Luces y sombras de la Globalización


Montañas de ropa usada en el desierto de Atacama (Chile). (Reddit/ed8907) Tomada de El Confidencial

En mi anterior entrada sobre el fin de la Globalización puede que diera una visión muy positiva de la globalización, que quiero matizar aquí. La globalización es un asunto muy complejo (desde un punto de vista económico, político y social) que ha modelado el mundo del final del siglo XX y de las primeras décadas del XXI de modo que no puede agotarse en una simple entrada de un blog, pero vale la pena hacer una aproximación, ahora que su continuidad se encuentra seriamente cuestionada.

Esta no es una publicación académica y no usa sistemáticamente fuentes. Parto de la idea de que para la derecha la globalización ha sido el gran motor del progreso, mientras que la izquierda la ha considerado siempre como un instrumento de dominación capitalista. En esta entrada, partiendo de la hipótesis de que la guerra comercial puede ser el principio del fin de la globalización, intentaré trazar las luces y sombras de un fenómeno.

El fin de la globalización

La guerra comercial de Trump puede ser un hecho decisivo; aunque él o un sucesor diera marcha atrás en la guerra arancelaria, sería difícil restaurar los lazos comerciales y más difícil recuperar la confianza en el comercio y suponer que el intercambio puede garantizarnos los bienes esenciales que una sociedad necesita para subsistir La guerra comercial no es sino un acto, muy importante de una tendencia, que va más allá de lo económico y que Daniel Inneraty llama desincronización:

«Ha terminado la era de los grandes avances sincronizados, cuando se suponía que tecnología, integración, comercio, paz, economía, democracia, igualdad discurrían al mismo tiempo, tirando uno de otro y en un cierto equilibrio. La actual guerra de los aranceles pone de manifiesto que no siempre el “comercio dulce” del que hablaba Montesquieu genera convivencia entre quienes lo practican, sino que es posible hacer la guerra con el comercio.»

Consecuencias para los países y las gentes del Sur

Como ya dije en la anterior entrada, muchas gentes de Sur han salido de la extrema pobreza, pero a menudo mediante una explotación inhumana. Un ejemplo puede ser Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo, convertido en la fábrica textil low cost para los países ricos del Norte, donde se produce en condicione inhumanas y sin el menor respeto para la vida de los trabajadores. En 2013 en Dhaka, la fabrica Rana, que producía para las grandes marcas del Norte se derrumbó y murieron 1.100 .trabajadores.

Los trabajadores de Foxconn, la compañía china, ensambladora de los Iphone son obligados a dormir en la fábrica para incorporarse al trabajo cuando las necesidades de la producción lo requieran y no se les permitía abandonar el recinto durante la Covid.

Esta ropa es consumida de manera compulsiva en el Norte y después reexportada al Sur. El desierto de Atacama en Chile se ha convertido en el mayor vertedero de ropa del mundo. La ropa tirada a los contenedores no se recicla y se reexporta a África o Asia, con trayectos de miles de kilómetros.

La basura se exportaba en grandes cantidades a China hasta que Pekín ha prohibido este tráfico. Los grandes vertederos en el Sur, fruto de las exportaciones del Norte son el modo de vida de miles de personas que intentan reciclar elementos valiosos, como los electrónicos, especialmente tóxicos, tarea para que los niños con sus pequeñas manos son especialmente hábiles. La basura del Norte termina por convertirse en subsistencia imprescindible para la gente del Sur (Aquí un informe del Banco Mundial sobre estos basureros).

Con todos estos abusos, la globalización y su dimensión amable, el turismo, ha generado en el Sur una positiva dinámica económica y ha reducido la pobreza extrema. No sabemos como sería la dinámica en un mundo comunista (la experiencia de Comecon en el bloque comunista fue negativa para los países perféricos) pero en este mundo capitalista la globalización ha sido positiva, con todos los peros que se quiera para las gentes del Sur.

La hegemonía pasada de EEUU y la futura de China

EEU ha sido el mayor beneficiario de la globalización, que le ha permitido disfrutar de todo tipo de productos a precios muy bajos.

Como consecuencia del sistema de Brenton Woods y la retirada de Nixon del patrón oro, el dólar se convirtió en la moneda de reserva mundial, lo que ha permitido a los estadounidenses un consumo desaforado de productos llegados de Oriente, bajar los impuestos (sobre todo a los más ricos) y financiar sus múltiples e interminables guerras generando un déficit que en cualquier otro país hubiera determinado la intervención del FMI. Pero la globalización ha traído también una deslocalización industrial (y descontento), salvo en armamento, en lo que los estadounidenses siguen siendo líderes.

El Norte confío la producción industrial en China, primero de productos con muy poco valor añadido («todo a cien») y luego mediante copia y últimamente China ha desarrollado una tecnología propia muy avanzada, superando a estadounidenses y europeos. Pronto estadounidenses y europeos pueden estar fabricando productos con tecnología china con mano de obra más barata que la de china (Thomas Friedman).

Por de pronto los desmesurados aranceles de Washington a China está suponiendo que algunas marcas tecnológicas se planteen llevar su producción a India o Vietnam. Así que además de una improbable reindustrialización de EEUU, Trump quiere debilitar a China.

La globalización está convirtiendo a China en el nuevo hegemon, por el momento «blando» Su enorme superávit puede emplearse en rearme, investigación e inversiones en el exterior para crear y sostener infraestructuras propias de comercio del Sur a China (nueva Ruta de la Seda). El punto débil de China (una autocracia formalmente comunista, pero realmente capitalista, sin estado del bienestar) es emplear ese superávit en atender a los déficits sociales y los riesgos sistémicos de sus finanzas.

Consecuencias para los países y gentes del Norte

La globalización ha permitido que lleguen a estos países productos baratos, lo que ha favorecido un consumo desmesurado. Recordemos la crítica a este consumo por parte de Naomi Klein en el clásico «No Logo».

