La iniciativa del periodismo ético

Imparcialidad o humanidad


La BBC se niega a emitir una campaña de las organizaciones humanitarias para recoger fondos de ayuda a Gaza. El Disasters Emergency Release, que agrupa a las más importantes ongs británicas (Cruz Roja, Oxfam, Safe The Children) ha lanzado un llamamiento urgente para atender a las más perentorias necesidades de la población. La BBC alega que en situaciones volátiles la ayuda humanitaria es cuestionable y que difundir tal llamamiento comprometería su independencia. Sky News ha seguido el mismo camino y también se niega a difundir la campaña.

Como es lógico, la decisión ha levantado una enorme polémica, con la mayoría de los periódicos criticando este veto. El domingo por la tarde, unas 2000 personas se han manifestado en Londres frente a la Casa de la Radio.

Channel Four sí ha emitido el llamamiento. Visto el vídeo, si acaso hay que reprochar a las ong que muestren el sufrimiento de las víctimas, pero no señalen al verdugo.

A continuación recojo el vídeo donde el director general, Mark Thompson defiende que se trata de evitar que el público pueda entender que la Corporación toma partido a favor de uno de los bandos del conflicto.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

La decisión es más sorprente en cuanto que la BBC viene emitiendo este tipo de campañas een favor de zonas de conflicto como Congo o Darfur, como se muestra en este Al Jazeera English, que hace un buen resumen de todos los puntos de vista.

El asunto tiene importantes repercusiones internas en la BBC. El Director General dará explicaciones a los trabajadores y el Trust (la instancia máxima de control interno) ha establecido una comisión de control.

De las dos objecciones de la BBC, la primera, la volatilidad, no tiene sentido si tenemos en cuenta que existe una tregua, por muy frágil que sea, y que las necesidades de la población son enormes y urgentes. La segunda, que emitir tal campaña pone en peligro su imparcialidad, resulta incomprensible. Reviso sus Guidelines sobre imparcialidad, y francamente, me parece que estas normas justamente obligan y no impiden emitir este tipo de llamamientos. ¿Es que teme la BBC que los lobbies sionistas consideren tal difusión un acto inamistoso?.

Estoy de acuerdo con el Arzobispo de York, John Sentamu (la segunda autoridad anglicana): con este veto, la BBC ha tomado partido.

En el filo de la verdad


La Federación Internacional de Periodistas (FIJ) ha lanzado la Iniciativa Ética para el Periodismo, una campaña mundial para fortalecer la libertad de prensa, reforzar el periodismo de calidad y consolidar la independencia editorial (pdf). Como parte de esa campaña y para promover el debate sobre los dilemas éticos que conlleva el ejercicio del periodismo, Aidan White, el Secretario General de la FIJ, ha publicado el libro To tell you the truth, que me hace llegar su adjunto Paco Audije.

La obra debiera de ser de obligada lectura en las facultades y escuelas de Periodismo. Lamentablemente, sólo está publicada en inglés y en papel. Su virtud es que, además de plantear los argumentos pertinentes a las obligaciones éticas y los derechos de los periodistas, recoge un elenco de casos en los que esos prinicipios se han visto confrontados con difíciles situaciones de la vida real.

Decir la verdad es la esencia última de todos los deberes de los periodistas. La cuestión es cómo y hasta dónde decir la verdad. La obra está llena de ejemplos que muestran cómo ningún valor es absoluto y todos deben ser sopesados por un correcto juicio profesional.

Por decir la verdad con urgencia se puede mentir. Unas veces esa urgencia viene impuesta por la presión de la empresas; otras por la ambición profesional.

Otras veces, callar la verdad o retrasar su difusión puede salvar vidas. Se recogen casos de periodistas que antepusieron sus obligaciones como seres humanos (auxiliando a un herido, como el equipo de TVE capitaneado por José Antonio Guardiola en Kosovo) a sus urgencias como periodistas.

No revelar las fuentes es un principio sagrado, pero algunos prefirieron descubrírselas al Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia para que los crímenes contra la humanidad fueran castigados.

Callar la presencia del princípe Harry en Afganistán, un pacto entre todos los medios británicos, puede ser entendido como un ejercicio de autocontrol para no poner en peligro la vida de los militares, pero también como una forma de cooperar en una operación de propaganda gubernamental.

