América Latina: líneas de falla y respuestas fracasadas


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Luis Fernando Camacho, el Bolsonaro boliviano, en las protestas en La Paz contra Evo Morales

En América Latina se suceden las convulsiones político-sociales.

Perú, Ecuador, Chile y ahora Bolivia. Por no hablar de Venezuela o Nicaragua, o los cambios políticos en Argentina, Colombia y Brasil. Cada país tiene sus propias peculiaridades que requieren un análisis específico.

Estos seísmos (o sismos, como dirían allí) tienen unas fallas, unas líneas de ruptura, que recorren el continente: pobreza y desigualdad, corrupción, instituciones deficientes y militarismo, racismo, machismo  y fundamentalismo religioso.

Después de la ola democratizadora de los 90, neoliberalismo y populismo han fracasado en cerrar estas brechas divisivas.

¿Tienen algo en común las protestas latinoamericanas con otras a lo largo del mundo, como las que sacuden a países árabe-islámicos, HongKong o hasta Cataluña. He leído infinidad de análisis  y la conclusión más común es que estas explosiones son la respuesta a bloqueos políticos o sociales. Añadiría la capacidad de movilizarse aparentemente sin líderes en virtud de las redes sociales, la capacidad de influencia subrepticia de poderes extranjeros y la fascinación por la violencia de algunas minorías juveniles.

Bolivia

Antes de analizar las líneas divisorias y las respuestas fallidas unas palabras sobre Bolivia

Sí, hay un golpe de Estado cuando los militares fuerzan la dimisión del presidente de un país, de su gobierno y de los cargos institucionales, como los presidentes de las cámaras parlamentarias. Y cuando una presidenta asume sin el quorum parlamentario exigido. Golpe blando, pero golpe al fin.

Y, sí, también en Bolivia hubo irregularidades en las elecciones presidenciales, según el informe preliminar de la OEA, cuestionado, es cierto, por otro del The Center for Economic and Policy Research, un centro progresista estadounidense. Pero, en cualquier caso, Evo Morales permitió la auditoría externa y terminó por admitir la celebración de unos nuevos comicios. Previamente, violó la Constitución presentándose a la reelección con el respaldo de sentencias del Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral, bajo su control.

En las calles se ha vivido una situación de preguerra civil. Milicias paramilitares dando caza a los partidarios de Morales en Santa Cruz. Indígenas de El Alto atacando comisarías, dispuestos a tomar el Palacio de Gobierno (el Palacio Quemado) para defender a Evo y su Movimiento al Socialismo. Y un líder carismático, Luis Fernando Camacho, el Bolsonaro boliviano, invocando la legitimidad de los comités cívicos nacidos en Santa Cruz y rodeado de parafernalia religiosa, uno de cuyos grandes objetivos ha sido reinstaurar (sic) la biblia en el Palacio de Gobierno.

Bolivia ilustra esas fallas: desigualdad, racismo, corrupción, intolerancia religiosa y regreso de los militares. Y el fracaso de una de las respuestas, el populismo.

(Lo mejor que he leído sobre Bolivia son estas Lecciones de la tragedia boliviana de Arturo López-Levy)

Las fallas

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Extraído del Orden Mundial con datos del Banco Mundial

La pobreza es estructural en América Latina, con grandes diferencias entre países, pero marcada en todas partes por una economía informal, bajos salarios, pobre educación y deficientes servicios públicos. La pobreza extrema hace a una parte de la población extremadamente dependiente de programas de asistencia social.

También es una de las regiones más desiguales del mundo.El índice Gini (0 sería la igualdad perfecta, más desigualdad cuanto mayor sea este índice) va del del 39,5 de Uruguay al 53’3 de Brasil (España 36,2).

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Fuente: blog Diálogo a Fondo (FMI), con datos del Banco Mundial

El auge del precio de materias primas, de las que son grandes exportadores redujo la pobreza durante dos décadas, pero a partir de 2015 su hundimiento vuelve a hacer crecer la pobreza y desigualdad, y más en tres países protagonistas de convulsiones, Brasil, Ecuador y Bolivia. El problema sigue siendo la dependencia extrema de la exportación de materias primas, y, como consecuencias, el poder de las oligarquías exportadoras y la destrucción del medio ambiente.