La llegada de productos manufacturados destruye industrias locales y con ellas puestos de trabajo. La clase trabajadora sufre un shock; no solo desaparecen puestos de trabajo, los que perviven están peor pagados y son más precarios y los sindicatos desaparecen. Zonas anteriormente industrializadas se convierten en desiertos y crece el descontento y trabajadores anteriormente de izquierdas echan la culpa de su empobrecimiento a lo inmigrantes y pasan a votar a la ultraderecha.

No solo llegan productos industriales; el transporte por barco permite la llegada de productos hortofrutícolas fuera de temporada desde la otra punta del globo. Enorme despilfarro ecológico que nos acostumbra a consumir como si no existieran las estaciones y arruina a los agricultores, otro sector explosivamente descontento. Los acuerdos comerciales pueden ser un mecanismo de prosperidad compartida, siempre que los productos importados cumplan requisitos ecológicos (no abuso de medicamentos, sin insecticidas ni fertilizantes químicos) y laborales (no trabajo esclavo).

La globalización da la puntilla a los Gloriosos Treinta, ya heridos por el neoliberalismo de Reagan y Thatcher.

El fin de la globalización nos va obligar a replantearnos nuestros hábitos de consumo.

El proteccionismo no es ni justo ni eficiente

El proteccionismo es menos eficiente; el país se aísla y la falta de competencia le encapsula Un gran ejemplo es el de DeepSearch. Por razones estratégicas, Washington impidió que China importara los procesadores Nvidia más potentes. Los chinos usaron procesadores más antiguos y menos potentes y afinando el software han logrado superar a ChatGtpt, con menor coste, menor consumo de energía, producido por una compañía pequeña, con código abierto, trabaja online o instalado en el ordenador (Aquí lo explica Newtral).

El proteccionismo (aquí más político que económico) ha propiciado que una empresa china haya batido a los grandes gigantes de EEUU. La presentación de DeepSearch supuso la caída a plomo de la cotización de Nvidia, la mayor nunca registrada en la bolsa de EEUU.

Trump está cometiendo un gran error estratégico al dar la espalda a la renovables y seguir apostando por el petróleo, de modo que al llenar el tanque el tique pueda ser algunos céntimos más barato y propiciar la victoria de sus candidatos en las elecciones de medio mandato. Pero las energías fósiles no solo calientan la atmósfera; a medio plazo el precio de las energías renovables será muy inferior al del petróleo y el gas; de modo que el país que de la espalda a las renovables verá seriamente mermada su competitividad, aunque habrá que hacer inversiones en la red eléctrica y explorar soluciones de energía distribuida. (en cuanto a las nucleares, sus defensores, normalmente contrarios a la deuda para financiar servicios públicos olvidan que la peor deuda que se puede dejar a las futuras generaciones es el tratamiento de los residuos nucleares).

El libre comercio tiene que ser justo. El mayor sistema de libre comercio del mundo es la UE, que ha creado un sistema de prosperidad compartida entre países que habían guerreado por siglos, Pero este sistema tiene distintos sistemas de compensación (fondos estructurales y de compensación, de los que tanto se ha beneficiado España). La UE no es solo un gran mercado y una potencia normativa capaz de luchar por el multilerateralismo, que Trump quiere destruir.

Cualquier sistema de libre comercio -para ser justo- tiene que incluir exigencias comunes y compensaciones para las partes más débiles. Estas son las críticas al acuerdo comercial de la UE con MERCOSUR (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay) que constituye un área de libre comercio de 77 millones de habitantes (Aquí resumen del Acuerdo por parte del Ministerio de Economía). Previsiblemente la UE exportará productos industriales y recibirá productos agrícolas, sin suficientes garantías ecológicas y con daño para los agricultores europeos. Las críticas, sobre todo de organizaciones ecologistas y agricultores, califican este tratado como un acuerdo neocolonial. La UE no lo ha ratificado porque no se ha logrado en el Consejo la mayoría cualificada necesaria, sobre todo por la oposición de Francia, donde los agricultores tienen un enorme peso político.

Para que un acuerdo comercial sea justo tiene que ajustarse a los Objetivos del Milenio, sobre todo al primero «erradicar la pobreza» y el 7 «Asegurar la sostenibilidad medioambiental».

En la nueva guerra fría un ejército europeo para lograr la autonomía estratégica


Tropas del ejercito belga prestando protección a la sede de las instituciones europeas

Trump va imponer a Ucrania una tregua que de hecho es una rendición.

La guerra no empezó en 2022 con la invasión masiva, sino en 2014, con la anexión de Crimea y la promoción de la secesión de los territorios del Donbás, mayoritariamente ruso parlantes. Entonces no se hizo nada y Putin siguió adelante con sus planes.

La narrativa rusa es que se estaba protegiendo a estas poblaciones contra el golpe nazi, que dicen fue la rebelión del Maidán. Es cierto que la lengua rusa no era oficial, pero nadie era castigado por hablarla. El conflicto se cerró en falso con los acuerdos de Minsk, que no respetaron ninguna de las dos partes, como puede ocurrir con la tregua que se prepara ahora, sin abordar una negociación en profundidad sobre los elementos en juego.

La justificación para la invasión de 2022 era que Ucrania se estaba acercando a la UE y a la OTAN, lo que ponía en peligro la seguridad de Rusia. Lo cierto es que después de la caída del muro, EEUU y sus aliados no atendieron a las legitimas demandas de seguridad de la Federación Rusa (Jeremy Sachs lo explica desde su experiencia directa en esta interesantísima conferencia en el Parlamento Europeo).

Por muchas torpezas y acciones poco amistosas de la OTAN, para Putin el peligro era doble: el mal ejemplo de una democracia en un territorio próximo y que el Mir Ruso (su último objetivo estratégico) no podía estar completo sin Ucrania.

Así que en este nuevo reparto de zonas de influencia que se prepara, los países europeos tendrán que vérselas solos ante un Putin expansionista, que puede tener entre sus objetivos cualquier país históricamente perteneciente al imperio zarista o la URSS (por supuesto Moldavia, Georgia, Lituania y hasta Finlandia y Polonia) en una nueva guerra fría cuya frontera estaría en Ucrania (dice Jodorkovsky, que conoce bien a Putin).

