Los trabajadores aprueban el Estatuto de Información de RTVE


A las 7 de esta tarde se cerraban las urnas en los principales centros de RTVE. Los trabajadores han votado el Estatuto de Información de la Corporación, que ya comenté en una entrada anterior. Soy poco partidario de abusar del adjetivo histórico, pero en este caso, desde el punto de vista de la historia de la radiotelevisión pública y, por tanto para la comunicación pública y, en definitiva, para el desarrollo democrático de este país, ese estatuto supone un paso gigantesco. Gigantesco, porque crea un marco para que los profesionales puedan desarrollar su labor de informar con independencia personal y refuerza la independencia editorial de la Corporación al dotarla de unos órganos de control interno vigilantes de las obligaciones deontológicas y de la misión de servicio público que RTVE tiene asignada.

Los resultados provisionales anticipan una participación en torno al 52%, un voto favorable del 71%, un 22% en contra y el resto voto en blanco o nulo. Estos resultados requieren algún análisis.

En primer lugar, la participación puede considerarse buena, teniendo en cuenta que, como cualquier referendum, esta consulta era difícil que suscitara una gran movilización. Además, la peculiar estructura organizativa de la empresa impone una alta abstención técnica (diversidad de turnos, viajes, libranzas, diversidad de sedes). Piénsese que el referendum convocado hace dos años por los sindicatos para la aprobación del ERE, una cuestión en la que se jugaba el futuro de la empresa y el futuro personal de más de 4.000 trabajadores, logró una participación de un 56%. Además, una de las conquistas de este estatuto ha sido extender su ámbito más allá de los Servicios Informativos de RNE y TVE a todos los programas con contenidos informativos, y más de los periodistas a todos los profesionales del sonido, la imagen o el periodismo que aportan su contribución creativa al producto informativo (denominados por el Estatuto profesionales de la información audiovisual y sujetos de los derechos y deberes definidos por el texto). Pero el grado de concienciación de este instrumento era, lógicamente, menor fuera de los respectivos servicios informativos y la abstención de esos colectivos fuera de las grandes Redacciones ha podido ser menor.

¿Por qué un voto negativo significativo? El Estatuto se ha encontrado en su última etapa con un escollo importante, el rechazo del Comité General intercentros y de todos los sindicatos, salvo CGT. El Comité General Intercentros llegó a solicitar al Consejo de Administración la suspensión del referendum. Dos eran sus objeciones: la incompatibilidad de los delegados sindicales y miembros de los comités de empresa para ser vocales de los Consejos de Informativos y la falta de una representación a nivel territorial, esto es de unos consejos de informativos en las comunidades autónomas.

A la primera objeción, se puede responder que son dos esferas de representación distintas, una la profesional y otra la laboral. El Estatuto se esfuerza en delimitar estas esferas (por ejemplo, el reconocimiento de la condición de «profesional de la información audiovisual» no tiene consecuencias laborales ni salariales). El sentido común aconseja no sumar mandatos y tareas. Además, el Estatuto, que exige a los vocales que no se liberen de su puesto de trabajo. En cualquier caso, una incompatibilidad no puede nunca ser considerada una discriminación.

La segunda es de más calado. La Comisión Redactora que ha negociado el texto hoy votado con el Consejo de Administración luchó por lograr una representación profesional en las comunidades autónomas, pero el Consejo no lo aceptó, de modo que se llegó a un punto en que esta cuestión podía bloquear toda la negociación. La Comisión Redactora valoró que no se podía perder una ocasión histórica, máxime cuando se valoraba muy positivamente lo conseguido en la negociación. Pero esta falta de representación es el punto más débil de nuevo Estatuto, porque no sólo niega a cientos de trabajadores una instancia inmediata de representación y mediación, sino porque recarga a los consejos centrales y les da un carácter demasiado institucional.

Este hecho puede haber determinado el voto negativo en muchos centros territoriales, mientras que en Madrid y Barcelona (con reserva de vocales en los consejos centrales) el voto ha sido masivamente positivo.

Desde fuera de RTVE, creo que los sindicatos han cometido un grave error de juicio. Podrían haber mostrado su discrepancia, pero haber aprobado el proyecto, porque lo que estaba en juego era una reivindicación histórica. Una negociación, como la que ha alumbrado el Estatuto, se da una sola vez, no es un convenio colectivo, donde lo que no se consigue un año se puede ganar al siguiente.

Ahora ya sólo falta la promulgación formal por parte del Consejo de Administración. En las próximas semanas se celebraran las elecciones a los consejos. Una buena noticia para RTVE y para los partidarios de la radiotelevisión pública. Y toda una contradicción con la gestión de su presidente, que centra todos sus esfuerzos en una nueva sede que, por mucha que se niegue, no es más que una operación de especulación inmobiliaria.