(CEPAL es la mejor fuente sobre economía latinoamericana)

Racismo y machismo están íntimamente vinculados con la pobreza y el subdesarrollo. Los afrodescendientes tienen casi tres veces más posibilidades de vivir en la pobreza, tienen menos acceso a la educación y al empleo y están poco representados en cargos de toma de decisiones.

En los países andinos, las repúblicas criollas perpetuaron y radicalizaron una segregación que viene desde la colonia. Pero es en este mundo donde las comunidades indígenas tienen mayor grado de organización e influencia. En Ecuador, terminaron con las presidencias de Bucaram y Mahuad. Y la Bolivia de Morales se convirtió en Estado Plurinacional. En buena parte, el estallido actual de Bolivia viene explicado por esta línea de división. Algunos policías se arrancaban de sus uniforme el distintivo de la whipala, la bandera símbolo de esa plurinacionalidad.

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Mural Francisco I. Madero, Sufragio efectivo, no reelección (1969). Juan O’Gorman

El Estado tradicionalmente ha sido débil e incluso ni siquiera ha podido o querido ejercer el monopolio de la violencia sobre todo el territorio. Sus clases dirigentes, siempre clientelares y apegadas a un ejercicio leguleyo de la política, no han sido capaces de establecer administraciones públicas profesionales, eficaces y neutrales.

Se ha entendido la victoria política como un todo o nada, lo que viene favorecido por sus sistemas presidencialistas y la tradición caudillista. Por eso, para que los gobernantes elegidos no se perpetúen en el poder, en todo el continente las fuerzas democráticas han luchado por la no reelección presidencial. «Sufragio efectivo, no reelección» -exigía ya Madero en 1910 en su campaña contra el tirano Díaz. Un solo mandato como garantía

Después de la caída de las dictaduras militares muchas constituciones prohibieron la reelección presidencial. Correa modificó la Constitución ecuatoriana para permitir la reelección indefinida y Lenín Moreno, después, consiguió en referendum abrogarla. Morales perdió su referendum, pero después el Tribunal Constitucional consideró que la prohibición constitucional de no reelección vulneraba los derechos políticos reconocidos por la Convención Americana de Derechos Humanos.  Parecidos subterfugios siguieron Óscar Arias en Costa Rica, Daniel Ortega en Nicaragua y el año pasado Juan Orlando Hernández en Honduras. Y hasta López Obrador ha tenido que firmar una declaración prometiendo que no promoverá la reelección, verdadero tabú en México.

Instituciones débiles son el caldo de cultivo de una corrupción endémica. Los grandes casos de corrupción tenían antes un marco nacional: malversación gubernamental, expolio de las empresas públicas, sobornos por empresas y potentados nacionales o concesionarios extranjeros.

En la última década la hidra de la corrupción ha tomado forma continental con terminales en múltiples países. El caso Odebrecht (en Brasil, Lava Jato), la empresa constructora brasileña que corrompió a la clase política de todo el continente: Brasil, Ecuador, Colombia, México, Panamá, Chile, Argentina, Venezuela, Uruguay y Perú con tres expresidentes procesados (Alan García se suicidó antes de ser detenido) y un presidente, Pedro Pablo Kuczynski, destituido.

No menos grave es la corrupción de cada día que afecta al ciudadano común, que alimenta su irritación y desafección política. Los datos sobre opiniones y experiencias de corrupción medidas por el barómetro de Transparencia Internacional son demoledores. Uno solo: 1 de cada 4 encuestados ha recibido propuestas de compra de voto.

Otra falla es el fundamentalismo religioso. Costó mucho la separación de la Iglesia y el Estado en los jóvenes repúblicas independientes (guerras incluidas, entre otras la cristera en México, de 1926 a 1929). Más allá de las leyes, hasta los 70 del siglo XX la influencia de la Iglesia en la vida social y política fue enorme. A partir de la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968 la Iglesia oficial intenta acercarse a los más pobres y una parte abraza la teología de la liberación, que alimenta y apoya la revolución sandinista. Juan Pablo II siega de raíz esta tendencia y las comunidades populares y los teólogos de la liberación son marginados, mientras se refuerza una jerarquía conservadora.

