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Montaje de «El Correo» con el triángulo de la trama corrupta, Koldo, Cerdán, Ábalos.
Desde la transición todos los gobiernos se han visto salpicados por graves casos de corrupción (Roldán, Mariano Rubio, Flock el PSOE), (Gürtel, Lezo, Púnica, el PP) y casos no directamente surgidos en los partidos, como los relacionados con Jesús Gil o la Operación Malaya, que ninguno fue capaz de atajar o incluso se implicó en ellos. Los partidos independentistas también han tenido sus casos de corrupción (2% CiU)…La corrupción no puede vincularse a un partido. Es sistémica por falta de adecuadas instituciones de control.
La Constitución de 1812 ordenaba a los españoles ser «buenos y benéficos». Ni los españoles ni ningún otro pueblo lo son. «El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente» (Lord Acton). Por eso, son decisivas las instituciones, que no solo vigilen el abuso del poder político, sino también la gestión económica que depende del poder político.
En el caso español esa corrupción está casi siempre vinculada con la contrataciónpública. En el Informe de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional España queda en el puesto 56 entre 100 y baja 4 puestos de 2023 a 2024. La organización culpa esta mala percepción de la corrupción a la no adopción de directivas europeas (por ejemplo a la que protege a los que denuncian casos de corrupción o la falta de canales confidenciales de denuncia).
Dejo aquí mi visión de las causas de la corrupción.
El spoil system otorga los cargos de la administración a los militantes del partido gubernamental. Afortunadamente, ya no vivimos en los tiempos de Galdós, cuando un cambio de gobierno suponía dejar cesantes y en la miseria a miles de funcionarios desde escribientes para arriba. Ahora, los funcionarios son profesionales. que solo pueden ser cesados por causas tasadas.
Pero aunque los funcionarios profesionales no puedan ser cesado, si lo son una miríada de asesores que invaden las cúpulas de los ministerios y organismos autónomos, como abejas que colonizan un panal de rica miel. En estos asesores con acceso directo a ministros y órganos decisivos están prácticamente fuera de control: esta una de las fuentes de la corrupción.
Ineficientes y burocráticos procedimientos de control. Cualquier académico que haya tenido que comprar material para un proyecto de investigación pasa por un terrible proceso burocrático de justificar el gasto ante un funcionario que ignora las características del proyecto y solo vigila que se cumplan requisitos formales. Sin embargo, en las grandes obras de cientos o miles de millones se aplican procedimientos con baremos manipulables y una alto peso de variables subjetivas.
Falta de independencia de los organismos de control. Tanto el PSOE como ahora el PP han chocado en la Junta de Andalucía con la Intervención General.
Otra de las causas evidente son las puertas giratorias. Un ministro o alto cargo de un organismo regulador cuando cesa pasa a la empresa o empresas reguladas o la inversa (de la empresa al gobierno o al regulador) produciéndose un claro conflicto de intereses. Es imprescindible una regulación más exigente de incompatibilidades. A pesar de un un anuncio gubernamental tampoco ha salido adelante en esta legislatura la regulación de lobbies (grupos de interés) y de sus contactos con miembros del legislativo y el ejecutivo.
Otro de los mecanismo contra la corrupción es que falla el reproche popular. Los partidarios de un partido tienden a perdonarle la corrupción y volver a votarle. En cambio es más fácil que le retire el voto por políticas con las que no están de acuerdo.
Más delicado es el caso de la Judicatura. Cada juez constituye el tercer poder del Estado. Sus sentencias están sometidas al control jurisdiccional de recursos y pueden ser criticadas, pero en mi opinión queda un punto ciego de discrecionalidad, difícilmente controlable. No deja de sorprenderme que el juez levante tan rápidamente el secreto del sumario y que el informe de la UCOsea viral Mientras que la difusión o los indicios de difusión de la confesión de un presunto defraudador fiscal haya dado lugar al procesamiento del Fiscal General.
Termino con un deseo utópico. Que algún día todos los partidos (grandes y pequeños, nacionales o regionales) pongan en marcha un pacto de Estado contra la corrupción. Hay diagnósticos, pero falta voluntad política.
Concentración el 26-02-25 en el Congreso organizada por la Asociación de Periodistas Parlamentarios de los periodistas acreditados por medios de todas las ideología contra las provocaciones de periodistas que saltándose las normas deontológicas actúan como agitadores políticos. Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).
Determinados comunicadores (notablemente Vito Quiles y Bertrand Ndongo) acreditados en el Congreso de los Diputados por medios como El Periodista Digital(un medio de posiciones ultra conservadoras y que logra importantes cifras de difusión usando el cebo digital-clickbait) alteran el normal funcionamiento de las tareas informativas mediante la provocación a políticos de izquierda y centroizquierda e interrupción del normal trabajo de lo periodistas.
Estos señores ejercen legítimamente sus derechos a la libertad de expresión y reunión cuando participan en una manifestación contra el gobierno, incluso si en una manifestación queman un símbolo de un partido, o cuando escriben una columna en su medio. Pero interrumpir una rueda de prensa y no permitir las declaraciones de los políticos o interferir las preguntas de los reporteros no es libertad de expresión ni información.
Subyace la cuestión de quién es periodista. Para las Cortes lo es y así expide las acreditaciones quien es reconocido por un medio analógico o digital. Llevamos medio siglo sin ser capaces de resolver esta cuestión. Para mi periodista es quien de modo habitual investiga y difunde información y se somete a unas normas éticas y de buena práctica. Hace 20 años intentamos dar una respuesta que dignificase la profesión con el Estatuto del Periodista Profesional, que finalmente fue boicoteado por la FAPE y rechazado por el gobierno Zapatero (aquí está explicado el proceso al final de una antigua entrada).
Si un medio envía a las Cortes a un informador como propio, las Cortes tienen que acreditarle sea cual sea su orientación. Pero las Cortes pueden establecer unas normas de conducta y retirar la acreditación en caso de incumplimiento. Los profesionales pueden y deben autorregularse y redactar unas normas de comportamiento para que sean adoptadas por las mesas del Congreso y el Senado.
Debate a 5 el 4 de noviembre de 2019, emitido por 12 cadenas y seguido por casi 9 millones de espectadores
El mundo ha cambiado mucho desde 1959, cuando Kennedy derrotó a en un debate a un sudoroso Nixon, que luego perdió la presidencia. Hoy la televisión no es la que era.Partidos y audiencias está fragmentados y la redes sociales dan la victoria, sobre todo, entre los jóvenes. Pero los debates electorales siguen siendo un instrumento de comunicación política de primer orden. Por poner un ejemplo, en las generales de 2019, un debate a 5, sin el morbo de los retos «cara a cara» fue seguido por casi nueve millones de espectadores a través de 12 cadenas.