Ante la evidencia de que EEUU, al menos con Trump, no seguirán prestando un paraguas defensivo a Europa, el Consejo Europeo (los líderes de los 27 ) ha decidido reforzar la defensa europea; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado un plan de rearme por valor de 800.000 millones de euros y ha adelantado algunas formas de financiación, desde el levantamiento de los límites fiscales hasta mutualización de la deuda. No es extraño que las compañías de armamento hayan dado un salto en sus cotizaciones. Se pague como se pague, los paganos serán los europeos que verán reducido el gasto social y el dedicado a la transición verde.

Solo un proceso de desarme mutuo y un sistema de seguridad europeo podría superar esa nueva guerra fría. La OTAN ha perdido toda su credibilidad y su capacidad de distensión y un ejército europeo sería un elemento de disuasión y, desde luego, un paso adelante en el proceso de integración europeo.

La seguridad estratégica va más allá de los ejércitos. Seguridad es tener no solo una industria armamentística con grades capacidades tecnológicas. También seguridad es tener industrias básicas que garantice el suministro de mascarillas o moléculas para fabricar medicamentos esenciales, sin depender de otra potencias.

Lo esencial es saber hasta que punto los estados miembros quieren llevar la asistencia mutua (art. 42.7 del Tratado de la Unión) que no parece tener el alcance del art. 5 del Tratado de la Alianza Atlántica que considera una agresión a todos los miembros la agresión a cualquiera de ellos.

Frente a la queja de EEU. los países de la UE gastan en conjunto 326.000 millones de euros con un aumento entre 2005 y 2024 de un 30%.Estamos a una distancia del estratosférico de EEUU (916.000 de dólares y muy por encima de los 109.000 de Rusia. Lo que se trataría no sería gastar más sino gastar mejor (Jesús Núñez-Villaverde) y conjuntamente y favorecer las industrias nacionales; con objetivos estratégicos claros y estructuras político-militares que formen parte te de la institucionalización comunitaria. Jesús Lizcano propone aquí un programa muy completo para comunitarizar la defensa europea.

De hecho, la mayor institucionalización lograda es un proceso de cooperación reforzada (PESCO). La UE definió en 2023 sus objetivos estratégicos para una década en la BRÚJULA ESTRATÉGICA (que a la luz de lo ocurrido en los tres últimos años requiere una revisión profunda).

Europa debe dotarse de un sistema militar defensivo que le permita sentarse en la mesa de negociación para establecer un sistema de seguridad europeo.

Cualquier carrera de armamento conduce a la guerra, como fue el caso de Gran Guerra. Pero Europa solo podrá estar en una mesa de negoción con sus propias capacidades. En la UE solo Francia tiene fuerzas nucleares propias, que Macron dice estar dispuesto a ofrecer como un paraguas defensivo para los 27. UK no solo está fuera de la UE sino que, además, sus armas atómicas son de origen estadounidense y están sometidas a supervisión de Washington.

Malos tiempos, pero solo se puede negociar un marco de seguridad, que se base en el derecho internacional. Pero a la negociación hay que llegar poniendo sobre la mesa un cierto peso militar.

POST SCRIPTUM debate sobre el pacifismo

Un amigo me contesta privadamente a esta entrada:

«Haz el amor y no la guerra; ¿dónde ha quedado este lema de nuestra juventud? Hippies, Beatles, Joan Báez, Donovan, …todos creídos y convencidos de que la paz no solo era deseable, sino posible.
Ahora resulta que hay que rearmarse, y lo dicen con toda naturalidad.
Nos han vuelto a engañar. No tenemos remedio.

Mi respuesta:

«Es todo muy triste. Pero entonces había dos bloques bien definidos, que se contenían el uno al otro. Las guerras (por delegación) eran lejanas (Vietnam, Camboya, Angola) o impuestas irracionalmente (Irak) .Pero ahora están muy cerca. Antes se enfrentaban capitalismo y comunismo y ahora democracia liberal (igualdad, legalidad, solidaridad) frente autocracias iliberales (religión,familia, patria, raza, machismo). Al final, es la lucha entre potencias(EEUU, Rusia, China) por dominar el mundo y a nosotros nos han cogido en medio. No sé como saldremos de ésta ni si un movimiento pacifista puede limitar las amenazas, que son bien reales. El movimiento tendría que surgir en Rusia, pero allí el que sale a la calle se juega la vida».

Para completar añado el enlace a un texto de Rafael Fraguas en el que critica las veleidades belicistas de la UE: ¿Dónde vas Europa?

Una nueva opinión en contra del rearme y sus consecuencias económicas de Juan Torres López

La entrega de Ucrania


Reunión de Putin y Trump en la cumbre del G20, en Hamburgo en julio de 2017. A la salida Trump desacreditó la versión de sus servicios secretos, según la cual, Rusia había intentado influir en las elecciones. Dijo que la negativa de Putin le parecía más creíble.

No sabemos los detalles de la conversación telefónica de 90 minutos, de hace una semana. Pero por las manifestaciones de sus representantes en Europa parece que lo que han pactado ambos presidentes es entregar Ucrania a Rusia, que Moscú consolide sus conquistas territoriales en Ucrania. Ahora las conversaciones en Ryad darán forma a ese acuerdo telefónico (sin participación ni de Ucrania ni de la UE) y sin que se negocie a partir de los intereses legítimos de ambas partes (véanse elementos para la paz en Ucrania).

El pacto de Múnich de nuestra generación. por su contenido y por el lugar donde han ido conociéndose algunos de sus datos (En la Conferencia de Seguridad de Múnich).

No parece exagerado comparar el acuerdo Trump-Putin con el Pacto de Múnich. En septiembre de 1939 se reunieron en Múnich Hitler, Mussolini y los primeros ministros de Francia y Reino Unido, Daladier y Chamberlain para decidir la suerte de los Sudetes, una región checa de mayoría germano parlante. Francia y Reino Unido pensaban que entregando esta región a Hitler evitaban la guerra con Alemania.

