Imágenes de la globalización: Pakistán/Afganistán


En el valle de Swat, en Pakistán, se vive estos días otra de las grandes crisis de refugiados, o para ser más precisos, una crisis de desplazados. La Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, ha hecho un llamamiento para reunir recursos para atender a 800.000 civiles que durante los últimos meses han huido de los combates entre el ejército y los talibanes. El número de desplazados puede haber sido inflado por las organizaciones humanitarias, pero en cualquier caso, entre los que viven en campamentos o en casas de familiares (donde les resulta más fácil mantener la segregación de las mujeres, el purdah) los que han dejado sus hogares son varias centenares de miles.

La ofensiva del ejército llega después de que avanzadillas de los talibanes tomaran un distrito, apenas a 100 kilómetros de Islamabad, la capital del país.

Se encendieron entonces todas las alarmas, más en Washington que en el propio Pakistán. ¿Podrían conquistar el poder y con él las bombas atómicas del país? Sólo unas semanas antes se había llegado a una tregua en este idílico valle de alta montaña, un acuerdo que permitía a los talibanes imponer su versión estricta de la sharia, la ley islámica.

Después de la incursión, Washington -su diplomacia, sus mandos militares- apretaron las tuercas al débil gobierno de Zardari. Y el ejército atacó de manera indiscriminada,con bombardeos áereos y de artillería que han ocasionado más víctimas entre los civiles que entre los milicianos y que ha provocado el actual éxodo.

Los testimonios de los corresponsales hablan de que los desplazados temen más al ejército que a los talibanes, con los que comparten una forma de entender la vida dominada por la sharia y el código pastún. Como en Afganistán, la política de tierra quemada, más que erradicar a los talibanes, enajena el apoyo al gobierno de la población civil y engrosa las filas de estas milicias fundamentalistas.

¿Qué saldrá de estos campamentos de desplazados si se eternizan, como es previsible? De los campamentos de refugiados afganos en Pakistán -todavía quedan allí un 1,7 millones- salieron los talibanes, los estudiantes de teología islámica que en apenas dos años, entre 1994 y 1996, tomaron el poder en Afganistán, después de barrer a los mujaidines, capaces de derrotar al Ejército Rojo, pero incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos. Los estudiantes impusieron un orden cruel, pero orden al fin y al cabo que terminó con el caos de los mujaidines.

Los que huyen hoy de los combates del valle de Swat son las últimas víctimas de la guerra de Afganistán, un conflicto globalizado, hijo de la Guerra Fría.

Fue el último episodio de la Guerra Fría. Los soviéticos invadieron Afganistán en 1979 en apoyo de una de las facciones del Partido Comunista. Como todos los que trataron de conquistar este territorio no lo hicieron atraídos por sus riquezas, sino por su valor estratégico como territorio entre China, India, Pakistán e Irán. Y como los que les precedieron, los soviéticos no pudieron imponer su orden a este mosaico de pueblos levantiscos, orgullosos y primitivos.

El Ejército Rojo sufrió una derrota que aceleró la caída de la URSS. En ella tuvieron buena parte la CIA y los servicios secretos paquistaníes, financiando, armando y apoyando a los mujaidines, los guerreros de Dios.

Y se convirtió en un conflicto globalizado. Expulsados los soviéticos poco importaba en Washington el destino del país. Tampoco preocupaba mucho a los mujaidines y sus jefes, los Señores de la Guerra, lo que ocurriera en el resto del mundo y desde luego no parecían dispuestos a extender la sharia, o no más allá, al menos de alguna de las antiguas repúblicas de Asia Central.

Los talibanes ya tenían otros designios, instaurar el Califato Universal, aunque todos sus esfuerzos y energías se concentraban en su país. Pero dieron acogida a un millonario saudí que había financiado la lucha contra los soviéticos y que si tenía una idea y una estrategia para lanzar la jihad, la guerra santa, global. Se llamaba Osama Bin Laden.

Estados Unidos y una coalición de «voluntarios» expulsaron a los talibanes en el primer episodio de Guerra contr el terror de Bush. Los norteamericanos hicieron la guerra desde el aire y la infantería la puso la Alianza del Norte, la unión de circunstancias de los Señores de la Guerra no pastunes.

