Mecanismos del desorden informativo


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Mapa del desorden informativo

Olvidémonos de las fake news. Dejemos de referirnos a ellas. No porque hayan dejado de circular noticias falsas o porque en  castellano tengamos un término tan potente como bulo.

No, no utilicemos ese término porque los grandes manipuladores, los grandes mentirosos, los grandes productores de noticias falsas, Trump y sus adláteres, se lo han apropiado  para lanzarlo como arma arrojadiza contra cualquier información que no les guste y, en general, para deslegitimar a los medios y a los periodistas.

Vivimos en un desorden informativo, donde cada vez es más difícil distinguir verdad y mentira. La esfera pública, fragmentada, se organiza en comunidades a lo largo de líneas de división. Atrás quedó la tecnoutopía que prometía la democracia universal merced a la hiperconexión.

El desorden informativo muta constantemente. En este blog he reflexionado sobre estos fenómenos (ver las referencias al final). En esta ocasión me limitaré a reseñar libremente una guía para entender esa transformación acelerada, el libro de Claire Wardle Understanding Information Disorder (pdf) publicado por First Draft, una organización estadounidense sin ánimo de lucro contra la desinformación, con interesantes herramientas de verificación, también en español. Así que si no tienes tiempo o ganas de leer las 60 páginas en inglés, aquí tienes un resumen analítico en español con algunas reflexiones propias y ejemplos españoles.

Información errónea, información falsa, información manipulada

La imagen que abre esta entrada es el mapa del desorden informativo, tal como se expone en el libro.  La falta de verdad y la intención maliciosa de engañar se cruzan dando lugar a tres subconjuntos que en el libro se denominan misinformation, disinformation, malinformation. No tenemos en español términos tan concluyentes, pero propongo los de información errónea, información falsa e información manipulada.

  • Información falsa (disinformation). Es la información intencionalmente falsa creada con una intención maliciosa, para ganar dinero, lograr ventaja e influencia política o promover alguna forma de desorden.
  • Información errónea (misinformation). Información creada sin intención maliciosa, pero que incurre en errores, por descuido en el caso del público, o malas prácticas en el caso del periodismo profesional, y la información satírica que es tomada por verdad y compartida por el público.
  • Información manipulada (malinformation). Información basada en la realidad, pero que se deforma o encuadra maliciosamente.

Los motores del desorden informativo

Los generadores de este desorden informativo son los grandes poderes políticos y económicos: gobiernos, empresas, partidos, servicios de inteligencia y, sí, también ONGs y movimientos sociales.

tempsnip

En el ecosistema mediático siguen utilizando la técnicas tradicionales de propaganda y relaciones públicas  (compra  y participación en medios, influencia sobre los periodistas, gabinetes de comunicación).

En el ecosistema digital utilizan armas mucho más poderosas: páginas falsas con apariencia profesional, cuentas zombies en las redes sociales, fábricas de noticias virales para logar el clic, explotación de datos para segmentar sus mensajes, fomento de teorías y comunidades conspirativas.

El gran motor del desorden es la instrumentalización de la viralidad. ¿Por qué compartimos una información? Primero, porque atrapa nuestra atención al despertar en nosotros emociones, sobre todo de indignación o superioridad moral; porque nos presenta una imagen de nosotros con la que nos identificamos. Y luego, porque queremos mostrarnos con esa imagen ante nuestra comunidad, ante nuestra tribu.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 fueron casi la ocasión inaugural de estas técnicas. Para el libro quizá el fenómeno más relevante desde entonces es la sofisticación de la desinformación. De la pura falsedad a  la verdad manipulada:

«Los agentes de la desinformación han aprendido un contenido genuino -reencuadrado de forma nueva y engañosa- es menos probable que sea detectado por los sistemas de comprobación basados en la Inteligencia Artificial»

Fuente Understanding information disorder (2019)

Recordemos que las plataformas tecnológicas, si bien siguen basando su modelo de negocio en promover los contenidos más divisivos en cuanto que son los que más interacción generan, no han tenido más remedio que responder a las amenazas de regulación estatal con sistemas de autocontrol basados en una mezcla de Inteligencia Artificial y control editorial, que eliminan cuentas falsas, bots, sistemas automatizados y contenidos que vulneran «sus políticas», en un nuevo sistema de censura privada y corporativa.

Organizaciones de verificación, como First Draft, también usan herramientas de Inteligencia Artificial para rastrear la Red y verificar contenidos. Así que los agentes de los nuevos Ministerios de la Verdad orwellianos prefieren cargar de sentido malicioso la verdad, sin por ello dejar de fabricar mentiras.

El libro reseñado, con vocación de guía práctica para entender el desorden informativo, estudia la casuística de los distintos tipos de desinformación, de menos a más peligrosos: sátira, conexión falsa, información engañosa, contexto falso, suplantación de fuentes, información manipulada e información fabricada.

Sátira y parodia

Se dice en el libro que la sátira o parodia no tiene intención de causar daño, pero tiene potencial para confundir. Yo distinguiría entre la sátira genuina, por ejemplo, la que desarrollan cómicos profesionales, básicamente en teatros, programas de radio, televisión o vídeos y las cuentas parodia, las páginas webs o perfiles en redes sociales creados para ridiculizar a un personaje, idea u organización, a menudo utilizando imágenes o elementos manipulados del agente al que se quiere satirizar, que quizá encajarían mejor en el tipo suplantación de las fuentes.

