Vivir en las esferas de la posverdad


Captura del ominoso vídeo «Riviera Gaza» Netanyahu y Trump en un supuesto resort Trump Gaza. Realizado con Inteligencia Artificial. Un ejemplo de un «deep fake» para construir una burbuja de posverdad.

Sumario

Como la entrada ha quedado muy larga incluyo aquí un pequeño sumario.

En las esferas de la posverdad, verdad o mentira son irrelevantes, de lo que se trata es de compartir experiencias emocionales que refuerzan nuestra adhesión a los nuestro/los nuestros. El llamado periodismo ciudadano no ha democratizado la comunicación, pero ha contribuido a debilitar al periodismo profesional. Las redes sociales han fragmentado más la esfera pública y al almacenar nuestros datos han hecho posible ataques para manipular nuestra conducta con fines políticos . La única solución es la alfabetización mediática.

(Por favor leed la entrada, aunque sea en diagonal)

La posverdad

La realidad ya no existe. No se trata del «cristal con que se mire», sino de crear hechos alternativos. No se pretende que creamos que son verdad; su objetivo es reforzar mediante experiencias emocionales la adhesión a una causa o a un personaje público.

Las redes sociales y las esferas de posverdad fragmentan la esfera pública comunicativa, de modo que cada vez es más difícil mantener un espacio de reflexión social compartido en el que se construya la opinión pública. Las esferas de posverdad se construyen en torno a fracturas sociales.

Con el vídeo «deep fake» (realizado con Inteligencia Artificial) Riviera Gaza no se pretende tanto mostrar un programa inmobiliario en el que las empresa de Trump ganarían millones, como deshumanizar a los palestinos (danzarinas barbudas) y masas a las que se apacigua lanzando desde el aire billetes. El objetivo último es legitimar la expulsión de la población, un elemento más en el proceso del genocidio contra los palestinos.

Cuando Trump dice que los refugiados haitianos se comen las mascotas en la pequeña ciudad de Sprinfield no pretendía que nadie creyera un bulo tan evidente, sino encuadrar la campaña en el tema de inmigrantes y refugiados. Kamala Harris entró al trapo, lo que no favoreció su campaña porque tuvo que jugar en un campo delimitado por su rival. De paso, el bulo hizo la vida más difícil a los haitianos de Sprinfield.

Medios y organizaciones han creado sistemas de verificación para combatir a los bulos: pero de nada valen porque no se trata de conocer la verdad o la mentira sino de adherirnos a causas y personajes y desahogar frustraciones o anhelos. Ya se puede recomendar que no se reenvié ninguna información de la que no conste su verificación. Daremos al botón de compartir siempre que refuerce nuestras ideas o intereses.

Para que una sociedad se divida en burbujas de posverdad es necesario que esa sociedad esté profundamente fracturada y que personajes públicos (políticos, empresarios, líderes religiosos) quieran explotar esas fracturas.

De nada valen las normas restrictivas. La única solución es la alfabetización mediática. George Lakoff, el padre la teoría del encuadre, propone neutralizar las mentiras de Trump simplemente dejando de discutir sobre él.

La falsa promesa del periodismo ciudadano

Muchas veces los que hemos trabajado en televisión fuimos recibido en una cobertura al grito de «Televisión manipulación». Más allá del rechazo de un medio concreto, el grito reflejaba la desconfianza de cierto sectores a los medios profesionales.

La alternativa ofrecida a partir de 2005 era el llamado periodismo ciudadano. En el marco de un movimiento más amplio de rechazo a las mediaciones sociales (periodistas, profesores, políticos y, en mucho menor medida, sanitarios, porque con las cosas serias no se juega) se piensa que con los nuevos medios tecnológicos, cualquier persona puede contar en Internet lo que ve: incluso mostrarlo visualmente, usando primero cámaras sencillas y luego los llamados teléfonos inteligentes, con dispositivos de fotos y vídeos más potentes que los profesionales.

«El periodismo ha muerto» se proclamó. Todavía me duele que mis alumnos que teóricamente querían ser periodistas profesionales. de un día para otro, decúan que lo que ellos querían era citizen journalists. Es cierto que en algunos casos testigos presentes hacen notables coberturas, donde no hay medios profesionales. El caso más temprano que ahora recuerdo es el ataque terrorista contra los hoteles de Bombay en 2008. El periodismo ciudadano no ha tenido nunca los requisitos de calidad del periodismo profesional, ni desde el contenido, ni desde la forma y menos desde las exigencias éticas.

Muchas coberturas que se presentan como periodismo ciudadano son en realidad relatos de parte, como ocurrió en la guerra de Siria, en la que los grupos yihadistas usaban sus vídeos como propaganda., mostrando decapitaciones y obligando a sus cautivos. algunos de ellos periodistas a repetir consignas e incluso a compartir sus crímenes. A Siria era imposible ir porque los periodistas eran objetivo principal de los yihadistas.

Quizá el caso más noble de periodismo ciudadano ha sido la cobertura realizada por periodistas y vecinos locales en la guerra de Gaza, puesto que Israel prohibió la entrada en la Franja a los medios internacionales. Ellas han sido los testigos del genocidio y nuestros ojos en la Franja.