Bin Laden se refugió en algún lugar de la porosa frontera entre Pakistán y Afganistán -eso suponiendo que no esté tomando el sol en las Bahamas… Fuera de bromas, lo cierto es que las tribus pastunes, a un lado y otro de la frontera, la línea Durand, trazada artificialmente por el Imperio Británico, comparten los mismos códigos y el mismo entendimiento rigorista de la religión.

Estados Unidos y sus aliados pusieron en el poder a Karzai, un pastún occidentalizado. Los norteamericanos mantuvieron su misión de combate en el sur, produciendo frecuentes «daños colaterales» entre la población. Y al resto del país llegaron los soldados de la OTAN con una imposible misión de reconstrucción. La corrupción, los ataques indiscriminados, la presencia de unas tropas percibidas como ocupantes han extendido la mancha talibán, a un lado y otro de la frontera.

Obama cambia de estrategia. Quiere favorecer la reconstrucción y desarrollar una lucha contrainsurgente en alianza con grupos locales. Y para ello pide a sus socios de la OTAN más tropas.

Los seminaristas barbudos amenazan con tomar el poder en Kabul e Islamabad. No tienen fuerza para hacerlo, pero sí para mantener una inestabilidad que afecta a Pakistán, Afganistán, India, Irán y las repúblicas ex soviéticas de Asia Central.

AfPak, como ahora designan los norteamericanos a Pakistán y Afganistán, seguirá siendo un foco de irradiación del jihadismo global.

Y otros muchos inocente, como los del valle del Swat, se convertirán en refugiados en su propia patria.

(Otras entradas de la serie Imágenes de la globalización: Piratas del Índico, La Nueva Gripe, Refugiados, Sri Lanka)

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Periódicos de papel interactivos


The New York Times acaba de lanzar dos nuevas plataformas de difusión. Una, pretende mantener facilitar la lectura a los que vienen del papel. Otra, copia el formato de los blogs, para atraer a los nativos digitales.

Times Reader 2.0 es una presentación continuamente actualizada e interactiva que imita el papel. «Se lee como un periódico» dicen en su presentación.  Ha sido un desarrollo del periódico con Adobe y se basa en Flash. Es necesario descargar e instalar una aplicación, que trabaja en línea y en local.

(Una solución parecida, también basada en Flash se utiliza por el Boletín de la Asociación de la Prensa de Madrid)

El resultado es una lectura fácil y cómoda, con un diseño espacial semejante al de la página de periódico, lo que permite mantener la jerarquización tradiconal de las informaciones por su localización y extensión.

Para acceder a todos los contenidos hay que suscribirse (3,45 $ a la semana). Pero el acceso a las últimas noticias es libre.

La otra plataforma es Time Wire, con un formato de blog, o si se quiere de Twitter, en la que se van publicando todas las informaciones y entradas de blogs del periódico: un titular, un lead y un enlace a la información, publicados siempre los más recientes en la cabecera de la página. Su propio nombre –wire– indica la vocación de convertirse en un servicio de actualización permanente, que de alguna manera copia e intenta competir con las agencias.

Como se ve, el gran diario no está dispuesto a rendirse a la crisis y busca nuevas formas de difusión y negocio.

Imágenes de la globalización: Sri Lanka


En medio del silencio casi universal decenas de miles de civiles se encuentran atrapados en los últimos coletazos de una guerra que ha convertido a estas gentes en desplazados, refugiados en su propia tierra.

Sri Lanka, la Ceilán de los que estudiamos geografía en los 60, esa isla, con forma de lágrima, en el Indíco, al sur de la India, fue primero ocupada por los portugueses para terminar formando parte del Imperio Británico. Los británicos trajeron de la India a trabajadores tamiles, que asentaron en el norte y noreste de la isla. La mayoría originaria, los cingaleses, budistas, consideraron a los tamiles, hindues, una minoría privilegiada. Colonialismo y movimientos de población están en el origen del conflicto.

Después de la independencia, en los 80, estalló la guerra entre el gobierno dominado por los cingaleses y las milicias constituidas por los tamiles, los Tigres Tamiles. A mediados de los 80, India envió una fuerza de pacificación, que pese a los lazos de los tamiles con sus parientes del estado indio de Tamil-Nadu, no favoreció a la guerrilla. La venganza llegó en 1988 con el asesinato del primer ministro indio, Ravij Gandhi, por militantes tamiles. El conflicto se alimentó de nacionalismo identitario y se proyectó en forma de magnicidio a la vecina India.

