En 40 años ha habido etapas mejores y peores, reportajes buenos, malos y regulares. Y manipulación y reportajes al servicio del poder de turno, poder político casi siempre, pero también a veces poder económico o religioso.
En el último año Informe Semanal ha acumulado denuncias de manipulación (desde la sociedad y los profesionales), y su trayectoria en este aspecto ha sido peor que la de los telediarios. La actual dirección ha puesto en riesgo la credibilidad de Informe Semanal.
Informe Semanal es un paradigma del servicio público, porque con sus luces y sombras a lo largo de cuatro décadas nos ha devuelto a los españoles una imagen de nuestro mundo en la que, a pesar de sus distorsiones, podíamos reconocernos. Nació con vocación de resumen semanal de temas e imágenes, pero pronto se convirtió en un laboratorio en el que los informadores de TVE fueron descubriendo y construyendo el género del reportaje.
El reportaje canónico que ha cristalizado en Informe Semanal a lo largo de su historia mantiene un equlibrio entre la voz del reportero y la voz de protagonistas, testigos, autoridades y expertos. Un equilibrio también entre palabra e imágenes. Informe Semana fue quizá el primer espacio en dar voz al ciudadano común, pero siempre, como todos los programas de TVE, ha estado lastrado por lo institucional. En esta última etapa se ha roto el pluralismo institucional, pero el gran reto es conquistar el pluralismo social. Un pluralismo social que no consiste en hacer encuestas en la calle, sino dar voz a una sociedad cada vez más organizada, no sólo a través de ongs, sino de redes y movimientos sociales.
La audiencia ya no es la que era. El 23 de marzo siguieron Informe Semanal una media de 1.323.000 espectadores (cuota de pantalla 7.7%), 600.000 menos que el telediario inmediato. En el reportaje de anoche se decía que la audiencia son los líderes de opinión. Quizá antes. Ahora supongo -no tengo datos- que se trata de una audiencia mayor de 40, 50 años, interesada por una actualidad sin estridencias. La fórmula de Informe sigue siendo válida, pero TVE tiene que innovar con otros espacios informativos.
La credibilidad es muy difícil de construir, pero se pierde en un día. Informe Semanal no puede degradarse porque uno de los pilares del servicio público se hundiría.
La Dirección de RTVE se propone eliminar de la programación de La Dos a Crónicas y En Portada, los dos mejores programas de gran reportaje -por no decir, los únicos- de la televisión en España.
Esta entrada quiere ser una protesta ante lo que me parece una decisión suicida. Se dice que pasarán al Canal 24 Horas, donde ya se pueden ver en sucesivas reemisiones. Pero todo parece indicar que ese destierro es el prólogo de la supresión. El Canal 24 Horas no tiene capacidad de producción. ¿Cómo justificar producir estos formatos para audiencias de 70.000 espectadores?
El Canal 24 Horas cumple con pocos medios una función esencial. Pero como CNN+ parece evolucionar hacia los grandes magazines opinativos, que ya copan los horarios más importantes. ¿En qué horario se emitirán En Portada y Crónicas? ¿De madrugada? ¿Los domingos por la mañana?
Se nos dice que hay que «rediseñar» La Dos, llevando a Teledeporte todas las retransmisiones deportivas y al Canal 24 Horas los programas informativos. Quieren nutrir La Dos del nuevo canal Culturales. La pregunta es sencilla ¿se convertirá La Dos en un clon de Culturales?. Y si es así, ¿por qué no eliminar el Canal para «la inmensa minoría» de una vez por todas?
Hay un evidente deseo de ningunear a La Dos. Ya sé que no tiene nada que ver con las decisiones de RTVE, pero, por ejemplo en El País, la programación de La Dos ya no ocupa su orden natural y es relegada a un extremo de la página, con una tipografía ilegible. El razonamiento que subyace es ¿qué importancia tiene un canal que obtiene poco más del 3% de audiencia? ¡Qué falta de respeto a esos 300.000 0 400.000 espectadores que, hay que recordarlo, son más que los lectores del periódico de mayor ciruculación. La Dos es para muchos el único remanso de una televisión inteligente. Parece que se quiere también prescindir del cine. Para mi ha sido imapagable el ciclo de cine independiente de los lunes de estas dos últimas temporadas. El desprecio a La Dos por todas las direcciones de RTVE ha sido proverbial. Si no, ¿cómo se explica emitir apenas sin promoción los nuevos caítulos de Mujeres Desesperadas a las nueve de la noche?.
Decía que Crónicas y En Portada son prácticamente los únicos formatos de gran reportaje en España. Desde luego son los únicos sin una mirada histérica y sensacionalista, puros reportajes sin espectáculo. En Portada tiene una larga historia de escrutar y profundizar un mundo global a través de grandes historias. Destacaría entre las más recientes Crimen sin Castigo (sobre el asesinato de los jesuitas en El Salvador), el dedicado a la exhusmación de Salvador Allende y la mirada de Jorge Semprún sobre nuestra Europa. Crónicas nos hace ver la realidad más próxima, escamoteada por el espectáculo y las apariencias, a veces con fórmulas muy sencillas, otras con narrativas audiovisuales más complejas.