El gobierno ha anunciado (nota de prensa) una modificación de la Ley Orgánica de Régimen Electoral para que, al menos, en los medios públicos se celebren debates electorales, a los que «estarán obligados a concurrir las fuerzas políticas que compiten en esos comicios salvo causa justificada que sea aceptada por la Junta Electoral competente». Participarán todos los candidatos que hayan obtenido representación en unos comicios anteriores semejantes.
Positivo parece que se abra la puerta a la «participación a grupos políticos representativos» porque esa es la única forma de que lel panorama no quede congelado en un determinado momento. El derecho a la información de la ciudadanía no puede quedar en manos de la conveniencias y negociaciones entre los partidos.
Está por determinar si estos debates se realizarán entre los cabeza de lista a la circunscripción más significativa (los que los partidos marquen como candidatos a presidir los respectivos ejecutivos), lo que asegura el interés, aunque no siempre que el debate sea esclarecedor; en los «cara a cara» se tiende a caer en el «y tú más» .Lo importante es un tratamiento equitativo a las distintas opciones; o si habrá debates con múltiples participantes designados por los partidos.
Quedan incógnitas ¿qué pasará en las comunidades en las que no haya televisión pública?
Las encuestas son un elemento más de campaña, que frente a lo que se piensa, tienen un efecto bastante neutro. Si se exagera las posibilidades de una candidatura, por un lado, moviliza a sus partidarios; por otro, algunos partidarios se quedan en casa, dando por segura la victoria. Como elemento de campaña y buscando la igualdad de posibilidades, es muy positivo que sea obligatorio la publicación de microdatos, que puedan ser interpretados por los investigadores.
Este es un tema en el que llevo trabajando desde 1978. Aquí dejo la fuente:
Captura del ominoso vídeo «Riviera Gaza» Netanyahu y Trump en un supuesto resort Trump Gaza. Realizado con Inteligencia Artificial. Un ejemplo de un «deep fake» para construir una burbuja de posverdad.
Sumario
Como la entrada ha quedado muy larga incluyo aquí un pequeño sumario.
En las esferas de la posverdad, verdad o mentira son irrelevantes, de lo que se trata es de compartir experiencias emocionales que refuerzan nuestra adhesión a los nuestro/los nuestros. El llamado periodismo ciudadano no ha democratizado la comunicación, pero ha contribuido a debilitar al periodismo profesional. Las redes sociales han fragmentado más la esfera pública y al almacenar nuestros datos han hecho posible ataques para manipular nuestra conducta con fines políticos . La única solución es la alfabetización mediática.
(Por favor leed la entrada, aunque sea en diagonal)
La posverdad
La realidad ya no existe. No se trata del «cristal con que se mire», sino de crear hechos alternativos. No se pretende que creamos que son verdad; su objetivo es reforzar mediante experiencias emocionales la adhesión a una causa o a un personaje público.
Las redes sociales y las esferas de posverdad fragmentan la esfera pública comunicativa, de modo que cada vez es más difícil mantener un espacio de reflexión social compartido en el que se construya la opinión pública. Las esferas de posverdad se construyen en torno a fracturas sociales.
Con el vídeo «deep fake» (realizado con Inteligencia Artificial) Riviera Gaza no se pretende tanto mostrar un programa inmobiliario en el que las empresa de Trump ganarían millones, como deshumanizar a los palestinos (danzarinas barbudas) y masas a las que se apacigua lanzando desde el aire billetes. El objetivo último es legitimar la expulsión de la población, un elemento más en el proceso del genocidio contra los palestinos.
Cuando Trump dice que los refugiados haitianos se comen las mascotas en la pequeña ciudad de Sprinfield no pretendía que nadie creyera un bulo tan evidente, sino encuadrar la campaña en el tema de inmigrantes y refugiados. Kamala Harris entró al trapo, lo que no favoreció su campaña porque tuvo que jugar en un campo delimitado por su rival. De paso, el bulo hizo la vida más difícil a los haitianos de Sprinfield.
Medios y organizaciones han creado sistemas de verificación para combatir a los bulos: pero de nada valen porque no se trata de conocer la verdad o la mentira sino de adherirnos a causas y personajes y desahogar frustraciones o anhelos. Ya se puede recomendar que no se reenvié ninguna información de la que no conste su verificación. Daremos al botón de compartir siempre que refuerce nuestras ideas o intereses.
Para que una sociedad se divida en burbujas de posverdad es necesario que esa sociedad esté profundamente fracturada y que personajes públicos (políticos, empresarios, líderes religiosos) quieran explotar esas fracturas.
De nada valen las normas restrictivas. La única solución es la alfabetización mediática. George Lakoff, el padre la teoría del encuadre, propone neutralizar las mentiras de Trump simplemente dejando de discutir sobre él.
La falsa promesa del periodismo ciudadano
Muchas veces los que hemos trabajado en televisión fuimos recibido en una cobertura al grito de «Televisión manipulación». Más allá del rechazo de un medio concreto, el grito reflejaba la desconfianza de cierto sectores a los medios profesionales.
La alternativa ofrecida a partir de 2005 era el llamado periodismo ciudadano. En el marco de un movimiento más amplio de rechazo a las mediaciones sociales (periodistas, profesores, políticos y, en mucho menor medida, sanitarios, porque con las cosas serias no se juega) se piensa que con los nuevos medios tecnológicos, cualquier persona puede contar en Internet lo que ve: incluso mostrarlo visualmente, usando primero cámaras sencillas y luego los llamados teléfonos inteligentes, con dispositivos de fotos y vídeos más potentes que los profesionales.
«El periodismo ha muerto» se proclamó. Todavía me duele que mis alumnos que teóricamente querían ser periodistas profesionales. de un día para otro, decúan que lo que ellos querían era citizen journalists. Es cierto que en algunos casos testigos presentes hacen notables coberturas, donde no hay medios profesionales. El caso más temprano que ahora recuerdo es el ataque terrorista contra los hoteles de Bombay en 2008. El periodismo ciudadano no ha tenido nunca los requisitos de calidad del periodismo profesional, ni desde el contenido, ni desde la forma y menos desde las exigencias éticas.
