Hillary Clinton: la fuerza del corazón


Reuters«Vengo aquí con todo mi corazón a daros las gracias». Estas han sido las primeras palabras de Hillary Clinton a los partidarios que la aclamaban en Manchester, New Hampshire, después de su victoria sobre Baruk Obama en las primarias de este estado.

Clinton ha logrado dar la vuelta a unas encuestas que se le mostraban adversas. ¿Que puede haber ocurrido en las horas inmediatas a las votaciones para este cambio?. Pues que la candidata de la experiencia, del autoncontrol, de la frialdad, se mostró en un acto electoral capaz de emocionarse, de llegar casi a las lágrimas.

Todos los análisis coinciden en que esta imagen puede haber sido decisiva para su victoria. Se cumple así el principio de que para ser creíble en televisión no basta la convicción, hace falta también emocionar, aunque sea, como en este caso, emoción, sobre la propia carrera de servicio público. ¿Fue una emoción espontánea o un gesto muy profesional (como insinuaba Carmelo Machín en su crónica para TVE). Seguramente fue espontánea, pero sus asesores han sabido explotar bien esa aparente debilidad. La propia Hillary ha reconocido que en esta semana ha escuchado a la gente y ha cambiado.

Así que, dos «comeback-kid», dos chicos (una chica y un chico, Clinton y McCain) que siempre se recuperan de sus fracasos, encabezan de nuevo la carrera interna de sus partidos hacia la Casa Blanca. Una carrera apasionante.

Anuncio publicitario

¿Televisión pública sin publicidad?


Rda. de prensa 8-01-08/ Foto APF-OFF¿Será posible la utopía de televisión pública sin publicidad? Esta es, al menos, un posibilidad abierta por el presidente de la República Francesa, en su primera rueda de prensa.

Entre las iniciativas presentadas, el presidente ha avanzado la necesidad de una reflexión para eliminar la publicidad de las cadenas públicas francesas. El sector audiovisual público se financiaría con un recargo sobre el incremento de la factura publicitaria de las televisiones privadas y con un «impuesto infinitesimal sobre la cifra de negocios de los nuevos medios de comunicación como el acceso a internet y la telefonía móvil».

La iniciativa -por ahora nada más que la sugerencia de una reflexión- se enmarca en la presentación de un conjunto de reformas para 2008, etiquetadas bajo el pomposo título de «política de civilización» (robado, por cierto a Edgar Morin) que para el presidente consistiría en «colocar al hombre en el centro de la política». Todo parece un salto adelante, cuando los sondeos castigan la exposición de su vida privada en los medios. Además, ¿qué dirán sus amigos en el sector mediático privado, esos amigos como Bollore, que ponen graciosamente a su disposición aviones y yates privados?.

Puede que no llegue a hacerse realidad, pero la propuesta tiene mucho sentido. El mercado publicitario en manos del sector público se repartiría entre los medios privados. El beneficio de estos estaría garantizado, pues sólo tributarían por un porcentaje de estos beneficios adicionales. Y la televisión pública se vería liberada de la publicidad y, por tanto, podría hacer una programación no sometida a la tiranía absoluta de los índices de audiencia, una programación más arriesgada, aunque, por supuesto, sin dejar de luchar por la audiencia. Posiblemente el cálculo es que en estas condiciones el beneficio para las privadas sería doble, pues no sólo heredarían publicidad, sino que, además, ganarían la audiencia que perderían las públicas si hacen una «programación de calidad». Creo que este razonamiento es erróneo: con tal de no hacer una programación elitista las públicas ganarían un cierto porcentaje de audiencia por la simple virtud de no ser interrumpidos sus programas por bloques publicitarios.

Como las cuentas no saldrían, Sarkozy habla de un gravamen infinitesimal sobre los nuevos medios y cita el acceso internet y la telefonía móvil. Ahí se pincha en hueso. Una propuesta tal activara la coalición de los operadores de telecomunicaciones con tecnólogos y libertarios de derechas. Todos ellos se rasgarán las vestiduras: ¿cómo van a financiar los nuevos medios al viejo medio, la televisión, que todos estos gurus han dado ya por muerta?. Se repetirála situación que hemos vivido con el canon digital. La cuestión es si por vías como ésta, de impuestos indirectos, pueden -como defiende hoy Vicente Molina Foix– preservarse bienes de interés cultural. La creación artística lo es, pero también pudiera serlo una televisión pública que sirviera de revulsivo y referencia para un sector audiovisual ahora orientado a la pura basura.