El periodista está sujeto por códigos éticos, por su necesidad profesional de mantener su credibilidad y, en último término, por su responsabilidad personal. Los periodistas no profesionales, ciudadanos o bloggers, pueden actuar responsablemente de forma personal, pero no están sujetos a un sistema colectivo de responsabilidad. Pero los periodistas profesionales no pueden ignorar esas voces no profesionales y deben someterse a su escrutinio.

Para decir la verdad es necesario que constituciones y leyes garantizen, desarrollen y protejan el derecho a la libertad de expresión e información. Y es necesario puestos de trabajo estables, razonablemente retribuidos, en redacciones abiertas al debate. La obsesión por la seguridad ha deteriorado la protección jurídica. Y la crisis de los medios analógicos y, ahora, la recesión general dinamitan unas condiciones de trabajo dignas.

Con todo, decir la verdad significará moverse por el borde de la navaja.

La hora de la autorregulación


La hora de la autorregulación… con este título sintetizó el profesor Fernández Areal el espíritu del 6º Congreso Internacional de Ética y Derecho de la Información, organizado por la Fundación COSO, al que he asistido el pasado fin de semana en Valencia. El Congreso estaba convocado bajo el lema «El derecho a la información judicial» y tanto en este tema central, como en todas las áreas de trabajo, especialmente, claro, en la dedicada a «Ética y excelencia informativa» ponencias, comunicaciones y las aportaciones al debate han insistido en la importancia de la autorregulación como instrumento para satisfacer el derecho de los ciudadanos a la información.

La autorregulación no puede ser una alternativa a la regulación. Cada una tiene su ámbito y su misión. La regulación debe desarrollar y delimitar para hacerlos posibles los derechos constitucionalmente garantizados, sin perjuicios de que éstos sean directamente exigibles ante los tribunales. La regulación debe dar una protección efectiva a los derechos de la personalidad de terceros y a otros bienes constitucionalmente garantizados, como es el desarrollo de los menores. La profesora Sánchez Ferriz realizó una síntesis de 30 años de jurisprudencia constitucional, que delimita y precisa los contornos de esa regulación imprescindible.

Pero la regulación no puede resolver todos los conflictos, porque muchos de los que se plantean en el ámbito informativo requieren una solución pronta y flexible, que se adapte a los usos sociales, a las expectativas del público y a la ética contractual de los profesionales. La intervención del Defensor del Pueblo en estos conflictos, con su mediación, se queda en un terreno intermedio entre la regulación y la autorregulación. En su ponencia, presentada por su adjunta, se plantearon los conflictos más frecuentes en relación con la información judicial y policial. Previa también a la autorregulación es la transferencia informativa de los poderes públicos. La ponencia de Agustín Zurita, jefe de comunicación del Consejo del Poder Judicial desde hace 27 años (¡qué aguante! ¡qué discrección! ¡qué profesionalidad!) abogó porque esa transferencia se manifieste institucionalmente y no mediante relaciones privilegiadas de ciertos jueces con ciertos informadores. Ya en el terreno de la deontología abundaron las comunicaciones sobre violencia de género, tratamiento informativo de los menores, fotografía informativa y, sí se me permite la autocita, sobre la independencia profesional e institucional que consagra el Estatuto de Información de RTVE. Son los estatutos de información o redacción una de las manifestaciones más desarrolladas de la autorregulación en España. Entre las ponencias tuvo especial eco la presentación del trabajo de investigación del profesor Alsíus (en colaboración con varias universidades) sobre deontología, con tres partes: codificación de los códigos éticos en una utilísima base de datos; confrontación de sus principios con los valores de los profesionales, confrontación con las expectativas del público.

Desde este enlace puede descargarse el vídeo de la intervención de Mª Luisa Cava, adjunta al Defensor del Pueblo, y el audio de la ponencia de Agustín Zurita.

Indicadores de una información democrática


La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa acaba de aprobar su Resolución 1636 Indicadores de los medos en una democracia, un catálogo de los principios básicos a que deben de ajustarse los medios de comunicación en una sociedad democrática. El punto de partida es, naturalmente, el art. 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos y la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (puede verse el trabajo de García Ureta y mi tesis Libertad de Programación) que consideran que cualquier limitación y, en general, regulación de las libertades de expresión e información tienen que ser proporcionadas y estar justificadas por los derechos de terceros o el interés público, tal como se interpreta en una sociedad democrática.