Cuando aterrizó en Londres un exultante Chamberlain proclamó que había logrado la «paz para una generación». El apaciguamiento no sirvió más que para Hitler se creciera y siguiera con su rearme. En marzo del 39 invadió Checoslovaquia. Francia y Alemania no hicieron nada y el 1 de septiembre del 39 Hitler atacó a Polonia y Reino Unido y Francia no tuvieron más remedio que declarar la guerra a Alemania.

Es el momento de recordar que Europa no provocó la invasión de Putin a Ucrania. Juan González lo explica en este hilo de Twitter.

La prevista entrevista entre Trump y Putin puede ser una reedición de la conferencia de Yalta, porque además de entregar Ucrania podrá servir para repartirse esferas de influencia: Eurasia para Rusia; Oriente Próximo e Indo Pacífico para EEUU y por supuesto también su tradicional patio trasero (América Latina); África quedaría como un territorio en disputa entre China, Europa y Rusia. Ni que decir que este reparto sin contar con China sería inestable y fuente de conflictos.

¿Qué vas a conseguir en una negociación si de entrada ya das a la otra parte sus máximas reivindicaciones? En el futuro de Ucrania, los europeos no tendrán ningún papel más que pagar la reconstrucción, pero EEUU ya se reserva una parte importante del pastel de lo que quede de Ucrania, un alto porcentaje en la explotación de las tierras raras. (No descartaría que Trump reservara para sus empresas un lucrativo papel en la reconstrucción mil millonaria, pagada por los europeos).

Consecuencias de la entrega de Ucrania:

  • Ambos bandos están exhaustos. La diferencia es que Rusia tiene más capacidad de reclutamiento y la vida de sus soldados cuenta poco.
  • Más que un acuerdo de paz será un alto el fuego. Rusia y Ucrania (si sigue existiendo) volverán a la guerra en cuanto se recuperen. Ucrania no puede aceptar que un 45% de su territorio le sea arrebatado.(Crimea, el Donbás y parte de Jersón, Jarkov y Zaporiya). Rusia puede lanzar nuevas operaciones militares para hacerse con toda Ucrania, un Estado que consideran artificial por ser parte esencial de la Santa Rusia.
  • En lugar de un nuevo ataque militar contra Ucrania, es más probable es que Putin promueva una rebelión contra Zelensky, en un país desangrado y frustrado, para instalar un gobierno títere en Kiev.
  • Las fronteras dejarán de ser sagradas. A partir de esa victoria, Putin amenazara a toda Europa, sobre todo a los territorio menos integrados y divididos como Moldavia o Georgia. Aumentará su influencia en lo Balcanes orientales, que se alejarán de Bruselas.
  • Las democracias europeas se verán hostigadas por la alianza de extrema derecha de Putin y Trump.
  • No podría descartarse tampoco una operación militar contra el corredor de Suwalski, que une Lituania con Polonia. Si se cortara este corredor, el enclave ruso de Kaliningrado podría unirse con Bielorrusia, el estado vasallo de Rusia.
  • Europa se queda sola, EEUU deja de ser aliado, para convertirse en adversario comercial y político, que interfiere para fomentar a la extrema derecha. Europa tendrá que rearmarse, ahora estará entre la presión de Rusia y EEUU. China ya se ofrece como socio fiable.
  • La OTAN está virtualmente muerta. Construir un ejército europeo tendrá un enorme coste, tanto si se financia nacionalmente, como mancomunadamente por la UE. En esta opción «cañones en lugar de mantequilla» padecerán los servicios públicos y las clases populares. Crecerá el malestar social.
  • La adquisición de armamento favorecerá a EEUU. La industria europea no está en condiciones de rivalizar, pero en lugar de buscar armas ultra sofisticadas Europa debiera desarrollar armas defensivas más sencillas (Una lección militar de la guerra de Ucrania es la importancia de los drones, relativamente baratos, comparados con los cazabombombarderos)
  • EEUU pierde su reputación de gran potencia. Deja de ser un aliado fiable. Europa tiene que buscar nuevas alianzas con Brasil, la India, Sudáfrica, Canadá o Australia. China es una autocracia rival en lo ideológico y en lo comercial, pero con la que podrían encontrarse áreas de cooperación, como, por ejemplo, la lucha contra el calentamiento global.
  • Putin dejará de ser un paria internacional y su dictadura será más fuerte.

POST SCRIPTUM

Añado aquí un relato muy distinto, el de mi amigo Javier Sáenz, convencido de que la OTAN es responsable de la guerra por sus provocaciones a la seguridad de Rusia. Puede verse en este enlace «el acercamiento USA-Rusia y la patética Europa». No estoy de acuerdo, pero tiene que haber pluralidad de puntos de vista.

Guerra y paz


El Roto nos advierte del juicio sectario sobre la guerra

He estado ausente del blog por razones de salud durante bastante tiempo. Intento volver al blog dentro de mi proceso de recuperación.

La guerra es la mayor catástrofe que puede poner en marcha el hombre. El ser humano tiene un cerebro reptiliano, dispuesto a todo para defender su espacio. Esta es una de las primeras causas de las guerras, la lucha entre potencias para defender un territorio. Otra es defender una determinada identidad, creencias, ideologías, normalmente ligadas a unos intereses materiales. Normalmente ahí está la fuente de las guerras civiles, dentro de un país o unidad estatal o soberana. La lucha entre potencias soberanas da lugar a las guerras internacionales. La guerra lleva consigo muerte y destrucción material y la suspensión de las normas humanitarias.

Terminar con las guerras y los conflictos violentos parece imposible. Las religiones apuestan por el cambio personal («buenos y benéficos» como en la Constitución de Cádiz). El cristianismo apuesta por el amor y la compasión; el budismo por la contemplación. En los países por los tribunales y los parlamentos.

Internacionalmente por organizaciones de seguridad. Primero la Sociedad de Naciones, luego la ONU, lastrada por el derecho de veto de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad, su órgano ejecutivo. Por Tribunales internacionales, el Tribunal de la Haya (para dirimir conflictos ente estados) y el Tribunal Penal Internacional (para perseguir crimines de guerra y contra la humanidad). Y organizaciones interestatales o confederales para compartir intereses (UE).

