8.000 horas de servicio público


Más de 8.000 nuevas horas de programación tendrá que producir TVE para llenar el hueco que deje la publicidad a partir de septiembre, si el anteproyecto aprobado hoy por el Consejo de Ministros termina por convertirse en ley. Todo un reto para el servicio público.

Las protestas de los defensores de la televisión pública se justifican en la falta de consenso sobre este sistema de financiación. Finalmente, el gobierno ha renunciado al Decreto-Ley. Es una buena noticia que la norma se someta al debate parlamentario. Ya veremos cuantas plumas se deja un gobierno débil en las Cortes. El pecado original de una norma hecha a medida de las televisiones privadas es la falta de consenso en un tema que debiera resolverse, de una vez por todas, con un pacto de Estado.

Las telefónicas ya anuncian que subirán las tarifas y pondrán en rojo esa recarga en el recibo de los consumidores. Ni que decir tiene que se originará un movimiento de rechazo, muy en la línea de «no con mis impuestos». Y llegará un momento en que derogar estas tasas será muy popular. Y es que la ideología contra cualquier servicio público cada vez empapa más a amplias capas de la sociedad española, toda una victoria del neoliberalismo.

A veces conviene mirar un poco alrededor. En Francia, la televisión pública no tiene publicidad desde el 5 de enero a partir de las 20 horas. En las primeras semanas no ha existido un vuelco de las audiencias, pero las televisiones generalistas por vía hertziana han seguido perdiendo recursos publicitarios en favor de la TDT. La situación es especialmente grave para TF1 (la inspiradora de la reforma) que ha entrado en pérdidas.

TVE va a competir con las manos atadas. Será una batalla en inferioridad de condiciones, pero sus gestores y profesionales tienen que reinventar el servicio público:

-¿ Qué se hará con esas 8.000 horas? Espero que no se conviertan en autopromociones (entre otras cosas porque la Directiva de la Televisión Sin Fronteras también establece límites). Todas estas horas son la materia prima para crear espacios que satisfagan los intereses genuinos del público y no para dar satisfacción a lo que supuestamente interesa a la audiencia. Pero ¿puede elevarse la producción en más de un 10% con la misma plantilla y los mismos recursos? Si estas horas se rellenan de reemisiones, el espectador cambiará de canal.

– Reestructurar la programación. Que gozada ver una película sin interrupciones, pero ¿no está educada la audiencia en la fragmentación publicitaria y acostumbrados a usar las pausas para atender a sus obligaciones? Parece aconsejable que hasta la segunda parte del «prime time», cuando todo ya está más reposado, no se abuse de espacios sin interrupciones. El espacio de los bloques publicitarios podrían ocuparlo microespacios informativos y de servicio público.

– Liberarse del «share» y mirar al «rich». Los programadores y los editores de los informativos pueden ahora liberarse del «share», esto es, de la cuota de pantalla minuto a minuto. Pero tendrán que atender más que nunca al «rich», esto es a cuantos espectadores está dando servicio un determinado programa y la programación en su conjunto. Es hora también de pasar de lo cuantitativo a lo cualitativo: grado de satisfacción del público y adecuación a sus necesidades.

– Diversificar programas y servicios en las distintas cadenas y plataformas. Esas horas suplementarias son una oportunidad para una mayor diversidad de programas. No depender de la publicidad puede propiciar establecer un perfil más nítido de servicio público en La Dos. Ahora más que nunca sería necesario recuperar una marca de servicio público para todas las cadenas y plataformas, eliminada por la actual denominación y logos de las cadenas, que desde hace semanas parece quererse recuperar con la campaña «Altogether Now».

Forjar alianzas con el público. Que los colectivos más activos de la sociedad se sientan representados en la programación. Y que de una vez se haga realidad el derecho de acceso.

Para todo ello hace falta estabilidad y recursos incluso superiores a los actuales.

AÑADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA UNA ENCUESTA A FAVOR Y EN CONTRA DE LA MEDIDA.

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Televisión en transición


Llega otro informe sobre las pautas de consumo de televisión a nivel mundial. En realidad, hablar de televisión es una forma de entendernos porque el estudio, como es lógico, no se ocupa sólo de la televisión clásica (la televisión lineal), sino de los programas y contenidos audiovisuales consumidos mediante un conjunto de plataformas. Se trata de Television in Transition, el sondeo de consumo audiovisual 2008 de la consultora Accenture (prf; información en WorldScreen).

La conclusión principal es que cada vez más personas consumen contenidos audiovisuales en mayor número de plataformas distintas. Esta tendencia es universal (o por lo menos común en los 15 países estudiados) con pecualiariades nacionales, y mucho más acusada entre los jóvenes, sobre todo entre los menores de 25 años.

La verdad que la foto de portada es toda una declaración. El consejo subyacente -incluso un directivo del sector lo manifiesta abiertamente- es producir pensando en esos jóvenes, más dispuestos a consumir en cualquier plataforma, pagar por ello y soportar la publicidad. El informe reconoce que la televisión tradicional tiene por delante mucho futuro, pero pinta un panorama en el que producir pensando en los más jóvenes será cada vez más rentable. En una sociedad cada vez más gris ¿los contenidos audiovisuales estarán sólo dedicados a los jóvenes?.  Conclusión propia: sólo los servicios públicos sin criterios de rentabilidad comercial podrán satisfacer las necesidades del conjunto de la población, mientras que las compañías privadas se concentrarán en productos de múltiple explotación.