Si la agresión se consuma, el periodismo audiovisual español habrá perdido algunos de sus mejores exponentes.
Contar el mundo a través de los ojos de los demás es la esencia del reportaje. Es lo que han hecho los grandes reporteros, como nos cuentan en el libro «Seguiremos informando». Justamente, leyendo las colaboraciones de los reporteros que han recibido el Premio Cirilo Rodríguez (no todos los premiados son reporteros) he reflexionado sobre el momento en que se encuentra el reportaje, concretamente el reportaje en televisión.
El reportaje de televisión se basa en imágenes genuinas que nos muestran situaciones y personajes arquetípicos. Los testimonios de los personajes son el elemento más potente de cualquier reportaje. El reportero no es más que el vehículo para que se expresen los personajes y se hagan visibles las situaciones. Son innumerables los grandes reportajes donde el reportero ni siquiera se hace presente, renunciado a aparecer en imagen y hasta a utilizar su propia voz como hilo del relato.
Personalmente prefiero el reportero transparente, observador discreto, si acaso testigo y nunca protagonista. No por eso dejo de admitir que es legítima la opción de narrar como testigo en primera persona. Esa es la apuesta de REC Reporteros Cuatro, dirigido por Jon Sistiaga. En su presentación, Sistiaga afirmó que «no tendremos pudor en mostrar al reportero». El programa se presenta como un intento no sólo de contar las cosas sino también de mostrar cómo se consiguen. El reportaje se complementa con un coloquio sobre la realidad objeto del reportaje.
En principio, nada que objetar a esta filosofía. Pero sí al punto de vista escogido en el primer reportaje, Baby sicarios, que se presenta como una investigación sobre el fenómeno de los niños sicarios en la ciudad colombiana de Pereira.
El testimonio de Felipe, desgarra el corazón, pero el fenómeno resulta completamente descontextualizado. ¿Qué condiciones políticas, económicas y sociales producen estos niños, víctimas y verdugos al mismo tiemp? Creo que el reportaje ni se plantea esta pregunta. Además, mostrar el rostro de estos muchachos se ha cuestionado en Colombia, con razón, porque ni la legislación colombiana ni la española permiten mostrar el rostro del un menor en estas condiciones. ¿Estaba justificado en estas circunstancias? Desde luego, el testimonio perdería dramatismo con algún tipo de veladura, pero la cuestión ya no es el derecho a la imagen, sino la protección de la dignidad y la seguridad del niño.
Otro punto de vista completamente distinto sobre Colombia es el del reportaje emitido por En Portada, «Retratos de la Colombia en guerra», en el que un reportero transparente muestra la tragedia de los desplazados por los crímenes de guerrillas, ejército y paramilitares, más de tres millones en todo el país. El sicariato infantil, es desde luego, una de las perversiones de Colombia, pero que no se puede entender sin conocer, entre otros asuntos, las historias de estos muertos en vida que han dejado sus hogares porque sobre ellos pesa una amenaza de muerte.
Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.
En Portada y REC Reporteros son, con sus diferencias, programas de reportajes que pretenden mostrarnos el mundo en el que vivimos desde una mirada no cotidiana. Pero hoy los grandes triunfadores son los reportajes de la cotidianidad.
Su origen está en la escuela de reporteros que ha supuesto Madrid, directo y sus secuelas. Jóvenes periodistas se han formado en el reportaje en directo de la cotidianidad, mostrando a través de entrevistas amables y sin solución de continuidad aspectos de la realidad más próxima.
Estos reporteros del directo se convirtieron un día en reporteros multimedia. Nuevamente partió el formato de Telemadrid, con Mi cámara y yo, en el que reportero manejaba directamente una cámara miniDv semiprofesional. De ese tronco han nacido los distintos «… por el mundo», Callejeros, Comando Actualidad, Report etc.
La fórmula es vernos reflejados no en los otros, sino en nosotros mismos, en nuestro vecinos, en los que son como nosotros. O en el desmadre de la noche o de los barrios marginales, tan próximos y tan ajenos…
Desde un punto de vista técnico, el reportero se convierte en camarógrafo o si éste existe utiliza estas cámara ligeras con profusión de movimientos mareantes para dar un supuesto dinamismo. Lo peor es el sonido, hasta el punto de que a menudo tiene que subtitularse. Y la concepción visual deja en segundo término a la imagen, con un protagonismo de la palabra, que se edita sin pausas, en un discurso continuo y agobiante.