Con todo, felicidades a los trabajadores de RTVE.

Estatuto de Información de RTVE


La Corporación RTVE va a dotarse en las próximas semanas de un nuevo instrumento para hacer real el pluralismo interno. Se trata del Estatuto de Información, pactado entre una Comisión Redactora, elegida por los trabajadores, y el Consejo de Administración. El texto fue acordado el pasado 28 de febrero (sin que RTVE apenas diera relieve informativo al hecho) y está ahora pendiente de ratificación en referendum y de su promulgación final por el Consejo de Administración. Como tampoco existe ningún enlace fuera de la intranet de la empresa, incluyo el TEXTO en la página de documentos de este blog.

Los estatutos de redacción nacen en los años 70 como una alternativa a las sociedades de redactores y con una misma finalidad: garantizar el pluralismo al interno de los medios. En Francia, por su peculiar historia, fue posible que en los 60 se constituyeran en el seno de determinados periódicos sociedades de periodistas que, a través de su participación colectiva en el capital societario, controlaran los principios fundacionales de estas publicaciones, en peligro en virtud de la mercantilización de las empresas y la consiguiente concentración. Las más importante ha sido la de Le Monde (véanse en este blog los comentarios Frágil acuerdo en Le Monde y La independencia de Le Monde). En España, pese a algún intento, la situación económica, política y jurídica hacía inviable la solución de la participación de los periodistas en el capital de la empresa. Surge, en cambio, de la mano de El País, la solución de los estatutos de redacción. Le seguirán luego El Mundo, otros diarios y casi todas las televisiones públicas autonómicas (excepto Telemadrid).

Los estatutos de redacción son mecanismos de autorregulación y participación interna. Suelen definir el marco de relaciones profesionales, desarrollando los deberes y derechos de los informadores, estableciendo un conjunto de normas de carácter deontológico (a veces también normas de estilo) y creando órganos de participación (consejos de redacción, comités profesionales). El elemento clave de ese sistema son esos consejos, entre cuyas competencias más importantes y frecuentes suelen estar dar su parecer no vinculante sobre el nombramiento del director de la publicación o de los servicios informativos, o manifestar su discrepancia con una posición editorial en las mismas páginas o programas de la empresa.

En RTVE venía reclamándose un estatuto desde 1981. A pesar de que en varias ocasiones se abrieron negociaciones, estos procesos no llegaron a nada. Una RTVE absolutamente gubernamentalizada no era el mejor contexto para estos instrumentos de participación y control. En cambio, las radiotelevisiones autonómicas, siguiendo el ejemplo de la Corporación Catalana de Radio y Televisión, se dieron (como digo, salvo Telemadrid, otro reducto de la gubernamentalización) estatutos de informativos. Los estatutos de las radiotelevisiones se centran en la regulación de los aspectos profesionales y amplían su ámbito subjetivo a un conjunto de categorías, como cámaras u operadores de vídeo, con funciones importantes en la conformación de la información audiovisual. Unos estatutos han funcionado mejor y otros (en aquellas empresas con mayor dependencia política) peor, hasta el punto de que en El Mundo o la radiotelevisión valenciana los consejos han dejado de elegirse. El último precedente antes del RTVE ha sido el estatuto de redacción de la agencia EFE, con un alto grado de desarrollo de los derechos profesionales y un Consejo de Redacción con importantes poderes.

La ley de la radio y la televisión de titularidad estatal define un nuevo marco al establecer dentro de su arquitectura institucional los consejos de informativos, a los que caracteriza como órganos de control interno destinados a garantizar la independencia profesional de los informadores y promover la independencia editorial de la Corporación (como garante de los principios del servicio público y entre ellos de los de veracidad y objetividad informativa).

La ley establece que la norma reguladora de estos consejos sea aprobada por el Consejo de Administración «con el acuerdo de los profesionales». Esta exigencia determinó la elección por los trabajadores de una comisión redactora, que elaboró un texto, luego negociado y pactado con el Consejo de Administración y pendiente ahora de referendum.

Sintéticamente indico las novedades del Estatuto de Información de la Corporación RTVE:

  • Naturaleza de pacto interno
  • Sujeto amplio: los profesionales de la información audiovisual, todos los profesionales del periodismo, la imagen y el sonido que determinan los contenidos informativos
  • Amplio elenco de derechos, con novedades como el derecho a la libertad de creación y el derecho a una carrera profesional, que deberá ser tenida en cuenta a la hora de efectuar nombramientos o adscribir a los puestos de trabajo.
  • Código deontológico adaptado a la realidad presente de la información audiovisual
  • Consejos de informativos con importantes poderes, como dar su opinión sobre los nombramientos de los directores de informativos y comunicación previa de los nombramientos intermedios y de los cambios de organización informativa.
  • Recurso de amparo ante los consejos
  • Posibilidad de expresar una discrepancia editorial

En definitiva, el estatuto es un marco útil para garantizar tanto la independencia personal de los informadores, como la independencia editorial y el respeto de los principios de servicio público que inspiran a la radio y televisión públicas. Pero sólo es un marco, no una panacea. Como todos los derechos, éstos tienen que ser asumidos y ejercidos por sus titulares. Eso conlleva riesgos, pues por importantes que sean las garantías jurídicas siempre queda un terreno gris de discreccionalidad de la empresa. Y como a todas las instituciones, los consejos tienen que dar contenidos reales a sus funciones.