Esa falta de proximidad a las clases populares se llena por el pentecostalismo carismático conservador. No cabe aquí discutir si este desarrollo fue espontáneo o favorecido desde la política de seguridad nacional de Washington, pero el hecho es que estas iglesias conservadoras son un factor político de primera magnitud. Son decisivas en Guatemala, en Brasil fueron esenciales en la elección de Bolsonaro y en Colombia en el resultado adverso al acuerdo de paz en el referendum.

Se propagan con sus liturgias emocionales. A la teología de la liberación de los pobres oponen la de la prosperidad de los ricos. Su causa es la de la lucha contra el aborto, el matrimonio homosexual, la que llaman ideología de género, la defensa del creacionismo y la imposición de la biblia por encima de las leyes y la constituciones. Un torpedo en la línea de los estados laicos. El «Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos» de Bolosonario explica a la perfección la alianza entre nacionalismo y religión, que enlaza con la contrarrevolución mundial de Steve Bannon.

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Luis Fernando Camacho leyendo la Biblia en el Palacio Quemado después de la caída de Morales. en la camiseta la cruz de una oscura organización Orden de los Caballeros de Oriente

La novedad en el caso de Bolivia es el fundamentalismo católico. Luis Fernando «Macho» Camacho, empresario de Santa Cruz, líder de los comités cívicos, carismático, histriónico, prometió devolver a Dios y la Biblia al Palacio Quemado, como desagravio al reconocimiento por Morales de las religiones tradicionales indígenas. Como Salvini,  muestra en sus arengas un rosario y sus partidarios enarbolan vírgenes y toda la imagenería clásica católica.  También los fundamentalistas protestantes están fuertes. El pastor de origen coreano Chi Hyun Chung, fue el tercer candidato presidencial más votado, tras una campaña misógina y homófoba. Fundamentalismo, nacionalismo y racismo se cruzan y realimentan. Manifestación criolla del fascismo 3.0.

Vuelven los militares, si es que alguna vez se marcharon. Tras la caída de las dictaduras militares en los 80 y 90, los uniformados se retiraron a los cuarteles y aceptaron formalmente la primacía del poder civil. Simbólicamente, sin embargo, siguieron siendo los depositarios de las esencias nacionales.

Hugo Chávez los llevó al poder con su movimiento cívico-militar y son en Venezuela la columna vertebral del régimen. En las nuevas crisis han jugado un papel destacado. En Perú y Ecuador apoyaron a los presidentes Vizcarra y Moreno y en Bolivia, a pesar de haber sido mimados por Morales, el jefe del ejercito, general Williams Kaliman, le sugirió que debía dimitir. La nueva presidenta Jeanine Áñez, ha cambiado la cúpula militar para asegurarse el respaldo de las Fuerzas Armadas, el único poder realmente efectivo en este momento en Bolivia.

Los militares son agente esencial en los nuevos golpes blandos, en los que apoyan a alguna de las fuerzas que luchan por el poder en una situación de crisis institucional. Antecedentes de golpes blandos, los que sufrieron Oviedo en Paraguay (2012) y Zelaya en Honduras (2017).

Soluciones fracasadas

Desde las caídas de las dictaduras se han ensayado en América Latina dos tipos básico de soluciones político-económicas: neoliberalismo y populismo. No me gustan ninguna de las dos denominaciones, porque son clichés cargados de significaciones negativas que simplifican políticas diversas. Pero no soy capaz de encontrar otras mejores. No es tampoco el lugar de profundizar en estos sistemas. Pretendo simplemente mostrar como soluciones que pudiéramos llamar neoliberales y populistas han fracasado este siglo en América Latina.

En los 90 predominaron gobiernos plegados a los que se llamó consenso de Washington. Privatizaciones, liberalización de los mercados y exportación de materias primas, reducción de los servicios públicos y eliminación de subsidios. Políticamente, democracias representativas, altamente corruptas y con escasa representación de las clases populares. En épocas de bonanza la economía parecía boyante, pero las crisis se resolvían con ajustes brutales que terminaban en explosiones sociales: el caracazo, la caída de Bucaram y Mahuad, el corralito argentino.