Ahora Musk enardece a las bases republicanas invitándoles a utilizar X y diciéndoles que ellos son los medios, mientras la masa abuchea a los periodistas. Trump ha señalado repetidamente como el enemigo a los medios (el único contrapeso, ahora que domina todas las instituciones).

El fraccionamiento de la esfera pública

Jürgen Habermas (Escuela de Fráncfort) desarrolló a partir de 1981 el concepto de esfera pública, el espacio de deliberación libre en el que en una sociedad democrática se constituye la opinión pública. En esta esfera pública las organizaciones sociales y los medios de comunicación de masas tienen una función esencial. En concreto, los medios de comunicación aseguran que la esfera pública sea un ágora común.

Cuando nos encerramos en una burbuja de posverdad, la esfera pública se fragmenta y el diálogo social es imposible. Internet prometía una esfera pública sin límites de tiempo ni espacio, ni censuras ni públicas ni privadas. El primer síntoma de que esta utopía comunicativa no funcionaba fue el abuso de los comentarios que todos los medios añadieron a sus informaciones y que pronto se convirtieron en espacios de insultos y desahogos personales que nada tenían que ver con el asunto de la información.

Las redes sociales

Nacidas teóricamente para comunicarnos con contactos conocidos a lo largo de la vida (y con sus contactos, que, en teoría pueden conectarnos con cualquier habitante de la tierra en tres saltos) pronto se convierten en un vehículo de información con trascendencia política y social, aunque no necesariamente se presenten como tales.

El objetivo confesado de las redes es obtener beneficios vendiendo publicidad y para ello buscan el mayor número posible de clics y para eso el tráfico está dirigido por algoritmos opacos. Cuanto más emotiva o más ofensiva sea la información más posibilidades de ser remitida será.

El algoritmo nos conoce y nos enviará la información que más acorde esté con nuestras ideas y personalidad. En realidad el negocio más potente es almacenar nuestros datos y venderlos perfilados para manipular nuestro comportamiento.

Estas eran la reglas de las redes desde su nacimiento. Pronto profesionales del marketing comercial y político crean falsos perfiles (bots) que interactúan automáticamente fingiendo ser personas. Los bots fueron esenciales en las campañas de intromisión rusa en las elecciones norteamericanas y en el referéndum del Brexit (caso Cambridge Analytica, al final de esta entrada hay un vídeo incrustado sobre este caso).

Los mensajes de las redes son cortos, lo que no favorece la reflexión, sino la confrontación. Como dan prioridad a los mensajes polarizadores y cuestionadores del sistema, son un terreno propicio para el cuestionamiento de la democracia (como sistema establecido) por la extrema derecha.

Los jóvenes viven en un universo de pantallas, en el que juegan, se divierten y se relacionan. Según algún estudio entre los 25 y 34 años hasta un 65% se informan exclusivamente por las redes sociales. De modo que, la fragmentación de la esfera pública no solo es ideológica, sino muy señaladamente generacional.

La Inteligencia Artificial nos ofrece la posibilidad de crear falsos vídeos («deep fake») lo que hace más fácil hacer pasar por verdad los «hechos alternativos» y denigrar o ridiculizar al adversario. El espacio digital es cada vez más un espacio para la guerrilla y la confrontación y menos apto para la interacción civilizada.

Los «deep fake» ya han llegado a la política española, lo que no augura nada bueno para la convivencia democrática.

La burbuja de Putin

Putin ha roto la esfera pública persiguiendo la libertad de expresión. El relato oficial es que Rusia sigue siendo la «nueva Roma» que preserva la civilización occidental del desorden democrático y de la degeneración de la «teoría de género» y la extensión de la homosexualidad.

Rusia es el faro de Eurasia y su destino es reagrupar bajo su liderazgo a los pueblos que formaron parte del Imperio de los zares o de la URSS. Disentir de tal relato puede llevar a la cárcel o las nuevas formas de Gulag.

El país solo puede ser gobernado por un «hombre fuerte», apoyado en el «aparato de seguridad». Rusia está rodeada de enemigos, que quieren imponerla el desorden de la democracia y reducir su esfera de influencia. De cortejar a la UE y a la OTAN como socios, se pasó a considerarlos enemigos (sin perjuicio de que como explica Jeremy Sachs Occidente ninguneara a Rusia)

Ya hemos citado las interferencias rusas en las elecciones norteamericanas y su lanzamiento de bulos como el pizzagate (que Hillary Clinton dirigía una red de pederastas desde una pizzería de Washington). En el caso del apoyo a Trump parece claro que se buscaba un presidente más dócil; pero en la posible intervención en el Brexit solo se buscaba crear división; sería también el caso de Cataluña; o el de convocar en las redes sociales a través de bots una manifestación supremacista blanca y otra contra el racismo.

La burbuja de Trump

El relato de Trump es bien conocido «Hagamos Grande de Nuevo a América» (MAGA, en sus siglas en inglés.

Las líneas de fractura son históricas. La más importante la racial, de donde derivan las demás. Recomiendo la lectura del ensayo «La gran fractura americana» de Cristina Olea (corresponsal de TVE en Washington). No hay que olvidar que los negros no consiguieron sus derechos civiles hasta los años 60 del pasado siglo, tras un gran movimiento cívico. En las cárceles sigue habiendo un porcentaje desproporcionado de afroamericanos.

