Venezuela necesita una negociación política


Venezuela necesita un acuerdo político de inmediato para no precipitarse en el abismo. Un acuerdo de mínimos: que se pueda protestar pacíficamente en las calles. Que el gobierno y sus grupos afines no repriman las protestas y que la oposición renuncie a la insurrección popular.

Aparentemente ayer se dio un paso positivo en el encuentro entre gobierno y oposición. Pero no fue más que un diálogo de sordos. Para debatir, para deliberar con luz y taquígrafos en una democracia está el parlamento. En situaciones de crisis las distintas fuerzas tienen que negociar a cara de perro, sin hablar para su galería, buscando las mínimas coincidencias que permitan mantener la vida en común.

Los representantes de UNASUR y del Vaticano que han propiciado este encuentro ante las cámaras de televisión deben promover una verdadera negociación para sacar a Venezuela del pozo de la violencia.

El país está dividido en dos y una parte no puede imponerse sobre la otra. En su enfrentamiento, unos y otros han tenido muy poco respeto por la vida humana. Aministía Internacional ha documentado los abusos durante la represión de las movilizaciones. Es terrible ver como la líder de la oposición, María Corina Machado, resta obscenamente importancia a los muertos en las protestas.

Chávez convirtió en sujetos político a los desheredados de Venezuela. Todos los índices de desarrollo mejoraron espectacularmente desde sus primeros años de gobierno. Pero no sólo prosperaron los pobladores de los cerros. La clase media disfrutó de la euforia económica propiciada por el boom del petróleo. Por eso Chávez era imbatible electoralmente, porque contaba con una parte de la clase media además de con sus partidarios naturales. Pero una economía que no crea riqueza y se limita a repartir la renta petrolífera tarde o temprano cae en el caos económico. Y es entonces cuando pequeños comerciantes y otros sectores de la clase media dan la espalda al chavismo.

Chávez no era un demócrata, pero su constitución bolivariana reforzó la participación y los controles populares con medidas como el referendum rev0catorio. Chávez gano sin fraude las elecciones, incluso Maduro llegó a la presidencia sin necesidad de meter la mano en las urnas. Pero durante estos 15 años el sistema de controles, de pesos y contrapesos, que caracteriza a una democracia ha ido deteriorándose. Lo peor, la falta de independencia judicial, la implicación del ejército en la política y el silenciamiento de  los medios de comunicación privados.

Chávez propició la polarización del país con una dialéctica amigo-enemigo. Esa división es su peor herencia. Pero tenía cintura política. Maduro no, y es incapaz de romper el bloqueo, aunque este pseudodebate le ha dado la baza de mostrar a las claras la división de la oposición. La insurrección popular que los opositores que no están en la mesa defienden se agotará sola si el gobierno no cae en la tentación de una represión violenta. Esos opositores creen todavía en un golpe militar. Si así fuera ¿cabe una represión a lo Pinochet en el siglo XXI?

Venezuela necesita urgentemente de un mediador honesto y aceptado por todos.

 

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Hugo Chávez, el mito


Hugo Chávez se muere; el mito se consolida.

El mito nació hace mucho y ha sido la fuerza esencial en la vida política y social de Venezuela desde hace más de una década. La muerte le daría el aura de los santos, de los profetas que dejan una misión inacabada. San Hugo Chávez subirá a los altares de los cultos sincréticos. Sus fieles rezarán a su espíritu y le rogarán toda clase de mercedes, espirituales y ya no sólo materiales, como hasta ahora pedían a su encarnación corpórea en el Alo Presidente.

Chávez ha sido más que un caudillo con carisma político o militar. Con su inteligencia natural, sus cantos y bailes, sus inteminables discursos, su talento como polemista,  el comandante ha encarnado el espíritu de un pueblo desposeído y burlado. A su vez, lo ha poseído y manipulado, pero le ha dado reconocimiento, orgullo y le ha hecho partícipe de la riqueza del país a través de la renta petrolera.

Chávez ha gobernado Venezuela navegando esa ola de identificación popular, ganando incuestionablemente elección tras elección. Ha mantenido las instituciones del estado democrático y hasta sobre el papel las ha reforzado con formas de participación popular. En realidad, la división de poderes ha desaparecido porque nada se le puede negar al espíritu del pueblo.