Estas convulsiones trajeron en la primera década del siglo XXI gobiernos de izquierdas, de origen y trayectorias muy distintas: peronismo en Argentina, Partido de los Trabajadores en Brasil, revolución bolivariana en Venezuela, Frente Amplio en Uruguay, revolución cívica en Ecuador, el indigenismo del Mas en Bolivia… Todos llegaron al poder mediante elecciones democráticas y enorme apoyo popular. Todos rompieron el consenso de Washington y lanzaron políticas de redistribución. Pero su evolución y desempeño fue desigual.

Hugo Chávez, de la cepa de los caudillos latinoamericanos, pronto desnaturalizó la democracia representativa. La voluntad del pueblo, expresada por él mismo, se puso por encima de cualquier institución, todas ellas controladas por sus fieles. Los altos precios del petróleo mantuvieron la bonanza económica, pero su caída y una cadena de decisiones económicas desastrosas condujeron a la penuria actual y a una crisis política sin salida aparente, agravada por la incompetencia y el sectarismo de Maduro y la oposición. Venezuela y la Nicaragua de Ortega (exrevolucionario aliado de la Iglesia conservadora y los empresarios más reaccionarios) muestran el fracaso absoluto de cualquier solución que pase por la anulación de las instituciones de la democracia representativa.

No en todas partes han fracasado los gobiernos de izquierdas. Uruguay con la sucesión de Tabaré Vázquez, Pepe Mújica y de nuevo Vázquez camina en una línea progresista avanzada, con total respeto a las instituciones democráticas. De Argentina es imposible hablar en una línea, pero en general puede decirse que la presidencia de Néstor Kirchner hizo avanzar el progreso y la justicia social.

En Ecuador, Brasil y Bolivia, Correa, Lula y Evo sacaron de la pobreza a una parte importante de la población, hicieron crecer por abajo las clases medias, reforzaron los servicios públicos y realizaron en general políticas económicas responsables, aceptables para los inversores extranjeros (que le pregunten a Brufau sobre Bolivia) y que en general hicieron progresar a estos países, hasta que en 2012 la onda de la Gran Recesión los  golpeó de lleno. No obstante, la lucha contra la pobreza se cifró sobre todo en programas asistenciales y subvenciones a productos básicos y mucho menos en inversiones productivas.

Más allá de sus políticas económicas, sus pecados son políticos: corrupción, sectarismo, polarización, clientelismo. A  pesar de todo, hoy Lula, Morales y Correa debieran jugar un papel en defensa de las clases populares, pero para ello tendrían que reconocer sus errores y pedir perdón, lo que resulta imposible cuando luchan por su supervivencia política y hasta personal.

Hacen falta nuevos Lulas, jóvenes, preparados, salidos de las clases populares, sin las cargas de la corrupción y el sectarismo, respetuosos del Estado de Derecho. Por el momento, habrá que esperar que Alberto Fernández no recaiga en los vicios de Cristina y que López Obrador comprenda que por el mero hecho de que el sea presidente nada se soluciona sin políticas efectivas.

Para terminar el caso de Chile. Laboratorio social en el que la dictadura de Pinochet impuso el liberalismo extremo de la escuela de Chicago. Siempre puesto de ejemplo de estabilidad y progreso económico, dos décadas de democracia condicionada por una Constitución que guarda elementos todavía de la dictadura,  con gobiernos de centro-izquierda y derecha, Chile ha estallado por una subida de los billetes de metro.

Más allá de los disturbios, está el hartazgo de las clases populares y media (la mayor del continente junto con Uruguay) con un sistema con buenas cifras macroeconómicas, pero donde la sanidad y educación de calidad son privadas y cada vez más inalcanzables.

El caso de las pensiones es paradigmático. La dictadura, justamente el ministro Piñera, hermano del actual presidente, impuso el paso del sistema de reparto a uno de capitalización. Con bajas aportaciones de trabajadores y empresarios, la reducción mundial de  la rentabilidad de los activos financieros está condenado ahora a la miseria a muchos nuevos pensionistas. Aviso a navegantes para los que aquí propugnan el sistema de reparto.