Muchas coberturas que se presentan como periodismo ciudadano son en realidad relatos de parte, como ocurrió en la guerra de Siria, en la que los grupos yihadistas usaban sus vídeos como propaganda., mostrando decapitaciones y obligando a sus cautivos. algunos de ellos periodistas a repetir consignas e incluso a compartir sus crímenes. A Siria era imposible ir porque los periodistas eran objetivo principal de los yihadistas.
Quizá el caso más noble de periodismo ciudadano ha sido la cobertura realizada por periodistas y vecinos locales en la guerra de Gaza, puesto que Israel prohibió la entrada en la Franja a los medios internacionales. Ellas han sido los testigos del genocidio y nuestros ojos en la Franja.
Ahora Musk enardece a las bases republicanas invitándoles a utilizar X y diciéndoles que ellos son los medios, mientras la masa abuchea a los periodistas. Trump ha señalado repetidamente como el enemigo a los medios (el único contrapeso, ahora que domina todas las instituciones).
Cuando nos encerramos en una burbuja de posverdad, la esfera pública se fragmenta y el diálogo social es imposible. Internet prometía una esfera pública sin límites de tiempo ni espacio, ni censuras ni públicas ni privadas. El primer síntoma de que esta utopía comunicativa no funcionaba fue el abuso de los comentarios que todos los medios añadieron a sus informaciones y que pronto se convirtieron en espacios de insultos y desahogos personales que nada tenían que ver con el asunto de la información.
Las redes sociales
Nacidas teóricamente para comunicarnos con contactos conocidos a lo largo de la vida (y con sus contactos, que, en teoría pueden conectarnos con cualquier habitante de la tierra en tres saltos) pronto se convierten en un vehículo de información con trascendencia política y social, aunque no necesariamente se presenten como tales.
El objetivo confesado de las redes es obtener beneficios vendiendo publicidad y para ello buscan el mayor número posible de clics y para eso el tráfico está dirigido por algoritmos opacos. Cuanto más emotiva o más ofensiva sea la información más posibilidades de ser remitida será.
El algoritmo nos conoce y nos enviará la información que más acorde esté con nuestras ideas y personalidad. En realidad el negocio más potente es almacenar nuestros datos y venderlos perfilados para manipular nuestro comportamiento.
Estas eran la reglas de las redes desde su nacimiento. Pronto profesionales del marketing comercial y político crean falsos perfiles (bots) que interactúan automáticamente fingiendo ser personas. Los bots fueron esenciales en las campañas de intromisión rusa en las elecciones norteamericanas y en el referéndum del Brexit (caso Cambridge Analytica, al final de esta entrada hay un vídeo incrustado sobre este caso).
Los mensajes de las redes son cortos, lo que no favorece la reflexión, sino la confrontación. Como dan prioridad a los mensajes polarizadores y cuestionadores del sistema, son un terreno propicio para el cuestionamiento de la democracia (como sistema establecido) por la extrema derecha.
Los jóvenes viven en un universo de pantallas, en el que juegan, se divierten y se relacionan. Según algún estudio entre los 25 y 34 años hasta un 65% se informan exclusivamente por las redes sociales. De modo que, la fragmentación de la esfera pública no solo es ideológica, sino muy señaladamente generacional.
La Inteligencia Artificial nos ofrece la posibilidad de crear falsos vídeos («deep fake») lo que hace más fácil hacer pasar por verdad los «hechos alternativos» y denigrar o ridiculizar al adversario. El espacio digital es cada vez más un espacio para la guerrilla y la confrontación y menos apto para la interacción civilizada.
Los «deep fake» ya han llegado a la política española, lo que no augura nada bueno para la convivencia democrática.
La burbuja de Putin
Putin ha roto la esfera pública persiguiendo la libertad de expresión. El relato oficial es que Rusia sigue siendo la «nueva Roma» que preserva la civilización occidental del desorden democrático y de la degeneración de la «teoría de género» y la extensión de la homosexualidad.
Rusia es el faro de Eurasia y su destino es reagrupar bajo su liderazgo a los pueblos que formaron parte del Imperio de los zares o de la URSS. Disentir de tal relato puede llevar a la cárcel o las nuevas formas de Gulag.
El país solo puede ser gobernado por un «hombre fuerte», apoyado en el «aparato de seguridad». Rusia está rodeada de enemigos, que quieren imponerla el desorden de la democracia y reducir su esfera de influencia. De cortejar a la UE y a la OTAN como socios, se pasó a considerarlos enemigos (sin perjuicio de que como explica Jeremy Sachs Occidente ninguneara a Rusia)
Ya hemos citado las interferencias rusas en las elecciones norteamericanas y su lanzamiento de bulos como el pizzagate (que Hillary Clinton dirigía una red de pederastas desde una pizzería de Washington). En el caso del apoyo a Trump parece claro que se buscaba un presidente más dócil; pero en la posible intervención en el Brexit solo se buscaba crear división; sería también el caso de Cataluña; o el de convocar en las redes sociales a través de bots una manifestación supremacista blanca y otra contra el racismo.
La burbuja de Trump
El relato de Trump es bien conocido «Hagamos Grande de Nuevo a América» (MAGA, en sus siglas en inglés.
Las líneas de fractura son históricas. La más importante la racial, de donde derivan las demás. Recomiendo la lectura del ensayo «La gran fractura americana» de Cristina Olea (corresponsal de TVE en Washington). No hay que olvidar que los negros no consiguieron sus derechos civiles hasta los años 60 del pasado siglo, tras un gran movimiento cívico. En las cárceles sigue habiendo un porcentaje desproporcionado de afroamericanos.
Además está la fractura entre la ciudad y el campo. Y más decisivo entre las élites cultivadas y las clases populares, víctimas de la globalización. Trump encarna como nadie esa brecha, magnate inmobiliario tosco e inculto; estrella mediática que pone es espectáculo sobre todo y que gobierna como si se tratara de un reality show…
Y que tiene una relación especial con otro hombre fuerte, Putin. Está dispuesto a conducir las relaciones internacionales con el regreso a un imperialismo con métodos mafiosos. Por cierto, Martin Barron (que fue director del Washington Post en su libro «Collision of powers» sugiere que los servicios secretos rusos tienen del presidente de Estados Unidos lo que en Rusia llaman un kompromat un dosier comprometedor que mostraría alguna perversión sexual, que podría estar sirviendo a Putin para hacer chantaje a Trump.