Llega, además, este Estatuto con 20 años de retraso. La generación que luchó por él fue barrida por el ERE. Hoy toca a los jóvenes generaciones aprovechar la conquista.

No callar la voz de las víctimas de Colombia


manifestación en Bogotá -AFPDespués de la movilización global del 4 de febrero contra las FARC, las víctimas de todas las violencias políticas quisieron hacer su vox, como ya recogí en este blog. Ayer, 6 de marzo las víctimas de los paramilitares -15.000 muertos y desaparecidos- salieron a las calles de Colombia. En Bogotá (la capital del país con mayor número de desplazados del planeta por la violencia política, nada menos que 4 millones) se reunieron 40.000 personas, en una marcha que no contaba precisamente con el beneplácito del poder ni de los medios de comunicación. Hubo también marchas o concentraciones en otras 60 ciudades a lo largo del mundo. En Madrid, la concentración contó con la presencia del jesuita Javier Giraldo, coordinador del banco de datos de violencia política y destacado defensor de los derechos humanos.

Este comentario viene a cuento del desinterés de los medios españoles. De todos los grandes diarios sólo recogen la noticia El País y El Mundo, pero como simple foto acompañada de un pie informativo. Todos los diarios llevan abundante información del conflicto Ecuador-Colombia-Venezuela, con crónicas (El País, La Vanguardia) de corresponsales o enviados especiales muy críticas con Chávez. Entre las televisiones, sólo TVE difundió una crónica de su corresponsal en Bogotá en el telediario de las nueve de la noche del jueves. Por supuesto ningún medio se refiere a la concentración de Madrid.

¿Son todas las víctimas iguales para los medios?

(Más información en Pepitorias)

Directrices editoriales: la referencia de la BBC


La BBC es sinónimo de buen periodismo y para muchos periodistas españoles es la referencia obligada en cualquier debate sobre la calidad de la radio y la televisión. Como todos los estereotipos tiene mucho de verdad, pero no estaría de más que sus defensores conocieran a fondo su programación y modo de funcionamiento.

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A este modo de funcionamiento nos podemos aproximar a través de sus Guidelines. La Corporación ha desarrollado un importante corpus de directrices editoriales (para radio, televisión y contenidos en línea), directrices y estándares técnicos y directrices para el desarrollo de productos y servicios en línea. Además, existen normas para los proveedores y los procedimientos de suministro y específicamente para los colaboradores (freelancers). No son, por supuesto, normas cerradas, sino en continua actualización e interacción con los profesionales a los que se dirigen y el público al que garantizan una calidad de servicio. En conjunto, impresiona la normalización y previsibilidad de todas las actividades de la Corporación, siempre con un doble objetivo, el mejor servicio del público y la gestión más eficaz.

La Asociación de la Prensa de Madrid ha editado ahora en castellano las directrices editoriales (pdf). Se abren estas directrices con unos principios editoriales generales, que luego se detallan en otros 17 capítulos. El detalle de estas indicaciones superan el de las normas deontológicas y -a mi entender- constituyen un catálogo de buenas prácticas informativas.

Enrique Peris, corresponsal en Londres de TVE hasta hace unos meses, asistió a la presentación el pasado 11 de febrero. Esta es su crónica:

  

La accuracy, es decir, la exactitud, la precisión, el rigor a la hora de elaborar la noticia, es más importante para la BBC que la rapidez. Así lo decía David Jordan, responsable del cumplimiento de los criterios editoriales de la corporación británica, y sus palabras sonaban como de otro lugar, y, desde luego, de otra époa: como el enunciado de esos principios casi sagrados que constituían la base del periodismo serio y honrado en los tiempos gloriosos de esta profesión.

Jordan acudió este lunes pasado a la sede de  la Asociación de la Prensa de Madrid, que ha tomado la feliz iniciativa de publicar en castellano el libro que contiene las directrices editoriales de la BBC, una especie de manual de estilo en el que se ponen por escrito esos criterios y esas líneas de actuación que la radiotelevisión pública británica proclama como propios y que quiere ver reflejados en el trabajo de sus profesionales. 