Además está la fractura entre la ciudad y el campo. Y más decisivo entre las élites cultivadas y las clases populares, víctimas de la globalización. Trump encarna como nadie esa brecha, magnate inmobiliario tosco e inculto; estrella mediática que pone es espectáculo sobre todo y que gobierna como si se tratara de un reality show…

Y que tiene una relación especial con otro hombre fuerte, Putin. Está dispuesto a conducir las relaciones internacionales con el regreso a un imperialismo con métodos mafiosos. Por cierto, Martin Barron (que fue director del Washington Post en su libro «Collision of powers» sugiere que los servicios secretos rusos tienen del presidente de Estados Unidos lo que en Rusia llaman un kompromat un dosier comprometedor que mostraría alguna perversión sexual, que podría estar sirviendo a Putin para hacer chantaje a Trump.

La burbuja nacional

Me cuesta entrar en este tema. España ha sido un país dividido, al menos desde la Ilustración. Todas estas fracturas condujeron a la Guerra Civil, propiciada por militares que dieron un golpe fallido contra la república democrática. Siguieron 40 años de una dictadura que pulverizó nuestros derechos, con épocas más crueles y otras más débiles.

A la muerte del dictador, todos enterraron las ofensas y después de una transición que no se hizo en los reservados de los restaurantes, sino gracias a la presión de las fuerzas populares en la calle, lo que les costó a estas fuerzas decenas de muertos.

Finalmente en 1978 pactamos una Constitución, en la que todos cedieron y parecía que a todos nos albergaba. Creo que fue un Constitución progresista difícil de conseguir hoy. Pero quedaron flecos sin cerrar.

Se olvidó que miles de represaliados por el franquismo yacían todavía en las cunetas y que merecían reparación. Y que a la amplísima autonomía reconocida a las comunidades históricas, muchos de sus dirigentes aspiraban lisa y llanamente a la independencia, con el chantaje en el País Vasco del terrorismo de ETA, espada que ha pesado sobre la democracia española durante 4 décadas.

La Constitución hace un desarrollo garantista de los derechos civiles., pero los derechos sociales quedaron reducidos a directrices de la política económica y social; lógicamente en situación de crisis económica estos derechos se ven reducidos.

Resumo las brechas españolas:

  • Franquismo/antifranquismo. Nadie defiende abiertamente la dictadura, pero muchos la blanquean e incluso hay quien se atreve a decir que el gobierno de Sánchez es una dictadura peor que la de Franco.
  • Españolismo/separatismo. La deriva del catalanismo del pactismo a la confrontación ha sido el mayor efecto polarizador de la vida nacional.
  • Desigualdad económica/igualitarismo. Una fractura en relación a la política económica y muy destacadamente la fiscal y los servicios públicos. La crisis de 2008 rompió el bipartidismo con un partido más a la izquierda (Podemos), otro de Centro (Ciudadanos) y otro de extrema derecha (Vox)
  • Tradicionalistas /cosmopolitas. Como en otros lugares hay una división entre los partidarios de los valores tradicionales y los que apuestan por valores como la ayuda al desarrollo o la lucha contra el calentamiento global.
  • Feminismo/Antifeminismo. Sorprendentemente un porcentaje de varones jóvenes piensan que el feminismo ha llegado demasiado lejos. Hay una fractura hombres/mujeres. Ellas son mejores estudiantes, pero siguen teniendo la carga de las obligaciones familiares,
  • Integración de extranjeros e inmigrantes/En contra de la inmigración. Como en otros países, en estos momentos es una de las fracturas más importantes.

No necesariamente estas fracturas se ordenan en el eje izquierda derecha. Muchos hombres jóvenes son igualitaristas, pero antifeministas.

El escándalo de Cambridge Analytica en CNN en Español.

La comunicación en los programas electorales


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Estudio 1 de TVE en el que el 22 de abril se celebrará el primer debate a cuatro entre los cuatro principales candidatos de las elecciones del 28 de abril

El episodio del debate sobre los debates -el sainete, como lo calificó el Consejo de Informativos de TVE- ha puesto en evidencia, una vez más, el carácter instrumental para alcanzar y mantener el poder que para los partidos tiene la comunicación pública, y en particular RTVE como bastión, arma arrojadiza o apéndice desechable en su lucha por el poder. La única consecuencia positiva ha sido la demostración de que los consejos de informativos están bien consolidados y son capaces de defender la independencia profesional y editorial  -la misión que les encomienda la ley- en difíciles condiciones.

En la época en que la esfera pública se fragmenta en nichos, las rtvs públicas están en crisis, los medios han perdido credibilidad y los bulos son virales en las redes sociales, cabría pensar que los partidos en sus programas propondrían medidas para potenciar la comunicación pública y regenerar la esfera pública como espacio de ejercicio de derechos. Pues no, solo PP y Podemos tienen propuestas para RTVE, y solo el partido morado se ocupa de la responsabilidad informativa en el nuevo entorno digital.