La burbuja nacional
Me cuesta entrar en este tema. España ha sido un país dividido, al menos desde la Ilustración. Todas estas fracturas condujeron a la Guerra Civil, propiciada por militares que dieron un golpe fallido contra la república democrática. Siguieron 40 años de una dictadura que pulverizó nuestros derechos, con épocas más crueles y otras más débiles.
A la muerte del dictador, todos enterraron las ofensas y después de una transición que no se hizo en los reservados de los restaurantes, sino gracias a la presión de las fuerzas populares en la calle, lo que les costó a estas fuerzas decenas de muertos.
Finalmente en 1978 pactamos una Constitución, en la que todos cedieron y parecía que a todos nos albergaba. Creo que fue un Constitución progresista difícil de conseguir hoy. Pero quedaron flecos sin cerrar.
Se olvidó que miles de represaliados por el franquismo yacían todavía en las cunetas y que merecían reparación. Y que a la amplísima autonomía reconocida a las comunidades históricas, muchos de sus dirigentes aspiraban lisa y llanamente a la independencia, con el chantaje en el País Vasco del terrorismo de ETA, espada que ha pesado sobre la democracia española durante 4 décadas.
La Constitución hace un desarrollo garantista de los derechos civiles., pero los derechos sociales quedaron reducidos a directrices de la política económica y social; lógicamente en situación de crisis económica estos derechos se ven reducidos.
Resumo las brechas españolas:
Franquismo/antifranquismo. Nadie defiende abiertamente la dictadura, pero muchos la blanquean e incluso hay quien se atreve a decir que el gobierno de Sánchez es una dictadura peor que la de Franco.
Españolismo/separatismo. La deriva del catalanismo del pactismo a la confrontación ha sido el mayor efecto polarizador de la vida nacional.
Desigualdad económica/igualitarismo. Una fractura en relación a la política económica y muy destacadamente la fiscal y los servicios públicos. La crisis de 2008 rompió el bipartidismo con un partido más a la izquierda (Podemos), otro de Centro (Ciudadanos) y otro de extrema derecha (Vox)
Tradicionalistas /cosmopolitas. Como en otros lugares hay una división entre los partidarios de los valores tradicionales y los que apuestan por valores como la ayuda al desarrollo o la lucha contra el calentamiento global.
Feminismo/Antifeminismo. Sorprendentemente un porcentaje de varones jóvenes piensan que el feminismo ha llegado demasiado lejos. Hay una fractura hombres/mujeres. Ellas son mejores estudiantes, pero siguen teniendo la carga de las obligaciones familiares,
Integración de extranjeros e inmigrantes/En contra de la inmigración. Como en otros países, en estos momentos es una de las fracturas más importantes.
No necesariamente estas fracturas se ordenan en el eje izquierda derecha. Muchos hombres jóvenes son igualitaristas, pero antifeministas.
El escándalo de Cambridge Analytica en CNN en Español.
Milei en la provincia de Salta el 12 de octubre blande ante sus partidarios una motosierra, símbolo de su promesa de que desmochará el Estado.
La llamada «Ley de Godwin»sostiene que al introducir en una discusión una comparación con Hitler o el nazismo supone el riesgo de cortocircuitar el diálogo. En términos más amplios, estas comparaciones suponen el riesgo de banalizar un mal histórico irrepetible. Pero creo que en este caso, la comparación puede servirnos para entender la personalidad del nuevo presidente de Argentina.
Este fascismo 3.0 se sustenta en dos distintas ideologías: el nacional populismo paternalista (el PiS polaco y en cierta medida Le Pen) y el ultraliberalismo libertario (en la línea de Ayn Rand) A esta segunda corriente pertenece Milei que presenta propuestas para dejar el estado reducido a sus funciones policiales y defensa exterior.
¿Por qué comparo a Milei con Hitler? Tanto Trump, como Bolsonaro o Salvini son narcisistas tóxicos y manipuladores que han sabido utilizar las redes sociales para ganar la conciencia de millones de personas.
¿Cuál es la diferencia de Milei? Que como Hitler es un loco, que con su discurso hiperbólico electriza a las multitudes. Un loco, que escucha voces (como el mismo dice estar escuchando durante una entrevista en directo en televisión, como se puede ver en el vídeo incrustado al final de esta entrada). Porque, como Hitler, es hijo de un padre maltratador y como él es extremadamente violento y carece de la más mínima empatía. Como él, Milei mantiene su mejor relación con los perros (dice comunicarse con el espíritu de su mastín muerto. Y -como Hitler-no parece mantener relaciones fluidas con las mujeres, más allá de su hermana.
Apuesto a que como Hitler cumplió hasta donde pudo su programa máximo anunciado en el Mein Kampf, así Milei desarrollará su programa, oculto en los últimos días de campaña y que los derechistas tradicionales de Macri esperan poder controlar:
Destrucción del (deficiente) estado social argentino, que garantiza educación y sanidad para todos y ayudas, sin las que muchos irán más allá de la pobreza y entrarán directamente en situación de hambre,
Penalización del aborto, abolición del matrimonio igualitario.
Privatización de los recursos naturales, legalización de la compraventa de niños y de órganos
Rehabilitación de las juntas militares y sus crimines.
Militarización de la seguridad pública. Es una de las medidas más peligrosas porque sus medidas económicas y sociales crearán un caos mayor que el del corralito y las consiguientes protestas que el «estado mínimo» de Milei reprimirá.
Ojala me equivoque, pero Argentina va derecha al infierno.
Acabo de terminar «El ocaso de la democracia», uno más de los libros que proliferan para intentar explicar el auge en Europa de los movimientos, básicamente de extrema derecha, que ponen en cuestión el estado de derecho y la misma idea de la democracia liberal.
La autora, Anne Applebaum es una norteamericana nacida en una familia judía de tradición reformista. Corresponsal de The Economist en los países del Este durante los trascendentales años 90, está casada con el político polaco Radoslaw Sikorski, del partido liberal de centro-derecha, Plataforma Cívica, que ha sido ministro de Defensa y de Exteriores.
Tras la lectura del libro diría que Applebaum es neoliberal en lo económico, atlantista en lo estratégico y liberal en lo político y radicalmente comprometida con el estado de derecho. Creo que hay que tener en cuenta esta caracterización para dar todo su valor a su lucha contra el autoritarismo, que se manifiesta, sobre todo, al menos en Europa, como movimientos de extrema derecha.
La Mentira Mediana y el rechazo a la diversidad y la complejidad.