Chile es ejemplo palmario del fracaso del modelo neoliberal fuera de los países hegemónicos. O un anticipo a que extremos llevan las privatizaciones. En Chile los créditos universitarios condenan a la pobreza a los jóvenes licenciados; en Estados Unidos las familias ya tienen que elegir entre mantener los seguros de salud, la casa familiar o la universidad de los hijos.

Las respuestas a la crisis en Chile se están produciendo a tres niveles. La violencia se mantiene en niveles altos y aparentemente sin control, al tiempo que aumentan las denuncias de excesos y brutalidades por parte de las fuerzas del orden. Institucionalmente, se abre paso el consenso sobre la apertura de un proceso constituyente, seguramente imprescindible, pero lento y que no resolverá mágicamente los problemas económicos y sociales. Y popularmente se desarrolla un proceso pacífico de participación, los cabildos, con similitudes con el movimiento de las plazas del 15-M español. Quisiera pensar que en Chile se esté gestando un nuevo modelo justo, eficiente e inclusivo, sin las viejas cortapisas de la dictadura y con un Estado de Derecho más participativo.

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España: la imagen de la corrupción


España es uno de los países más citados por corrupción en las noticias de las televisiones internacionales, según un estudio que acaba de publicar Media Tenor (pdf). Sólo nos superan los países caribeños, Bulgaria, Nepal y los países en desarrollo. Y lo peor es que esta tendencia empeora y las mayoría de las informaciones presentan un encuadre negativo.

Evidentemente, cualquier índice de corrupción, como los de Transparencia Internacional, no sitúan a España tan alto en la escala de países corruptos. Pero, como indica el estudio, las televisiones de países como China, Turquía o Rusia no informan sobre casos de corrupción. En cambio, los informativos de España (el analizado es el TD2 de TVE) e Italia dan gran cobertura a estos hechos. En todas las informaciones predomina el enfoque de los casos individuales y se echa en falta enfoques generales sobre el fenómenos, sus causas y consecuencias.

Parece claro que el hundimiento de la confianza internacional en nuestro país no depende sólo del déficit y de la deuda sino también de la extensión de esa lacra de la corrupción, que no deja de ser una de las causas del déficit público y de la deuda de los particulares, endeudados para pagar viviendas con precios hinchados por comisiones y especulación.

Caso Gürtel: la corrupción de la imagen


Los españoles llevamos meses conociendo, primero por filtraciones interesadas, ahora por levantamiento parcial del sumario, los detalles de la trama de corrupción montada por Francisco Correa y desarticulada a partir de una operación policial denominada Gürtel, esto es, correa en alemán. La zafiedad, la ostentación de un lujo obsceno, el expolio de lo público y la pequeña intriga política dominan las relaciones entre personajes públicos y los personajillos que pululan en su órbita.

Las empresas de Correa y sus réplicas en la Comunidad Valenciana organizan actos públicos del PP y de las distintas administraciones regionales en las que éste gobierna. Las distintas instancias judiciales tendrán que determinar si las adjudicaciones públicas se hicieron conforme a derecho o no, si hubo sobornos, lavado de dinero negro o financiación ilegal del PP. Pero aunque todo fuera perfectamente correcto, jurídica y aún moralmente, el volumen de recursos públicos que se dedica a los organización de estos «eventos» es escandaloso.

¿Cuál era la materia producida por las empresas del Sr. Correa? Imagen… Imagen de políticos e imagen de instituciones. No eran empresas que diseñaran complejas estrategias de comunicación, simplemente ponían en escena pseudoacontecimientos pensados por otros agentes de relaciones públicas. Las autoridades y responsables públicas no tienen ya como primera función gestionar lo público sino construir su imagen. En torno a esa puesta en escena ha nacido toda una industria de los «eventos», que, por lo que se ve, mueve miles de millones. Para los eventos nunca hay crisis.

