Periodismo abierto: de la historia de los tres cerditos a la historia de Kony 2012


Arranco esta entrada con un vídeo y la terminaré con otro. De entrada, la historia de los tres cerditos, reinterpretada por The Guardian. De salida, el vídeo Kony 2012, de la organización Invisible Children. Dos vídeos que demuestran el enorme poder de esta forma de expresión, para persuadir, pero también para interpelar. Y en medio una reflexión sobre eso que se ha dado en llamar periodismo abierto.

La historia de los tres cerditos: la verdad no es lo que parece

 Dos minutos de vídeo para contar el viejo cuento de los tres cerditos… desde distintos puntos de vista. El punto de vista sensacionalista. El punto de vista del poderoso lobo. El punto de vista de los bancos. El punto de vista de los desahuciados. El punto de vista de los gabinetes de comunicación. El punto de vista de los indignados.

 El vídeo (impactante como corresponde a una campaña publicitaria) plantea las más viejas cuestiones del periodismo ¿cómo buscar la verdad en medio de versiones interesadas? ¿cómo dar voz al que no la tiene? ¿cómo superar tópicos?. En definitiva, retorcer el cuello al cisne hasta que aparezca el vulgar pato. Antes el periodista se movía por esta jungla como un explorador en solitario; hoy tiene que transitar en permanente colaboración con su comunidad (¿audiencia? ¿lectores? ¿usuarios? ¿oyentes? ¿clientes?). Esta es una de las notas de eso que se empieza a llamar periodismo abierto.

Con  este vídeo The Guardian se nos vende como abanderado del open journalism, del periodismo abierto. Alan Rusbridger desvela el concepto detrás de la campaña publicitaria: reunir y confrontar todas las voces, investigar, escuchar, colaborar con las comunidades; todo ello en una plataforma interactiva que es más que un periódico. Ciertamente, The Guardian es entre los medios tradicionales el que más ha avanzado por este camino, pero, no lo olvidemos, estamos ante una campaña publicitaria.

Open journalism, periodismo abierto, periodismo transparente

Dicen que la nuestra es la época de la transparencia y la colaboración -materia para la discusión otro día en otra entrada. El caso es que a semejanza del movimiento open-source software ya desde 1999 se habla de open-source journalism para indicar aquellos casos en que un periodista pide la colaboración de la audiencia para perfeccionar y corregir una información y, de manera más amplia, para obtener la colaboración de la audiencia, convertida en una multitud de fuentes que interactuan con el reportero.

Melanie Sills ha desarrollado recientemente el concepto y ha lanzado una plataforma de discusión (Annenberg Innovation Lab), que parte de este documento (pdf). Sills resume en estos principios su idea de periodismo abierto en los principios de transparencia, responsabilidad y compromiso, partipación, colaboración y trabajo en red.

Es el principio de transparencia del que más manifestaciones encontramos. Transparencia editorial (que en algunos países la ley exige). Transparencia de las fuentes, enlazando a fuentes, datos y documentos (Explore Source de ProPublica). Transparencia de la redacción, mediante blogs (los blogs de los editores), discutiendo la agenda informativa (20Minutos y su pizarra, The Guardian y su News List).

Este concepto enlaza con mi idea de periodismo cívico: un periodismo de servicio que enlaza espacios públicos, interactua y colabora con los ciudadanos y ayuda a dar sentido a un mundo fragmentado.

Kony 2012 y el periodismo abierto

Los pasados días el vídeo con el que cierro esta entrada se convirtió en un ciberacontecimiento. Un acontecimiento explosivo en el ciberespacio que salta al espacio mediático: casi 40 millones de reproducciones en YouTube, de las que 27 millones corresponden a dispositivos móviles -el móvil se reafirma como la plataforma de los vídeos virales.

Pronto blogueros y periodistas criticaron y contextualizaron el vídeo y la campaña. No voy a repetir los errores del vídeo, ni las críticas a su estilo emocionalmente manipulador o Invisible Children. Me quedo con el trabajo de Ethan Zuckerman, contextualizando y haciendo un análisis de framing. Y con esta información de The Guardian, un diálogo abierto con múltiples fuentes, que me parece un magnífico ejemplo de ese periodismo abierto que quiere desarrollar el diario británico. Y otro ejemplo de análisis desde un blog, «Así te ha manipulado el vídeo de Kony 2012», de Trending Topics.

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Reportajes y puntos de vista


Contar el mundo a través de los ojos de los demás es la esencia del reportaje. Es lo que han hecho los grandes reporteros, como nos cuentan en el libro «Seguiremos informando». Justamente, leyendo las colaboraciones de los reporteros que han recibido el Premio Cirilo Rodríguez (no todos los premiados son reporteros) he reflexionado sobre el momento en que se encuentra el reportaje, concretamente el reportaje en televisión.