«Desde Orwell hasta Koestler, los escritores europeos del siglo XX estaban obsesionados con la idea de la Gran Mentira, representada por los vastos constructos ideológicos del comunismo y el fascismo. … Todas aquellas forzadas manifestaciones de apoyo a la Gran Mentira resultaban tan absurdas e inhumanas que hacía falta una prolongada violencia para imponerla…»
Applebaum toma del historiador Timothy Synder el término de Mentira Mediana, en contraste con la Gran Mentira. Los regímenes polarizadores del siglo XXI no propugnan una ideología totalitaria y no necesitan la violencia ni la policía del terror. Pero animan a sus seguidores a vivir en una realidad alternativa, que a menudo se articulan mediante teorías conspiratorias.
Estas Mentiras Medianas polarizan y contaminan la esfera pública y frecuentemente terminan con viejas amistades. Así, la autora empieza el libro contando su propia experiencia. En la nochevieja de 1999 reunió en su casa a un amplio grupo de políticos e intelectuales polacos de derecha; hoy muchos ni se hablan porque unos siguen en posiciones liberales y otros comulgan con las mentiras de la extrema derecha gubernamental de Ley y Justicia. Y a veces, como en Estados Unidos o Brasil estas mentiras tóxicas son el motor de asaltos violentos al estado de derecho.
¿Qué tienen en común todos estos movimientos?. El miedo a la diversidad y a la complejidad y la idealización de un supuesto pasado idílico, al que se propone regresar. Es fácil que estas teorías conquisten a hombres con elevada valoración de si mismos y a clases populares castigadas por las sucesivas crisis y las consecuencias de la globalización. Pero los partidos que las defienden no quieren otra cosa más que el poder.
El libro dedica un capítulo a las técnicas de manipulación digitales. El mejor ejemplo del daño que hacen las mentiras en los medio o en las redes es el caso de Boris Johnson que con sus crónicas inventadas desde Bruselas, falseando la naturaleza de la UE, fue construyendo su carrera política y preparando el Brexit ¡Miente que algo queda! Lo peor es que se crea una desconfianza hacia las instituciones democráticas.
También se ocupa del fenómeno de Vox en España y del papel de un personaje poco conocido, Rafael Bardají, un asesor de Aznar que abogaba por el ataque a Irak y que está en Vox desde sus comienzos y que ha servido de conexión al partido con la Casa Blanca de Trump.
Termino comentando dos memes capturados en un chat de amigos que no debiera tener carácter ideológico, pero que de hecho se escora a la derecha y la ultraderecha.
Una forma sutil de negar la diversidad. Yo acepto el pluralismo y otras identidades no ortodoxas, pero ello no aceptan mi identidad de «gente de bien»
La ultraderecha sigue el guion de Trump y Bolsonaro sembrando dudas sobre la limpieza del proceso para, luego si pierden, defender que les han robado la victoria.
La televisión en directo ha marcado la Historia construyendo determinados acontecimientos, los media events, en sus modalidades de coronación (la exequias entran en esta categoría), competición o conquista, congregando a muchedumbres en un ritual celebrativo en el que el espectador se convence en que es parte de un acontecimiento histórico.
Necesitamos sentirnos parte de una comunidad y seguir su devenir. Por eso cientos de miles han hecho colas de horas para mostrar sus respetos a una monarca (hay también otras colas,las colas del hambre), que para ellos era parte de sus vidas (sellos, monedas, estrechando manos, como en el clásico vídeo de Mr Bean, que se puede ver al final de esta entrada). Una reina poco empática, parte sustancial de una sociedad muy clasista, pero muy responsable y escrupulosamente cumplidora de sus deberes institucionales. Los asistentes presenciales, sin duda tienen la sensación de haber vivido la Historia.
Desde 1953, la televisión con las retransmisiones en directo, permite disfrutar del mismo sentimiento, sentados cómodamente desde el sillón de casa. Justamente fue la Coronación de Isabell II el primer acontecimiento emitido en directo por la BBC y compartido por la red de Eurovision, el sistema de intercambios de la Unión Europea de Radiodifusión, que comenzó a funcionar entonces.
En este caso, como suele ser habitual en los media events, las televisiones saturan al espectador esperando arañar audiencias. Así que todos respiraremos más tranquilos cuando la reina descanse en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
Comunicación de crisis: del relato a los hechos hay mucho trecho
Nunca como en una crisis de estas dimensiones es tan imprescindible que las autoridades e instituciones comuniquen de forma directa, veraz, transparente, eficazmente. De ello depende en gran medida la respuesta responsable de la población.
En España, como en casi todas partes, esta comunicación de crisis se ha movido en dos planos, el de la información y el relato.
Primero una reflexión sobre liderazgo y relato. Perdón por esta larga introducción didáctica, que creo imprescindible.
Tradicionalmente, el líder político marcaba unos objetivos y bien por convencimiento, bien por la fuerza y el terror acomodaba toda la acción de la comunidad a esos objetivos.
En democracias, ya en la clásica Grecia, como en las muy imperfectas europeas del siglo XIX, el elemento esencial para forjar el consenso era el discurso, especialmente el oral. Hitos históricos son, entre otros muchos, el discurso fúnebre de Pericles, el discurso de Lincoln en Gettysburg, o el de «sangre sudor y lágrimas» de Churchill. Estos líderes, discutidos y discutibles, unieron a sus pueblos para superar momentos de grave adversidad y sus discursos, piezas oratorias magníficas, son hoy todavía referentes morales y políticos.
Hasta, digamos, los años 60-70 del pasado siglo, el líder reunía a su autoridad sobre una parte importante de la población, su capacidad de conformar una unidad nacional en épocas de crisis, además del control de poderosas maquinarias partidistas.
En el último tercio del siglo XX, si no antes, el líder ya no fija el rumbo de acuerdo con unos objetivos estratégicos, sino que acomoda estos a lo que le descubren las encuestas de opinión, o, simplemente, renuncia a tener una trayectoria propia y va cambiando de meta, cual veleta, según los resultados de las encuestas.
Los programas políticos se venden con herramientas de marketing y cambian como lo hacen los productos de consumo. Esto ocurre, además, en medio de una progresiva disolución de la fuerza organizativa de los partidos. Con una creciente semejanza en los mensajes de los partidos, diferenciados solo en matices, los ciudadanos votaban con menor fidelidad, cambiando de partido como de marca de detergente.
En el siglo XXI los políticos comprenden que hay que diferenciar claramente los mensajes. Se impone, así, la teoría y práctica del RELATO, el storytelling. La acción política no se apoya en la comunicación, la comunicación es la acción política. Se trata de construir un buena historia y establecer una conexión emocional con el electorado.