Las resoluciones del Consejo de Europa en materia de información se han caracterizado por promover la participación del público y los profesionales, defender el pluralismo (interno y externo) y, en consecuencia, requerir regulaciones contra la concentración y a favor de la transparencia. Es el contrapeso a la política audiovisual de la Comisión Europea, punta de lanza del neoliberalismo en el mundo de la información en Europa. Hay que recordar que la Asamblea Parlamentaria del Consejo no tiene más que una función de foro, sus resoluciones no tienen fuerza ejecutiva y su papel más importante es servir de recomendación para que los ministros europeos (por la vía de la cooperación intergubernamental) adopten tratados u otros instrumentos jurídicos.

No puedo ni siquiera resumir aquí los 27 indicadores que menciona la Resolución. Mencionaré sólo los que me parecen más relevantes:

  • El derecho a la libertad de expresión e información debe de estar garantizado por la legislación nacional (1). De modo que olvidemos eso de que la mejor «ley de prensa es la que no existe». Eso no quiere decir que no exista un sistema de autorregulación en materias como el derecho de réplica (25). De modo que regulación y autorregulación son perfectamente compatibles.
  • Un síntoma de que ese derecho fundamental puede estar siendo limitado es la existencia de un alto número de litigios judiciales en torno a la información (1). Las sanciones penales que persiguen la propaganda del odio, la protección del orden público o la seguridad nacional tienen que ser proporcionadas (3). Funcionarios y autoridades no debieran de tener una protección penal más rigurosa que la de cualquier ciudadano (2).
  • Los medios tienen que ser independientes de sus propietarios y para ello se proponen códigos de conducta sobre la independencia editorial (13). Debe existir una legislación contra la concentración empresarial y a favor de la transparencia (18).
  • Los periodistas deben regirse por sus propios códigos deontológicos y declarar cualquier conflicto de intereses (26).

La Resolución invita a los parlamentos europeos a que hagan informe periódicos sobre la base de este catálogo de principios.  También exhorta a las empresas a que apliquen y desasrrollen estos principios.

El catálogo encuentra inspiración en el trabajo de la ONG Article 19, que se felicita de la Resolución. También Federación Europea de Periodistas aplude que el Consejo defienda la independencia del periodismo.

El problema es que muchos de estos indicadores tienen una ambigüedad esencial que es la que se considera imprescindible para el normal funcionamiento de una sociedad democrática. Creo que ningún país europeo cumple a satisfacción todos ellos. Por ejemplo, quien protege eficazmente en el terreno penal no tiene un sistema anticoncentración. O, como en el caso español, castiga más duramente las injurias o calumnias contra las altas autoridades. Sería útil que, con una base académica, estos principios se tradujeran en unos indicadores cuantitativos.

Vuelo 5022: derecho a saber


Las filtraciones de las conclusiones provisionales de la Comisión de Investigación sobre el accidente aéreo de Spanair se han convertido en un escándalo político. Además, el juez de Instrucción del caso ha requerido a Prisa para que deje de difundir («publicar» dice el auto) el vídeo del trágico despegue del avión. Ambas situaciones plantean hasta donde llega el derecho a saber, el derecho a conocer.

El derecho fundamental a la información, reconocido en el artículo 20 de nuestra Constitución, como libertad de expresión y libertad de información, no puede ser sometido a censura previa ni ejercerse esa forma de censura que es el secuestro previo de las publicaciones. Se ejercen, pues estas libertades en un marco de libertad de difusión y responsabilidad a posterior.  Estas libertades no tienen más límites que el respeto a otros derechos fundamentales y, señaladamente, los derechos de la personalidad (intimidad, honor y propia imagen) y la protección de la infancia y juventud. El objeto de este derecho es general, todas las ideas, opiniones e informaciones. De manera que para que determinados hechos se conviertan en excepción y no puedan ser objeto de información tiene que haber muy serios fundamentos, que, además de los derechos mencionados, puede ser la seguridad del estado, a través de informaciones declaradas secretas o reservadas, o el derecho a un juicio justo e imparcial, que justifica la institución del secreto del sumario.