Partido Popular

PP

En la medida 421  de su programa el PP propone unos principios rectores para los medios públicos que son inobjetables y que de hechos ya están incorporados en las normas reguladoras tanto de RTVE como de los organismos autonómicos. La cuestión es como hacer efectivos y garantizar esos principios. Podría decir que esos principios de profesionalidad, transparencia, pluralidad y racionalidad económica han sido reiteradamente traicionados por los gestores nombrados por el PP, pero ese juicio lo dejo al criterio de cada uno.

La única propuesta concreta es la eliminación del modelo de Administrador único, para el que no se ofrecen alternativas. ¿Volverá a defender el PP una elección de la cúpula de RTVE por mayoría absoluta, como solía desde el Gobierno, en un parlamento fragmentado?

Podemos

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Los compromisos de Podemos en su programa respecto a RTVE, como se ve, son detallados. Más allá de la invocación del modelo BBC (que algún día deberemos revisar) apuestan por la consolidación del proceso de concurso, que con todos sus problemas de puesta en práctica, es la única vía factible para una nueva gobernanza más profesional y transparente. Añaden una medida inédita y no sé si de fácil ejecución: una auditoría semestral con participación rotativa de los profesionales.

En cuanto a la participación ciudadana, eterna asignatura pendiente de los medios públicos, se dice que se fomentará la participación directa de la audiencia, pero luego esa participación parece concretarse en concretar el derecho de acceso de los grupos sociales y políticos significativos, derecho constitucional (art. 20.3 CE) regulado restrictivamente por un reglamento interno de RTVE.

Respecto a la producción, proponen un plan de producción digital como desarrollo de la función de servicio público. En cuanto a la exclusión de la externalización de los servicios informativos, ya está en la ley en lo que se refiere a la programación informativa, aunque las sucesivas direcciones, de uno u otro color, han interpretado que esa prohibición no le impide contratar medios y personal externo. Por lo tanto, ¿se trataría de prohibir absolutamente esas contrataciones externas o simplemente limitarlas cuantitativamente y cualitativamente?.

Pero quizá el compromiso más importante y sin el que no podría abordarse los demás es volver a las dotaciones presupuestarias de 2012.

En esta propuesta detallada se echa de menos la necesidad de transformar RTVE en grupo multimedia y multiplataforma global, única vía para que el servicio público garantice el acceso universal a contenidos de calidad para todos y sea pilar central de la reconstrucción de la esfera pública.

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Podemos es el único partido que contempla el fenómeno de las llamadas fake news. Apuesta por combatirlas mediante la deontología informativa, programas de alfabetización mediática y la participación de la audiencia en medios comunicación plurales. El problema va más allá de los bulos y reside en la comunicación basada en las emociones y en la polarización identitaria, pero las medidas genéricas propuestas son un punto de partida sensato para sanear la esfera pública. Y en la última línea se cuela una medida de calado, como es hacer transparentes los gastos de comunicación de la Administraciones Públicas, fuente de corrupción (casos Gürtel y Púnica) y de manipulación informativa.

PSOE

El Partido Socialista nada tiene que proponer en su programa sobre los medios públicos ¿será que no tienen ningún problema? Ni una mención, tampoco, a la esfera pública y a los derechos comunicativos de los ciudadanos en el nuevo entorno digital. Su estrategia de ciudadanía digital (p. 153) se limita a proponer medidas de acceso a la banda ancha.

Es detallado el programa de cultura, pero para nada se contempla su acceso a través de los medios masivos o los nuevos medios digitales. Se propone, sí, un impulso a la creación audiovisual y que las empresas de distribución y explotación, entre las que se citan las televisiones y las de VOD (vídeo bajo demanda) contribuyan al desarrollo del sector. La referencia al VOD parece una pista de que se someterá a las plataformas de vídeo en streaming a obligaciones de financiación de la producción europea, en términos semejantes a las televisiones, como requiere la Directiva de Servicios Audiovisuales, que tiene que transponerse antes del 20 de septiembre de 2020.

Ciudadanos

En el programa minimalista del partido naranja no hay ni una línea dedicada a estas cuestiones. Sorprende, en cuanto que Ciudadanos fue, junto con Podemos, gran defensor del concurso público para RTVE.

Vox

Entre las 100 medidas del programa de Vox, en la 35, dentro de su política de drástica reducción del gasto público, encontramos la promesa de cierre de las televisiones autonómicas, medida coherente con su objetivo (inconstitucional) de recentralización y desmontaje del Estado de las Autonomías.

En defensa de unos medios públicos veraces, libres e independientes

Así reza la declaración lanzada después de la convocatoria electoral por un conjunto amplio de organizaciones académicas, ciudadanas, sindicales y profesionales, nacionales e internacionales, en defensa de RTVE. Estas organizaciones dan la alarma sobre la situación de RTVE, proponen la conclusión del concurso público, el rearme financiero del servicio público y abrir un proceso público de discusión sobre el futuro del servicio público.

También la red Innonews (grupos de investigación sobre innovación en informativos de televisión) lanzó su propia declaración en defensa de la calidad de la democracia y la comunicación, que insta tanto a los partidos como a la ciudadanía a reconstruir una comunicación responsable, crítica y participativa, esencial para la democracia.

El balance del repaso de los programas electorales es decepcionante, con la relativa excepción de Podemos. En una situación de fragmentación parlamentaria y, presumiblemente, gobiernos de coalición frágiles, será difícil que sea una prioridad el mantenimiento de un espacio de comunicación pública que pivote sobre unos medios públicos regenerados.