Los spin doctors, los directores de comunicación que mueven la rueda del relato intentando acomodar los hechos a la historia contada, dominan la acción política, hasta el punto que hoy en España (Iván Redondo) y el Reino Unido (Dominic Cummings) son los jefes de gabinete de los primeros ministros y los poderes efectivos en la sombra.
La acción política se somete a los «argumentarios», catecismos de preguntas y respuestas, que todos repiten como papagayos. Los líderes políticos ya no son los viejos movilizadores, ni siquiera los tecnócratas sin alma, no tienen más trayectoria profesional que la especialización práctica (y, en algunos casos, teórica) en comunicación.
Cuando se viven crisis divisivas -el 11-S, las guerras de Afganistán e Irak, el 11-M, la Gran Recesión- la mejor manera de lograr esa vinculación entre líderes y electorado es polarizar el relato.
Y aquí estábamos cuando el virus, el SARS-CoV-2, mandó a parar.
El primer relatofue «no tengamos miedo, estamos en la fase de contención, somos capaces de trazar los casos importados y aislarlos para evitar el contagio». Este relato se confió a un médico, el doctor Fernando Simón, un buen especialista y un gran comunicador, achicharrado por su excesiva exposición y ahora víctima de una miserable campaña de descrédito y burla por parte de la derecha y ultraderecha -por cierto a Simón le nombró como director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias el gobierno de Rajoy en 2012.
Los mensajes de Simón durante enero y febrero eran prácticamente una copia de los de la Organización Mundial de la Salud. El gobierno y sus asesores científicos aplicaron las recomendaciones internacionales, pero ni se fue capaz de detectar la circulación del virus por el vector de los asintomáticos, ni se tomaron las previsiones para lo que se avecinaba. Es de poco consuelo que en toda Europa (si se quiere con la discutible excepción de Alemania) los gobiernos fueran igual de improvisadores. Con todo, creo que el relato de la fase de contención no ocultó hechos, evitó el pánico y el desabastecimiento, pero tuvo la grave consecuencia de inducir una falsa confianza en la población.
Todo cambia cuando se pasa a la fase de contención y se declara el Estado de Alarma. Ahora el mensaje principal es:
«Todos unidos venceremos»
Y los secundarios más importantes:
«Será muy duro, pero tenemos la sanidad y los científicos necesarios para vencer»
«Será muy duro, pero el Estado nos protegerá, nadie, ni sanitariamente, ni social, ni económicamente quedará detrás»
«Será muy duro, pero con la solidaridad de todos, vencemos»
«El Gobierno sigue las recomendaciones de los científicos»
«El Gobierno centraliza la lucha, pero se coordina con las comunidades autónomas»
Y uno de empatía, que se ha ido incorporando más tarde y que ahora abre prácticamente cualquier declaración, rueda de prensa o entrevista:
«Nuestras condolencias con los familiares y amigos de los fallecidos, nuestra solidaridad con sanitarios, policías, trabajadores sociales etc. etc.»
Este relato ha imbuido todos los mensajes oficiales y se ha desarrollado en dos planos, el de las declaraciones solemnes del presidente del Gobierno y las ruedas de prensa de las «autoridades competentes delegadas» establecida por el Decreto de Estado de Alarma (ministros de Interior, Transportes, Sanidad y ministra de Defensa).
Confieso que la primera comparecencia de Pedro Sánchez, el 13 de marzo, para anunciar la declaración del Estado de Alarma hasta me pareció «presidencial». Los mensajes eran los necesarios: la invocación a la unidad, la advertencia de que «vendrán días muy duros», la promesa de protección del Estado, con todos sus recursos bajo una única autoridad y la promesa de que «tardaremos semanas, pero pararemos unidos al virus». Y el tono de gravedad imprescindible. Hasta en ese momento -echándole mucha comprensión- pudiera justificarse en la improvisación la subsiguiente rueda de prensa con preguntas filtradas por el Secretario de Estado de la Información.
Empezó entonces el carrusel de ruedas de prensa diarias, a cargo de ministros y funcionarios, la mayor parte de ellos con limitadas capacidades comunicativas. Larguísimas declaraciones en las que se enuncia más intenciones que hechos. Y luego ruedas de prensa con las preguntas filtradas, que se responden vagamente o directamente se eluden, sin posibilidad de repregunta. Eso sí, un mensaje visual: el Estado centralizado vuelve con toda su pompa de uniformes y medallas.
Ocurre que la información que supuestamente posee la «autoridad competente», es insuficienteo directamente inexistente. Que las medidas se improvisan sobre la marcha. Que las estrategias hay que cambiarlas cada día. Que en el especulativo mercado internacional de suministros sanitarios España es impotente. Además, la capacidad de aplicar las medidas que se anuncian ni siquiera está en manos de la «autoridad competente», sino en gran medida de las comunidades autónomos (no se ha explicado bien que el control de las residencias de ancianos compete a las comunidades). Que las medidas sociales y económicas son de gran complejidad y nuestras administraciones, profesionales y honradas, pero lentas y poco adaptadas al cambio, no están preparadas para aplicarlas. Que los expertos no siempre están de acuerdo y que la ciencia no puede dar respuesta a una pandemia en una semana. Y, en cambio, resulta que ni ministros ni funcionarios tienen experiencia de crisis y no saben más que responder en una jerga burocrática que en nada ayuda.
El fallo garrafal de las ruedas de prensa filtradasse ha corregido al remolque de la protesta de los periodistas y sus organizaciones y del plante de algunos medios. Las preguntas recibidas y seleccionadas de antemano han dado una falsa seguridad a los comparecientes, que por mucho que hayan conocido previamente las preguntas no han sido capaces de dar respuestas concretas. En el caso del presidente del Gobierno pareciera que algunas respuestas estaban ya preparadas para ser leídas en el telepromter.
En buena práctica periodística, las preguntas se plantean después de las declaraciones, no antes, y pueden ser completadas con repreguntas. Desgraciadamente, es un un lugar común que los políticos, todos, no respondan a lo preguntado y que solo muy raramente se les repregunte. Dicho todo lo cual, creo que en estas ruedas de prensa se plantearon (filtradas y ordenadas) todas las preguntas relevantes y, desde luego, no puede hablarse de censura, ni de que el presidente del Gobierno no ha comparecido en ruedas de prensa. También cabe recordar que, a diferencia del resto de los presidentes autonómicos, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no da ruedas de prensa.