El reportaje de televisión se basa en imágenes genuinas que nos muestran situaciones  y personajes arquetípicos. Los testimonios de los personajes son el elemento más potente de cualquier reportaje. El reportero no es más que el vehículo para que se expresen los personajes y se hagan visibles las situaciones. Son innumerables los grandes reportajes donde el reportero ni siquiera se hace presente, renunciado a aparecer en imagen y hasta a utilizar su propia voz como hilo del relato.

Personalmente prefiero el reportero transparente, observador discreto, si acaso testigo y nunca protagonista. No por eso dejo de admitir que es legítima la opción de narrar como testigo en primera persona. Esa es la apuesta de REC Reporteros Cuatro, dirigido por Jon Sistiaga. En su presentación, Sistiaga afirmó que «no tendremos pudor en mostrar al reportero». El programa se presenta como un intento no sólo de contar las cosas sino también de mostrar cómo se consiguen. El reportaje se complementa con un coloquio sobre la realidad objeto del reportaje.

En principio, nada que objetar a esta filosofía. Pero sí al punto de vista escogido en el primer reportaje, Baby sicarios, que se presenta como una investigación sobre el fenómeno de los niños sicarios en la ciudad colombiana de Pereira.

El testimonio de Felipe, desgarra el corazón, pero el fenómeno resulta completamente descontextualizado. ¿Qué condiciones políticas, económicas y sociales producen estos niños, víctimas y verdugos al mismo tiemp? Creo que el reportaje ni se plantea esta pregunta. Además, mostrar el rostro de estos muchachos se ha cuestionado en Colombia, con razón, porque ni la legislación colombiana ni la española permiten mostrar el rostro del un menor en estas condiciones. ¿Estaba justificado en estas circunstancias? Desde luego, el testimonio perdería dramatismo con algún tipo de veladura, pero la cuestión ya no es el derecho a la imagen, sino la protección de la dignidad y la seguridad del niño.

Otro punto de vista completamente distinto sobre Colombia es el del reportaje emitido por En Portada, «Retratos de la Colombia en guerra», en el que un reportero transparente muestra la tragedia de los desplazados por los crímenes de guerrillas, ejército y paramilitares, más de tres millones en todo el país. El sicariato infantil, es desde luego, una de las perversiones de Colombia, pero  que no se puede entender sin conocer, entre otros asuntos, las historias de estos muertos en vida que han dejado sus hogares porque sobre ellos pesa una amenaza de muerte.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

En Portada y REC Reporteros son, con sus diferencias, programas de reportajes que pretenden mostrarnos el mundo en el que vivimos desde una mirada no cotidiana. Pero hoy los grandes triunfadores son los reportajes de la cotidianidad.

Su origen está en la escuela de reporteros que ha supuesto Madrid, directo y sus secuelas. Jóvenes periodistas se han formado en el reportaje en directo de la cotidianidad, mostrando a través de entrevistas amables y sin solución de continuidad aspectos de la realidad más próxima.

Estos reporteros del directo se convirtieron un día en reporteros multimedia. Nuevamente partió el formato de Telemadrid, con Mi cámara y yo, en el que reportero manejaba directamente una cámara miniDv semiprofesional. De ese tronco han nacido los distintos «… por el mundo», Callejeros, Comando Actualidad, Report etc.

La fórmula es vernos reflejados no en los otros, sino en nosotros mismos, en nuestro vecinos, en los que son como nosotros. O en el desmadre de la noche o de los barrios marginales, tan próximos y tan ajenos…

Desde un punto de vista técnico, el reportero se convierte en camarógrafo o si éste existe utiliza estas cámara ligeras con profusión de movimientos mareantes para dar un supuesto dinamismo. Lo peor es el sonido, hasta el punto de que a menudo tiene que subtitularse. Y la concepción visual deja en segundo término a la imagen, con un protagonismo de la palabra, que se  edita sin pausas, en un discurso continuo y agobiante.

Estos reportajes de la cotidianidad están más cerca del entretenimiento que del periodismo, pero no por eso dejan de mostrarnos otra cara de nuestra vida que a veces preferimos ignorar. Veremos a ver lo que dura el boom. Personalmente no me parecen mal, siempre que no suplanten a los grandes reportajes. Peor opinión tengo de programas como 21 Días, donde un reality show se oculta bajo la forma de un reportaje.

Son puntos de vista distintos de escrutar la realidad. Espero que la mirada cotidiana o la mirada dramática no anulen a la mirada global contextualizada.

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