Verdades, mentiras y periodismo


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Seminario en la UCM

Discenir entre el mundo real y el mundo percibido ha sido y es tarea central de la filosofía y la psicología. Buscar la verdad y desenmascarar la mentira en la vida pública es el núcleo de un periodismo ético… y hacer pasar lo falso por verdadero es una de las perversiones del periodismo. Alterar nuestra percepción es la finalidad de la propaganda, la publicidad, el marketing y las relaciones públicas.

Ayer asistí ayer al seminario que se recoge en la imagen de cabecera de esta entrada. La aproximación al fenómeno de la desinformación se hizo, claro, desde una perspectiva periodística, pero también, y esta fue para mi la novedad, desde la psicología. Por casualidad, a lo largo del día, encontré otros materiales dan una visión más global al fenómeno, más allá de las manidas fake news. Así que en esta entrada no voy a hacer una elaboración personal y me voy a limitar a recoger algunas ideas y sobre todo fuentes valiosas.

No llames fake news a las mentiras

Myriam Redondo nos recordó en el seminario cómo Trump ha convertido el término fake news en arma arrojadiza para descalificar cualquier información no ya crítica, sino simplemente no laudatoria. Redondo mantiene un excelente blog (Globograma) en el que desgrana herramientas, que ha recogido en su libro Verificación digital para periodistas.

Los medios y los periodistas (obligados o no) han sido factor de la actual desinformación. Recuperar la credibilidad perdida (Javier Mayoral indicó hasta 10 causas de nuestro descrédito) pasa por la verificación rigurosa con las viejas y las nuevas herramientas.

Fake news ha sido también la etiqueta con la que se han marcado las interferencias de Rusia en ecosistemas informativos para influir en resultados electorales. Interferencias, haberlas haylas, pero luego nos hemos enterado que mucho más relevantes fueron las realizadas por Cambidge Analytica. La visión de la información fabricada como una manifestación de la guerra híbrida está en este Documentos TV de factura danesa, Fábrica de mentiras (vídeo).

La UNESCO prefiere distinguir entre desinformación (información falsa creada deliberadamente), información errónea y uso sectario de la verdad. Aquí se puede descargar su manual de verificación para periodistas (pdf).

Los bulos han existido siempre, lo que cambia ahora es la viralidad, como recuerda este tuit de Anna Bosch, citando al general Sanz Roldán

La imagen también miente

He sostenido siempre que las imágenes no mienten, mienten los que las emplean. Pero ahora estamos llegando a un uso de la inteligencia artificial que permite cambiar las palabras e incluso el rostro y la apariencia de cualquier personaje en un vídeo. Y esta al alcance de cualquiera con una simpe aplicación descargable en el teléfono. Es el fenómenos del deepfake.

Sí, estos vídeos fabricados mienten y engañan nuestra percepción. Claro que como suelen mostrar a los personajes haciendo o diciendo algo contrario a su personalidad o trayectoria es fácil desconfiar de ellos y todavía existen herrramientas para detectar la falsedad. Pero el daño a la reputación e intimidad (por ejemplo las estrellas del espectáculo insertadas en escenas porno) puede ser irreparable. Y, sobre todo, puede que dentro de poco la falsificación, inteligencia artificial y learning machine mediante, sean tan sofisticadas que solo puedan desmontarse con herramientas de alta tecnología.

Un paso más atrás están las actuales experiencias de periodismo inmersivo, con el uso de realidad virtual. No niego la importancia de que el periodismo transite por este camino en el que, esencialmente, se busca la implicación emocional del espectador poniéndole «virtualmente» en una determinada situación o en el lugar de otro. De alguna manera es lo que ha venido haciendo desde hace décadas una de las escuelas del cine documental. Pero creo que el periodismo debe ser capaz de hacer un ejercicio bretchtiano, combinando la implicación emocional con el distanciamiento racional. En cualquier caso, aquí dejo esta guía de buenas prácticas sobre periodismo y realidad virtual de Frontline, el programa de periodismo de investigación de la rtv pública estadounidense PBS.

El sesgo viene de serie

En esa jornada de ayer, el profesor de psicología Rubén Sanz Blasco sintetizó los sesgos cognitivos mediante los que percibimos la realidad. Todos ellos podrían resumirse en el sesgo de la disonancia cognitiva. Nuestro sistema de percepción intuitiva, siempre en funcionamiento, no admite las disonancias, que resuelve transmitiéndonos una información en la que se concilian las diferencias perceptivas. Solo la intervención posterior de percepción racional, que exige la activación voluntaria, puede encontrar el posible engaño perceptivo.

