RTVE ha cambiado su identidad gráfica, pero sigue sin encontrar su identidad como servicio público en el entorno multicanal y multimedia
Una vez más, se ha querido suplir la falta de un cambio en profundidad con un cambio de imagen. No soy un experto en diseño y, en principio, no voy a cuestionar la lógica gráfica de esta renovación. Si es por gustos, diré que me resultan un poco molestos los colorines y un verdadero horror los «tacos» de los micrófonos de los reporteros, siempre un elemento ortopédico en televisión, y ahora todavía más chillones; molestas también las «moscas», frente a la transparente anterior de TVE1. RTVE no ha revelado el coste de la operación, que además del pago a la agencia externa (en este caso Summa) supone su sustitución física en todo el equipamiento de la empresa. Su presidente, Luis Fernández, asegura que se pretende una mejor identificación y dinamizar la percepción de los ciudadanos. No sé muy bien que quiere decir con eso de «dinamizar la percepción de los ciudadanos», pero supongo que se trata de mostrar una imagen más dinámica, más fresca… más cercana a la de las privadas.
Luis Fernández ha dicho también a los trabajadores que el cambio del símbolo es el símbolo del cambio ¿ Cuál es ese cambio?
Cambio institucional. RTVE tiene ahora un nuevo marco institucional: Ley 17/2006, de 5 de junio, de la radio y la televisión de titularidad estatal, Estatuto de Información de la Corporación RTVE, Mandato Marco de la Corporación RTVE. Este nuevo marco establece una definición adecuada de las misiones del servicio público, la estabilidad de su financiación, la independencia y neutralidad editorial y la independencia de sus informadores. Resta todavía el último elemento de este marco institucional, el Contrato-Programa, que RTVE negocia ahora con el Gobierno, y que tiene que concretar la misión de servicio público definida por la Ley 17/2006 y el Mandato Marco en términos de obligaciones concretas y financiación adecuada. Es el Contrato Programa el cierre del marco institucional y hasta que no se llegue a un acuerdo no veremos en que se concreta el cambio institucional. Con todo, este nuevo marco sienta unas bases para lidiar con los rigurosos requisitos que la Comisión Europea establece para permitir la finaciación pública del servicio. Con todas las cautelas, puede decirse que RTVE se encuentra en un buen punto de partida para realizar el servicio público a la altura del siglo XXI. Cambio institucional, sí.
Independencia informativa. Desde 2004, los informativos de RNE y TVE han roto con el ominoso partidismo que mantuvieron no sólo durante la última legislatura de Aznar sino a lo largo de toda su historia, con mayor o menor incidencia dependiendo de que existiera una mayor o menor división política. Los informativos son básicamente neutrales en la pugna partidista-sin excluir deslices- pero siguen siendo básicamente institucionales. Ese caracter institucional resta valentía para abordar temas conflictivos. La asignatura pendiente sigue siendo una información en profundidad, arriesgada, rompiendo ataduras institucionales. Pero desde el punto de vista de la indepedencia informativa, sí hay una nueva RTVE.
Cambio generacional. Ese sí que ha sido un cambio radical. El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) ha «desvinculado» (eufemismo para despido no traumático) a 4150 trabajadores. Y ese cambio generacional parece que es el que quiere simbolizar el cambio de identidad gráfica. Una radiotelevisión más joven… La renovación generacional es necesaria en cualquier organismo, pero el problema es la ruptura, la discontinuidad. No todos los que se han ido era buenos ni todos los que se incorporan malos. Por ejemplo, por muy bueno que sea el espacio musical de Fernando Palacios en RNE, sustituir los Clásicos Populares de Fernado Argenta se me antoja una tarea imposible. Entre las nuevas incoporaciones en los informativos se aprecian grandes promesas de futuro, pero el tono general, la locución por ejemplo, se aproxima en inexperiencia a las privadas. Y es que, además de reducir el capítulo de gastos de personal, el ERE pretendía una plantilla peor pagada, más inexperta y, por tanto, más maleable.
No es extraño que a los desvinculados (entre los que me encuentro) les parezca el cambio identitario una frivolidad, como a Guillermo Orduna (La nueva ‘marca’ RTVE, carta al director EL País, 2 de sept. 2008). Estoy de acuerdo con Orduna en que «lo de cambiar los logotipos o las sintonías y no renovar los productos que se ofrecen, me parece una frivolidad».
Programación sin rumbo. Aquí es donde no ha habido cambio. Tanto RNE como TVE tienen una programación indistinguible de la de su competencia en las horas de máxima audiencia. Lógicamente, a horas minoritarias si que hay diferencias. En el caso de TVE se sigue siendo tributario de las productoras y en el caso de RNE de estrellas o pseudoestrellas importadas. En TVE algunas series como Cuéntame o Amar en Tiempos Revueltos pueden indicar el camino, pero falta despegarse del pasado y acudir al presente. Es especialmente grave el dejar en manos de productoras espacios como España Directo o Comando Actualidad.
Sin estrategia de distribución. TVE sigue sin una estrategia para dar una personalidad diferenciada a la Dos, donde va una programación popular, pero sin posiblidad de conquistar grandes audiencias. Y no utiliza adecuadamente sus canales en la TDT. Por ejemplo, la estragia de distribución de los Juegos Olímpicos ha sido un desastre, con repeticiones continuas en la Una y la Dos. El Canal 24 Horas está completamente abandonado. Y el gobierno parece apostar ahora por una TDT de pago, que restaría todavía más posibilidades para que TVE produzca canales especializados de calidad.
Aprendiendo multimedia. RTVE no ha tenido un sitio en internet para difundir sus contenidos hasta hace unos meses. Creo que debía ser el único servicio público europeo que no tenía más que una página institucional. Es positiva la difusión on line de los programas (RNE y TVE «a la carta»), pero da la impresión de que los programas se dejan caer, sin más. Falta una estrategia de explotación pública de los archivos. Y la página propiamente informativa es indigna de RTVE, el típico «corta y pega», sin información verdaderamente propia, salvo el acceso a telediarios y diarios hablados ya emitidos.
El reto de los servicios públicos de radio y televisión en el siglo XXI
Este breve análisis puede contrastarse con las experiencias de adaptación al nuevo entorno de los servicios públicos europeos, recogidas en el libro From Public Service Broadcasting to Public Service Media (Nordicom, Göteborg 2008). Su tesis es que los servicios públicos europeos tienen que adaptarse al nuevo entorno multicanal y multimedia mediante:
- Manteniendo audiencias masivas. Sin esas audiencias, se convierten en irrelevantes, pierden legitimidad y se arriesgan a perder financiación. RTVE cumple este requisito, y el marco institucional aludido permite luchar por mantener esta posición.
- Diferenciar lo más claramente posible sus productos de sus competidores comerciales. No es el caso de RTVE, o no suficientemente.
- Establecer una estrategia de multidifusión a través de diversas plataformas: canales generalistas, canales especializados, on line (internet), plataformas móviles. Los productos tienen que adaptarse a cada plataforma y debe haber sinergias entre unas y otras. RTVE está en mantillas.
- Establecer alianzas con operadores de esas nuevas plataformas. La única que recuerdo era la de acólitos de Vía Digital.
En fin, la cuadratura del círculo…
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