Sánchez ha abusado de este relato presidencial de unidad en lugar de dar cuentas y responder a las preguntas esenciales. No es de recibo hacer comparecencias de 40 minutos a las tres de la tarde, a la hora de los telediarios, para remachar el relato con mensajes manidos. Los españoles agradecen los mensajes de empatía, pero quieren saber porque las cosas se han hecho como se han hecho y, sobre todo, cómo se van a hacer. No basta reconocer genéricamente que se han cometido errores, hay que dar explicaciones coherentes de cuáles y por qué.
El relato del PP ha sido cambiante. De un primer enfásis en la unidad (por cierto, rídicula la aparición el 13 de marzo de un Casado «presidencial» inmediatamentes después de Pedro Sánchez, copiando el discurso churchilliano de «lucharemos en las playas…»). Luego, además de críticas más que justrificadas a la acción de gobierno, descalificaciones absolutas, en la lógica de la crispación, y, finalmente, la construcción de un nuevo relato: Podemos va dar un golpe de estado socioeconómico a través de las medidas de emergencia.
Vox es el partido que más se desmarca del relato de unidad (por mucho que su diputada contagiada, Macarena Olona, luzca la bandera de España en su mascarilla). Pide nada menos que la dimisión y enjuciamiento del Gobierno y la constitución de un ejecutivo de técnicos (¿qué técnicos?), mientra alienta el discurso del odio en las redes sociales desde sus cuentas automatizadas.
En fin, ójala volvamos pronto a la normalidad para que los millones de españoles que ahora se creen expertos en epidemiología, salud pública y enfermedades infecciosas vuelvan a su estado natural de seleccionadores del equipo nacional de fútbol.
(Como ya es muy larga esta entrada dejo para la próxima la conducta y los cambios en los medios. Muy ligado a este tema está el de un mundo virtual, al que dedicaré otra distinta entrada más adelante.)
Otras entradas sobre la pandemia en este enlace.
LECTURAS
Antes de lecturas correspondiente al tema aquí desarrollado, algunas referencias a las reflexiones sobre otros asuntos que he encontrado estos días. Pongo *** a las lecturas que me parecen imprescindibles
El texto del historiador israelí ha circulado profusamente. «En este momento de crisis, nos enfrentamos a dos elecciones particularmente importantes. La primera es entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano. La segunda es entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial».
Un artículo científico absolutamente claro con medidas concluyentes para vencer al virus en 10 semanas. Lástima que prácticamente en todas partes falte material de protección para los sanitarios, no haya tests y la dirección política unificada -en España o en Estados Unidos- sea problemática.
Uno de los expertos que redactaron el famoso informe del Imperial College analiza la falta de dirección clara en el Reino Unido y explica la «estrategia adaptativa» para suavizar o jacer más selectivos los confinamientos según vaya cambiando la situación.
Comunicación
*** Salmon, Christian (2008). Storytelling. La máquina de febricar historias y formatear las mentes. Península.
El libro de Salmon es la obra clásica. «El imperio ha confiscado el relato». Aquí una reseña.
La especialista en comunicación política explica de que modo el fenómeno de la percepción selectiva influye en nuestra valoración de la gestión de la crisis por las autoridades.»Al analizar la gestión de Sánchez en la crisis sanitaria, los ciudadanos se fijarán en dos aspectos: en la competencia profesional y en la personalidad. Los mensajes deben ser sensibles al dolor de la gente».
Este tiempo suspendido del confinamiento se hace cada vez más espeso. El silencio de las calles se rompe cada poco por las sirenas de las ambulancias que se dirigen a uno de los grandes hospitales madrileños. El virus nos cerca y nos toca: el dolor por amigos o seres queridos afectados por el virus o por sus consecuencias económicas; muertes que crecen exponencialmente; desconcierto; vulnerables dejados a su suerte: solidaridad… y división.
En estos días es difícil mantener la cabeza fría. Intentaré mantener el blog con apuntes de mi reflexión a partir de la lectura de la ingente masa de información que nos llega. Voy a intentar ejercer esa labor de curaduría (sobre la que investigué en un artículo académico) compartiendo aquí, además de en Twitter (@rafaeldiazarias) las piezas reflexivas que me parezcan más valiosas. Pero ahora es imposible no manifestar los sentimientos ni los sesgos, que como todo el mundo tengo.
¿Desunidos venceremos?
Tiene todo el derecho este médico a indignarse. Es legítimo su grito. Nuestros sanitarios son como los liquidadores de Chernobyl. Los hemos enviado a luchar contra un virus mortal sin los medios necesarios.
Lo que no es legítimo es la utilización partidista, agresiva, divisoria, de su grito. Una ola de indignación crece en las redes sociales a caballo de bulos y medias verdades, que, manipulada puede llegar a convertirse en odio.
Toda crítica, por muy dura que sea, es legítima y necesaria en una democracia. El Gobierno toma todos los días decisiones extremas, unas más acertadas, otras menos, aunque su efectividad en la mayor parte de los casos se verificará en los próximos meses. Sánchez abusa de la retórica de la unidad para ocultar las carencias.
La oposición cumple con su función de controlar al Gobierno y formalmente adopta una actitud de Estado aprobando Decretos-Leyes, prorrogando el Estado de Alarma, pero PP y Vox vuelven al juego de las declaraciones descalificadoras, mientras su galaxia comunicativa (periodista digital, moncloa.es, okdiario etc.) lanzan mensajes envenenados, replicados en las redes socialesy, sobre todo, manipulan las expresiones más que justificadas de indignación. O, directamente, como Vox, estigmatiza a los emigrantes irregulares, exigiendo que se les niegue la gratuidad de la asistencia (aquí la verificación sobre esta información)
No es un consuelo que toda Europa lo esté haciendo tarde y mal. Seguramente en todas partes ha habido una tensión entre intentar parar de raíz la epidemia con medidas drásticas y el deseo de crear las menores disfunciones sociales y económicas. Los gobiernos, y no digamos la UE, no han estado a la altura, pero el problema es que las sociedades no estaban preparadas.
Incluso los mensajes que llegaban de la comunidad científica eran tranquilizadores. ¿Fueron mal asesorados los gobernantes o los asesores les dijeron lo que querían oír? ¿O, directamente, ignoraron de forma suicida las llamadas de atención?
Las sociedades europeas veían el mal como una más de las epidemias asiáticas, algo que, dada nuestra superioridad (moral, política, económica, sanitaria) no iba con nosotros.
