En memoria de Harold Pinter


En la Nochebuena ha muerto Harold Pinter. Su vida fue buscar la verdad a través de esa conjunción de palabra e imagen que es el teatro. Y en su búsqueda de la verdad se comprometió con aquellas causas que consideraba justas. Todo ello está sintetizado en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura de 2005. No es un discurso con la escenografía al uso, con la pompa de la ceremonia de los Nobel. En su lugar, un espacio vacío, delimitado por muros de luz azul, una foto del autor más joven y en el centro un hombre vestido de negro sentado en una silla de ruedas, cubiertas las piernas con una manta. Nada más alejado de cualquier efectismo y, por ello, uno de los documentos audiovisuales más emocionantes que recuerdo. Pinter se había dedicado en los dos años anteriores a denunciar la política de Bush, especialmente la invasión de Irak. El Nobel le llegó en una fase avanzada de su cáncer, que le impedía recibir personalmente el premio. Pero allí estaba ese hombre enfermo, reflexionando sobre la fuerza de la palabra y la imagen para desvelar la verdad y haciendo la denuncia más radical y racional del imperialismo norteamericano.

Recojo aquí aquel texto y el vídeo subtitulado en español, un ejemplo magnífico de que no hay nada más expresivo que un ser humano que se expresa libre y sinceramente. Un  documento de la historia de la televisión.

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