A partir de estas bases, me permito hacer las siguientes reflexiones:

El vídeo y las imágenes del accidente. Desde el primer momento, el juez decretó el embargo de todas las imágenes del accidente. Tal medida sólo tendríajustificación como garantía de las pruebas en el marco del secreto del sumario, lo que no parece el caso. No es de recibo que se retengan las imágenes para evitar sufrimiento a las familias, porque esta cuestión tiene que ser objeto de autocontrol, o, en su caso, de exigencia de responsabilidad a posteriori. En concreto, en lo que se refiere al vídeo, todo el proceso ha sido vergonzoso. Desde AENA pasa al Ministerio de Fomento, y se visiona en la Moncloa antes de que llegue al juez, que es a quien debía de haberse entregado. Una vez, la concepción patrimonial de la información por parte de la Administración. El vídeo debiera de haberse entregado inmediatamente al juez y haberse difundido en su momento, porque su valor informativo era muy alto, mucho más entonces que ahora. Pero se dijo que ese vídeo nunca se difundiría para terminar siendo filtrado a El País. Que ahora el juez requiera su entrega y cese de difusión no tiene ningún sentido, porque su difusión ni obstaculiza la investigación, ni puede crear más dolor en víctimas o familiares, sino, por el contrario, claridad sobre las circunstancias del siniestro. PRISA asegura que lo obtuvo por medios lícitos, pero está claro que ya fuera en medios de Fomento o del juzgado, o bien se pagó o bien hubo uso de relaciones privilegiadas. (Francisco Mercado, el autor de la exclusiva asegura que la obtuvo lícitamente). Todo hubiera sido más transparente con la entrega a todos los medios desde el primer momento. Para colmo, el juez exige la entrega del material, que a estas altura no tiene ya ningún  valor, pues no se trata de una matriz o molde de imprenta y no estamos en el siglo XIX sino en la sociedad digital, donde los contenidos difundidos, y basta con una sola vez, se multiplican exponencialmente.

Las filtraciones del informe provisional. Los periodistas tienen la obligación de indagar y no tienen porque respetar obligaciones de confidencialidad que sólo afectan a las fuentes. Pero que los expertos o personas de su entorno incumplan esos deberes es grave, porque indica la intención de sacar partido a la información (político, económico) y desacredita a la comisión. Pero también, con mayor transparencia este peligro podría haberse evitado. ¿No podría adelantar esta comisión algunos hechos indiscutidos antes de llegar a sus conclusiones  definitivas?.

El respeto a las víctimas. Puede que a los familiares vuelva a despertarles su dolor el vídeo del despegue, pero lo que, más que de dolor, les ha llenado de vergüenza e indignación es el asedio que les han sometido los medios durante los días siguientes a la tragedia. ¿Cómo se puede pregunta a alguien en esas circvunstancias «cómo te sientes»? Creo que todos los medios tendrían que pedir públicamente disculpas y comprometerse a aplicar los códigos deontológicosd que exigen un tratamiento exquisito de estas cuestiones. Normasdeontológicas existen, lo que hace falta es voluntad de aplicarlas

Testimonio


«A veces te trastorna tanto lo que has visto que se te acelera el corazón y sabes que la terrible imagen que tus ojos acaban de ver te acompañará y pesará intolerablemente sobre tu alma toda la vida»

Vasili Grossman

Supe de Vasili Grossman por las reiteradas citas que de su diario y artículos hacía Antony Beevor en sus obras Stalingrado y Berlín. Grossman, escritor ruso de origen judío, cubrió toda la guerra para el periódico Bandera Roja, desde el ataque alemán contra la Unión Soviética en 1941, hasta la toma de Berlín por el Ejército Rojo en 1945. Después leí Vida y Destino y he terminado en sus diarios, editados por Beevor y Luba Vinogradova bajo el título Un escritor en guerra, de donde he sacado la cita que abre esta entrada.