La disuasión militar y el derecho de defensa

¿Cómo no estar contra la guerra. los ejércitos y las armas? ¿Cómo defenderse de las amenazas contra nuestros estados y modos de vida? La respuesta tradicional es reforzar la defensa militar?

Europa ahora está amenazada por una Rusia que no reconoce las fronteras internacionales y se dice dispuesta a utilizar las armas nucleares y se presenta como campeona de los valores tradicionales y autoritarios.

Contar con un ejército poderoso siempre ha sido una disuasión contra las amenazas externas ha sido siempre una garantía frente a amenazas externas.

Durante la guerra fría, al contar los dos bloques con armas nucleares, la posibilidad de un ataque nuclear era imposible porque garantizaba la destrucción mutua (destrucción mutua asegurada). Ahora Putin, amenaza con el uso táctico de armas nucleares, pensando que no sería atacado con armas nucleares

Gran parte de la prosperidad europea se debe a haber delegado su defensa en la OTAN , la producción industrial en las fábricas baratas de China y la energía en el gas barato de Rusia. La pandemia y la guerra de Ucrania han demostrado que la UE tiene que tener una autonomía estratégica industrial y militar

Así que tiene que sustituir el gas ruso por energía verde producida en Europa y traer de nuevo producciones externalizadas en China. Si gana Trump la OTAN puede quedar herida de muerte. En lo militar, coordinar sus ejércitos, entre todos con el mayor presupuesto militar después de EEUU. No se trata de subir el gasto hasta el 2% para comprar más armas a EEUU, sino de crear una doctrina militar conjunta y un cuartel general conjunto, que pueda movilizar fuerzas de distintos países

El Reglamento de la Ley Europea de Libertad de Medios (EMFA), un desafío esencial para nuestras democracias


Por primera vez, a iniciativa de la Comisión, la Unión Europea se dispone a regular la comunicación pública para “garantizar tanto unas condiciones equitativas de competencia en el mercado interior de servicios de medios de comunicación como la calidad de dichos servicios”.

Esta mañana Europa en Suma ha organizado una jornada de debate con periodistas, empresarios y eurodiputados. Un resumen de las distintas intervenciones se puede obtener siguiendo el Twitter de Europa en Suma. Mi impresión es que la expectativas de los periodistas son altas y, en cambio, los empresarios sin una oposición frontal son escépticos y harán todo lo que puedan por rebajar el texto. Lo mimo que el Grupo Popular del Parlamento Europeo, que declinó enviar un representante a la jornada. Y aunque, como Reglamento, el texto será vinculante para todos los países, sin necesidad de transposición, no cabe duda que tendrá que haber una recepción material en las distintas tradiciones de cada país.

COPIO AQUÍ MI INTERVENCIÓN, muy centrada en desarrollar las dimensiones del pluralismo.

“La mejor ley de prensa es la que no existe”. Nos han repetido machaconamente los propietarios de los medios durante medio siglo, dando por supuesto que cualquier norma sobre la actividad informativa resultaría restrictiva.

Pero la regulación de cualquier actividad tiene una doble dimensión: Una, prevenir y neutralizar eventuales resultados nocivos para la sociedad. Dos, potenciar los positivos.

La norma que es objeto de nuestra atención desarrolla ambas facetas. Por ejemplo, en el considerando 20 se menciona “garantizar tanto unas condiciones equitativas de competencia en el mercado interior de servicios de medios de comunicación como la calidad de dichos servicios” Y esa calidad sería un forma de potenciar el “derecho fundamental de recibir y comunicar información” recogido en el artículo 11 de la Carta” de Derechos Fundamentales.

En mi opinión, el texto está más pendiente de evitar las injerencias sobre los medios privados que en desarrollar el derecho fundamental de los ciudadanos a la información.

El PLURALISMO es la clave de bóveda de cualquier regulación de la comunicación. El art 11.2 de la Carta de Derechos declara que se respeta la libertad de medios y su pluralismo. Con esta mención se supera la visión reduccionista del Tribunal de Justicia o del libro Verde sobre Concentración de 1992, que habían considerado el pluralismo como una limitación a la libertad de expresión, más pendientes de garantizar la libertad de empresa que el derecho a la información. El pluralismo está inextricablemente unido a la libertad.

La primera manifestación del pluralismo es el EXTERNO, esto es, posibilitar la existencia de medios plurales en un determinado ámbito o mercado. Para ello se suelen adoptar medidas anticoncentración, que tanto favorecen el pluralismo informativo como la competencia económica. En mi opinión, el reglamento es tímido en esta materia, con limitaciones a la concentración solo “ex ante” y sin salvaguardas “ex post” contra conglomerados que ponen en peligro tanto el pluralismo informativo, como la libre competencia.

Otras formas de promover el pluralismo externo es un reparto equitativo de la publicidad institucional. Es también un instrumento importante del pluralismo externo la transparencia económica y editorial.

Como es imposible trasladar a un mercado, por definición limitado, incluso aunque en el mundo digital el coste de entrada haya bajado drásticamente un pluralismo perfecto que represente fielmente la infinita diversidad social, la doctrina ha desarrollado el concepto complementario de PLURALISMO INTERNO.

Se deben adoptar las medidas necesarias para que en el seno de los medios y sus procesos editoriales pueda expresarse la diversidad de posiciones de sus profesionales. Instituciones que manifiestan el pluralismo interno son, entre otras, la cláusula de conciencia o los consejos de redacción, la protección de las fuentes, protección contra injerencias internas y externas o los derechos de autor de los informadores.

Más allá del pluralismo, externo e interno, enumero esquemática y no exhaustivamente, las implicaciones que debieran tener el derecho a recibir información veraz y de calidad, así como la libertad de expresión de los ciudadanos en relación a los medios. Con dos objetivos: promover una información plural de calidad y facilitar modos de expresión de los ciudadanos en los medios privados.