(Permítaseme la pequeña pedantería de recordar que propuse una solución semejante en mi tesis «La libertad de programación en radiodifusión: un desarrollo del art. 20 de la Constitución Española» (2000). En su página 313 proponía la creación de un Fondo Audiovisual para financiar programas de servicio público, ya fuera emitidos por empresas públicas o privadas; un fondo dotado por un gravamen sobre ingresos publicitarios y venta de material electrónico. Lamentablemente, la Ley Orgánica 5/2006, de la radio y la televisión de titularidad estatal no exploró estas fuentes y se quedó en la financiación mixta: pública, via Presupuestos Generales, y publicitaria.)

Lifting en los telediarios de TVE


cabeceraCasi por sorpresa, con el comienzo del nuevo año los telediarios de TVE estrenan nueva imagen.

Y digo casi por sorpresa, porque este tipo de renovaciones suelen hacerse al principio de una nueva temporada o con un cambio de Dirección.

En nota de prensa, nos explican que el cambio «coincide con el proceso de modernización y renovación tecnológica de los informativos de TVE, un proceso puesto en marcha en 2007 por la Corporación RTVE …». Bueno, no parece que ese cambio tecnológico -supongo que se refieren a la digitalización de las redacciones- sea una iniciativa de la nueva Corporación, sino un proceso mucho más antiguo. Supongo también que el cambio de imagen no tiene nada que ver con que se aproximan las elecciones.

Los cambios de cabeceras, decorados y rótulos en televisión son, o bien señas de identidad de un nuevo producto, o bien simples cambios cosméticos. En el caso de TVE es puro maquillaje porque el producto, los telediarios, no cambian en su estructura, contenidos o presentadores. Se trata de un simple lavado de cara de unos programas que después de un largo calvario de cuatro años han terminado por recuperar el liderazgo de audiencia, con un largo proceso de reubicación de públicos después de los cambios que siguieron al 11-M.

El azul, con distintas gradaciones, sigue siendo el color corporativo. Ahora se añade el cuadrado como identificador de los telediarios, con un grafismo que recuerda el logo de los 80.

La cabecera parte del cuadrado para terminar por componer el mapamundi. Como se ve, nada original e incluso menos explícito que anteriores cabeceras que partiendo del objetivo de la cámara pretendían hacer transparente el mundo.

Los decorados, en blanco y en azul recuerdan a los TF2. Parecen menos audaces que los anteriores, basados en una serie de pantallas colgantes en el set, que por falta de definición, no parece que dieran demasiado juego como elementos de representación gráfica. Ahora, detrás del presentador hay unas imágenes en movimiento bastante desquiciantes.

Como siempre que en los noticiarios de televisión se juega con el estudio el resultado puede resultar decepcionante, porque, al final, el plano medio, en el que la profundidad se pierde, es el más eficaz para una presentación al servicio de la noticia y no del espectáculo.

El cambio más positivo me parece el de la rotulación. Rótulos con un tipo más pequeño, pero legible, y ahora animados. Es posible en el mismo espacio introducir más texto, jerarquizando títulos y subtítulos por el tipo, mayor o menor de letra. Claro que cuanto más información textual se facilita, más dirigida está la información, menos capacidad de interpretación propia tiene el espectador. Y la tentación es titular con obviedades.

En resumen, un cambio cosmético, que salvo en los rótulos pocas mejoras añade. Y es que los informativos diarios, los telediarios, paradigma de información de actualidad en el medio de televisión, no soportan demasiado bien los cambios radicales de formato. Las verdaderas mejoras, en cualquier televisión, sólo pueden venir de un trabajo periodístico riguroso, especializado, en profundidad… en definitiva de una credibilidad que hay que construir día a día y que está por encima de cabeceras o decorados.

A %d blogueros les gusta esto: