Don McCullin: una trayectoria heroica…
Don McCullin: mensajero del horror
Dos formas de presentar a este veterano fotoperiodista británico; la primera es el el título de la exposición que puede verse en la sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid; la segunda, el título del reportaje del diario El País, dedicado a la exposición, con declaraciones de McCullin,
Las dos, expresiones atinadas de lo que significa la obra de este fotoperiodista… Pero, vista la exposición, son las miradas el centro de su obra. Miradas que impactan; miradas llenas de dignidad, como las de las víctimas de la hambruna de Biafra (la primera hambruna mediática) o las de las víctimas del Sida en África; miradas de desesperanza y determinación como las de los campesinos vietnamitas; miradas de desgarro y desconsuelo de madres y esposas que acaban de perder a sus seres queridos, en Chatila, en Chipre; miradas de pánico, como la de esa mujer que asiste en el quicio de la puerta de su casa del Bogside de Londonderry a la carga de las paracaidistas británicos; miradas de resignado asombro de los berlineses que ven erigirse un muro en medio de su vida cotidiana; miradas de desarraigo en los barrios industriales dela Gran Bretaña de los 70; miradas inmisericordes, como las de los congoleños que van a asesinar a sus enemigos; miradas, en fin, de terror y pérdida de control como la de este marine bajo las granadas del vietcong durante la ofensiva del Tet (instantánea que ha servido para presentar la exposición)…
La mirada del fotógrafo entabla un diálogo (mediado por el objetivo, el ojo de la cámara) con la mirada de víctimas y verdugos. Y gracias a su trabajo, nosotros, pasados medio siglo o sólo unos meses, podemos ahora dialogar con estos seres humanos que han vivido algunos de los innumerables episodios de horror del siglo XX,
La colección es tan dura, que un cartel avisa de que algunas imágenes pueden dañar la sensibilidad…¡Claro! Para eso se han tomado, para sacarnos de nuestro confort y seguridad y presentarno a unos semejantes masacrados por otros en el marco de guerras y conflictos de todo tipo. No es otra cosa la que hizo Goya con su serie de los Horrores. Como Goya, Mccullin denuncia; pero, lo dice expresamente en un vídeo que recomiendo (proyectado en el último piso del antiguo depósito de agua convertido en sala de exposiciones), sin buscar que esa representación de la realidad se convierta en obra de arte. Y aquí cabría volver a Susan Sontag y su «Ante el dolor de los demás», magnífica reflexión sobre la representación visual del mal y el dolor.
McCullin fue herido en Camboya. Es evacuado en un camión, lleno de agonizantes; la pierna de uno de ellos le golpea en los estertores de la muerte… el fotográfo dispara y capta ese último dolor en el rostro del soldado. Y Mccullin se pregunta: «¿Cómo se puede fotografiar el dolor de los demás si uno no sabe lo que es?
La tensión interior después de medio siglo de guerras aflora en su visión del mundo y se manifiesta en la fotografía de paisajes de Inglaterra y Escocia: tierra, agua, mar y cielo forman una unidad orgánica que se manifiesta en duros contrastes y contraluces, siempre en un blanco y negro sin concesiones, positivado por el propio autor. Vale la pena recoger esta reflexión del autor:
«Me gusta fotografiar el paisaje inglés en invierno, porque está desnudo y es frío y solitario, y, sí me siento feliz… No existe la política. No hay nadie que me diga: sal de mi territorio. No hay nadie que me apunte con su arma. Es casi como si estuviera bebiendo el mismísimo néctar de la libertad. Yo no quería ser fotorreportero de guerra; quería ser fotografo de paisajes y paz, lo cual me parece mucho más difícil de fotografiar que la guerra. No se necesita tener mucho ojo a alguien muriéndose delante de tu cámara»
Una exposición muy recomendable (aunque no se entregue ni un simple folleto informativo) y las fotos carezcan de información técnica. Pero hay que darse prisa, porque termina el domingo 27. (Perdón por visitarla y recomendarla tan tarde).
(Búsqueda en Google de imágenes de McCullin, donde se podrán ver muchas de las miradas de las que hablo, sin entrar en el resbaladizo terreno de los derechos de autor)
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