte de Lagardére y Prisa es ineludible. Esa ampliación no cambiaría los contenidos, pero si el modo de gestión. Acusa a la Sociedad de Redactores de no querer adaptarse a las necesidades de una gestión más ágil, agitando el fantasma del riesgo para la independencia. Con la ampliación, la Sociedad de Redactores perdería su poder de veto. Los sindicatos quieren ocupar el espacio de la Sociedad de Redactores. La huelga reafirma su poder y su influencia de cara a negociar con la empresa. El diario de papel -dice Fogel- debe cambiar mucho y aprender de la gestión del diario digital.

Una opinión autorizada que me reafirma en la impresión de que la crisis no está ni mucho menos cerrada.

¿El «mayo» de Bolonia?


Desde hace una semana, un grupo de estudiantes de la Universidad Complutense mantienen un encierro en el hall de la Facultad de Filosofía contra la reforma de los planes de estudio propiciada por el llamado proceso de Bolonia. Cuando el Rector, Carlos Berzosa, pasaba por allí para una conferencia sobre los maestros en la II República, se produjo un agrio intercambio con los encerrados (véase el correspondiente vídeo). Del incidente salió el compromiso de celebrar un debate público, que tuvo lugar el viernes y donde el propio Rector mostró sus acuerdos y discrepancias con la reforma que se avecina.

Bolonia, la ciudad en la que los ministros de educación europeos pusieron en marcha este proceso, es sinónimo de Espacio Europeo de Educación Superior. Se trata, resumidamente, de homologar los estudios universitarios europeos, para lograr el pleno reconocimiento de títulos y la movilidad de titulados y estudiantes en la Europa de los 27. Para esa homologación se ha tomado como modelo el anglosajón, más pragmático, más volcado hacia la empresa y con más recursos que el latino.

Sin ser ningún especialista en la materia daré algunas opiniones sobre este cambio.

Sin duda es positiva esa homologación y las posibilidades de movilidad que comporta, la cuestión es cómo se haga. Los estudios universitarios se parten en tres ciclos: grado, masters y doctorado. Después de mucha batalla, los grados serán de cuatro años (frente a los tres de la mayoría de los países europeos) y los masters de dos. Tienen razón los estudiantes cuando critican que para alcanzar los conocimientos que antes se obtenían en la licenciatura, ahora habrá que cursar grado y master, esto es, en total, 6 años. Y además, los precios de las matrículas subirán, sobre todo en los masters. Toda la reforma se hace con el lema de hacer una Universidad más competitiva. Los alumnos y muchos profesores critican este concepto y denuncian que las universidades se van a acomodar a las necesidades de las empresas. No digo que conceptualmente no tengan razón, pero en la práctica me parece que la Universidad va a seguir siendo tan endogámica como siempre. El hecho de que en los dos primeros años del Grado hayan de colocarse 10 asignaturas de las materias básicas de la rama de conocimiento a la que pertenecen los estudios, no hace más que convertir a los grados en una programación de la enseñanza secundaria. Prácticamente, los alumnos no entrarán en materia hasta el tercer curso del Grado.

Lo más positivo de Bolonia es cambiar el concepto de enseñanza universitaria, de una transmisión jerárquica de conocimientos (instrumentada en la clase magistral) a un aprendizaje basado en el trabajo personal y de grupo y tutelado por el profesor. De hecho el crédito europeo ya no son de clase recibidas, sino horas de trabajo del alumno. Pero ¿es posible aplicar este modelo con grupos de 140 alumnos? Evidentemente, no. Son interesantes las conclusiones de los grupos pilotos a los que se ha aplicado la reforma. Los profesores no creen que la nueva metodología pueda aplicarse a grupos de más de 25 alumnos y se quejan de que todo su trabajo como guías del aprendizaje del alumno no se encuentre reconocido ni computado. Y los alumnos ¡piden más clases magistrales!… Que profundo ha calado entre todos la pereza mental.

La Universidad además, ahora, pasa a depender del nuevo ministerio de Innovación. Lo que seguramente redundará en privilegiar más la investigación que la docencia. A este paso, no habrá docentes, porque esa es una actividad despreciada.

Este proceso de reforma es paradigmático del déficit democrático de la Unión Europea. Los técnicos preparan proyectos, que los ministros negocian hasta lograr complicados equlibrios. Luego vuelven a sus países con un paquete debajo del brazo, que sólo cabe adaptar a las peculiaridades nacionales. Ya no hay lugar para el debate democrático nacional, sólo caben explicaciones, programas de adaptación, paños calientes y luchas por situaciones de poder en el nuevo marco (como ocurrió en la determinación del catálogo de carreras y cómo está pasando ahora con la redacción de los nuevos planes).