En los 90, la capital del país, Colombo, se convirtió en escenario frecuente de sangrientos atentados con bomba. Los Tigres precedieron en el uso de terroristas suicidas (mujeres incluidas) a Al Qaeda y las milicias palestinas. En 2002 se llegó a un acuerdo de paz, roto frecuentemente por ambas partes y que degeneró en guerra abierta en 2006. Desde entonces, los Tigres han ido perdiendo territorios hasta quedar confinados en una estrecha franja. Se ignora con exactitud cuantos civiles están atrapados en ese infierno. Ni el gobierno abre corredores humanitarios ni la guerrilla los permite salir. Los bombardeos afectan a los precarios hospitales que se mantienen en la zona. El enviado de la BBC relata lo que se supone está ocurriendo detrás de las líneas que el ejército no permite traspasar a los informadores.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Sri Lanka no tiene grandes recursos naturales ni es un territorio estratégico para las grandes potencias. Ello explica el clamoroso silencio informativo. Ha sido y es uno de esos conflictos olvidados. Lo que allí ocurre  es un caso de crímenes contra la humanidad,  para afrontar el cual la comunidad internacional debiera de invocar el principio de responsabilidad de proteger, esto es, facilitar a esta población la protección que su gobierno le debe y le niega.


(Otras entradas de la serie
Imágenes de la globalización: Piratas del Índico, La Nueva Gripe, Refugiados, Pakistán)

Imágenes de la globalización: refugiados


La mirada de esta joven madre y las heridas de su hijo son todo un resumen del destino de más de 30 millones de personas en todo el mundo. Ellos han sufrido el fuego cruzado del Ejército de Sri Lanka y de los Tigres Tamiles. Otros quedaron atrás, ellos han sobrevivido, pero ahora empieza un nuevo calvario.

Como ellos, refugiados, huyendo en masa de la guerra, el conflicto o el exterminio, acogidos renuentemente, cuando no con abierta hostilidad en los países vecinos. Viviendo en tiendas o bajo plásticos, en gigantescas aglomeraciones que terminan por convertirse en míseras ciudades permanentes.

Como ellos, desplazados, refugiados en su propio país, hostigados por ejércitos y milicias, a menudo sin la asistencia de organizaciones internacionales, a las que las fuerzas combatientes o los paramilitares impiden prestarles ayuda. En este capítulo, Colombia tiene el ominoso honor de ocupar uno de los puestos más altos de la escala, con cuatro millones de desplazados, expulsados por el ejército, las guerrillas o los paramilitares de sus casas y sus tierras, codiciadas para plantar coca, o ser explotadas con cultivos intensivos como la palma, que mata la diversidad natural de aquellas ricas regiones.

Como ellos, solicitantes de asilo, que piden el amparo para sus derechos que se les negaron en sus países, y que en los nuestros, tan democráticos, cada vez más se les rechaza, por si fuera el caso de que no huyeran de la guerra o el exterminio, sino simplemente del hambre.

Como ellos, apátridas, a los que algún estado ocupante, genocida o con alto grado de estima de una identidad uniforme, les niega. No son nadie. Hasta el derecho a ser protegidos por un estado (más bien a ser explotados) se les niega.

Palestina, Tibet, Afganistán, Croacia, Bosnia, Serbia, Kosovo, Ruanda, Uganda, Darfur, Colombia, seguro que olvido bastantes de los conflictos que en la segunda parte del siglo XX han generado eso 30 millones de huidos de la barbarie. De los campos de refugiados de hoy saldrán los guerrilleros y los terroristas de mañana.

Ante nosotros se encuentran en pleno funcionamiento dos fábricas de refugiados (desplazados), en Sri Lanka y Pakistán. Ambos conflictos son buenos ejemplos de conflictos globalizados. Para no alargar esta entrada, les dedicaré las próximas.

(Otras entradas de la serie Imágenes de la globalización: Piratas del Índico, La Nueva Gripe, Sri Lanka, Pakistán)

¿Pagaremos por la información en Internet?


Los editores de periódicos intentan que se vuelva a pagar por su información en línea. Primero la pusieron en la red gratuítamente para probar a ver que pasaba. Luego, en torno al 2000 quisieron trasladar el modelo de suscripciones al ciberespacio, complementado por la compra individual de artículos. Los diarios que siguieron este modelo, como The New York Times o El País fracasaron y tuvieron que abrir sus ediciones digitales. Los ingresos obtenidos no compensaban el tráfico perdido, esto es, la pérdida de influencia e ingresos publicitarios. Ahora, con la publicidad de las ediciones de papel cayendo en picado y las empresas en números rojos, cuando no en quiebra, los editores quieren que los internautas pagen por su información.