Las iniciativas sociales aquí mencionadas apuntan un camino. Construir no un pacto de Estado -cualquier pacto de Estado parece hoy cada vez más difícil- sino un gran consenso social, un gran pacto social previo sobre el que construir después las medidas legislativas.

El neofascismo de Bolsonaro arrasa en Brasil


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Jair Bolsonaro ha reunido tras de si a 18 millones de brasileños y se ha quedado a cuatro puntos de la mayoría absoluta para ganar la presidencia en la primera vuelta. Su triunfo en la segunda es casi seguro, pues, como apunta un analista brasileño que acabo de escuchar en RNE, ha logrado unir el voto antisistema con el voto anti PT.

El triunfo de este personaje atrabiliario, racista, misógino, homófobo, ignorante, defensor de la tortura, las ejecuciones extrajudiciales y la dictadura militar, tiene unas causas, en primer término, propias de Brasil: la corrupción de todos los partidos, la crisis vinculada a la caída de los precios de las materias primas, la movilización de las clases medias y alta contra la redistribución de los gobiernos del PT, la inseguridad y, destacadamente, el peso de los evangélicos y su visión conservadora de la familia.

Neofascismo vs. fascismo

El neofascismo (por favor, no le llamemos populismo) es un fenómeno global con una señas de identidad comunes, por mucho que en cada lugar adapten formas distintas.

El neofascismo, como el fascismo histórico, explota la inseguridad. Inseguridad económica: los perdedores de la globalización, el precariado de los países ricos después de décadas de políticas neoliberales. Inseguridad identitaria: sociedades multiculturales, cambio de roles de género. Inseguridad política: inestabilidad de los sistemas parlamentarios, pero esta es una característica no general.

El neofascismo, como el fascismo histórico, necesita un enemigo: el otro. El emigrante. El distinto en sus opciones sexuales. Las potencias extranjeras. Es, como en los años 30, ultranacionalista.

El neofascismo, como el fascismo histórico, apuesta por soluciones radicales, aparentemente eficaces a corto plazo, letales a medio y largo plazo. Proteccionismo, guerras comerciales, pena de muerte, violación de los derechos humanos.

El neofascismo, como el fascismo histórico, se aglutina en torno a personajes autoritarios. «Machos alfa» es una expresión repetida que los cuadra perfectamente.

El neofascismo, como el fascismo histórico, desata una guerra ideológica, en nombre de la restauración de los valores conservadores. Pero ahora el enemigo es difuso, líquido. No existen, ni a un lado ni a otro, movimientos organizados dispuestos a chocar violentamente.

El neofascismo, como el fascismo histórico, es transversal. Aglutina no solo a los perdedores de las clases trabajadoras, también a los sectores religiosos conservadores y a las clases medias educadas y cosmopolitas contrarias a políticas de redistribución, a jóvenes y viejos, hombres y mujeres. Y cuenta con el apoyo de la gran industra y los mercados financieros.

El neofascismo, a diferencia del fascismo histórico, no es totalitario. No pretende que el individuo se subsuma en el estado. Por el contrario, debilita el estado y le pone al servicio de grupos de intereses, conectados con el poder, al tiempo que favore el individualismo y mercantiliza toda la vida social, siguiendo la estela de las políticas neoliberales de las últimas décadas.

El neofascismo, a diferencia del fascismo histórico, mantiene una apariencia de estado de derecho. Llega al poder a través de las elecciones, no por golpes militares. Aparenta respetar la separación de poderes, pero controla de forma clientelista el judicial. No deroga las cartas de derechos fundamentales, pero introduce leyes de excepción que los restringen severamente. Denuncia las instancias interancionales de derechos humanos, como injerencias contra la soberanía. Mantiene un aparente pluralismo informativo, pero controla los medios públicos, y a través de testaferros o amigos políticos adquiere los medios privados. Las elecciones relativamente libres son el elemento más sustancial de estas democracias iliberales que dejan el estado de derecho convertido en una estructura vacía de sentido.

La historia, la estructura social y la solidez e independencia de las instituciones son decisivas para el desarrollo de este fenómeno global en cada lugar. Trump no puede actuar como Putin o Erdogan, porque está sometido a sistema de pesos y contrapesos. Salvini nunca tendrá el margen de maniobra de Orban, en un sistema parlamentario fragmentado como el italiano. Está por ver que Bolsonaro pueda seguir una política de crímenes de estado como la del filipino Duterte, en un Brasil como fuertes organizaciones sociales y jueces cada vez más celosos de su independencia. Pero si gana, esta nueva derecha brasileña llevará la guerra a las favelas y la muerte difícilmente quedará confinada en los barrios marginales, como ocurrió con la guerra al narco de Calderón en México.

Alguna lecciones comunicativas de la victoria de Bolsonaro

Bolsonaro, como antes Trump, era representado en un primer momento por los medios de referencia como un excéntrico, personaje políticamente irrelevante. Luego, como un peligro para la democracia, pero, finalmente, cuando obtiene el apoyo de grupos económicos y financieros se le presenta como el candidato de la derecha. En resumen, los medios de referencia normalizan el fascismo global.