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Recogido en Verifica RTVE

La parodia es una manifestación de la libertad de expresión, pero cuando los contenidos satíricos se comparten fuera de su contexto por páginas y perfiles polarizados pueden llevar al receptor a tomar por verdaderos hechos que no eran más que una parte de la burla.

El libro recoge el caso de «las manos sucias de Macron». Una web satírica Le Gorafi hace una falsa entrevista a Macron, en el que se le hace decir que siente que se siente sucio cuando estrecha la mano de un pobre. Páginas partidistas de Facebook usan esa supuesta declaración y añaden un vídeo de Macron visitando una fábrica. El vídeo se hace viral y, finalmente, cuando Macron en campaña acude a una fábrica es increpado por los trabajadores, que habían tomado por cierta lo que no era más que una burla del elitismo de Macron. El caso fue analizado en este artículo de Le Monde.

Aquí recojo (imagen lateral) el caso de la cuenta parodia @sanchezcasrejon, con capacidad para crear contenido engañoso potencialmente muy viral y verificado en la plataforma CrossCheck (Maldita.es y First Drft)

Conexión falsa

Cuando los titulares, pies de foto, rótulos de televisión o imágenes no concuerdan con la esencia de la información. La información puede ser amplia, contrastada y tener matices, pero los elementos retóricos, siempre llamativos y a menudo partidistas, la simplifican y la dan un sentido distinto.

Es una vieja práctica del periodismo sensacionalista, en la que los tabloides británicos han batido todos los récords. Pero en el ecosistema digital se ha convertido en modo habitual de lograr el clic (clickbait) en muchos de los nuevos medios digitales, sobre todo dirigidos a milennials  y generación Z, pero al que no han hecho tampoco ascos los supuestamente medios «serios».

En el libro se subraya que aunque esta técnica a corto plazo atrae tráfico, puede ser penalizada por los algoritmos de las redes sociales y a medio y largo plazo daña la credibilidad del medio y, en general, la confianza del público en la información profesional.

Aporto  como ejemplo este vídeo reciente de RT, el canal de noticias ruso, que es un nodo (respetable) en la red del desorden informativo promovido por el Kremlin. En este caso, la pieza analiza las similitudes de los métodos de protesta en HongKong y Cataluña, algo evidente, en la medida en que los propios organizadores de la protesta contra el procés han declarado que han tomado como ejemplo las movilizaciones de HongKong. Digamos, por tanto, que el contenido de la información no es cuestionable, pero el rótulo  con el que se presenta el vídeo para su reproducción en YouTube (??Barcelona=HongKong??) cambia el sentido y hace aparecer ambos conflictos como semejantes.

Información engañosa

Aquella información que, intencionadamente o no, altera elementos que pueden llevar a engaño. En el libro se citan, como ejemplos, gráficos estadísticos distorsionados, donde  alguna de las variables se presenta desproporcionadamente (práctica en la que, por cierto, incurrió frecuentemente la TVE dirigida por José Antonio Sánchez, pero de la que parece que no se libra The New York Times, según ejemplo recogido en el libro), las citas amputadas de partes sustanciales o la fotografía reencuadrada.. todos ellos casos característico de lo que tradicionalmente hemos llamado manipulación informativa.

En el libro se recoge la interesante cuestión de si la Intelegencia Artificial será capaz de detectar estas informaciones engañosas, que no son verdaderas o falsas, blancas o negras, sino llenas de matices. Para ello tendría que entender el significado de la pieza (la cita, la imagen, el gráfico estadístico), reconocer el fragmentado alterado, descifrarlo y establecer si el cambio parcial altera el significado de conjunto… Por el momento, solo podemos hacerlo los humanos, con los sesgos que llevamos de serie y los que hemos ido adquieriendo a lo largo de la vida, lo que explica lo polémico que es cualquier trabajo de análisis o verificación de la información de actualidad.

Contexto falso

Se describe aquí también una vieja práctica. Consiste en utilizar algo genuino, generalmente una fotografía, que lleva consigo una presunción de veracidad, con textos que modifican su contexto y, en definitiva, su significado final.

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Recogido en El Periódico 23-08-19

Por ejemplo, por citar un clásico, los cormoranes cubiertos de petróleo que se nos presentaron como víctimas de un vertido de petróleo de Sadam Hussein en la I Guerra del Golfo, cuando en realidad eran aves atrapadas en la mancha de crudo vertida por el Epson Valdez en Alaska.

En este blog he reflexionado sobre la verdad y la mentira de las imágenes y la capacidad de manipularlas, como puede verse en las entradas que se recogen al final de esta.

Lo que ahora cambia es que ese contenido al que se ha dotado de un falso contexto se convierte en viral y alimenta fobias y filias. Se recogen en el libro ejemplos recientes. Por mi parte aporto un caso reciente, detectado por AFP Factual con ocasión de los incendios en la Amazonia.

Suplantación de fuentes

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Fuente Understanding information disorder (2019)

La credibilidad de las informaciones depende de la credibilidad de sus fuentes. Hacer pasar por difundida por un determinado medio -suplantar la fuente- es hoy uno de los mecanismos habituales para hacer pasar por verdadera una falsa información.