Las palabras de Grossman son pura experiencia. Dio testimonio de lo que vio (el horror de la guerra, el infierno de los campos de exterminio, pero también del heroismo y la solidaridad) y eso pesó siempre sobre su conciencia y cambió su vida. Después de narrar en un artículo el infernal mecanismo de muerte del campo de Treblinka, advierte:

«Si se hace infinitamente duro leer esto, el lector debe creerme que también es infinitamente difícil escribirlo. Alguien puede preguntar: ‘¿Y por qué escribir sobre esto, por qué recordarlo?’ Es el deber del escritor contar esa terrible verdad y el deber civil del lector es conocerla. Quien mirara hacia otro lado, quien cerrara losojos sin querer saber nada insultaría la memoria de los muertos»

Testimoniar la realidad es el deber básico del periodista, testimoniar la realidad y profundizar, además, en el alma humana, es el deber del escritor. Puede que la mayoría de los periodistas se pasen la vida dando testimonio de la realidad construida por los pseudoacontecimientos montados por los poderosos, asistiendo sin descanso de una rueda de prensa a otra, en la que ni siquiera ya pregunta, bien por premura, cansancio, desinterés o pleitesía al poderoso. Pero también muchos periodistas se encuentran de bruces con la realidad, una realidad dura, difícil de aceptar. No hace falta ser corresponsal de guerra, puede que seamos un simple informador (precario) de local que tiene que informar de una revuelta en un barrio marginal. Hay que saber entonces liberarse de clichés e ir más allá de lo evidente y profundizar en la causas, aunque resulte molesto para el lector, el oyente o el espectador.

He defendido siempre no cargar las tintas en imágenes duras o escabrosas, pero someterse al buen gusto o respetar una sensibilidad de espectador demasiado timorato nos llevará a traicionar ese deber de testimonio. ¿Podrían haberse moistrado hoy en los telediarios las imágenes de Auschwitz, Treblinka o Bergen-Belsen tras su liberación, imágenes en color y alta definición? Los periodistas tienen que tener estómago, pero también ha de tenerlo el público, cuando lo que está en juego es la propia dignidad de la especie humana.

Decía que Grossman que esas imágenes que Grossman llevaba en su alma cambiaron su vida. A comienzos de los 60 escribió Vida y Destino, la Guerra y Paz del siglo XX, un alegato contra todos lo totalistarismo y que, precisamente, por su denuncia de estalinismo no pudo ver publicada -murió en 1963 y el manuscrito se salvó gracias a su hija que lo publicó en los 90. Confieso que cuando compré el libro, el título me pareció anodino. Luego comprendí su sentido. Todos tenemos un destino ineludible, muy a menudo un destino terrible como aquellas generaciones, pero todos construimos nuestra propia vida con actos de libertad. Como aquel prisionero, que es torturado y asesinado por no querer construir las cámara de gas. Como ese soldado que sigue resistiendo contra toda esperanza. Como el científico que se niega a retractarse de sus trabajos y a quien rehabilita el propio Stalin con una llamada telefónica, el mismo científico que luego firmara apoyando una purga más… Recomiendo la lectura de Vida y Destino como una obra excepcional.

Mal comienzo para los consejos de informativos de RTVE


Los consejo de informativos de TVE y RNE se constituyeron el 14 de julio y apenas una semana después el Consejo de TVE se estrena con un desagradable conflicto.  La Dirección de los Servicios Informativos ha procedido a realizar una serie de nombramientos, entre los que destaca el de Juan Pablo Valentín como nuevo director del Canal 24 Horas, dependiente de los Servicios Informativos. El Consejo ha hecho pública una nota criticando en concreto este nombramiento, pero, sobre todo, denuncia no haber sido consultado por la Dirección, como era preceptivo. Al margen del juicio que merezcan los profesionales designados, es muy grave que la Dirección de los Servicios Informativos se salte a la torera el Estatuto, recién aprobado en referendum y promulgado por el Consejo de Administración. Su art. 54 establece que la Dirección oirá al Consejo antes de proceder al nombramiento de los responsables editoriales.

El incumplimiento de este precepto es una traición a la letra y al espíritu del Estatuto, una violación de la confianza en la que se asienta el pacto entre RTVE y sus profesionales. El Consejo de Administración debiera de intervenir exigiendo una rectificación a la Dirección de los Servicios Informativos.

Parece que algunos creen que los consejos se han creado para aplaudir.