Pero a lo que iba el título. ¿Pueden estas protestas universitarias terminar desembocando en un nuevo «mayo», 40 años después? Hay quien, como Libertad Digital, parece estar deseando esa explosión, en parte como la tumba de Zapatero, en parte para dar una batalla ideológica a los odiados valores de mayo del 68, fuente de todos los males -Sarko dixit.

La quimera de mayo está ahí y los alumnos parecen dispuestos a asumirla. Traigo aquí la cita de Edgar Morin, en una entrevista sobre mayo del 68 (Martí Font en Babelia):

P. ¿Qué queda de Mayo del 68?

R. Para empezar, el acontecimiento fue totalmente olvidado, escondido, por varias generaciones. Es ahora, con esta enorme conmemoración mediática, cuando la historia resurge. No sé lo que piensa la juventud de lo que pasó entonces, pero hay un fenómeno francés muy particular que los políticos no acaban de entender. La juventud pasa de fases estudiosas, aparentemente despolitizadas, en las que se diría que se ocupan exclusivamente de sí mismos, de sus estudios, a despertar bruscamente con una explosión, a menudo provocada por un proyecto de reformas, de hecho, de minirreformas secundarias y estúpidas, que sirve de detonador a una revuelta estudiantil. Lo que es interesante es que una vez que ha comenzado la revuelta proporciona un placer maravilloso a sus protagonistas, porque les permite desafiar a la autoridad, a la policía. Entonces las autoridades les hacen caso, les reciben en los palacios, y cuando el ministro cede y les dice: de acuerdo, vamos a satisfacer vuestras reivindicaciones, entonces contestan: no, no. Queremos más. Y toman la calle y desafían al mundo adulto y se emborrachan de felicidad. Luego la revuelta se descompone porque, por un lado, un cierto número de elementos activistas intentan controlar el movimiento y se pelean entre ellos, y el tiempo pasa y el movimiento se deshace. Pero lo importante es que cada uno de estos episodios consigue que los jóvenes se politicen, entren en la polis, en la sociedad política, en el juego de la cosa pública. Un proceso muy saludable para la sociedad francesa.

Esperemos, con el viejo profesor, que la actual contestación, propicie un verdadero debate, sirva para enderezar algunos rumbos y suponga para muchos de estos jóvenes su bautizo político, en el sentido más noble de la política.

Los trabajadores aprueban el Estatuto de Información de RTVE


A las 7 de esta tarde se cerraban las urnas en los principales centros de RTVE. Los trabajadores han votado el Estatuto de Información de la Corporación, que ya comenté en una entrada anterior. Soy poco partidario de abusar del adjetivo histórico, pero en este caso, desde el punto de vista de la historia de la radiotelevisión pública y, por tanto para la comunicación pública y, en definitiva, para el desarrollo democrático de este país, ese estatuto supone un paso gigantesco. Gigantesco, porque crea un marco para que los profesionales puedan desarrollar su labor de informar con independencia personal y refuerza la independencia editorial de la Corporación al dotarla de unos órganos de control interno vigilantes de las obligaciones deontológicas y de la misión de servicio público que RTVE tiene asignada.

Los resultados provisionales anticipan una participación en torno al 52%, un voto favorable del 71%, un 22% en contra y el resto voto en blanco o nulo. Estos resultados requieren algún análisis.

En primer lugar, la participación puede considerarse buena, teniendo en cuenta que, como cualquier referendum, esta consulta era difícil que suscitara una gran movilización. Además, la peculiar estructura organizativa de la empresa impone una alta abstención técnica (diversidad de turnos, viajes, libranzas, diversidad de sedes). Piénsese que el referendum convocado hace dos años por los sindicatos para la aprobación del ERE, una cuestión en la que se jugaba el futuro de la empresa y el futuro personal de más de 4.000 trabajadores, logró una participación de un 56%. Además, una de las conquistas de este estatuto ha sido extender su ámbito más allá de los Servicios Informativos de RNE y TVE a todos los programas con contenidos informativos, y más de los periodistas a todos los profesionales del sonido, la imagen o el periodismo que aportan su contribución creativa al producto informativo (denominados por el Estatuto profesionales de la información audiovisual y sujetos de los derechos y deberes definidos por el texto). Pero el grado de concienciación de este instrumento era, lógicamente, menor fuera de los respectivos servicios informativos y la abstención de esos colectivos fuera de las grandes Redacciones ha podido ser menor.