Chávez ha administrado el país como un cuartel. Ha manejado unos recursos excepcionalmente altos. Indudablemente los indicadores sociales y económicos han mejoradao espectacularmente durante el chavismo.Hubo una época en que todas sus comparecencias comenzaban con un «y el petróleo sigue subiendo». La renta petrolera ha dado para todo: para comprar armas, para crear una esfera de influencia continental, para engrasar la corrupción y para dar unas prestaciones sociales a los más desfavorecidos a través de las misiones.

La misma denominación, misiones, transparenta su concepto militar. Un objetivo que hay que cumplir, no un servicio ciudadano y social que hay que mantener.  Las misiones son débiles porque no tienen detrás una financiación estable, basada en la tributación sino en recursos fiscales contingentes, ni una gestión profesional. Las misiones, como las empresas nacionalizadas, están permeadas por los militares.

¿De que vivirá Venezuela si como se anuncia Estados Unidos es autosuficiente en petróleo en pocos años gracias a la técnica del fraccionamiento hidraúlico? La Venezuela de Chávez ha sido un nuevo capítulo de la Venezuela saudí, sólo que ahora las clases populares también han estado invitadas al festín. Y eso hay que reconocérselo a Chávez.

A la muerte de Chávez el ejército será el poder en la sombra, pero difícilmente mantendrá su unidad. Las milicias chavistas serán un factor de inestabilidad, fácilmente manipulables por alguno de los posibles sucesores.

Venezuela necesita desmilitarizarse, convertir las misiones en servicios públicos, buscar fuentes de riqueza alternativas al petróleo, reconstruir el Estado de Derecho. ¿Será capaz la oposición de mantenerse unida? ¿Renunciará la burguesía a la venganza si la oposición conquista el poder? Chávez deja también un  pueblo más politizado, a favor y en contra de su persona, y su obra no podrá ser enterrada facilmente.

Sus enemigos ya bailan sobre su tumba, pero todavía el comandante puede dar una última sorpresa y recuperarse. Sería un milagro que no haría más que confirmar su condición de ungido.

Lo que es seguro es que Chávez seguirá dando batallas después de muerto. Lo que no es tan seguro es que las gane.

PS. Recojo el artículo del profesor Vicenç Navarro «La demonización de Chávez», en el que denuncia el sesgo anti Chávez de los medios españoles y el artículo que cita de Mark Weisbrot, en el que se analizan los logros económicos del Chavismo.

http://www.nytimes.com/roomfordebate/2013/01/03/venezuela-post-chavez/venezuelans-will-vote-with-their-wallets

Al sur de la frontera


Ayer La Dos emitió «Al sur de la frontera», la película en la que Oliver Stone realiza el panegírico de Hugo Chávez y el bolivarianismo. Y digo «película», porque aunque las técnicas son las del documental (de una factura, por cierto, un poco chapucera) Stone se monta su propia «película». No es un documental sesgado, es una obra militante, propaganda si se quiere de brocha gorda.

En un trabajo periodístico, aún en el caso de que se tome partido por las víctimas no pueden faltar todas las voces. Lo que no sería admisible en un reportaje o en un documental periodístico puede ser legítimo en este tipo de obras. En este caso, me parece más un ajuste de cuentas de Stone con su propio país y una cierta fascinación por los «hombres fuertes» (Chávez, Castro) que el director norteamericano no oculta.

Creo que Chávez ha creado un caudillismo democrático, en el que la división de poderes queda seriamente dañada y que terminará por pasar factura a su país. A mi desde luego no me gustan los grandes hombres que fascinan a Stone, esa exaltación de la energía en movimiento. En los distintos líderes del bloque bolivariano hay luces y sombras (por cierto ¿por qué no aparece Daniel Ortega?). No hay sombras en «Al sur de la frontera».

Pero si hago esta entrada es porque encontré en la película algunos logros notables:

– Terrible la propaganda de los informativos norteamericanos. Quien no nos obedezca como un vasallo fiel es nuestro enemigo. ¡Cuánta ignorancia y manipulación! ¡Cuánto desprecio hacia sus vecinos del Sur! Sólo por la denuncia de esta manipulación que realiza Stone la película debiera ser analizada en las facultades de Periodismo.

– Una perla que explica los liderazgos bolivarianos. Cristina Kirchner observa: «Es la primera vez en la Historia que el rostro de sus líderes se parece al de sus pueblos».

Otra perla, ésta de Lula : «Es la primera vez que los pobres están siendo tratados como seres humanos en América Latina».

Creo que Lula y Cristina tienen razón. Pero eso no puede significar carta blanca para los líderes de la izquierda y el centro izquierda. Por que destruir la «democracia formal» significa volver a tratar a los pueblos como menores de edad sin discernimiento.

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