Uno de los hallazgos que me parecen más esclarecedores es que cada contenido, en función de su formato y su género, deberá ser editado para un conjunto de plataformas según sus características. Inserto un cuadro que muestra las preferencias de los consumidores con respecto a determinados contenidos y las plataformas PC y dispositivos móviles. Por ejemplo, resulta muy claro que vídeos de  actualizaciones y alertas informativas serán editados en formatos muy breves para dispositivos móviles. En cambio, series y tv-movies aparecen como contenidos especialmente aptos para plataformas de vídeo a la demanda (televisión a la carta).

El sondeo muestra que los espectadores son cada vez más fieles al programa o producto y menos al canal. Los canales que no sean capaces de producir contenidos con un sello propio, aptos para distintas plataformas, tienen un negro futuro. Con todo los respetos, creo que eso es lo que les ocurre a las televisiones privadas españolas y en menor grado a TVE, en la medida que su programación está mayoritariamente en manos de productoras externas. En cambio, pienso, canales productores de contenidos con un sello de calidad, como la BBC, se adaptarán bien al nuevo escenario.

De los nuevos servicios de la televisión interactiva, el más apreciado por los encuestados es el de interrumpir o demorar el visionado de un programa en directo (time-shifting) y a continuación formas de televisión a la carta, que aceptan mejor bajo la fórmula de pago de la tarifa plana. Creo que aquí también los servicios públicos pueden dar la batalla, como nuevamente muestra la BBC, que desarrolla ya una plataforma de televisión a la carta sobre banda ancha, el proyecto Canvass.

Por último, una referencia a España -donde, por cierto, el límite de edad de los encuestados ha sido 55 años. De la televisión que ven, los españoles son los espectadores más molestos con la publicidad.

Conclusión fina (propia): ¡Es la calidad de los contenidos, estúpido!

Acoso a la televisión pública


UTECA, el lobby de las televisiones privadas, acusa a TVE de que casi el 40% de sus programas no son de servicio público. Y se basa en un estudio encargado a un grupo de profesores de universidades madrileñas, dirigidos por el profesor Núñez Ladeveze (pdf). La respuesta de RTVE no se ha hecho esperar: UTECA miente y falsea sus propios datos.

No vale la pena analizar los respectivos comunicados en los que cada cual interpreta los datos como más conviene a sus intereses. Enseguida comentaré el informe, pero antes creo que conviene poner este episodio, verdadera serpiente audiovisual de otoño, en su contexto, que no es otro que el del continuo acoso por la vía de la deslegitimación de la radiotelevisión públicas en España y en toda Europa. UTECA, como el resto de sus colegas europeos, quisieran reducir el servicio público a una presencia testimonial en la audiencia y por eso interpreta el servicio público como limitado a una programación cultural poco atractiva. No es esa la realidad en Europa, donde todos los servicios compiten con las televisiones privadas. Y es que, desde el protocolo adicional al Tratado de Amsterdam (BOE 7-5-99), documentos) son los Estados los que definen las funciones que comprende el servicio público y pueden financiar esas funciones «siempre que no afecte al comercio y la competencia en un grado que sea contrario al interés común». El reto de los servicios públicos reside en mantener audiencias masivas (no necesariamente ser líder en todas las franjas horarias), diferenciando susproductos de sus competidores comerciales, como ya indiqué en una entrada anterior, al comentar el libro From Public Service Broadcasting to Public Service Media. El caso español sigue siendo anómalo, porque la financiación mixta, consagrada en la Ley 17/2006, tiene una composición casi al 50% (presupuesto 2008), con una presencia de la publicidad muy superior a la de países como Francia o Italia. En estas condiciones, parece un logro que el 63,7% de los programas emitidos por La Una y La Dos tengan un elevado grado de cumplimiento del servicio público, pues tal es la principal conclusión del informe en cuestión. Además, no debe olvidarse que RTVE desarrolla su función de servicio público de una forma todavía más nítida a través de 5 cadenas de radio y 6 canales de televisión, que se suman a las dos cadenas generalistas que con su publicidad financian a la Corporación.

Análisis del informe

El informe ha sido encargado por UTECA y ha analizado la programación de las dos cadenas desde 2005. Que sea un encargo no le resta mérito. Una cosa es el informe y otra la interpretación de UTECA. La metodología desarrollada ha consistido en establecer un Índice de Servicio Público, mediante el agregado de una serie de variables, según el siguiente cuadro:

De todos estos indicadores, los que resultan más relevantes son el género y la adecuación de los contenidos a la hora de protección infantil. Los géneros han sido tomados de la base de datos de Barlovento Comunicación y a cada uno se le ha asignado un valor, por ejemplo, 5 a la información, 2 a los espacios del corazón. Todos estos factores son de carácter objetivo, menos el de creatividad. Todos los factores me parecen relevantes para la misión de servicio público, pero no está tan claro su distinto valor y, sobre todo, la ausencia de otros relevantes, como por ejemplo el servicio a la cohesión territorial. Creo que esta investigación marca un camino para intentar construir un índice de servicio público a partir de las misiones definidas en la Ley 17/2006 y, sobre todo, del Mandato Marco, que concreta para el periodo de 9 años esa misión. Precisamente, la construcción de un índice fiable, aceptado por todos, puede ser un factor de legitimidad del servicio público. Un reto para los investigadores…

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