Es imposible sustraerse al ambiente navideño. Me confieso poco navideño. Pero no puedo por menos que volver a la infancia cuando oigo cantar los premios de la Lotería a los Niños de San Ildefonso. El frío de la calle contrasta con la calidez del hogar. Las luces que por todas partes se encienden con los cortos días del solsticio de invierno. El consumismo con la generosidad. La competencia despiadada con la solidaridad familiar. La incertidumbre del porvenir (en este año, la inseguridad de la crisis) con los buenos deseos pronunciados y casi siempre sentidos. Las comilonas desmesuradas con el encuentro con los amigos. Los villancicos populares con la sofisticación de los suplementos de «Estilo». La lotería que tapa agujeros con los Fabra a los que les toca todos los años. La religiosidad sincera con las liturgias barrocas. Lo infantil con la orgía alcohólica…
La Navidad es un festín de signos y símbolos. He escogido esta foto, sacada de la página de Intermon-Oxfam, una imagen que no tiene ninguno de los códigos icónicos de la Navidad, para felicitaros las fiestas y desearos lo mejor para el 2009. La mirada de esa muchacha africana transmite esperanza e interrogación. En el continente olvidado, la sociedad civil se organiza y las mujeres protagonizan un renacimiento. Expoliados por los occidentales, esclavizados por los tiranos locales, pero siempre sin perder la alegría, esperan la justicia que el mundo les debe. Si la Navidad es el paso de la oscuridad a la luz, África, que pugna por salir de la oscuridad, puede ser el símbolo de la Navidad.
martes, 23 Dic 08 a las 3:52 pm
Igualmente. saludos.