Los periodistas no hicieron su trabajo


La publicación de las memorias de Scott McClellan, quien fuera jefe de prensa de Bush, han levantado una considerable polémica en Estados Unidos. En esencia, el portavoz presidenecial reconoce que mintió sobre los motivos de la guerra de Irak, pero que fue engañado en su buena fe por el presidente y sus colaboradores. Sorprende tanta candidez y muchos le acusan de puro oportunismo para vender su libro.

McClellan afirma que los periodistas no hicieron su trabajo y no investigaron los verdaderos motivos de la guerra. Esta afirmación ha abierto un debate entre la profesión periodística, del que se hace eco Liz Cott Barret en la Columbia Journalism Review. La mayoría de los profesionales reconocen que así fue. Había una presión del gobierno y los editores para primar los enfoques positivos. Como muestra, recojo (y traduzco) las manifestaciones de Katie Kouric, la presentadora que sustituyó a Dan Rather al frente del informativo de la noche de CBS:

«Creo que hubo una sensación de presión desde las empresas dueñas de los medios en los que trabajamos y del gobierno mismo para acallar cualquier clase de disenso o cualquier cuestionamiento. Fue extremadamente sutil, pero muy efectivo.»

Recuerdo de aquellas semanas los audaces reporteros y reporteras españoles que cada día encontraban un exiliado iraquí que nos aseguraba que Sadam no sólo era un monstruo, sino que tenía armas para hacer volar el mundo. Recuerdo también aquel documental en «prime time» sobre las armas de destrucción masiva, premiadísimo, se nos decía. Una de las autoras era Judy Miller, luego implicada en el caso «plamegate» y una de las reporteras favoritas de la Casa Blanca y el Pentágono.

Efectivamente, los periodistas no hicimos nuestro trabajo.

No todo está perdido para el periodismo de referencia


Esta es la conclusión del texto del secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que me envía Paco Audije, ahora en Bruselas en la FIP. Se trata de un texto inédito en castellano y que aprovecho a difundir en este blog -¡vaya! una exclusiva.

En esencia, White apunta signos de esperanzas en el nublado futuro del periodismo. La crisis está llevando a que, tras décadas de incompresión, empresas editoriales y organizaciones de periodistas colaboren en iniciativas para establecer las condiciones éticas que debe cumplir el periodismo en el actual escenario. Son iniciativas todavía en marcha, pero que indican que los editores están comprendiendo que no habrá negocio sin un reforzamiento ético y sin la participación de los periodistas. White indica algún que otro elemento positivo, como el predominio en la red de periódicos europeos de referencia, que baten en el ciberespacio a sus viejos competidores sensacionalistas.

Este es el texto de Aidan White:

La ética y el diálogo inscritos en la agenda de futuro de Europa

Aidan White

De nuevo se vuelve a discutir de la ética y el lado moral del periodismo y –esta vez- son los mismos informadores los que apelan al debate y piden cambios.

En los últimos años, los periódicos y la televisión generalista han sufrido el impacto de la evolución de los hábitos de consumo, reduciendo tanto el número de lectores como las audiencias y restando ingresos publicitarios. Internet hace parecer antiguos, lentos y atrasados a los periódicos y a los telediarios a los que se compara con el dinamismo del ciberespacio.

Las empresas mediáticas se enfrentan a una realidad incómoda en la que los modelos tradicionales, que han dado vida a varias generaciones de los medios europeos, parecen obsoletos. Los jefes de estos medios gestionan el declive mientras se rascan la cabeza pensando qué les traerá el futuro.

Los tacaños (peseteros) han dominado las redacciones europeas durante más de una década para identificar los paradigmas del nuevo mercado, que les ayudarían a obtener el potencial del negocio surgido de Internet y su integración en las diferentes plataformas de comunicación. Los sitios de los diarios y medios audiovisuales en la Red aportan algunos ingresos, pero no llegan a compensar la caída de lectores y la reducción de la publicidad. El hueco de otros mercados –como el desarrollo de los diarios gratuitos en áreas urbanas- ofrece algún alivio, pero no es una respuesta a largo plazo.

¿Está Internet adelantando a los periódicos como fuente de noticias políticas? Para los jóvenes y los más comprometidos políticamente, ya lo ha hecho. ¿Quién de ustedes no echa un vistazo diario en Internet para ojear brevemente las noticias?