La profesora de la Universidad de Nueva York Andrea Pereira nos trasladó los resultados de una interesante investigación, según la cual en la difusión de bulos o informaciones sectarias, el factor esencial es el acomodo a los objetivos estratégico del grupo con el que nos identificamos (en su caso, republicanos o demócratas) y no las creencias ni los perjuicios previos. Esta es la investigación, Identity concerns drive belief in fake news, en proceso de prepublicación y todavía sin revisión por pares.

Por la noche me encontré en La Dos este Documentos TV, ¿Verdadero o falso?, de producción nacional, que partiendo del relato de grandes simuladores como Enric Marco, explora los últimos desarrollos de las ciencias neurológicas y su implicación para nuestra percepción del mundo, de la verdad o la mentira. Fue una profundización en los conceptos que había expuesto el profesor Sanz. Os aconsejo que no os lo perdaís (este es el enlace). Es una lástima que RTVE ya no facilite el código para incrustar. Pero para compensar, inserto finalmente la última producción de Orson Wells, una aproximación al tema no desde la ciencia sino desde la ambigüedad y el humor del genial cineasta.

Guerra ideológica. Argumentación contra algunos mensajes del odio (III)


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En la guerra ideológica que se desarrolla en las redes sociales lo más grave es la asunción con la mayor alegría por gentes «de orden» de mensajes de odio, dedicados a estimatizar y deshumanizar al diferente, ya sea por su sexo, opción sexual, religión u origen. La mayor parte de estos mensajes se centran en los inmigrantes. La inmigración es el campo de batalla en el que se decide el destino de Europa.

En esta tercera entrada modestamente argumentaré contra algunos de estos mensajes relacionados con la inmigración y la islamofobia. Debo advertir que una verdadera refutación exigiría el uso de datos y fuentes, que superan el objeto de esta entrada.

No, los inmigrantes musulmanes no vienen para conquistarnos e imponernos la sharía. Los musulmanes, como todo migrante hueye de la guerra, la inseguridad, la persecución, o, simplemente, busca una vida mejor y más digna. Circula un mensaje que asegura que conforme crece su presencia en la sociedad, exigen que se respeten sus prácticas, contrarias a una sociedad libre y a la dignidad de la mujer, primero en su comunidad, para terminar imponiéndolas a toda la sociedad. Es la tesis de Houellebecq en Sumisión. En tal mensaje se dan unos porcentajes de musulmanes en países europeos que no se corresponden con la realidad y menos las políticas que se dicen han impuesto.

Sí, la interpretación conservadora que domina hasta el Islam más moderado entra en conflicto con el respeto a la dignidad de la mujer, una concepción no tan alejada de la propia del nacionalcatolicismo. La imposición no es la solución. La raya roja son los derechos humanos y las reglas de la convivencia democrática. Es aceptable el hiyab hasta en la función pública. Es aceptable el burkini y más si de esta manera las musulmanas disfrutan de playas y piscinas. No es aceptable el burka o el nikab, porque anulan la personalidad de la mujer y crea desconfianza en las relaciones en el espacio público. Es perseguible penalmente la ablación porque es un atentado a la dignidad de las menores. Debe castigarse penalmente cualquier forma de matrimonio forzado.

No, en el Islam no existe una autoridad central religiosa como el papado. Ninguna autoridad religiosa o moral de esta creencia puede dar consignas a todos los musulmanes para que invadan Europa.

Sí, existe una corriente islámica, profunda pero minoritaria, que quiere destruir la sociedad abierta europea. Su fuente última es wahabismo gobernante en Arabia Saudí (nuestro aliado y socio comercial) y sus manifestaciones van de Al Qaeda al Estado Islámico, pasando por la proliferación de células espontánteas y lobos solitarios que periódicamente realizan acciones terroristas. Pero como nos ha enseñado la lucha contra el IRA o ETA, contra el terrorismo no hay atajos. La violación de los derechos de los terroristas alimenta una espiral sangrienta. Solo cabe la constante, medida y profesional acción policial y el trabajo de integración en nuestras sociedades, para demostrar a los musulmanes que su religión no es incompatible con la democracia.