De ahí resulta un conjunto de facultades y derechos

  • Derechos de réplica y rectificación
  • Protección de los derechos de la personalidad
  • Espacios de participación, queja y comentario
  • Derecho de acceso a los medios públicos
  • Debates electorales
  • Derecho a recibir una información veraz, completa y de calidad, como la que por sus estatutos están obligados a prestar los servicios públicos audiovisuales.
  • Transparencia en la propiedad, en la línea editorial y los contenidos
  • Información y transparencia en los medios audiovisuales. Estabilidad en la programación y guías de programación (Directiva Servicios Audiovisuales)
  • Protección contra la publicidad abusiva en los medios audiovisuales (Directiva de Servicios Audiovisuales)
  • El acceso a la información oficial
  • Mecanismos públicos garantistas contra los bulos y los discursos del odio, que no queden en manos de la voluntad de las plataformas digitales

Os dejo, para terminar, el artículo firmado conjuntamente con Juan Cuesta en El Demócrata.

Apuntes y lectura de la pandemia: la globalización


mundo conectado

La pandemia en un mundo hiperconectado

Vuelvo sobre la relación entre el coronavirus y la globalización, después de una primera aproximación, el 28 de febrero, cuando la enfermedad todavía no era una pandemia.

Dicen que esta es la pandemia de la globalización. Que el virus pondrá fin a la globalización. Veremos…

La globalización no es la causante de la pandemia, pero sí, esta es la pandemia de la globalización.

Las pestes de otras época se propagaban a paso de caballo o de camello, a la velocidad de barcos de vela. La gripe española lo hizo con el tempus del ferrocarril y los barcos de vapor, transmitida por los soldados desmovilizados y las poblaciones desplazadas. En enero de 2020 un portador del virus podía dar tres o cuatro veces la vuelta al mundo durante el periodo de incubación, contagiando a centenares o miles antes de que la enfermedad se manifestara.

En estos apuntes de hoy os traslado el precipitado de mis lecturas de estos días sobre los distintos tipos de respuesta, en función de la cultura y el sistema político; de la dolorosa y cínica inacción de la UE; y, en fin, de lo que se atisba pueden ser cambios en la globalización. Al final, unas lecturas escogidas. Y antes unas observaciones generales, sobre el sesgo y el lenguaje bélico.

El pensamiento confinado: el sesgo

Toma la expresión prestada de Laurent Joffrin, el director de Libération. En la avalancha de reflexiones de pensadores de todo signo, el pensamiento parece seguir estando confinado por el sesgo de cada uno. Los nacionalistas piden más fronteras. Los liberales un estado más ágil. Los altermundistas otra globalización. Los religiosos conservadores unas costumbres menos liberales. Los partidarios de lo público culpan a la liberalización de los servicios sanitarios. Para unos el responsable es Trump; para otros Sánchez, o, al otro lado del espectro, Esperanza Aguirre y Díaz Ayuso… Ninguno somos capaces de escapar de nuestro marco mental. Yo tampoco. No obstante, propongo algunos posibles puntos de acuerdo:

  • Las pandemias son un elemento natural más del ecosistema Tierra;
  • Este coronavirus no está fabricado en un laboratorio. Es un caso más de zoonosis, aunque no esté claro si el virus mutó en un huésped animal antes de saltar a un humano o mutó en un huésped humano (contagiado por un animal) antes de tener capacidad de contagiar a otros seres humanos. Harán falta todavía muchos estudios, pero valga por el momento el artículo de Nature, que incluyo más abajo en lecturas;
  • Las sociedades responden con sus recursos conforme a su cultura;
  • Los gobernantes improvisan en una situación inédita, balanceando la vida, la economía y su propia supervivencia política y, según el peso de cada factor, así es la respuesta, que debemos criticar en caliente, pero que solo seremos capaces de valorar más adelante (Capítulo aparte: Bolsonaro, Trump, López Obrador, ejemplos de estulticia criminal);
  • Cuando todo termine debieran de abrirse espacios institucionales (nacionales e internacionales) de reflexión para determinar que sociedad queremos.

Esto no es una guerra

Es muy comprensible el recurso de políticos, médicos o periodistas a calificar esta situación excepcional como una guerra. Hasta el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dice que estamos perdiendo esta guerra. La III Guerra Mundial. Una guerra contra un enemigo invisible; en la que debemos permanecer unidos; una guerra que venceremos. La excepcionalidad de la pandemia se acomoda bien a la excepcionalidad de la guerra.

Pero no, no es una guerra. Ningún estado ataca a otro, no hay enemigos humanos, no hay -no debe haber- odio. Ningún ser humano va a ser obligado a matar a otro, aunque los doctores tienen puedan tener que decidir a quien dan prioridad en sus tratamientos. Ninguna infraestructura debe ser destruida; ningún estado o ideología erradicada; ninguna nación sacrificada. Sí debiera servir para parar las guerras o, al menos, como pide Guterres, decretar un alto el fuego inmediato y global.

Las palabras modelan la acción. La palabra guerra nos convoca a la unidad, al coraje,  a la resistencia personal y colectiva, a la búsqueda de soluciones inéditas. Pero también activa emociones excluyentes y, esto es lo peor, puede servir para justificar el sacrificio de sectores sociales o la adopción de medidas antidemocráticas, como acaba de hacer Orban en Hungría.

Un problema global, respuestas nacionales

Una pandemia como esta manifiesta la dramática ausencia de instituciones de gobernanza global.

En el sistema multilateral de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS-WHO)  promueve la salud de todos los pueblos, «una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados». Con 7000 funcionarios elabora directrices y normas sanitarias, asesoran a los países, promueven la investigación y refuerzan  los sistemas de salud de los países más débiles. A la OMS compete lanzar alarmas de emergencia o declarar una pandemia. Pero la respuesta sigue siendo nacional. Cada país ha reaccionado conforme su cultura, sistema político y recursos sanitarios.