Veracidad, imparcialidad, honradez en relación con lo que no se sabe de una noticia o de un hecho, seriedad y profesionalidad a la hora de tratar y presentar los temas, respeto por la intimidad: todo un catálogo de valores y normas éticas para el tratamiento de la información.

Un código ético que, como se dijo en la presentación de esta versión española del ideario profesional de la BBC, sería en sentido estricto, «de imposible cumplimiento»,  pero que para la cadena británica es una referencia en la tarea diaria de sus informadores; y eso es, en definitiva, junto a su independencia en lo político y lo económico y su envergadura empresarial (la BBC es un negocio de tres mil millones de libras esterlinas, que tiene 25.000 empleados, como recordó David Jordan)  lo que ha convertido a la cadena británica en un modelo de respetabilidad y credibilidad. 

Por lo demás, la BBC tiene un riguroso sistema de controles y una serie de fórmulas para recibir respuestas y quejas por parte de la audiencia, y un considerable sentido de la autocrítica que, entre otras cosas   –como subrayó Jordan, en respuesta a las preguntas de algunos de los periodistas españoles que escuchaban su exposición y a los que el asunto interesava vivamente–,  permite a sus profesionales (of course!) criticar pública y abiertamente las informaciones de la cadena o las decisiones de sus responsables si consideran que no se ajustan al ideario o a los criterios éticos que rigen su actividad.

De todos modos, curiosamente, en el coloquio que siguió a la presentación, el asunto dió pie a más preguntas y más intervenciones, y el que más tiempo ocupó, fue, con mucho, el del terrorismo y  por qué en las informaciones de la BBC no se llama «terroristas» a grupos como ETA o a sus activistas, que es algo que aquí en España llama mucho la atención y suscita controversias apasionadas y un tanto exageradas, a veces.

Las directrices de la corporación pública británica son bastante claras al respecto: se rechaza el adoptar el lenguaje de otros como propio, y en este sentido se considera inadecuado emplear palabras como «liberar» o «ejecutar» utilizadas en relación con grupos armados, pero tampoco el término «terrorista» es considerado adecuado. «Nuestra credibilidad se ve socavada por el uso descuidado de palabras que conlleven juicios emocionales o de valor  -se dice en el capítulo dedicado a Guerra, terror y emergencias-. La palabra «terrorista» en sí misma puede ser un obstáculo, más que servir de ayuda para entender lo acontecido. Deberíamos evitgar este término, a no ser que se ponga en boca de alguien. Deberíamos informar sobre los hechos tal y como los conocemos y dejar las valoraciones a otras personas».  Son bastantes los medios británicos, no solo la BBC, que tienden a no llamar terroristas a organizaciones como ETA, porque consideran que el terrorismo no es, en sí mismo, un objetivo o un fin para esos grupos, sino un método, por muy reprobable y condenable que sea.

Durante la presentación del libro de valores y criterios de la BBC, varios de los asistentes  -con alguna opinión discordante-  expresaron con rotundidad su opinión en el sentido de que terroristas son indudablemente todos los que practican el terrorismo o cometen actos terroristas, y de que ETA es, sin discusión, una organización terrorista. David Jordan explicó como pudo el criterio de su empresa en este terreno tan escabroso, quizá algo sorprendido de la sensibilidad que despierta el asunto entre los periodistas y los políticos españoles.

¿Tienen todos los niños los mismos derechos?


Niños palestinos en Jenin (EL PAÍS 22-12-07, fuente Reuters)

El diario El País publica esta foto de Reuters como ilustración de la crónica de su corresponsal en Oriente Próximo Juan Miguel Muñoz titulada «Guerra sucia entre los palestinos».

Estamos acostumbrados a ver fotos de niños en escenarios de conflicto que con sus juegos recrean el universo de odio y miedo de sus mayores. Ésta es especialmente terrible. La puesta en escena de los chicos corresponde con la de una redada, ya sea del ejército israelí, ya de Hamás o Fatah contra sus enemigos. El muchacho capturado en el juego lleva tapados los ojos, como suele ocurrir en estas situaciones. La mirada del niño de azul, el segundo por la izquierda, trasluce a partes iguales miedo y odio. Los territorios palestinos se han convertido en una cárcel y los niños interiorizan la violencia. Si llegara una solución justa que devolviera sus derechos a los palestinos y aplicara las resoluciones internacionales el virus inoculado duraría al menos una generación.

Los rostros son absolutamente significativos en esta instántanea. Pero ¿no existe un consenso profesional en que la imagen de los menores debe ser preservada cuando aparecen en situaciones aflictivas o desmerecimiento social?. Si estos niños fueran españoles sin duda sus rostros hubieran sido ocultados .¿Por qué no lo son cuando no son españoles? ¿Tienen todos los niños los mismos derechos?