Los gestores de los medios han reaccionado a ciegas ante estos cambios con una espiral de recortes presupuestarios. Lo que se traduce en tijeretazos respecto a empleos, cobertura de internacional, formación, periodismo de investigación y niveles de ética. El impacto ha sido dramático. El trabajo periodístico se ha convertido en algo inseguro, mal pagado y crecientemente precario. El papel tradicional de los medios como guardián de las libertades es más débil.

Entretanto, suben de tono las discusiones sobre el futuro. Tenemos a los pesimistas: el juego ha terminado, el reporterismo de viejo cuño ha muerto, larga vida a la nueva comunidad de los bloggers y hábiles con Internet. Y contamos con los optimistas: podemos solventarlo, dennos tiempo para acertar con la mezcla justa de telefonía, Internet y tecnologías de comunicación tradicionales, que la gente pagará por eso.

Nadie tiene la clave de lo que será el mundo de los medios en 15 años, pero hay un amplio acuerdo en que -cualquiera que sea- el futuro será más brillante y nos recompensará si lo basamos en la promoción del periodismo de calidad. El primer indicio es alentador. El Bild Zeitung y el The Sun han sido durante años los diarios de mayor difusión en los kioskos de Alemania y el Reino Unido, pero en Internet son Der Spiegel y The Guardian los que rondan el millón de lectores y lideran el mercado.

Tras un período de ajustes temerarios, hay ahora ideas frescas sobre el futuro de los medios y eso perfila un nuevo debate sobre medios y política. Desde hace meses, grupos profesionales del periodismo europeo, audiovisual y escrito, han estado trabajando en una Carta Europea de la Prensa y la Libertad de los Medios, que inspira el propio sector. Todavía es un trabajo a medias, pero tras años de disputas hay ahora una cooperación sin precedentes entre distintos grupos en un intento de defenderse a sí mismos contra la atención no deseada de políticos y gobiernos.

Esta iniciativa podría abrir también canales a una nueva comunicación entre los hacedores de la política y una comunidad de los medios más unificada sobre la gestión del proceso de estos cambios.

Al mismo tiempo, periodistas y propietarios de los medios mejoran sus –a menudo- hostiles relaciones. La Federación Europea de Periodistas y los propietarios y ejecutivos de los medios europeos han discutido una Iniciativa Ética del Periodismo que busca promover un debate sobre los estándares del periodismo. Éste fue uno de los más alentadores resultados de la polémica sobre la libertad de expresión en torno a las infames caricaturas danesas, que revivió hace poco el provocador político Geer Wilders.

En el terreno editorial, también están cambiando las actitudes. La cadena de medios del Westdeutscher Algemeine Zeitung, que opera en nueve países europeos, está comprometida en una rompedora iniciativa transfronteriza para mejorar la calidad, los estándares éticos y el diálogo social entre gestores del sector y periodistas. El primer encuentro de este tipo, entre gestores y representantes de los periodistas de las cabeceras de este grupo a lo largo y ancho de Europa, está previsto el próximo mes.

La crisis ética del periodismo no es únicamente europea. En los Estados Unidos , las joyas de la corona de los medios tradicionales (New York Times, Los Angeles Times, Washington Post) han sufrido todos turbulencias editoriales. En la India, el emblemático Times of India ha recibido críticas por vender su alma ética en tratos corruptos con distintas corporaciones. Incluso en el Reino Unido han atrapado con las manos en la masa a la “tía favorita”, la BBC, por mentir a sus espectadores.

Las tendencias globales están claras. El molde de los medios tradicionales se ha quebrado, en particular en los medios escritos. En lugares donde la alfabetización avanza, los periódicos tienen un futuro indudable. Pero el proceso de declive es evidente. Los diarios que sobrevivan traerán menos noticias impactantes y proveerán más contextualización, análisis y contenidos fiables. Tendrán que redescubrir sus raíces locales. Lo mismo será cierto en un medio audiovisual fragmentado.

Todo cambia, pero la conjunción de un mundo de noticias fragmentadas y caóticas no implica el final del periodismo de primera clase. Al contrario, para una mejor comprensión, necesitamos un periodismo bien informado, con ética, análisis, comentarios y contextualización. Lo necesitamos más que nunca.

Aidan White es Secretario General de la Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas y que agrupa organizaciones representativas de 600.000 periodistas de todo el mundo.