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Chiang Mai (Tailandia), marzo 2019. Foto propia

China, Japón y Corea han aplicado soluciones distintas, aparentemente efectivas, pero ahora corren el riesgo de un segundo brote, como advirtió el estudio del Imperial College. Cualquiera que haya viajado por Asia Oriental habrá constatado la omnipresencia de la mascarilla. En Bangkok o Pekín protegen de una contaminación asfixiante, pero en todas partes, hasta en los mercados más abarrotados, los asiáticos parecían ser conscientes de que tarde o temprano habría otra epidemia vírica. En Asia estalló el SARS (primo de este SARS-CoV-2), la gripe aviar, el Mers, las grandes epidemias del siglo XX (salvo el ébola), que afortunadamente no se convirtió en pandemia.

Por eso, porque esperaban otra epidemia,  la respuesta asiática ha sido más rápida y aparentemente más eficaz.

China aplicó medidas draconianas con un confinamiento de una provincia de 60 millones de personas y medidas de aislamiento y vacaciones de tres semanas en todo el país. A pesar de las graves distorsiones de su economía, de las que tardará mucho en recuperarse, la inmensa China ni se vio por igual afectada, ni se paralizó totalmente.

El régimen ha coreografiada una cuidadosa propaganda de su eficacia y lo cierto es que, aparentemente, el contagio comunitario ha terminado. La superioridad -dicen también fuera de China- del autoritarismo. Pero fue el autoritarismo, la supresión de la crítica, la falta de libertad de expresión, la ocultación, la que hizo que el virus se propagara. Para Reporteros Sin Fronteras «si la prensa china fuera libre, el coronavirus no sería una pandemia».

The New York Times ha analizado como se propagó el virus antes del cierre de Wuhan utilizando los datos publicados por Waidu, el operador chino de telecomunicaciones. Desde que el 31 de diciembre China advirtió a la OMS que tenía un brote de un nuevo virus, prevenible y controlable hasta que se cerró la ciudad el 23 de enero, 7 millones de viajeros, coincidiendo con el año nuevo chino, salieron de la ciudad, extendiendo la epidemia por las grandes ciudades chinas y desde allí a grandes zonas metropolitanas de todo el mundo.

China ha logrado controlar la epidemia con confinamientos drásticos, parada parcial de la producción y control social. Control tradicional a partir de la policía, el encuadramiento en las organizaciones del partido y los comités de barrio. Control cibernético, a partir del big data, cámaras de vigilancia, reconocimiento facial, carnets por puntos de buena conducta y salvoconductos digitales. En fin, un conjunto de políticas intrusivas. Y poniendo a pleno rendimiento su enorme capacidad fabril de material sanitario, lo que ahora la coloca en posición dominante en el mercado mundial. Las medidas de distancia se levantan poco a poco, con enormes precauciones.

Corea del Sur ha controlado el virus sin paralizar su economía. Una semana después del primer positivo, las autoridades requirieron a la industria farmacéutica que produjeran test a gran escala. Los tests se aplicaron a cualquier sospechoso incluidos aquellos con síntomas leves, con celeridad, en centros en la calle habilitados para ello. Mediante el uso de los datos telefónicos se geolocalizó el movimiento de los pacientes, se advirtió del peligro de zonas de contagio, se dio la atención médica a todos los pacientes. Y lo más importante, desde el primer momento se protegió al personal sanitario, sin permitir que colapsara el sistema.

Japón comenzó por gestionar desastrosamente el caso del crucero Diamond Princess con una cuarentena a bordo que multiplicó el número de contagiados. Después combatió con éxito un brote en Osaka (el virus se propagó entre chicas que asistían a conciertos en la noche de San Valentín) con asistencia médica a los enfermos más grave y tratando al resto en casa. No se han tomado más medidas restrictivas que el cierre de los colegios durante un mes, aunque puede que el distanciamiento social, propio de la cultura japonesa, haya tenido un importante papel en la ralentización de los contagios. De mala gana ha aceptado el retraso en un año de los los Juegos Olímpicos. Ahora los casos crecen en Tokio y las autoridades no descartan ya cerrar la capital.

En Europa, la UE ha fracasado estrepitosamente. La Comisión von der Leyen, que se jactaba de tener una visión estratégica, ha sido incapaz de garantizar que los países no bloquearan el comercio de suministros sanitarios (no digamos ya coordinar el cierre de las fronteras en el marco del acuerdo de Schegen) o proponer una estrategia común (el tema económico lo dejo para otro post). Dentro de quince días llegaran los productos sanitarios comprados conjuntamente, lo que está muy bien, pero durante todo la crisis los ciudadanos europeos están teniendo sola la referencia protectora -con todos sus fallos y negligencias- de su estado nacional, no de la Unión -por no mencionar los insultos calvinistas a los vagos católicos mediterráneos.

La respuesta europea más eficaz parece haber sido la de Alemania, mientras que Italia, primero y España, después, se han hundido en el marasmo. Es un misterio la baja letalidad del virus en Alemania ¿se registran todos los muertos? ¿no hay interacción entre jóvenes y ancianos y por tanto estos últimos son más preservados del contagio? Parece muy probable que Alemania haya sido uno de los focos más tempranos en Europa, como demuestra que los primeros casos importados en España fueran alemanes. Pero lo decisivo, sin duda, ha sido la masiva realización de test y la atención adecuada a los enfermos: por cada 100.000 habitantes Alemania tiene 29,2 camas de cuidados intensivos, España 9,7, esto es, tres veces menos. Ahora, visto lo visto en Italia y España, todos los países adelantan y endurecen las medidas de confinamiento y hasta el inefable Boris abandona precipitadamente su criminal idea del contagio e inmunización grupal. El éxito dependerá de la fortaleza de los sistemas sanitarios, de la capacidad de liderazgo y de la unidad de las sociedades.

Como a todos los virus, al SARS-CoV-2, le gustan las concentraciones y la interacción humana y, por tanto, prolifera en las metrópolis. Después de Lombardía, Madrid y Cataluña, Nueva York ahora es el pricipal foco. Estados Unidos es el primer país en contagios. La plaga será terrible por la inexistencia de un sistema público de salud. Aún con seguro médico, los copagos pueden arruinar a muchas familias de rentas medias. En un país federal la respuesta será muy distinta de unos lugares a otros. Tienen una gran ventaja: al igual que China es un país inmenso donde la epidemia no castigará del mismo modo y al mismo tiempo en todas partes, así que podrá mantener al menos parcialmente su -mermada por la deslocalización- capacidad productiva.

