La retirada de la pantalla del presentador y exfubolista Gary Lineker ha precipitado a la BBC en una de esas polémicas en las que los medios públicos puede dejarse buena parte de su credibilidad. Analizo primero el caso y luego el conflicto entre libertad de expresión e imparcialidad editorial.
El caso Lineker
Todo empezó con un tuit del presentador estrella del programa Match of de Day (en el que el exdelantero comenta el partido más destacado de la jornada). Lineker no sólo es tremendamente popular, sino que, además, tiene 8 millones de seguidores en Twitter.
Lineker. en el tuit, que se copia más abajo, criticó la política de inmigración del gobierno conservador, consistente en negar el derecho de asilo a los que llaman inmigrantes ilegales, que además pueden ser retenidos 28 días y expulsados a «países seguros», como Ruanda.
La ministra del Interior, Suella Braverman, justificó estas crueles medidas como imprescindibles para afrontar la «invasión». A esta medidas y su justificación es a lo que responde el tuit de Lineker: el lenguaje de la ministra es similar al utilizado por los nazis, el Reino Unido recibe menos inmigrantes que cualquier país europeo y está concebida contra las personas más vulnerables.
Las reacciones no se hicieron esperar. Empezando por el ministro de Hacienda, siguiendo por todos los comentaristas y columnistas de los tabloides tories hubo un rasgado general de vestiduras y un llamamiento de aplicar sanciones al presentador, cosa que casi de inmediato hizo el Director General, Tim Davie, que decidió apartar de la presentación a Lineker, con una muy personal interpretación sobre el uso de las redes sociales y las reglas de imparcialidad.
Y entonces ocurrió lo inesperado. Los copresentadores y comentaristas deportivos, en solidaridad con Lineker, decidieron boicotear las emisiones, de manera que los programas deportivos tuvieron que emitirse solo con material editado, sin presentadores.
El incendio fue creciendo, con pancartas en los estadios a favor de Lineker y contra la política migratoria. Los conservadores tuvieron que dar marcha atrás porque la marea amenazaba al propio gobierno. El veto a Lineker duró 48 horas Puso de manifiesto las interferencias de los conservadores en la Corporación: su actual presidente fue un banquero de inversión que dio un cuestionado crédito a Boris Johnson; su director general es un político conservador, que se ha presentado varias veces a las elecciones por un distrito londinense,
Pero el caso también demuestra una notable transparencia y respeto a la audiencia, Como puede verse en el vídeo del tuit copiado más abajo, la Corporación ha informado ampliamente del caso, sin ocultar las críticas y realizando un exhaustivo análisis de las directrices sobre imparcialidad.
Y otra lección es que, como ha hecho el deportista y estrella mediática, no se puede callar ante las políticas criminales de inmigración.
Libertad de expresión e imparcialidad editorial
Todos, particulares y profesionales, tenemos derecho a la libre opinión y la crítica, Los medios públicos, tienen todos, un mandato fundacional de imparcialidad, ¿Pueden, entonces sus profesionales expresarse sobre cuestiones polémicas? La BBC tiene muy regulado este posible conflicto.
En primer lugar en sus Guidelines editoriales sobre imparcialidad, que resumo a muy grandes rasgos:
- En toda cuestión controvertida tienen que estar presentes una diversidad de puntos de vista, en fución de criterios sociales, político, religiosos, por edad, territorialmente,
- Cada uno de estos puntos de vista o posiciones deben recibir su «debido peso», según su representatividad y su propia importancia.
- Hay asuntos, como los derechos civiles o los fundamentos de la democracia, que no deben ser sometdos a este ejercicio de presentación de posiciones diversas,
- La imparcialidad se debe apreciar en el conjunto de la producción y su difusión por las distintas plataformas y canales, sin que sea necesario que en un producto concreto exista un equilibrio perfecto.
- No pueden ser tan rigurosos los requerimientos en los productos informativos, como en los de entretenimiento.
¿Afectan las obligaciones de imparcialidad a los profesionales de la BBC?
La Corporación ha regulado con detalle el uso de redes sociales, tanto a través de cuentas institucionales y personales. En estas directivas está claro que no se aplican las mismas normas al personal de plantilla, que a los colaboradores y que no es lo mismo un periodista, que un presentador deportivo o de programas de entretenimiento, como es Lineker.
Está claro que la dirección de la Corporación quiso dar un castigo ejemplarizante, pero el tiro les salió por la culata. La posible pérdida de credibilidad afecta más al Gobierno que a la Corporación, por su capacidad de transparencia y autocrítica (veáse el vídeo incrustado en el tuit copiado más arriba)