El gran promotor de este movimiento está siendo Rupert Murdoch. Según The Financial Times, The Wall Street Journal prepara para el otoño un sistema de micropagos, complemetado con suscripciones que darían acceso a la información financiera. Otros diarios norteamericanos han constituido Journalism Online, una plataforma común para desarrollar los micropagos, en una especie de i-Tunes de la prensa.

¿Están los consumidores dispuestos a pagar por una información que ahora reciben gratis?

No mucho, según el informe de PriceWateherhouseCoopers Moving into multiple business models (pdf, vídeo). Según una encuesta realizada en 7 países, los consumidores utilizan preferentemente la televisión y los diarios digitales para mantenerse informados y no están dispuestos a pagar por ello. Aprecian, eso sí, los diarios tradicionales para la información en profundidad, pero, en general, tampoco están muy dispuestos a pagar. Hay excepciones, nichos informativos que podrían convertirse en productos de pago con bastante facilidad. Se trata de la información financiera y de la información deportiva. Los consumidores estarían dispuesto a pagar un poco menos (alrededor del 90%) de los que pagan por una suscripción o por un diario de papel por servicios financieros y deportivos.

Otras conclusiones del informe son que los diarios tradiciones están lejos de desaparecer, pero que los ingresos provenientes de la edición en papel seguirán declinado.

(Actualizo el 12 de mayo. Carmelo Machín me envía el enlace a este artículo del New York Times «The american press in suicide watch». Su conclusión es que, sea cuál sea la forma de periodismo que emerja de esta crisis, valdrá lo que se pague por él.)


8.000 horas de servicio público


Más de 8.000 nuevas horas de programación tendrá que producir TVE para llenar el hueco que deje la publicidad a partir de septiembre, si el anteproyecto aprobado hoy por el Consejo de Ministros termina por convertirse en ley. Todo un reto para el servicio público.

Las protestas de los defensores de la televisión pública se justifican en la falta de consenso sobre este sistema de financiación. Finalmente, el gobierno ha renunciado al Decreto-Ley. Es una buena noticia que la norma se someta al debate parlamentario. Ya veremos cuantas plumas se deja un gobierno débil en las Cortes. El pecado original de una norma hecha a medida de las televisiones privadas es la falta de consenso en un tema que debiera resolverse, de una vez por todas, con un pacto de Estado.

Las telefónicas ya anuncian que subirán las tarifas y pondrán en rojo esa recarga en el recibo de los consumidores. Ni que decir tiene que se originará un movimiento de rechazo, muy en la línea de «no con mis impuestos». Y llegará un momento en que derogar estas tasas será muy popular. Y es que la ideología contra cualquier servicio público cada vez empapa más a amplias capas de la sociedad española, toda una victoria del neoliberalismo.

A veces conviene mirar un poco alrededor. En Francia, la televisión pública no tiene publicidad desde el 5 de enero a partir de las 20 horas. En las primeras semanas no ha existido un vuelco de las audiencias, pero las televisiones generalistas por vía hertziana han seguido perdiendo recursos publicitarios en favor de la TDT. La situación es especialmente grave para TF1 (la inspiradora de la reforma) que ha entrado en pérdidas.

TVE va a competir con las manos atadas. Será una batalla en inferioridad de condiciones, pero sus gestores y profesionales tienen que reinventar el servicio público:

-¿ Qué se hará con esas 8.000 horas? Espero que no se conviertan en autopromociones (entre otras cosas porque la Directiva de la Televisión Sin Fronteras también establece límites). Todas estas horas son la materia prima para crear espacios que satisfagan los intereses genuinos del público y no para dar satisfacción a lo que supuestamente interesa a la audiencia. Pero ¿puede elevarse la producción en más de un 10% con la misma plantilla y los mismos recursos? Si estas horas se rellenan de reemisiones, el espectador cambiará de canal.

– Reestructurar la programación. Que gozada ver una película sin interrupciones, pero ¿no está educada la audiencia en la fragmentación publicitaria y acostumbrados a usar las pausas para atender a sus obligaciones? Parece aconsejable que hasta la segunda parte del «prime time», cuando todo ya está más reposado, no se abuse de espacios sin interrupciones. El espacio de los bloques publicitarios podrían ocuparlo microespacios informativos y de servicio público.