Bolsonaro ha ganado las elecciones sin participar en un debate electoral en televisión. Esto no quiere decir que el poder de la televisión haya sido sustituido por la redes sociales. El candidato no ha estado en los debates, pero ha dominado la conversación pública tanto en las redes como en la televisión, sobre todo después de ser apuñalado. Ningún candidato ha tenido la cobertura televisiva de Bolsonaro.

No basta el activismo feminista para parar a estos personajes. Las mujeres brasileñas se organizaron en las redes y salieron a las calles por decenas, centenares, de miles, pero millones de brasileñas votaron por él. A lo que parece, su mensaje estrictamente de género no convenció a las mujeres que estaban dispuestas a votar a Bolsonaro por miedo a la inseguridad o rechazo al PT. ¿No debieran ser los movimientos contra el neofascismo transversales, inclusivos y dando respuesta a todos los desafíos que suponen? ¿Qué efecto tendrá en el voto de las norteamericanas el próximo 6 de noviembre la ratificación de un personaje como Kavanaugh como juez del Supremo?

En el Reino Unido no cesa la polémica sobre si la BBC cumplió su misión de servicio público sobre el referendum del Brexit. La Corporación respetó el pluralismo, dando voz a todas las opciones, pero mantuvo una falsa imparcialidad, sin contextualizar y sin someter las propuestas a un escrutinio riguroso que revelara las mentiras de las campañas pro salida de la UE.

En España lo sondeos apuntan a la consolidación electoral de la ultraderecha de Vox. ¿Debe darse cobertura a una formación extraparlamentaria cuando llena un gran recinto? Creo que sí, porque otra cosa significaría ignorar lo que se mueve en nuestra sociedad. Pero el riesgo es que, siguiendo con el periodismo de declaraciones, sin análisis, sin debate real, sin contraste con la realidad, estas propuestas conquisten la agenda y la conversación social. Que se normalicen las propuestas neofascistas, máxime cuando los partidos de centroderecha están en pleno giro a la pura derecha.

(Una lectura obligada, la conferencia de Umberto Eco Las 14 características del fascismo)

 

Lecciones comunicativas de la victoria de Trump


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La victoria de Donad Trump ha causado una gran conmoción entre periodistas, medios y estudiosos de la comunicación. Medios y periodistas (liberales) se preguntan qué han hecho mal y los comunicólogos por qué no fueron capaces de predecir el fenómeno. El debate está siendo muy vivo en todas partes, especialmente en Estados Unidos.

Esta es mi síntesis personal de las lecciones que se desprenden de este debate.

1. La victoria de la televisión basura

Berlusconi era el dueño e ideólogo de la televisión basura y convirtió la política italiana en un reality, donde él era siempre víctima de una conspiración comunista.

Trump es una de las grandes creaciones de la neotelevisión. Se ha hecho asimismo no como hombre de negocios (eso le venía de herencia) sino como celebrity, con sus matrimonios y divorcios y, sobre todo, como protagonista de un programa de telerrealidad. Desde su trono prepotente gritaba a los aspirantes «You’re fired» «Estás despedido». Ahora puede despedir a todos los que se le opusieron y nos está diciendo a todos los que en cualquier lugar del mundo creemos en valores de igualdad, justicia y tolerancia «Estás despedido tú y tus valores».

¿Puede cualquier estrella de la telerrealidad hacer una carrera política con éxito? Bueno, Berlusconi y Trump ya eran millonarios. Hay ejemplos de presentadores de televisión que, por ejemplo en Brasil, han saltado a la política. Las estrellas de la telerrealidad son tan zafios, ignorantes, agraviados, indignados, deslenguados como cualquiera de nosotros. Su potencial de identificación es gigantesco. Sólo necesitan alguien que los modele, les marque el rumbo político y por supuesto los financie. Hitler no hubiera llegado a ninguna parte sin el dinero de la gran industria alemana. Cada sociedad tiene su propias característica, por tanto no deben hacerse traslaciones deterministas, pero, sí, un Trump puede surgir en cualquier parte, con más probabilidad de éxito en países con instituciones débiles y sistemas de elección directa de los candidatos.

Las televisiones trataron al candidato como celebrity que atraía audiencia con sus ocurrencias y salidas de tono. Le hicieron la campaña (al menos la de las primarias republicanas) gratis.

La televisión basura crea personajes, pero, sobre todo, modela los valores de una sociedad. Esos valores han sido el caldo de cultivo de Trump.

2. Vivimos en burbujas ideológicas

Todos queremos vernos reafirmados en nuestras posiciones y confrontados lo menos posible. Por eso siempre cada cual  ha buscado el medio que más se ajusta a sus opiniones y estilo de vida. Esta recepción selectiva cuestiona la idea de la esfera pública comunicativa, sobre la que tantos hemos reflexionado a partir de las ideas de Habermas.

Esa recepción selectiva venía en gran parte neutralizada por la idea de medios profesionales, con una línea editorial, sí,  pero con un compromiso con un periodismo de calidad, del que se esperaba que diera voz a todas las tendencias y fueran capaces de ilustrar e investigar las grandes cuestiones sociales. El paradigma de ese periodismo profesional era Estados Unidos, mientras que en el sur de Europa seguimos en un periodismo polarizado (Hallin y Mancini).