Estos reportajes de la cotidianidad están más cerca del entretenimiento que del periodismo, pero no por eso dejan de mostrarnos otra cara de nuestra vida que a veces preferimos ignorar. Veremos a ver lo que dura el boom. Personalmente no me parecen mal, siempre que no suplanten a los grandes reportajes. Peor opinión tengo de programas como 21 Días, donde un reality show se oculta bajo la forma de un reportaje.
Son puntos de vista distintos de escrutar la realidad. Espero que la mirada cotidiana o la mirada dramática no anulen a la mirada global contextualizada.
«Seguiremos informando» es el título del libro (Los libros de la Catarata) que conmemora los 25 años de los premios Cirilo Rodríguez. Desde hace un cuarto de siglo la Asociación de la Prensa de Segovia concede este galardón al mejor trabajo de periodismo internacional del año, en recuerdo de la memoria de Cirilo Rodríguez, histórico corresponsal de RNE, prematuramente desaparecido. Ahora, el libro y un DVD (Vídeo, introducir «Cirilo Rodríguez en el buscador de la parte inferior) recopila trabajos de los premiados y una semblanza de cada uno.
He conocido el libro un poco tarde por uno de los premiados, Evaristo Canete, uno de los grandes reporteros gráficos de la televisión española. Canete, junto con José Luis Márquez, son los dos únicos camarógrafos galardonados. Por cierto, espeluznante el relato que hace Márquez de la matanza de Tiananmen, de la que fue testigo.
Escoger ese título «Seguiremos informando» es hoy todo un ejercicio de resistencia.
La información internacional siempre ha estado preterida por otras materias que «venden más», como se encargan de recordar varios de los premiados. Pese a ello, ningún medio podía permitirse el lujo de ignorar lo que pasaba en el mundo y para ello mantenía una red de cobertura, más o menos amplia y potente. Además, los profesionales de la información internacional constituían una élite del periodismo, con una visión superadora de los planteamientos de sacristía.
Hoy, la información internacional se diluye en la información glocal, esto es, información puramente local se convierte en un espectáculo universal. Además, corresponsales y enviados especiales son sustituidos por jóvenes periodistas que rastrena la Red en busca de estos acontecimientos locales impactantes con un potencial de convertirse en espectáculo. Nunca como en este mundo global nuestra mirada ha sido más corta de miras.
Los reporteros, sobrevivirán y nos seguirán mostrando el mundo, nos dicen los periodistas que componen el libro. Sobrevivirán, como nos recuerda Gervasio Sánchez citando a Camus, si comprenden que «no podemos escapar del dolor común y que nuestra justificación, si hay alguna, es hablar mientras podamos en nombre de los que no pueden». Pervivirán, nos dice Guillermo Altares, si «son capaces de sobrevivir en los mundos hostiles en los que se forjan los grandes reportajes y deberán conseguir que haya química con adolescentes criados en el trepidante mundo de los chats y los videojuegos, porque ellos serán sus lectores».
La entrada ya es demasiado larga, así que dejo para otro momento una reflexión sobre los nuevos formatos de reportajes en televisión. Dejo aquí la noticia (flojita) del libro en TVE, pero que nos permite escuchar a dos maestros, Canete y Enrique Meneses.
Como ya dije en otra ocasión, esta página es una buena aproximación a lo que puede ser una aproximación interactiva de la información en televisión. Por el momento, la participación del público se limita a la posibilidad de dejar comentarios. La calidad de la audiencia de este programa se evidencia en comentarios como éste, con claves para entender el conflicto del país africano.
Un tribunal salvadoreño condenó a los mandos de la fuerza que cometió los asesinatos, pero no a los que dieron la orden. Según la Comisión de la Verdad, esa orden se dió por el general René Emilio Ponce, jefe del Ejército, en una reunión de la cúpula militar.
En este caso, la conexión con España que exige la contrarreforma es evidente. Pero más difícil resulta demostrar que la justicia se ha negado en El Salvador. Como insiste el juez salvadoreño y los acusados es un principio universal del Derecho que nadie puede ser enjuiciado dos veces por los mismos hechos. Lo que habrá de probarse ante la Audiencia Nacional Española es que ese juicio se manipuló para garantizar la impunidad de los altos responsables militares. El reportaje es una buena aportación en esa lucha contra la impunidad.
Por otro lado, En Portada ha iniciado una interesante estrategia multimedia. El vídeoes accesible desde rtve.es, donde encontramos una presentación muy personal del autor del reportaje, Antonio Parreño. Lo más interesante es la transcripción de la entrevista íntegra con el general Ponce, obviamente editada en el reportaje. Esa estrategia se complementa con un blog y con un microespacio, Contraportada. emitido después de la publicidad que sigue al reportaje. En esta ocasión, el reportero grafico Evaristo Canete nos contó el clima dramático en que fueron rodadas las imágenes de los cadáveres de los jesuitas, esparcidos por el jardín de la Universidad Centroamericana.
Un espacio de conversación sobre periodismo, televisión, derecho de la información y deontología informativa... en los medios tradicionales y en el ciberespacio.