– Liberarse del «share» y mirar al «rich». Los programadores y los editores de los informativos pueden ahora liberarse del «share», esto es, de la cuota de pantalla minuto a minuto. Pero tendrán que atender más que nunca al «rich», esto es a cuantos espectadores está dando servicio un determinado programa y la programación en su conjunto. Es hora también de pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo: grado de satisfacción del público y adecuación a sus necesidades.

– Diversificar programas y servicios en las distintas cadenas y plataformas. Esas horas suplementarias son una oportunidad para una mayor diversidad de programas. No depender de la publicidad puede propiciar establecer un perfil más nítido de servicio público en La Dos. Ahora más que nunca sería necesario recuperar una marca de servicio público para todas las cadenas y plataformas, eliminada por la actual denominación y logos de las cadenas, que desde hace semanas parece quererse recuperar con la campaña «Altogether Now».

Forjar alianzas con el público. Que los colectivos más activos de la sociedad se sientan representados en la programación. Y que de una vez se haga realidad el derecho de acceso.

Para todo ello hace falta estabilidad y recursos incluso superiores a los actuales.

AÑADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA UNA ENCUESTA A FAVOR Y EN CONTRA DE LA MEDIDA.

Sacar a RTVE del mercado


El gobierno cuece en el horno de la negociación con las televisiones privadas y los operadores telefónicos el Decreto Ley de la financiación de radiotelevisión pública que puede ser la puntilla final de RTVE.

Una vez más este gobierno débil recurre a la herramienta del Decreto Ley, alegando una urgencia inexistenta, si no es para salvar la cuenta de resultados de alguna televisión privada. Se priva a la sociedad de un verdadero debate, mientras se negocia de tapadillo porcentajes para que las cuentas aparentemente cuadren.

Vaya por delante que creo en una radiotelevisión pública sin publicidad. He valorado reiteradamente en este blog los pros y los contras,  a raíz de la iniciativa francesa que copia ahora Zapatero. Incluso, como ya he dicho, en la página 133 de mi tesis avancé un modelo de financiación parecido.

El problema es la suficiencia de esa financiación, que el gobierno dice garantizar aplicando porcentajes más o menos arbitrarios sobre los benficios de las televisiones privadas y las telefónicas. Las primeras serán las grandes ganadoras al repartirse el pastel de la publicidad de TVE. Pero las segundas no sacan un beneficio directo de este cambio -¿qué recibirán a cambio?. La pregunta es ¿cuanto tardarán unas y otras en tener una coyuntura política favorable para sacudirse este gravamen?

Lo más preocupante de todo es que parece que se pretende que TVE deje de hacer competencia a las privadas. El servicio público comporta obligaciones positivas y negativas. Es lógico que el porcentaje del presupuesto dedicado a financiar el cine nacional sea mayor en la pública que en las privadas, pero no que estas puedan dedicar ese dinero a financiar exclusivamente series.

No se puede atar las manos a TVE prohibiéndole competir o limitando su capacidad en los mercados del deporte y los éxitos de Hollywood. La buena administración de los recursos es responsabilidad del Consejo de Administración, que conforme a la ley vigente cesa automáticamente si genera pérdidas en dos ejercicios. Si la televisión pública no compite en los deportes y en las películas norteamericanas pierde dos importantísimos motores de audiencia. No nos engañemos: cuando cae la audiencia, cae la audiencia general de una cadena, los buenos programas y los malos programas. Sea cual sea nuestro concepto de calidad, es indudable que en esas dos categorías de programas, deportes y cine de Hollywood, hay productos dignos del servicio público, pero siempre con un alto precio.

Las privadas ganan. No sólo se repaten toda la tarta publicitaria. Además TVE -actual líder de audiencia- dejará de ser competencia.

Un servicio público sin audiencia deja de ser servicio público.

(Desde las radios y televisiones comunitarias se está gestando un manfiesto en favor de la televisión pública, al que se puede acceder, en parte, desde la Revista Latina de Comunicación Social y para el que se piden adhesiones de profesores y académicos.)

(El 7 de mayo los sindicatos de RTVE han llevado a cabo una jornada de movilización en defensa del sistema de financiación mixta -vía Presupuesto General del Estado y publicidad. Anteriormente entregaron un manifiesto a los grupos parlamentarios.)