En los 80 el fenómeno de las talk radio de extrema derecha se generaliza en Estados Unidos. A finales de los 90, las cadenas de cable de información continua, a semejanza de Fox, se polarizan en la opinión. Mientras, los informativos de las grandes cadenas se llenan de soft news,  estilo, dietas de adelgazamiento, moda y tendencias. Si quieres informarte por televisión tienen que pasarte a un canal por cable y lo que encuestras allí no es información, sino opinión polarizada.

Las burbujas ya existían antes de las redes sociales. Lo que han hecho las redes sociales es hacerlas más fiables. No confiamos en los medios, pero sí en cualquier cosa difundida viralmente y que nos llega de un amigo o un conocido. Y más opacas. Los algoritmos que hacen circular una información son secretos. Si antes los medios asentaban su fiabilidad en la profesionalidad, ahora los redes sociales la fían a la tecnología. Pero los algoritmos los hacen empresas con intereses y posiciones políticas e ideológicas. Resultado, una burbuja azul (demócrata) y una burbuja roja (republicana).

Encerrado cada uno en su burbuja, la verdad ya poco importa, el candidato se acepta como un todo, aunque nos molesten algunos de sus mensajes. Muchos anunciar la «era de la postverdad». Esperemos que no sean más que unos agoreros.

3. Los medios se diluyen en las redes sociales

Los medios norteamericanos se encuentran en pleno examen de conciencia. ¿Sometimos al candidato Trump al escrutinio que requería? Sí, lo hicimos, dicen The New York Times y el Washington Post, pero de nada sirvió. Todas las grandes cabeceras periodísticas (salvo The Wall Street Journal) se posicionaron editorialmente contra Trump.

Los medios son los grandes suministradores de información de las redes sociales, pero esa información llega descontextualizada y filtrada. En la esfera roja como mucho llegarán las reacciones en contra de las investigaciones que  revelaban los distintos pufos de Trump.

¿Han dejado los medios de influir en la opinión pública? Es pronto para dar una respuesta, pero está claro que el concepto de medio, como una visión coherente del mundo, se pierde en las redes sociales.Y siguiendo el principio de que » si no puedes vencer al enemigo, únete a él», los medios cierran acuerdos con las redes sociales para sindicar contenidos, en un movimiento que puede ser suicida. Al menos, los norteamericanos han reaccionado aumentando las suscripciones a los periódicos.

4. El discurso del odio ya es aceptable

Si el candidato puede azuzar el odio contra el otro, nosotros, invocando la libertad de expresión, también. Se acabó la era de la corrección política, sin duda a a menudo empalagosa y mortal para el pensamiento crítico, pero respetuosa del otro y los derechos humanos

Bienvenidos a la era del sectarismo.

* Por supuesto la victoria de Trump responde a complejas causas y no puede explicarse exclusivamente por los cambios en el ecosistema mediático.

Algunas fuentes sobre el debate

El movimiento 15-M y la nueva esfera pública


Este fin de semana se ha levantado la acampada de los indignados en muchas plazas españolas. Durante cuatro semanas han ocupado  espacios públicos con alto valor simbólico y ahora quieren convertir en itinerante su protesta. La presencia del movimiento en el espacio público, en el espacio mediático y en el espacio virtual o ciberespacio delimita una nueva forma de configurarse la esfera pública en la que se desarrolla la vida democrática.

Jürgen Habermas acuñó el concepto de «esfera pública» hace tres décadas. En esencia, y dentro de su teoría general de la acción comunicativa, Habermas entiende por esfera pública un ámbito de deliberación pública que aparece en la Europa burguesa de finales del XVIII entre la vida privada y el ámbito estatal y que tiene dos instrumentos esenciales, los nacientes periódicos por un lado, y los cafés, salones y clubs, por otro.

Como ocurre con las grandes ideas, a partir de este concepto son muchos los estudiosos de las ciencias sociales que hacen su propia interpretación de esta teoría. En general, se concibe la esfera pública como el ámbito de deliberación en el que se discuten las grandes opciones y que permite que cristalice la opinión pública.

Durante el siglo XX ese ámbito de deliberación ha venido determinado por los medios de comunicación masiva, prensa, radio y televisión. Si en democracia el foro en el que se delibera para tomar decisiones es el parlamento, esa deliberación debe de estar conectado con la opinión pública y las decisiones deben hacerse llegar a la opinión pública para ganar su aceptación y, en definitiva, legitimidad. Esta ha sido la función de los medios, el «parlamento de papel» (y de las ondas).

La llegada de Internet parecía propiciar la fragmentación de esa esfera pública en comunidades aisladas por afinidades ideológicas, religiosas o  de intereses. He defendido que una de las misiones del periodismo cívico es unir esos nichos para reconstituir la esfera pública.

Las redes sociales pueden fomentar ese aislacionismo social, pero el movimiento del 15-M, como las revoluciones de Túnez y Egipto, están demostrando que puede convertirse en un elemento de conexión de los tres ámbitos que configuran hoy la esfera pública: el ciberespacio, el espacio mediático y el espacio público.