Sí, la libertad religiosa supone también derechos para otras confesiones, no solo para la católica. Una consecuencia es, por ejemplo, menús halal en cárceles, hospitales, colegios. ¿Cómo escandalizarse en un país en el que los obispos seleccionan a los profesores de catolicismo que serán pagados por el Estado o en el que las imágenes religiosas reciben honores militares y condecoraciones policiales?.

Sí, la mayor parte de los crímenes machistas son cometidos por extranjeros. Pero no, los medios no deben indicar el origen como dato relevante en estas informaciones porque supondría estigmatizar a estas comunidades.

No, no hemos logrado integrar a la segunda y tercera generación. Por mucho que hablen y se comporten como nosotros siguen siendo el moro, el negrata, el sudaca.

No, los emigrantes no son un peligro para nuestro estado del bienestar. En cuanto que jóvenes hacen un menor uso de los recursos sociales. Aumentan la masa de cotizaciones. Con el crecimiento de la emigración crece el PIB.

Sí, tenemos un problema con la inmigración:

  • Porque hay una inmensa brecha entre Europa y África, de riqueza, seguridad y bienestar.
  • Porque en el origen de esa brecha está en la esclavitud, primero y el colonialismo, después.
  • Porque nuestra demografía es declinante y la del Sur creciente.
  • Porque las culturas no se integran fácilmente.
  • Porque hemos olvidado que ayer nosotros eramos emigrantes.
  • Porque solo permitimos que lleguen como ilegales, y les empujamos a la marginación y la delincuencia.

Sí, tenemos una gran oportunidad con la inmigración:

  • Porque es la única manera de rejuvenecer Europa.
  • Porque necesitamos la mezcla, el mestizaje, tanto para revitalizar nuestra cultura, como incluso desde el punto de vista genético.
  • Porque permite reequilibrar la riqueza entre países y regiones y hacer el mundo más seguro.

Sí, en un mundo global en el que mercancias y capitales circulan libremente, emigrar es un derecho, que tiene que ordenarse:

  • Frente a la ilegal, facilitar el asilo y crear pasarelas de inmigración legal. Centros de solicitud de asilo allí donde se concentran los refugiados. Inversión en formación en los países de origen, con oportunidades de emigración para los formados en todos los niveles (formación profesional, técnica, universitaria).
  • No, no es una solución comprar a tiranos y sátrapas para que retengan a los que huyen del horror o buscan una vida mejor. Es ponernos en sus manos y permitir que sean ellos los que regulen el flujo migratorio.
  • Repartir entre regiones y países los flujos migratorios cuando se produzcan episodios puntuales, como manifestación de la solidaridad nacional y europea.
  • Invertir en integración, no permitir que aparezcan guetos, perseguir la discriminación, establecer reglas de discriminación positiva, favorecer la diversidad.
  • Exigir el respeto a las leyes y valores nacionales, pero crear organismos de composición y mediación que detecten tempranamente los conflictos.

Terminaré con una estrofa que leí en 1970 inscrita en un pupitre de la Facultad de Derecho de la Complutense. Los versos son de Chicho Sánchez Ferlosio, aunque allí aparecían atribuidos a Miguel Hernández.

Dicen que la patria es
un fusil y una bandera.
Mi patria son mis hermanos
que están labrando la tierra.

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Guerra ideológica (I)

Guerra ideológica. Argumentación contra algunos mensajes sectarios (II)

 

Guerra ideológica. Argumentación contra algunos mensajes sectarios (II)


CapturaLos mensajes sectarios forman parte de la guerra ideológica en que vivimos. En mi caso me llegan sobre todo por Whatsapp.

Lo más grave a veces no es la deformada interpretación de la realidad, que siempre se puede desenmascarar. Lo peor es el tono exaltado, la impostada indignación con que se acompañan.

Valga como desahogo la argumentación contra algunos de los más recientes. Una verdadera refutación exigiría manejar datos y fuentes, lo que supera el objeto de esta entrada.

No, Sánchez no es el okupa de La Moncloa. No, en un sistema parlamentario no gobierna el partido que ha obtenido más votos (la minoría mayor), sino el que obtiene más apoyos parlamentarios. Nuestra Constitución recoge la moción de censura constructiva (calcada de la Ley Fundamental de Bonn): no se puede hacer caer al gobierno salvo que la oposición o los distintos grupos de la oposición se pongan de acuerdo en un candidato que reuna mayoría absoluta.