¿Responde RTVE?


El pasado sábado 2 de mayo se emitió el primer programa de la Defensora del Espectador RTVE responde. Desde 2004, RTVE se ha dotado de la figura del Defensor del Espectador y el Radioyente. Los primeros cuatro años desempeñó el cargo Manuel Alonso Erausquín y hace un año fue nombrada Elena Sánchez. Ahora, en esta segunda etapa, se pone en marcha un programa mensual (media hora, los primeros sábados de mes, en La Dos, a las 20:30).

Los Ombudsman o Defensores del Público son figuras de autocontrol interno de los medios. Su función es la de servir de enlace entre los que hacen la información y los que la reciben con el fin de dar satisfacción a los posibles daños que esas informaciones originen, dar cauce a las críticas y confrontarlas con opiniones profesionales.

Su regulación interna suele ser muy flexible y lo que cuenta es la autoridad con que los defensores ejercen su función. Un Defensor que no investigue la denuncia de errores, críticas o violación de los principios editoriales o deontológicos es una figura puramente decorativa. Una parte de su función consiste en el escrutinio interno de las quejas recibidas. Para que esa función de autocontrol sea eficaz, los resultados de ese escrutinio interno deben de hacerse públicos. Es la mejor manera de que los editores e informadores sepan que tendrán que responder ante su público de los posibles errores, pero también de que podrán defenderse públicamente de las críticas infundadas. Así que, es habitual que exista un espacio reservado para el Defensor en el propio medio.

RTVE ha querido seguir este modelo. El resultado de este primer programa me ha resultado decepcionante. RTVE Responde es un espacio amable, parece que más pensado para satisfacer la curiosidad del público que para investigar sus quejas. La mayor parte de las quejas planteadas se resolvieron en una entrevista con el director de los Servicios Informativos, Fran Llorente, y el resto con los responsables de los espacios criticados. Muchas de estas críticas podían resolverse con una respuesta de parte, pues no tenían mayor entidad. Pero otras requerían escrutinio y debate. Por ejemplo, la alusión genérica a las iglesias evangélicas como sectas en una crónica desde Ángola durante el viaje del Papa merecía debate y más diversas opiniones profesionales y no podía despacharse con el manido argumento de la urgencia informativa. O las odiosas autopromociones y autobombos que llenan los telediarios no pueden justificarse como información. Lo mismo en el caso del machismo subyacente en la serie Pelotas, por  mucho que su responsable respondiera bastante satisfactoriamente.

Es cierto que ese debate entre público y profesionales se puede trasladar mejor a un periódico que la televisión, pero, compárese el programa con la Tribuna de la Defensora del Lector del diario El País, en concreto, la última, «Carla Bruni, la princesa Leticia y la fiebre rosa».

Al final del programa se recuperó un programa antecedente del actual, Tome la palabra, de 1981. Un cuarto de siglo después el tono no había cambiado tanto. En el programa emitido sobraban las felicitaciones y faltaba debate e investigación.

En cualquier caso, por mucho que sea manifiestamente mejorable, bienvenida RTVE responde, una tribuna para la crítica que no existe en ninguna otra televisión española.

Imágenes de la globalización: la nueva gripe


La pandemia ya está aquí. Viene del cerdo, y no de las aves, y de América, y no de Asia, como nos habían anunciado. Todo está ya dicho y hasta la saciedad de esta nueva gripe. Sólo quiero aquí incidir en dos aspectos: su dimensión global y su tratamiento informativo.

Dimensión global

Por definición, una pandemia es una enfermedad contagiosa que se extiende por el mundo entero o por amplias regiones. En la Antigüedad se desarrollaron un buen número de ellas, colonizando el mundo conocido merced al comercio y las guerras. En la Edad Media, en el siglo XIV toda Europa se ve castigada por la peste negra, quizá un tipo de peste bubónica, quizá una forma de fiebre hemorrágica tipo Ébola. La peste negra causó enormes pérdidas demográficas y un estallido de religiosidad popular. Durante toda la Edad Moderna Europa sufrió el azote de las plagas. En el siglo XIX las olas de cólera se sucedieron. En la década de 1890 el cólera mató en España a 120.000 personas. La gripe española en 1918-1919 mató a 40 millones de personas en todo el mundo.