En el anterior ecosistema mediático no resultaba nada sencillo presentar falsamente una información como proveniente de un medio: habría que realizar tiradas por limitadas que fueran de ejemplares de periódicos o emitir en las ondas con los indicativos de radio o televisiones. En el ecosistema digital es sencilla la réplica de los elementos distintivos de un determinado medio: basta copiar una información, mantener los elementos de estilo de la página e introducir la información falsa. En la imagen que se muestra, recogida del libro, se copia la plantilla del diario belga Le Soir, con la falsa información del apoyo de Arabia Saudí a Macron. En este caso se cuidó que todos los vínculos de las barras de navegación dirigieran a la web del diario.

Información manipulada

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Recogido en Verifica RTVE

En el libro se incluye en esta categoría a la imágenes (fotos y vídeos) alterados digitalmente. Las redes sociales están inundadas de personajes que aparecen donde no estuvieron o acompañados por con quien no estuvieron, todo ello merced a PhotoShop y un montón de aplicaciones todavía más sencillas. A la manipulación de fotos ha seguido la alteración de vídeos, mediante, por ejemplo, la ralentización, para que la persona aparezca como si estuviera borracha.

Información fabricada

Un contenido que es 100% falso, creado expresamente para engañar o dañar. Vamos, «una mentira falsa de toda falsedad», si me permite la broma.

El bulo, consustancial a la lucha política desde la más remota antigüedad, ha sido profusamente recogido -cuando no creado-por los medios sensacionalistas, desde el bulo fabricado por los periódicos de Hearst y Pulitzer (el crucero Maine volado por los españoles) para declarar la guerra a España, hasta las mentiras sobre el Brexit amplificadas por los tabloides británicos, pasando por las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein que compraron todos los medios estadounidenses o la participación de ETA en los atentados del 11-M, que con tanto ahínco defendió la Brunete mediática.

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Ejemplo de información fabricada – Fuente Understanding information disorder (2019)

Los bulos periodísticos tradicionales no entrarían en esta categoría de material fabricado, la última que propone el libro comentado, en cuanto que el bulo tradicional requiere la manipulación de los elementos de la realidad y su continuidad en el tiempo, para conformar una campaña que modele la opinión pública.

En cambio, estas informaciones completamente falsas (a menudo tan burdas como el tuit anunciando el apoyo del Papa Francisco al candidato Trump),  son diseñadas para convertirse en virales y crear un impacto inmediato. Son facilmente desmontables y, por tanto, en principio con una influencia efímera. En principio, digo, porque sin embargo, estas informaciones falsas, después de una primera explosión de viralidad tienen una larga estela (long tail) con una distribución muy activa a lo largo del tiempo y con frecuentes repuntes.

Mi conclusión

La taxonomía del desorden informativo propuesta por este libro guía es discutible, porque puede ser difícil establecer si un determinado caso se ajusta a una u otra categoría.  Por ejemplo, en los llamados deep fakes, informaciones fabricadas con herramientas de inteligencia artificial (véase el vídeo explicativo de El HuffPost que cierra esta entrada) lo más frecuente es suplantar a un personaje, haciéndole decir en un vídeo lo que declara u hace otro personaje. ¿Estamos ante la categoría de información falsa o suplantación de fuentes?

El valor de este trabajo reside en sistematizar estos mecanismos en una escala de mayor a menor capacidad de engaño y efectos nocivos. Va dirigido a los periodistas, pero la mayor parte de las redacciones ya han establecido sus equipos de verificación, propios o en colaboración con otros medios (como CrossCheck). A este respecto quiero destacar aquí el magnífico trabajo de La Vanguardia Fake news en la crisis catalana: la verdad es un bien escaso entre los disturbios.

Desgraciadamente ni la verificación posterior ni la alerta temprana en las redes sociales pueden detener la mentira, si acaso, hacerla menos dañina y, desde luego, evitar su amplificación y legitimación por los medios de comunicación.

La clave está en cada uno de nosotros. Muchas de estas informaciones satíricas, erróneas, descontextualizadas, manipuladas o falsas son bastante burdas y debieran de suscitar la sospecha de cualquier persona medianamente informada y, sin embargo, se comparten y convierten en virales. Quizá sean desmontadas pronto, pero introducen un ruido que ensordece y contamina la conversación pública.

Y todavía puede ser peor. Hasta ahora los vídeos fabricados con inteligencia artificial intercambian acciones o declaraciones de personajes de manera poco creíble, pero ¿qué ocurrirá cuando lo que diga un político en uno de estos falsos vídeos sea un matiz que marca una diferencia política importante y la manipulación no se advierta a simple vista y solo se pueda desmontar utilizando herramientas de inteligencia artificial?

Contemos hasta 10 antes de compartir una información. Dejemos en suspenso nuestra indignación moral; moderemos el deseo de influencia; preguntémonos sobre la credibilidad, el interés, la utilidad del contenido y quién lo ha creado, por qué y para qué. Renunciemos al clic compulsivo. Solo desactivándonos como nodos de la desinformación podemos luchar contra el desorden informativo.

Guías de verificación

Otras entradas en este blog sobre desinformación y manipulación

Un clásico, las 10 estrategias de manipulación

Otras fuentes

  • Redondo, Miryam. “Desinformación. Pulsa aquí y te sorprenderá”. Cuadernos de Periodistas nº 36, octubre 2018. (pdf)

Deep Fake

Fuente El HuffPost, 2-7-19.

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#nosvanadarperobien: encuadra que algo queda


Seguramente todo está dicho, pero me atrevo a añadir algunas matizaciones respecto a la importancia del encuadre, las redes sociales y el valor de Periscope para el periodismo.