Las aplicaciones  de redes sociales ofrecen antes que nada una conexión con alguien con el que mantenemos algún tipo de proximidad (más o menos remota) o afinidad. Permiten compartir información, sí, pero sobre todo experiencias. Por eso pueden convertirse en un confortable nicho en el que vivimos con «los nuestros» e ignoramos (o vilipendiamos) a «los otros». Las experiencias compartidas invitan a una movilización propiciada por la instantaneidad y la interactividad. Es muy fácil movilizar a los nuestros y muy difícil llegar a los otros.

Cuando una corriente profunda remueve la sociedad las redes pueden sacarla a la luz. Y eso es lo que ha ocurrido con el movimiento del 15-M. Todos sabíamos del hartazgo y la indignación generalizada. Muchos periodistas extranjeros se preguntaban ¿cómo es posible que no estalle España con ese paro masivo? Y por fin llegó, si no una explosión, al menos una buena tormenta.

El movimiento 15-M pudo eclosionar debido, entre otros, a estos factores:

– Un nuevo relato de la globalización construido por obras como ¡Indignaos! o Inside Jobs

– La movilización propiciada por las redes sociales

– El trabajo de tres lustros de los movimientos altermundistas

Las redes sociales sacaron a la calle a los jóvenes de la primera manifestación y a los miles y miles que se fueron sumando después del intento de desalojo de Sol de la noche del 15 de mayo. Durante estas semanas las redes han alimentado el movimiento y en concreto Twitter ha sido la manifestación de su pulso y el aviso de emergencia ante cualquier intento de agresión. Las redes han sido el sistema nervioso de la protesta.

Pero hoy no estaríamos hablando si el movimiento no hubiera tomado la calle, y en especial un espacio público tan simbólico como la Puerta del Sol… La carga de los Mamelucos… la proclamación de la II Repúbica… el Km. 0 de la España radial…

Lo realmente revolucionario es la nueva forma de ocupar el espacio público. No es la primera vez que se establecen campamentos en la calle (por ejemplo, Sintel). Lo nuevo son dos hechos:

– Convertir estos espacios en ámbito de deliberación

– Y convertir en inaplicable la legislación de desarrollo de los derechos de reunión y manifestación.

Los derechos de reunión y manifestación son esenciales derechos cívicos, pero como todos los derechos, ni son absolutos ni pueden ejercerse sin una regulación, que equlibre su ejercicio con  otros derechos legítimos. El espacio público no puede ocuparse de manera permanente o de forma transitoria pero absoluta (aunque todo el mundo considera normal las fiestas populares, que cada 15 días la Castellana se convierta en un gran aparcamiento de los que acuden al fútbol, o que después de cada «victoria histórica» futbolística energúmenos se encaramen a fuentes monumentales y las dañen).

Esas normas que rigen desde la Transición no pudieron aplicarse (y menos la desmesurada decisión de la Junta Electoral Central) no ya sólo por prudencia y para evitar males mayores, sino porque los indignados en realidad estaban ejerciendo otro derecho más radical y más básico, un derecho último que entra en juego cuando los demás derechos quedan vacíos de contenido: el derecho de resistencia.

El movimiento es la expresión de la resistencia a la ruptura del pacto social y a sus consecuencias de creciente desigualdad y falta de futuro para una sociedad basada hasta ahora en un moderado ascenso social de las clases populares y medias. De ahí su legitimidad expresada por el apoyo masivo detectado por las encuestas.

Esa legitimidad no se habría logrado sin la presencia del movimiento en el espacio mediático. Un 72% de los españoles ha seguido estos acontecimientos y un 77%  lo han hecho por la televisión (Havas Media); un 52% lo conocieron a través de la televisión (The Cocktail Analysis). Por mucho que los acampados se hayan quejado primero de falta de atención y luego de manipulación, la representación general de los medios ha sido bastante equilibrada y positiva (cuanto más a la derecha, más negativa). Y, sobre todo, han mostrado su capacidad de organización, civismo, resistencia pacífica… que sin duda han sido factores esenciales para la legitimación del movimiento.

Hay acontecimientos que ocurren en el espacio público de los que nadie sabe. Otros que hacen bullir las redes sociales (por ejemplo, la burla por la desarticulación policial de la «cúpula» de Anonymus en España). Otros que se construyen para los medios masivos por políticos y agencias de comunicación. Sólo cuando se produce una conjunción e interrelación del espacio público, el espacio mediático y el ciberespacio el acontecimiento tiene capacidad de cambiar nuestra vidas.

La democracia nació en el ágora y el 15-M ha  recuperado nuestras calles y plazas como espacio de deliberación democrática. Ahora el movimiento se fracciona (o expande). Desde el punto de vista de las fuerzas de orden público estas pequeñas protestas son más manejables. Puede haber tentaciones por un lado y otro de forzar la cuerda y buscar el enfrentamiento. Sería un desastre. El bosque está muy seco y una chispa puede extender un incendio devastador.

(Algunas lecturas y fuentes complementarias. Un portal sobre Habermas. «La teoría de la esfera pública» de J. B. Thompson (pdf). Mi trabajo sobre Ciberacontecimientos (pdf). Otras entradas sobre el 15-M en este blog: El 15-M y la democracia líquida; Un programa de regeneración democrática; La Puerta del Sol no es la Plaza Tahir… por el momento)