La mayor parte de estas olas han viajado de Este a Oeste, de China e India a Europa, de Europa a América. Los españoles llevaron sus enfermedades a América, la gripe común y la viruela, que diezmaron a las poblaciones indígenas. De América vino la sífilis, con un primer infectado, Martín Alonso Pinzón (aunque otra teoría afirma que la enfermedad ya existía antes en Europa). Ahora, América es origen de una nueva pandemia.

Las pandemias han advertido desde siempre de la unicidad del género humano, sometiendo a las misma amenaza a todos, sea cual fuera su lugar y su riqueza. La velocidad de transmisión ha ido creciendo conforme el mundo, merced a transportes más rápidos y frecuentes, ha ido empequeñeciéndose. Si algo nos enseña la Historia es el fracaso de las estragias de aislamiento de ciudades o regiones.

Todas las pandemias han sido seguidas de graves dificultades económicas, muchas fueron acompañadas de tumultos y disturbios. A menudo la pandemia cambió los valores y la cultura de las sociedades afectadas. En este caso, puede que la nueva gripe no tenga más trascendencia que la de cualquiera de las gripes habituales. Pero en aún en ese supuesto, en el actual estado previo, las consecuencias económicas ya están ahí. Caída del valor de las acciones de compañías turísticas y de aviación, elevación del precio de los valores de las compañías farmaceúticas. México, como otros países emergentes, está sufriendo con retrasos las consecuencias de la crisis económica. La gripe, sin duda, agravará esta tendencia.

Las pandemias encienden todas las alarmas. Pero la humanidad convive con epidemias, como la malaria que castiga a las poblaciones más pobres o empobrecidas (el dengue en Argentina), sin que los recursos movilizados alcancen el punto crítico para erradicar estas enfermedades.

Tratamiento informativo

¿Gripe mexicana, gripe porcina, gripe nueva, gripe A? La propia denominación de la enfermedad se ha convertido en una cuestión controvertida en los medios de comunicación. De acuerdo con la teoría del enfoque o framing etiquetar los nuevos fenómenos es una de las formas más evidentes de interpretarlos. En un primer momento, predominó el término de gripe porcina, indicando su origen. Esta es la tendencia dominante en los medios anglosajones, que no han dejado de usar desde el principio el término swine flu. Pero como las denominaciones no son nunca neutras, los productores de cerdos protestaron por tal etiqueta, considerando que podría perjudicar a su negocio. Algunos medios, por ejemplo, Telecinco, empezaron a usar gripe mexicana, denominación que no deja de estigmatizar al país de origen. Por cierto, que estos días hemos oído comentarios «patrióticos» quejándose de que la gripe de 1918 se calificara de española… Así que se ha ido asentado el término de nueva gripe, como denominación políticamente correcta. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud propone una designación más técnica, gripe A, que hoy ya veo reflejada, por ejemplo en los periódicos franceses.

El otro debate, más decisivo, se refiere al nivel informativo y el grado de alarma que se puede generar. La población necesita información completa, pero la saturación informativa y sobre todo el amarillismo pueden crear un estado de pánico. En general, la información ha resultado responsable, nada alarmista, pero sí excesiva y reiterativa. Cómo se preguntaba ayer Iñaki Gabilondo, ¿qué sucedería si fueramos contando caso por caso de la gripe común?

Este debate se refleja en el blog de los editores de la BBC. Informar de lo que se sabe, pero también de lo que se ignora y de las incógnitas, es el principio que dicen haber seguido. Interesante también el blog abierto por la Asociación Mexicana de Derecho a la Información. Aimée Vega Montiel se pregunta porque siguen muriendo personas en México de una enfermedad por el momento bastante benigna. Larespuesta -dice- es obvia: por la brecha de desigualdad global, reflejada en el empobrecimiento brutal de la mayor parte de las personas que habitamos este planeta.

(Actualizo esta entrada con la referencia a la información de Periodistas En Español que recoge una guía de recursos para informar de la pandemia)

(Nueva actualización 2-5-09. Manuel Castells publica hoy en La Vanguardia su Observatorio Global bajo el título Pandemia. Lo siento, no está en la edición en línea. Su tesis es  que la pandemia es una consecuencia más de una alimentación químico-genética-industrial que nos expone a cualquier contaminación que se produzca en un punto de la cadena.)

(Otras entradas de la serie Imágenes de la globalización: Piratas del Índico, Refugiados, Sri Lanka, Pakistán)

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