Cuando esto termine habrá que abrir comisiones de investigación serias (no el consabido pim pam pum de «y tú más») que determinen lo que falló, la responsabilidad de cada cual y, sobre todo, recomendaciones (y procesos para su aplicación) de lo que hay que hacer ante una pandemia (o una catástrofe medioambiental).
Son muchos los héroes anónimos, los que lo están entregando todo. No solo los sanitarios que están en primera fila; también todos los trabajadores que mantienen el país en funcionamiento y hacen posible que los supermercados funcionen. La mayor parte son jóvenes y precarios (empezando por el personal sanitario).
Los médicos voluntarios o los técnicos que altruistamente han montado el hospital de Ifema o los que organizan grupos de autoayuda en los barrios. A todos ellos hay que aplaudirles a las ocho de la tarde. Y también a los que hemos dejado a su suerte: los ancianos de las residencias, los confinados en los CIEs (qué cinismo el de Grande-Marlaska al decir que se estudiará caso a caso para ver a quien se puede devolver a su país), los niños en riesgo de pobreza que han perdido su tabla de salvación de la escuela…
Acaba de terminar el aplauso de las ocho. Más o menos la mitad de las ventanas y balcones se han abierto. A las nueve llegará la cacerolada. Entonces, también a ojo de buen cubero, en este barrio acomodado de Madrid en el que PP y Vox acumulan más del 70% de votos, se abrirán una de cada tres ventanas.
¿Unidos venceremos?
(Esta entrada ya es demasiado larga, así que dejaré otros apuntes sobre la globalización para la próxima)
LECTURAS
Al menos una lectura, quizá la más general y comprensiva, las siete lecciones preliminares de Ivan Krastev: la pandemia reforzará a los poderes públicos (1), al estado nación (2), el nacionalismo (3), aumentará la confianza en los expertos (4), acentuará el uso del big data (5), afectará a las dinámicas intergeneracionales (6) y -más que una lección un hecho- habrá que elegir entre proteger a las personas y la economía (7). Por supuesto, recoger una lectura aquí no quiere decir compartir las conclusiones.
Vox se ha convertido en un agente institucional que no puede ser ignorado por los medios
El auge espectacular de Vox en las elecciones de ayer en España requiere análisis profundo. Pueden aventurarse algunos factores que parecen obvios, como la polarización de la campaña en torno a Cataluña y en menor medida la exhumación de Franco, la falta de respuesta a Abascal en el debate de los líderes y el hundimiento de Ciudadanos. Mi hipótesis es que, además, ha sido decisiva su presencia institucional en los medios.
Vox obtuvo por primera vez representación institucional relevante en las elecciones andaluzas de octubre de 2018, con casi un 11% de los votos. Hasta ahí, sus armas propagandística básica eran las redes sociales y la propagación de bulos, muy adecuadas para un partido antisistema. Desde entonces, y sobre todo, con su entrada en el Congreso de los Diputados con 24 escaños (2.688.092, 10,26%) y grupo parlamentario propio Vox se normalizó, se convirtió en un agente institucional, que los medios no podían obviar. Y desde ahí, como hacen todos los partidos neofascistas, han conseguido marcar la agenda informativa y condicionar la conversación pública.
Los medios no pueden ignorar a un partido que representa en torno a un 10% de los españoles. Dar voz a Abascal y a los suyos no es blanquearlos. Blanquearlos es no contestar a sus mentiras. No recuerdo una campaña en la que menos se hayan analizado nuestros problemas reales y las respuestas de los partidos. Todo ha sido un circulo vicioso sobre Cataluña y las responsabilidades del bloqueo.
Los medios son responsables del alza de Vox por renunciar a su labor de clarificación y contextualización. Y por magnificar (sobre todo las televisiones) los disturbios nocturnos de Cataluña, sin que yo quiera negar la gravedad de la crisis social, política y constitucional de Cataluña. Por supuesto, los medios con una línea editorial a la derecha han estado oscilando entre el apoyo al PP y Vox, con una clara apuesta de la caverna mediática por Abascal, el líder fuerte que siempre habían añorado.
Vox ha vertido en el molde neofascista las pulsiones nacionalistas y de extremaderecha que el PP había remansado durante décadas.
Vox, como otros partidos neofascistas, alienta el odio al otro, el inmigrante y el «separatista», apuesta por soluciones radicales inviables y divisivas, se aglutina en torno a un macho alfa y desata una guerra ideológica en nombre de los valores conservadores.
Como todos los fascismos 3.0 explota la inseguridad. Hasta ahora sus propuestas económicas eran ultraliberales, pero últimamente empieza a conectar con el proteccionismo propio de estos movimientos: autonomías o pensiones, cuestionamiento de la Unión Europea, proteccionismo comercial, pero, por supuesto, bajando los impuestos a los más ricos.
Vox, como sus correligionarios, dice defender el Estado de Derecho, pero está dispuesto a vaciarle de contenido y convertirle en lo que ahora se llama democracias iliberales con propuestas como la ilegalización de los partidos independentistas, detenciones gubernamentales, estados de excepción. Rompe, además, consensos constitucionales, el Estado de las Autonomías, la lucha contra la violencia de género. Vox es un partido anticonstitucional.
Durante los últimos meses plataformas de verificación han luchado contra los bulos y la desinformación. La tarea era ingente y es difícil evaluar en que medida hayan podido impedir la proliferación del virus de la desinformación. Los medios tienen que seguir con esta tarea de verificación, pero no es suficiente.
Periódicos, radios y televisiones comprometidos con los valores constitucionales deben dar a Vox la cobertura que le corresponda, según su representación y sus acciones. Pero deben luchar por limpiar la agenda, no dejándose llevar por falsas polémicas, diseñando desarrollos informativos en profundidad y a largo plazo sobre las grandes cuestiones: globalización, inmigración, emergencia climática, valores constitucionales, la búsqueda de soluciones de consenso para la crisis territorial, el valor de la Unión Europea, violencia de género, nuevas identidades personales y familiares, desigualdad económica, desarrollo sostenible, digitalización…
No se trata de dar respuesta a cada barbaridad o provocación, sino reconstruir la esfera pública sobre la base de la verdad y el debate no sectario. Por supuesto, los medios privados pueden adoptar posiciones editoriales explícitas, los públicos no.
Un espacio de conversación sobre periodismo, televisión, derecho de la información y deontología informativa… en los medios tradicionales y en el ciberespacio. Se prohíbe rastrear o extraer los contenidos de este blog para entrenar a cualquier software o dispositivo de Inteligencia Artificial presente o futura.