En India, 1.300 millones de personas tiene orden de quedarse en sus casas. Millones de agricultores, y todos los que viven en la calle y de la economía informal, tendrán que elegir entre confinarse o morir de hambre.

En Latinoamérica han tenido dos, tres semanas, para mirarse en Italia y España. Las medidas de confinamiento son más o menos rígidas, pero los sistemas de salud son frágiles y, sobre todo, la dependencia de la economía informal hacen difícil el distanciamiento.

Qué decir de África, donde el lavarse la manos puede ser un lujo. Pero los africanos si saben lo que es un virus mortal. Se han enfrentado al ébola y por eso sus sistemas sanitarios, por precarios que sean, están ya orientados hacia estas emergencias y la población sabe la importancia de respetar la distancia social.

Ruptura de la lógica de la globalización y cambios geoestratégicos

En un mundo físicamente detenido -aunque virtualmente conectado- el comercio y las cadenas de producción se rompen. La globalización está en hibernación. ¿Se retomará cuando, poco a poco, vuelva la normalidad? ¿Cómo se alteraran los equilibrios estratégicos?

La globalización de 1870-1914 estaba basada en la extracción colonial y en el libre comercio entre los imperios. En la actual, con una red de transportes de máxima eficacia económica (y mínima eficiencia energética), y un comercio multilateral regulado por acuerdos comerciales entre bloques o por las normas mínimas de la OMC, la producción también está globalizada. Las cadenas de producción están distribuidas a lo largo de todo el globo, buscando que cada elemento se produzca en el lugar en el que se presente una ventaja competitiva: menor precio de la mano de obra, menor coste de transporte, mejores infraestructuras, más concentración de conocimiento, mayor proximidad. Objetivo: maximación de los beneficios. Y también bajos precios de venta. Beneficio para los consumidores, reducción de la pobreza extrema, crecimiento de las clases medias de los países emergentes, dualización en los países centrales.

En general, los elementos de menor valor añadido se han confiado a los países más pobres, con manos de obra barata o casi esclava, mientras que los países centrales (Europa, Estados Unidos) se ha reservado las tareas de mayor valor añadido, como el diseño, o servicios especializados, como los financieros. Y todo con una sincronía temporal de modo que cada elemento estuviera en el lugar adecuado en el momento oportuno, con los minimos stocks. En este esquema, China se convirtió en la fábrica del mundo. Al tiempo, con el enorme poder de su Estado detrás, fue creciendo en investigación y diseño, con el claro designio de independizarse o al menos competir ventajosamente con los países centrales.

Antes de la pandemia las cadenas de valor ya estaban recolocándose. China, con su mejora del nivel de vida, ya no era el productor competitivo para los productos de menor valor añadido. Incluso, inversores chinos fabrican productos de valor tecnologico medio en otros países, mientras el gobierno apuesta a tope por la róbotica e inteligencia artificial. Las guerras comerciales y las políticas agresivas de Trump anunciaban relocalizaciones.

Por mucho que durante el pasado año se hablará de «desacople» o «desglobalización», lo cierto es que estas semanas se ha demostrado que China sigue siendo la fábrica de algo tan estratégico como suministros sanitarios básicos.

Ahora, además de la relocalizaciones por razones ecnómicas o por el simple caos causado por la pandemia, es de esperar que los estados redefinan un conjunto de productos y servicios esenciales estratégicos. No se puede depender de proveedores externos, sobre todo cuando lo que aparece en el horizonte es una fragmentación en bloques geoestratégicos. No para bienes como medicamentos, y menos para infraestructuras determinantes, como las redes 5G. Ello requeriría ingentes inversiones públicas y privadas, poco probables en en un panorama de sobreendeudamiento público y privado.

No, la globalización no se desmontará, porque es el sistema sanguíneo de nuestro mundo. Pero las cadenas de valor se redistribuirán más equitativamente. No será tan importante el just in time, como la seguridad del suministro.

No se vislumbra, desgraciadamente, nuevas instituciones que gobiernen la globalización. Quizá se refuerce la OMS, pero poco más.

En los equilibrios estratégicos,  Estados Unidos, ya antes en fase de repliegue de su poder blando para apostarlo todo al poder duro, va a sufrir mucho, en términos de muertos, pérdidas económicas y destrucción de la confianza. Aparentemente China sale reforzada de esta crisis. Intenta jugar el papel líder, al que Estados Unidos ha renunciado. Presenta su -relativa- eficacia para combatir la epidemia, su solidaridad con el envío de productos sanitarios y médicos a los países más afectados. Nada dice de los abusos de sus empresas. Pero su talón de Aquiles es, justamente, su proyecto estrella, la nueva Ruta de la Seda. Basado en la conexión del mundo entero con China mediante la construcción de infraestruturas duras (puertos, ferrocarriles, carreteras). ¿Seguirán interesados los países «beneficiados» en endeudarse con China en el marasmo económico que puede seguir a la pandemia?. Por su parte, la UE es un elefante lento (y no sé si seguro). Su maquinaria es poderosa, pero le falta espíritu. Tiene que decidir si quiere regresar al puro mercado único o convertirse en una verdadera unión de ciudadanos.

(P.S. Una manifestación de la globalización que ahora es decisiva es la colaboración internacional entre científicos. Igual que las cadenas de producción son globales, así también las cadenas de investigación. Una vacuna no será ni china ni norteamericana, será el fruto de la colaboración entre distintos institutos de investigación a lo largo del mundo. Los científicos ahora están compartiendo sus resultados de forma libre, sin esperar a la lenta publicación en las revistas prestigiosas. Lo cuenta The New York Times.)

LECTURAS

Recomiendo la suscripción a Coronavirus Readings by The Syllabus (Suscripción/ Archivo) de donde he sacado muchas de estas lecturas. La mayoría no son de prensa española, que doy por supuesto que son más conocidas.

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