El problema es que los periodistas siguen dócilmente la ruta de los eventos y convierten en noticia lo que no es más que un simulacro de la realidad. Baudrillard ya nos enseñó cómo los medios han roto las fronteras entre la realidad y su representación, en una amalgama visual de lo imaginario y lo real. Hallin analizó el proceso de construcción de los pseudoeventos. Correa y sus adláteres nos demuestran ahora como esa imagen construida, y como tal corrupta, es una extraordinaria fuente de lucro y poder, de corrupción política.

Obama y el perro guardián


El comienzo de la presidencia de Obama puede verse ensombrecido por el escándalo del gobernador de Illinois. Rod Blagojevich ha intentado vender el escaño del Senado que deja libre Barack Obama. Aunque resulte sorprente, la vacante en Illinois no se cubre por una nueva elección, sino por designación del gobernador del Estado. Y Blagojevich había puesto a subasta el cargo, según la acusación del fiscal Patrick Fitgerald. El gobernador es un demócrata con el que el presidente electo han mantenido una importante colaboración política. El estado de Illinois, desde el Chicago de los gansters, tiene una larga tradición de corrupción política y, por ejemplo, el anterior gobernador republicano también fue acusado de corrupción.

Obama ya ha pedido públicamente la dimisión del gobernador, pero la cuestión que se está planteando es en que medida los asesores del entorno de Obama conocían o participaban en estos enjuages. Los republicanos se han lanzado sobre la presa y la blogesfera conservadora bulle. Muchos piensan que el escándalo no tocará a Obama. Mi impresión es que Obama sigue en estado de gracia, pero el caso no hace sino demostrar que es humano, político, y como tal muy humano y vulnerable.

Lo que me interesa de este asunto es la conducta de los medios de comunicación. Como muestra, incluyo este vídeo obtenido de la BBC, en el que, al final de una rueda de prensa sobre las ayudas a la industria automovilista, la primera pregunta es sobre la conexiones de su personal con el gobernador.

Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Los medios, los periódicos sobre todo, se han puesto en marcha. El Chicago Tribune, en plena bancarrota de su empresa editora, empieza a tirar del hilo con una exclusiva de las conexiones de Rahm Emanuel, el futuro jefe de gabinete de la Casa Blanca, con el gobernador corrupto. Cuando los beneficios se hunden y todas dan por muerta a la prensa, es hora de sacar pecho y recuperar el papel de «perro guardián» de los abusos del poder. Veremos si es solo perro ladrador y no mordedor.

«Consulting de relaciones públicas y asesoramiento de imagen»


Bajo este concepto, «consulting de relaciones públicas y asesoramiento de imagen», intentó camuflar el ex concejal popular de Palma Mallorca, Javier Rodrigo de Santos, los 50.000 euros de dinero público gastados en prostíbulos y centro de relax, según relata la querella del Ministerio Fiscal y recoge El País.

El caso tiene todos los elementos políticos y de morbo para convertirse en un gran escándalo mediático. Lo que me ha llamado la atención es la rúbrica tras la cual se pretendía ocultar la verdadera naturaleza del gasto. Cabe pensar que emplear 50.000 euros del presupuesto de una empresa pública municipal en «consulting de relaciones públicas y asesoramiento de imagen» era algo que pudiera considerarse dentro de las prácticas políticas normales y que si no coló era porque los recibos en realidad no tenían relación con ese supuesto asesoramiento. ¿Hubiera sido aceptable gastar de verdad 50.000 euros en asesoramiento de imagen y relaciones públicas?. Supongo que si tal dinero se gastara en asesoramiento de la entidad y no de su administrador, tal conducta no podría considerarse en términos estrictamente penales como malversación, mientras que quizá si lo fuera si el beneficiario de tal asesoramiento lo fuera el administrador.

Más allá de los ilícitos penales ¿qué sentido tendría que una empresa pública municipal gastara estas cantidades en relaciones públicas? ¿Cuántos cientos -miles quizá- de millones de euros despilfarran las administraciones públicas en ese tipo de asesoramientos? Al calor de este chorro de dinero han nacido un engambre de empresas clientelares, que, en el mejor de los casos, enseñan a los políticos a mirar al objetivo de la cámara.

Vamos, que el escándalo morboso de Baleares no es más que el signo que apunta a otra corrupción política y mediática bien asentada y aceptada.

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