El montaje de Antena 3

La información apesta. Lo que se presenta como una exclusiva se basa en la filtración de unas imágenes de un viaje público. ¿Quién captó esas imágenes? ¿La policía? ¿El CNI? La información no menciona ninguna fuente.

Se trata de un viaje a un encuentro público en el que participaron centenares de personas de todo el mundo y del que, incluso, Anna Gabriel hizo en su momento la crónica. Por tanto, nada de exclusiva.

Todos conocemos las conexiones en su origen entre Podemos y el régimen bolivariano, pero la información intenta establecer una conexión entre Venezuela-CUP-ETA. Por parte de Podemos asiste alguien que en aquel momento ni siquiera formaba parte de sus órganos de dirección. Que el padre y suegro de etarras participe en un mismo acto se presenta como un indicio de la conexión de los movimientos políticos anticapitalistas con el terrorismo. Me atrevería a decir que esta información forma parte de una campaña lanzada en la que están implicadas ciertas instancias policiales para hacer imposible un pacto entre PSOE y Podemos.

#nosvanadarperobien

Por eso el comentario (y el gesto) de Sandra Golpe no me parece falta de profesionalidad, sino la reacción que cualquier periodista hubiera tenido ante tal montaje. Demuestra que por mucho que se esté al servicio de una política editorial no se pierde conciencia de los desafueros cometidos.

Encuadra que algo queda

La reacción en las redes sociales es muy vistosa, pero no pasa de los fuegos artificiales. Se indignan los que ya están indignados. Se desacredita para una parte de la población el periodismo, al que tanto consideran la voz de su amo.

Lo cierto es que todos los medios se hacen eco de la información y que al día siguiente todos los políticos tienen que pronunciarse sobre la conexión régimen bolivariano-CUP-Podemos-ETA. Objetivo cumplido. Todos hablamos de lo que ellos quieren y colocamos a Podemos (y por extensión a cualquier acuerdo del PSOE con Podemos) en el marco del terrorismo. Os recomiendo la lectura de este libro de George Lakoff, uno de los teóricos de la teoría del framing, «No pienses en un elefante» (no son más que 100 páginas, se lee en muy poco).

Periscope y el telediario en directo

Periscope es una herramienta estupenda para retransmitir en directo cualquier acontecimiento. Además, su potencia reside en su vinculación a twitter. Os recomiendo su uso siempre que participéis en un evento que pueda tener interés para vuestra comunidad en Twitter.

El peligro es convertir cada segundo de nuestra vida (y la de los demás) en un flujo continuo de vídeo. Todos convertidos en el Gran Hermano colectivo.

Para los medios puede tener muchas utilidades. Anticipar una transmisión en directo y hacer más transparente nuestro trabajo (véase https://twitter.com/BBCOS). Por ahí parece que quería ir Antena 3, pero en lugar de usar Periscope para, por ejemplo, mostrar una reunión de redacción, se ha utilizado para dar la visión interna del estudio durante la emisión del informativo. En principio no está mal, pero el problema es que los presentadores necesitan mostrarse como son, relajarse, atusarse o chillar al realizador entre presentación y presentación. La emisión de un telediario conlleva mucha tensión que se concentra en los presentadores. Los presentadores tienen derecho a dejar de representar mientras corre un vídeo, sin que un ojo subrepticio les espíe.

Stalin, Sadam, Gadafi, Chávez, Maduro

Todos promovieron y pagaron encuentros internacionales a los que asistieron reputados intelectuales, defensores de justas causas mundiales que no supieron o no quisieron ver la verdadera naturaleza de los regímenes que les acogían.

No quiero decir que ponga a los dirigentes venezolanos al mismo nivel que a Stalin, Gadafi o Sadam. Chávez puso fin a un sistema político corrupto e injusto y convirtió en sujeto político a los desheredados, pero creó un sistema clientelar, polarizó y destruyó la sociedad civil e incurrió en graves violaciones de los derechos humanos y basó el desarrollo exclusivamente en un petróleo en precios estratosféricos. Y Maduro, con su mediocridad, heredó un sistema insostenible. Y lo peor es que la mayor parte de la oposición que ahora domina el legislativo lo que quiere es una revancha.

No puedo desarrollar aquí ahora con más detalle el análisis del régimen bolivariano. Lo que está claro es que las conexiones en sus orígenes del núcleo dirigente de Podemos con Venezuela e Irán (un país que merece juicios muy matizados, pero que desde luego no es un modelo de derechos humanos) no favorece al actual Podemos. Y sus enemigos van airear estas conexiones, las van a magnificar y van a intentar que se conviertan en el centro del debate político.

La huelga general, la exageración de la violencia y la imagen de España


Los grandes medios internacionales han destacado, sobre todo gráficamente, los incidente violentos de la huelga general. Decía hace poco en otra entrada:

El asunto es un clásico de la manipulación y ha sido exhaustivamente estudiado desde que en  los años 70 James Halloran y sus colaboradores pusieran de manifiesto como los grandes medios “enfocaron” su información sobre las manifestaciones contra la guerra de Vietnam en Londres destacando los incidentes violentos con los que culminaron (Halloran et alt (1970) Demostrations and communication; Noelle-Neumann (1987) The event as envent and the event as news…).