Sí, Sánchez abusa del Decreto-Ley. Lo hace en menor medida que el resto de los gobiernos que le precedieron, pero en muchos casos parece que la urgente y extraordinaria necesidad lo es principlamente para sus objetivos electorales. No es el caso del RDL. sobre RTVE sobre el que ya he razonado la existencia del supuesto de urgente y extraordinaria necesidad y su extralimitación en algún aspecto.

No, no existe una purga profesional en RTVE, como asegura una plataforma de profesionales anónimos. Los directivos destituidos habían sido reiteradamente y documentalmente denunciados por manipulación por los órganos de participación institucional, los consejos de informativos. La gestión general de la Corporación es calamitosa. Incluso, alguno de los que aparecían en pantalla no llegaba a unos mínimos de telegenia. Por eso su destitución era urgente. Pero, atención, se ha mantenido al director de TVE, uno de cuyos méritos era haber sido jefe de comunicación de Alicia Sánchez Camacho. Los profesionales nombrados, todos de la Corporación, tienen méritos suficientes. Los directores de informativos han recibido el apoyo de más del 75% (RNE) Y MÁS DEL 95% (TVE) de los informadores, cuando los anteriores no llegaron al 10%.

No hay una purga en RTVE, pero da la impresión que la administración provisional está tomando ventaja de la situación para dejar todo «atado y bien atado» a la dirección definitiva que salga del concurso público. Lo que es urgente es regular la carrera profesional, para que los nombramientos sean incontestables.

No, en un país democrático los restos de un dictador no puede honrarse en una mausoleo público. Pero, no, no es una buena idea una Comisión de la Verdad, cuando la historiografía ha dejado perfectamente claros los crímenes del franquismo (sistemáticos, prolongados durante décadas después de la guerra) y los crímenes del bando republicano (en un contexto de desaparición del Estado).

Sí, hay que cerrar las heridas de la Guerra Civil. Lo esencial es dar sepultura a ls víctimas que todavía están en las cunetas y respetar la voluntad de sus familiares de mantenerlos o sacarlos del Valle de los Caídos. Es evidente que es muy díficil resignificar el monumento, pero ¿no es posible al menos un centro de interpretación que explique con criterios historiográficos su génesis?.

No, dos viejos combatientes del Ebro no pueden compararse con un nazi y un judío. En aquella batalla terrible unos luchaban por sus convicciones y otros, como mi padre, porque les había tocado. Pero todos combatieron con valentía y dignidad.

No, los lazos amarillos no pueden presidir las instituciones públicas. Los lazos independentistas son un ejercicio de la libertad expresión, pero no pueden identificar a instituciones que representan a todos. Suscribo la opinión de Joan Coscubiela. Tampoco una manifestación de la libertad de expresión puede monopolizar sine die el espacio público. Pero retirar los lazos no es libertad de expresión, sino provocación. «La libertad de expresión no justifica dar la voz de ‘fuego’ en un teatro abarrotado» -nos dejó dicho el juez Holmes. El constitucionalismo tiene el reto de construir símbolos tan potentes como el lazo amarillo. Por ejemplo, rodear el lazo amarillo con sendos lazos rojos, hasta componer la bandera española, como veo por un vídeo que me llega, claro, por whatsapp.

Sí, toda acción política es criticable, los políticos deben estar sujetos al escrutinio y es legítimo mofarse de ellos. Sí, se puede criticar el chalet de Iglesias y Montero y burlarse de la pareja. Pero no, no es legítimo llamar «cabeza con ruedas» a Pablo Echenique. Estamos a un paso (a dos, si se quiere) de la despersonalización, del untermensh nazi, de las cucarachas que para la Radio Mil Colinas era los tutsis de Ruanda.

No, los problemas de Venezuela y Nicaragua no se explican por una conspiración del Imperio. En el caso de Venezuela se acumulan las políticas erróneas durante casi ya dos décadas. En Nicaragua, Ortega respondió con bala a manifestaciones pacíficas. Todo ello sin descartar interferencias de Washington, que seguro que «haberlas, haylas», como ha revelado el New York Times. Pero no, las protestas de Nicaragua no están movidas por una mano negra que quiere introducir las maras en el país.

Seamos críticos, defendamos nuestras posiciones, pero no seamos sectarios, no añadamos leña al fuego.

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Guerra ideológica (I)


util-e-interesante-whatsapp-como-enviar-varios-mensajes-al-mismo-tiempo-n312209-624x352-446748Cada día ese agujero negro que es WhatsApp escupe en nuestras pantallas mensajes de odio.