¿Por qué un voto negativo significativo? El Estatuto se ha encontrado en su última etapa con un escollo importante, el rechazo del Comité General intercentros y de todos los sindicatos, salvo CGT. El Comité General Intercentros llegó a solicitar al Consejo de Administración la suspensión del referendum. Dos eran sus objeciones: la incompatibilidad de los delegados sindicales y miembros de los comités de empresa para ser vocales de los Consejos de Informativos y la falta de una representación a nivel territorial, esto es de unos consejos de informativos en las comunidades autónomas.

A la primera objeción, se puede responder que son dos esferas de representación distintas, una la profesional y otra la laboral. El Estatuto se esfuerza en delimitar estas esferas (por ejemplo, el reconocimiento de la condición de «profesional de la información audiovisual» no tiene consecuencias laborales ni salariales). El sentido común aconseja no sumar mandatos y tareas. Además, el Estatuto, que exige a los vocales que no se liberen de su puesto de trabajo. En cualquier caso, una incompatibilidad no puede nunca ser considerada una discriminación.

La segunda es de más calado. La Comisión Redactora que ha negociado el texto hoy votado con el Consejo de Administración luchó por lograr una representación profesional en las comunidades autónomas, pero el Consejo no lo aceptó, de modo que se llegó a un punto en que esta cuestión podía bloquear toda la negociación. La Comisión Redactora valoró que no se podía perder una ocasión histórica, máxime cuando se valoraba muy positivamente lo conseguido en la negociación. Pero esta falta de representación es el punto más débil de nuevo Estatuto, porque no sólo niega a cientos de trabajadores una instancia inmediata de representación y mediación, sino porque recarga a los consejos centrales y les da un carácter demasiado institucional.

Este hecho puede haber determinado el voto negativo en muchos centros territoriales, mientras que en Madrid y Barcelona (con reserva de vocales en los consejos centrales) el voto ha sido masivamente positivo.

Desde fuera de RTVE, creo que los sindicatos han cometido un grave error de juicio. Podrían haber mostrado su discrepancia, pero haber aprobado el proyecto, porque lo que estaba en juego era una reivindicación histórica. Una negociación, como la que ha alumbrado el Estatuto, se da una sola vez, no es un convenio colectivo, donde lo que no se consigue un año se puede ganar al siguiente.

Ahora ya sólo falta la promulgación formal por parte del Consejo de Administración. En las próximas semanas se celebraran las elecciones a los consejos. Una buena noticia para RTVE y para los partidarios de la radiotelevisión pública. Y toda una contradicción con la gestión de su presidente, que centra todos sus esfuerzos en una nueva sede que, por mucha que se niegue, no es más que una operación de especulación inmobiliaria.

Con todo, felicidades a los trabajadores de RTVE.

Exagerar su número ofende a las víctimas


En su edición fechada el 12 de abril Le Monde publica una magnífica crónica de su corresponsal en Naciones Unidas, Philippe Bolopion, bajo el título «Les bilans de morts de guerres, enjeux politiques» («Las cifras de muertos de guerra, una apuesta política). En ella se analiza lo que muchos sospechábamos: intereses políticos y/o de organizaciones humanitarias tienden a inflar el número de víctimas de los conflictos armados. Cuando se dan cifras como la de 650.000 muertos en Irak detrás suele haber un estudio supuestamente serio, en este caso, uno de la revista Lancet. Pero estos estudios aplican no el recuento de las víctimas, sino técnicas o estadísticas o (como en el caso citado) epidemiológicas. Se trata de extrapolaciones, como las manejadas en las encuestas de opinión. La crónica enlaza con un conjunto de fuentes muy importantes.

Por citar la experiencia propia, durante los momentos álgidos de la guerra de Bosnia llegó a manejarse la cifra de medio millón de muertos. A mi no me cuadraba. Cada día, las agencias daban su parte. Las peores jornadas, los muertos eran una docena en Sarajevo, cuatro o cinco en Mostar, dos o tres en Bosnia Oriental, decenas si había alguna gran operación militar en Bosnia Central… Al terminar la guerra, se habló de 200.000 muertos. Hoy las estadísticas más ajustadas los reducen a 100.000. En el caso de Irak, la fuente más fiable me resulta BodyCount, que realiza un recuento diario de víctimas en hospitales y morgues y que, a día de hoy, 11 de abril, estima las víctimas mortales entre 82.725 y 90.251.

Un solo muerto debiera ser suficiente para provocar nuestra empatía y solidaridad. Los periodistas ofendemos a las víctimas cuando, llevándonos por el sensacionalismo o intoxicados por políticos o ongs, exageramos su número.