Más allá de las imágenes, lo que subyace en informaciones y sobre todo editoriales y artículos de opinión es el temor de que el gobierno de Rajoy no sea capaz de soportar la presión y ceda en su programa de austeridad «mortis». O, peor, que España se convierta en una nueva Grecia.

Hoy en las redes sociales se mueve una corriente que acusa a los huelguistas de dañar la «Marca España» (#MarcaEspaña). Entiendo perfectamente el concepto, pero me parece que un país no puede ser reducido a una marca comercial. La huelga fue una gran demostración cívica de una sociedad responsable y hasta los intentos del gobierno de convertirla en un problema de orden público fracasaron, como tuvo que reconocer al final de la jornada la propia Directora General de Política Interior (necesitada de urgentes lecciones de comunicación).

El guión gubernamental sostiene que aquí no ha pasado nada, que la huelga ya estaba descontada (» me van a hacer una huelga general…» decía Rajoy a su colega finlandés). Pero la visión de los medios internacionales demuestra que el gobierno se ha debilitado y, sobre todo, que no puede permitirse el lujo de más movilizaciones de esta envergadura. A las direcciones sindicales corresponde ahora no malbaratar el éxito.

Huelga general: la jornada no transcurre con normalidad


No, durante una huelga general la jornada no transcurre con normalidad. Tendrá mayor o menor seguimiento, mayor o menor incidencia, pero es claro que la vida ordinaria se altera.

Y sin embargo, es un clásico de las televisiones españolas abrir los informativos del mediodía con una coletilla  –«la jornada transcurre con normalidad»– con una rueda de directos por distintos puntos de España, en los que la ausencia de incidentes violentos se transmutan en normalidad. Así ocurrió, por ejemplo en la huelga del 2002 en TVE y Antena 3.

Es una forma de manipulación informativa: intentar convencer de que, porque se puede andar por la calle y hay un tráfico más o menos normal, la huelga ha fracasado.

Otra forma de manipulación es la contraria: incidir en el carácter supuestamente violento de los piquetes.

Ahora, de cara a la huelga del 29-M, el gobierno lanzará toda su artillería mediática: declaraciones de ministros, diputados, presidentes autonómicos, empresarios, economistas y no me extrañaría que como invitados especiales aparecieran Sarkozy y Merkel.

Está en su derecho. Pero los medios, todos los medios, pero especialmente los públicos, tienen que dar voz a todas las voces, no ocultar los hechos, no satanizar a los huelgistas.

Por si acaso recuerdo que la información sesgada de TVE con respecto a la huega del 20-J de 2002 fue condenada por la Audiencia Nacional como violación del derecho de huelga y libertad sindical, en su dimensión del derecho a dar a conocer los motivos y objetivos de la huelga.

Fueron decisivos para esta condena histórica -un hito para la democratización de RTVE- el dictamen de los teóricos de la comunicación agrupados en Aideka. En concreto, el tribunal apreció especialmente que TVE no informara de la encuesta del CIS, que revelaba una opinión favorable a la huelga.

Lo que se pedía como reparación era la lectura en los telediarios de la sentencia condenatoria. El C.C.O.O de Urdazi es ya una imagen de la historia de la televisión en España y un párrafo (quizá sólo una nota a pie de página) en la historia universal del ridículo.

Aquí dejo la página de Aideka, desde la que se puede acceder a todos los materiales. Recomiendo la investigación realizada y el texto de la sentencia.

Y para que no se nos olviden los viejos tiempos, el vídeo de Urdazi.

ITEM MÁS. Ha habido quien en Twitter me ha reprochado no referirme a la huelga de 2010. Me remito al documentado estudio de Aparici y Rivas que llega a la conclusión de que todos los medios construyeron un acontecimiento a medida de la reforma laboral y contra los sindicatos (pdf).

¿Medios = Manipulación?


En caulquier concentración o foro cívico (de uno u otro signo) es ya un lugar común acusar a los medios de manipulación. Muchas de estas denuncias están más que justificadas. Pero eso no quiere decir que se haya instalado un estado de opinión: las instituciones, los políticos, los medios, los periodistas no nos respresentan. Estado de opinión que por mucho que se presente como no ideológico no es más que una posición ideológica más.

Por eso, cuando me pidieron participar en una mesa redonda de periodistas en el Congreso Internacional de Educación Mediática & Competencia Digital (Segovia 14 de octubre de 2011) pensé que quizá podría trasladar a los académicos interesados en educar en medios mis reflexiones sobre lo que se pueda exigir a los medios y lo que no.

Parto para ello de un caso de estudio. Un blog no profesional critica una foto manipulada por El Mundo, el asunto se convierte en ciberacontecimiento y Pedro J. tiene que bajar a la palestra. No es más que un apunte que concecta con una de mís líneas de investigación sobre pluralismo informativo.

Esta es la presentación.

The New York Times, vehículo de la propaganda israelí


La misión investigadora del Consejo de Derechos Humanos de  la ONU públicó el día 15 su informe sobre Gaza. Su conclusión es que el Ejército de Israel cometió crímenes de guerra durante la Operación Plomo Fundido, con un empleo desproporcionado de la fuerza y aplicando un castigo colectivo a la población civil. También los grupos palestinos cometieron crímenes de guerra disparando sus cohetes artesanales contra la población civil israelí.

El informe no proviene de ninguna organización militante contra Israel, ni siquiera de un movimiento pacifista, sino de una comisión enviada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONUU, el organismo de Naciones Unidas remodelado en 2006 para vigilar el respeto de los derechos fundamentales. La comisión investigadora recomienda que si en el plazo de seis meses el gobierno israelí y la autoridad palestina no investigan de forma independiente los hechos, el Consejo de Seguridad traslade el caso al fiscal del Tribunal Penal Internacional. Sin duda, llegados a ese punto Estados Unidos vetaría en el Consejo de Seguridad tal envío. La comisión ha estado presidida por Richard Godstone, un sudafricano de origen judío, ex fiscal jefe de los tribunales de crimenes de guerra de Bosnia y Ruanda. Israel no colaboró con la comisión a la que acusaba de parcialidad.

Es cierto, por tanto, que el informe acusa a ambas partes de crímenes de guerra, pero dedica más atención a los crímenes israelíes por su gravedad. The New York Times. el mismo día 15 difunde en su página web una información que titula «Una encuesta sobre Gaza encuentra crímenes por ambas partes». El titular es cierto, pero no refleja bien el sentido del informe. No obstante, el contenido de la información es completo y equilibrado. Sin embargo, en la primera página de su edición en papel del día 16 el titular ya es «Israel rechaza investigar Gaza». La información se basa en los desmentidos y reacciones contrarias israelíes, recoge más brevemente la reacción de Hamas, pero no desarrolla el contenido del informe y no menciona las denuncias concretas del informe.

De manera que el lector de esa primera página llegará a la conclusión de que, una vez más, Israel ha sido condenado por los actores de una conspiración internacional. Si el lector pasa a las páginas de opinión encontrará un artículo del propio Goldstone en el que más que explicar sus conclusiones, defiende la necesidad de mecanismos de justicia internacional, en los que se enmarcaría la investigación. «Hacer justicia en este caso -dice- es esencial, porque ningún estado o grupo armado pueden estar por encima de la ley».

Traigo el caso aquí como un ejemplo en el que si atendemos a todo el contenido difundido encontramos un cierto equilibrio, pero si quedamos sólo con la primera página, el escaparate y la valoración esencial de un periódico, el resultado será que The New York Times oculta detrás de la intoxicación israelí los hechos constatados por una comisión independiente de uno de los máximos órganos de Naciones Unidas.

¡Televisión! ¡Manipulación!


¡Te-le-vi-sión! ¡Ma-ni-pu-la-ción!… Era uno de los gritos más escuchados en las manifestaciones de la guerra de Irak… Dos años después volvía a gritarse en las movilizaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo… La acusación de manipulación es un arma arrojadiza en la pugna política. Muchas de esas denuncias son interesadas. Los mismos que hoy las hacen se convierten  luego en los gestores de la televisión pública, denunciados, a su vez, por manipuladores en un nuevo ciclo que parece no tener fin. La denuncia de la manipulación puede convertirse en una manipulación. Hay quien denuncia manipulación porque no se sigue manipulando… Pero manipulación, haberla, hayla… No se explica si no la indignación popular contra ciertas televisiones. Durante los dos últimos años de gobierno del PP los cámaras de TVE tenían que ocultar la identificación de la cadena para no ser agredidos, por ejemplo, en Galicia. Hoy pasa otro tanto con Telemadrid. Curiosamente, nadie se queja de la manipulación de las privadas y haberla, hayla

¿Puede probarse la manipulación? La respuesta es sí. Acabo de participar en un tribunal de tesis en Valencia. La investigación de Yolanda Verdú Cueco «Sesgo y encuadre en las noticias de televisión. Mecanismos de manipulación partidista a propósito del urbanismo y del agua en los informativos de Canal 9», dirigida por el catedrático de Periodismo Josep Lluis Gómez Mompart ha merecido la calificación de excelente cum laude. Mediante el análisis de los telediarios del canal público valenciano se detecta un sesgo intencionado y un encuadre favorable al PP en dos temas claves para la sociedad valenciana, el urbanismo y el agua. El trabajo ha sido reseñado en la edición valenciana de El País.

La información periodística, en general, y la información televisiva en particular tienden a incurrir en un sesgo que podríamos llamar estructural, y que viene a privilegiar lo institucional y, en general, el status quo. Pero más alla de este sesgo estructural existe un sesgo intencional que persigue anular el pluramismo en las fuentes y en el contenido de la información. Este sesgo intencional (bias) se manifiesta, básicamente, eliminando, infravalorando y sobrevalorando la información conforme a los intereses de quien manipula. Por ejemplo, esa sobrevaloración opera mediante mecanismos enfatización verbal y visual. En cuanto al encuadre o enfoque (framing) funciona sobre todo tematizando y etiquetando los acontecimientos, también conforme a una concepción previa interesada. (Toda información tiene un encuadre, la cuestión es acertar con el enfoque que, honestamente, nos parezca más fiel a la realidad).

Utilizando estas herramientas la investigación encuentra una sistemática anulación de todas las voces críticas con la política del gobierno valenciano; la minusvaloración de toda noticia negativa y la sobrevaloración de los pseudoacontecimiento montados por el Consell, con una amalgama entre información y propaganda. Quizá lo más llamativo son los encuadres partidistas utilizados en el tema del agua. La crecida del Ebro sirvió para «demostrar» visualmente que el agua que el gobierno de Madrid negaba a Valencia anulando el travase se malgastaba al vertirse en el mar (¡Como si los ríos no fueran a la mar!). Los encuadres temáticos eran consonante con el argumentario propagandístico del Partido Popular. En el trabajo se ve una línea de continuidad entre los eslóganes partidistas y los titulares del telediario.