En las redes públicas (Twitter y, en menor medida Facebook) el control de a quién sigo (y supongo que los algoritmos) evita que me lleguen insultos, bulos o mensajes que destilen odio. A lo sumo, algún troll despistado.

WhatsApp es otra cosa. Muchos grupos se constituyen entre amigos, familiares, compañeros de trabajo o vecinos,  por razones funcionales (compartir fotos, documentos, establecer una reunión). Pero por esa red que se creó con un fin específico pronto empiezan a circular mensajes en el mejor de los casos partidistas, y a menudo directamente racistas, xenófobos o machistas. Supongo que será todavía peor en Snatchap, la mensajería de los adolescentes, donde los mensajes se borrran automáticamente al poco tiempo.

Son mensajes que los algoritmos no me harían llegar, porque los sistemas de búsqueda y las redes sociales están diseñados para crear una cámara de ecos, para alimentarte con lo que te gusta, con lo que estás de acuerdo, en la seguridad de que esta manera gastarás más tiempo y atención en la red y la respectiva compañía será más rentable.

Así que, gracias WhatsApp por permitirme atisbar la punta del iceberg del lado oscuro. Es doloroso, porque mensajes que chocan con tus convicciones llegan de personas que aprecias y a las que consideras razonables.

Está por hacer el estudio de estos mensajes sectarios, a pocos pasos o directamente más allá de la frontera del odio.

La mayor parte carecen de fuente y son corta y pega o reenvíos de un contenido que se ha convertido en viral. Unos son directamente bulos, otros una interpretación sesgada de una verdad o una media verdad. Suelen apelar  al «pásalo» para desesmascarar alguna conspiración del populismo o del «buenismo» progresista, que medios «izquierdistas» como TVE, El País o La Sexta ocultan. O, desde el otro lado de la línea del frente, el conspirador a denunciar es el capitalismo global, el Imperio (norteamericano, por supuesto) y el Patriarcado. Y siempre, conllevan una alta carga emocional.

Este flujo indica una cada día más peligrosa polarización. Estamos en un combate ideológico y la verdad y la razón no cuentan. Lo importante es descargar nuestra indignación. Y si es mentira, que rectifiquen, como se decía en uno de estos mensajes sobre unos sindicalistas que, supuestamente, se habían gastado miles de euros en una comilona.

En España, el franquismo es una grieta ideológica que nos divide. En realidad es una división mucho más antigua: afrancesados contra patriotas; liberales contra absolutistas; moderados contra progresistas; isabelinos contra carlistas; republicanos contra alfonsinos… Es una división con orígenes familiares y de clase social, pero en gran medida electiva. Y una vez hecha la elección, viene de suyo todo lo demás: nuestra opinión sobre cualquier medida de este u otro gobierno, la visión general del mundo, el aprecio de unos países y el desprecio de otros, el juicio sobre los personajes públicos. Y sobre esa grieta, o en su origen, otro factor de división es la Iglesia Católica.

En esta guerra idológica no es igual de grave el mensaje partidista, por mucho que mienta o retuerza la realidad, que aquellos que proyectan desprecio, cuando no odio hacia el otro, el distinto, el que supuestamente nos amenaza.

El racismo, la xenofobia, el nacionalismo han dejado de ser tabú -«vamos a hablar claro»- y son el combustible de los partidos de extrema derecha (por favor, no les llamemos populistas) que amenazan con terminar con la UE, acorazando las fronteras interiores y exteriores de Europa. Los derechos humanos son un molesto formalismo para estas fuerzas.

En las elecciones europeas de la próxima primavera, tan poco interesantes para los medios, siempre planteadas en este país con óptica hispano-española, nos lo jugamos todo. Y estos mensajes del odio se recrudecerán. Da lo mismo que se creen por extensiones del Kremlin (con un contenido muy burdo y un evidente desconocimiento del contexto español), por los gabinetes de los partidos, los medios partidistas, las agencias de comunicación al servicio de unos u otros o, simplemente, sean obra del gracejo y la mala baba de cualquier españolito. El resultado es siempre crispación, miedo, falsa indignación.

A título de desahogo realizaré una elemental refutación de algunas de las ideas que más se repiten en estos mensajes. Y como esta entrada es ya muy larga, dedicaré en los próximos días otras a los mensajes partidistas y a los mensajes del odio.

Una última petición. No compartamos mensajes anónimos, no contrastados, que insulten o desprecien al adversario, que atenten a la dignidad del otro, del distinto.

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