Los grandes medios internacionales han destacado, sobre todo gráficamente, los incidente violentos de la huelga general. Decía hace poco en otra entrada:
El asunto es un clásico de la manipulación y ha sido exhaustivamente estudiado desde que en los años 70 James Halloran y sus colaboradores pusieran de manifiesto como los grandes medios “enfocaron” su información sobre las manifestaciones contra la guerra de Vietnam en Londres destacando los incidentes violentos con los que culminaron (Halloran et alt (1970) Demostrations and communication; Noelle-Neumann (1987) The event as envent and the event as news…).
Más allá de las imágenes, lo que subyace en informaciones y sobre todo editoriales y artículos de opinión es el temor de que el gobierno de Rajoy no sea capaz de soportar la presión y ceda en su programa de austeridad «mortis». O, peor, que España se convierta en una nueva Grecia.
Hoy en las redes sociales se mueve una corriente que acusa a los huelguistas de dañar la «Marca España» (#MarcaEspaña). Entiendo perfectamente el concepto, pero me parece que un país no puede ser reducido a una marca comercial. La huelga fue una gran demostración cívica de una sociedad responsable y hasta los intentos del gobierno de convertirla en un problema de orden público fracasaron, como tuvo que reconocer al final de la jornada la propia Directora General de Política Interior (necesitada de urgentes lecciones de comunicación).
El guión gubernamental sostiene que aquí no ha pasado nada, que la huelga ya estaba descontada (» me van a hacer una huelga general…» decía Rajoy a su colega finlandés). Pero la visión de los medios internacionales demuestra que el gobierno se ha debilitado y, sobre todo, que no puede permitirse el lujo de más movilizaciones de esta envergadura. A las direcciones sindicales corresponde ahora no malbaratar el éxito.
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