El problema es que la manipulación puede probarse científicamente, pero mediante trabajos tan laboriosos como esta tesis doctoral. Si utilizamos sólo herramientas cualitativas los resultados obtenidos no pueden compararse con otras programaciones informativas. Creo que habría que poner a punto herramientas cuantitativas para analizar sobre todo el sesgo. Por ejemplo, cuantificar la enfatización verbal o de la enfatización visual. Más difícil es cuantificar el encuadre, pero sí que es posible establecer categorías cuantificables, como las de encuadre temático y episódico. Los resultados cuantitativos darían más representatividad a los análisis cualitativos.

Entre nosotros, quizá el intento más logrado de cuantificar la manipulación es el realizado por Aideka, primero con el estudio del tratamiento informativo por parte de TVE de la huelga general del 20-J y después con la investigación relativa a TVE y la guerra de Irak. En este segundo trabajo se cruzan categorías de contenido (esto es, la tematización de la información) con categorías de contexto (fuentes, formatos de presentación). Tampoco de estas investigaciones resultan herramientas directamente aplicables a otros casos. La única cuantificación sistemática y periódica es el estudio trimestral que el Consejo Audiovisual de Cataluña realiza sobre pluralismo. Pese a su enorme mérito, se limita a medir los tiempos de aparición de las distintas fuentes -es decir, mide quien habla en la televisión.

Creo que es imprescindible un observatorio de la televisión informativa, que aplicara métodos cualitativos y cuantitativos a la información de las cadenas públicas y privadas. Fair (Fairness & Accuracy in Reporting) puerde ser un modelo. Sólo un grupo de investigación interuniversitario podría acometer esta tarea con independencia. Porque para controlar la manipulación también hay que ser independiente.

Torcer el cuello al cisne


Hoy he encontrado una bella imagen de lo que debe ser el oficio del periodista: torcer el cuello al cisne. Eso es lo que recomendaba José Salgar a García Márquez , cuando éste era un periodista novel y aquel su jefe de redacción en El Espectador. El cisne luce un magnífico plumaje y un cuello curvo que nos maravillan. Pero quizá si le torcemos el cuello, desparecerá el espejismo y aparecerá un vulgar pato… No fiarse de las apariencias, levantar el velo, torcer el cuello al cisne… son reglas básicas del oficio. Pero el cisne es muy atractivo, tiene más glamour que el pato, atrae, en fin, más espectadores.

Torcer el cuello al cisne, justo lo contrario de hacer girar la información, torcer y retorcer los hechos, como hacen los spin doctors, los asesores de imagen, los jefes de comunicación, los manipuladores.

Los periodistas no hicieron su trabajo


La publicación de las memorias de Scott McClellan, quien fuera jefe de prensa de Bush, han levantado una considerable polémica en Estados Unidos. En esencia, el portavoz presidenecial reconoce que mintió sobre los motivos de la guerra de Irak, pero que fue engañado en su buena fe por el presidente y sus colaboradores. Sorprende tanta candidez y muchos le acusan de puro oportunismo para vender su libro.

McClellan afirma que los periodistas no hicieron su trabajo y no investigaron los verdaderos motivos de la guerra. Esta afirmación ha abierto un debate entre la profesión periodística, del que se hace eco Liz Cott Barret en la Columbia Journalism Review. La mayoría de los profesionales reconocen que así fue. Había una presión del gobierno y los editores para primar los enfoques positivos. Como muestra, recojo (y traduzco) las manifestaciones de Katie Kouric, la presentadora que sustituyó a Dan Rather al frente del informativo de la noche de CBS:

«Creo que hubo una sensación de presión desde las empresas dueñas de los medios en los que trabajamos y del gobierno mismo para acallar cualquier clase de disenso o cualquier cuestionamiento. Fue extremadamente sutil, pero muy efectivo.»

Recuerdo de aquellas semanas los audaces reporteros y reporteras españoles que cada día encontraban un exiliado iraquí que nos aseguraba que Sadam no sólo era un monstruo, sino que tenía armas para hacer volar el mundo. Recuerdo también aquel documental en «prime time» sobre las armas de destrucción masiva, premiadísimo, se nos decía. Una de las autoras era Judy Miller, luego implicada en el caso «plamegate» y una de las reporteras favoritas de la Casa Blanca y el Pentágono.

Efectivamente, los periodistas no hicimos nuestro trabajo.

Irak, Iraq… memoria de la destrucción


¡Ya ha empezado! Eran las tres de la mañana de la madrugada del 20 de marzo de 2003 y al otro lado del móvil, mi jefe, Daniel Peral, me advertía del temido momento: habían empezado los bombardeos.

Mirando la galería de fotos y vídeos de Reuters rememoro las difíciles semanas que siguieron. Pase la guerra en la Redacción de TVE, muy lejos de los riesgos físicos y morales del campo de batalla; pero, en cierta forma, también la Redacción se convirtió en un campo de batalla. Hacer información internacional para televisión tiene algunas ventajas. En el mundo siempre hay algún acontecimiento de primera magnitud y a estas alturas ese acontecimiento casi siempre tiene una imagen; pero la gran ventaja sobre cualquier otra es estar fuera del juego político nacional y de las presiones que conlleva. Hasta que el gobierno de un mediano país quiere jugar una dudosa carta estratégica y se suma como comparsa al Imperio. Entonces empiezan los problemas y la información internacional deja de ser ese territorio franco y despreciado. Empiezan las presiones y llega la voracidad de otras secciones por comerse parte del pastel informativo.

