«Vengo aquí con todo mi corazón a daros las gracias». Estas han sido las primeras palabras de Hillary Clinton a los partidarios que la aclamaban en Manchester, New Hampshire, después de su victoria sobre Baruk Obama en las primarias de este estado.
Clinton ha logrado dar la vuelta a unas encuestas que se le mostraban adversas. ¿Que puede haber ocurrido en las horas inmediatas a las votaciones para este cambio?. Pues que la candidata de la experiencia, del autoncontrol, de la frialdad, se mostró en un acto electoral capaz de emocionarse, de llegar casi a las lágrimas.
Todos los análisis coinciden en que esta imagen puede haber sido decisiva para su victoria. Se cumple así el principio de que para ser creíble en televisión no basta la convicción, hace falta también emocionar, aunque sea, como en este caso, emoción, sobre la propia carrera de servicio público. ¿Fue una emoción espontánea o un gesto muy profesional (como insinuaba Carmelo Machín en su crónica para TVE). Seguramente fue espontánea, pero sus asesores han sabido explotar bien esa aparente debilidad. La propia Hillary ha reconocido que en esta semana ha escuchado a la gente y ha cambiado.
Así que, dos «comeback-kid», dos chicos (una chica y un chico, Clinton y McCain) que siempre se recuperan de sus fracasos, encabezan de nuevo la carrera interna de sus partidos hacia la Casa Blanca. Una carrera apasionante.