Las tres semanas de campaña (que no de guerra, que todavía sigue) fueron muy intensas y requirieron mucho esfuerzo, pero resultaron menos tensas que los meses que precedieron a los primeros bombardeos. Desde el otoño de 2002 la administración Bush daba señales que la decisión de la guerra estaba tomada y que sólo se trataba de venderla la opinión pública. En aquellos Servicios Informativos dirigidos por Alfredo Urdazi se privilegiaba todo aquello que mostrara la maldad de Sadam y su régimen -disidentes iraquíes refugiados en España aparecían cada día como por ensalmo- y todo los que demostrara la existencia de armas de destrucción masiva y la vinculación con Al Qaeda. Se mininizaba, en cambio, cualquier iniciativa diplomática, se infravolaban los informes de los inspectores de Hans Blix y El Baradei. A los informes del desaparecido Comité Antimanipualación (recogidos en la página del Consejo Provisional de Informativos ) me remito. Se llegó a extremos tan ridículos como -a la hora de unificar grafías- escoger Iraq en lugar de Irak, porque Iraq se escribe en inglés e Irak en francés -ya se sabe, Francia era paladín de la no intervención.

Permítaseme el recordatorio de algunas de las imágenes que se guardan en mi memoria.

La primera guerra del Golfo, 1991. Los bombardeos en la noche verdosa… los ataques aéreos convertidos, por primera vez, en vídeo juegos… Peter Arnett desde la terraza del hotel en directo practicando una diplomacia oscura e indirecta… los soldados iraquíes que se rinden y besan la mano a sus invasores… la carretera de la muerte, Quwait-Basora, todo un ejército reducido a chatarra y la chatarra no nos dejaba ver la carnicería.

El éxodo kurdo, 1991. Cientos de miles de personas vagando por montañas nevadas; un pueblo sin estado, desconocido y olvidado; una información tematizada como «catástrofe humanitaria»; un corolario, la «intervención humanitaria»; una consecuencia, la «exclusión aérea»; un resultado final, el estado kurdo de hecho y la desmembración de Irak.

Los años del olvido, 1991-2002. Irak se desdibuja informativamente; poca información sobre la reconstrucción (en un par de años Irak se reconstruyó a unos niveles impensables en la segunda guerra); algo sobre el bloqueo, cuando los iraquíes invitaban a equipos de televisión occidentales, que nos mostraban niños que morían sin los medicamentos embargados -propaganda iraquí, decíamos; crisis recurrentes con retirada de inspectores y diplomáticos y bombardeos conforme a los avatares de la política interna estadounidense y los líos de faldas de su presidente; «petróleo por alimentos» y su escándalo.

Preparando la guerra, septiembre 2002-2003. Continuas filtraciones de informes de servicios secretos, «revelaciones» de exilados iraquíes; «analistas» y «expertos» proclamando la amenaza apocalíptica de Sadam; el elegante Villepin, con su estupendo castellano, y sus movimientos diplomáticos en contra de la intervención; los llamamientos de Juan Pablo II; la movilización global contra la guerra; el rídiculo espectáculo del power point de Powell en el Consejo de Seguridad; la foto de las Azores.

La campaña militar, marzo-abril 2003. Otra vez imágenes verdosas de bombardeos; otra vez las «armas inteligentes», no lo suficiente para no masacrar civiles; otra vez los «vídeo juegos de bombardeos»; el avance anglo-norteamericano parado en Nasiriya; el niño Alí, sin brazos ni piernas ni familia, convertido en personaje mediático; la soldado Lynch, víctima de las balas iraquíes y de la propaganda del Pentágono; la muerte de Couso y las presiones para presentarla como un «trágico accidente»;otra vez los que se rinden besan la mano de los invasores, prisioneros que sí pueden ser mostrados en la televisión; no, en cambio, «los nuestros» «secuestrados» por los iraquíes, cuya imagen sí que estaba protegida por la Convención de Ginebra; Sadam paseándose ausente por un Bagdad espectral; su estatua derribada y la «toma en directo» de Bagdad.

La destrucción de Irak, 2003-2008. El saqueo, la destrucción, la rapiña del tesoro artístico; «Misión cumplida»-Bush dixit; las primeras redadas; los primeros enfrentamientos; la bomba contra el edificio de la ONU y la muerte de Vieira de Mello (un secretario general de la ONU en ciernes) preludio de lo que habría de venir; las carnicerías cotidianas; las peregrinaciones chíies; Paul Bremer, con traje y botas Panamá Jack, bajando del avión protegido por contractors (eufemismo de mercenarios); los contractors colgados del puente de Faluya; los agentes del CNI «asesinados por terroristas» (otro momento infomativamente difícil); ¿donde están las armas de destrucción masiva?;el «caso Kelly»; el ejército del Mahdi; los «daños colaterales» que matan a decenas de personas que asistían a una boda, confundidos con terroristas; la violencia sectaria; la orgía sangrienta de los vídeos yihadistas; la voladura de la mezquita de Samarra; la huída de los periodistas; la infamia de Abu Ghraib; el cansancio, el aburrimiento, Irak ya no es noticia…

«La situación en Irak (¿o en Iraq?) no es idílica, pero sí es muy buena» -Aznar dixit.

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