La Cumbre de Bruselas de los días pasados ha alumbrado un mecanismo intergubernamental de transferencia de la soberanía fiscal para salvar el euro. No sabemos si el euro sobrevirá, pero estamos casi seguros de que entraremos en una nueva profunda recesión. Con ser eso malo lo terrible es que el acuerdo de 26 países europeos da la estocada final al maltrecho pacto social sobre el que se ha basado la Europa democrática de los últimos sesenta años.
La Europa que salió de la II Guerra Mundial se construyó sobre un respeto a los derechos civiles y políticos (con algunas limitaciones en el contexto de la Guerra Fría) y el desarrollo de los derechos sociales y económicos a través de los servicios públicos. La Constitución española asumió ese modelo en su fórmula más avanzada, justo en vísperas de la contrarrevolución conservadora, que durante treinta años ha ido desmontando pieza a pieza el estado social.
La integración europea -en una tensión permanente entre lo confederal y lo federal- ha aportado un enorme progreso económico, una homogeneización burocrática, una mayor aproximación entre los pueblos. Pero también ha sido vehículo de esa degradación del Estado Social y Democrático de Derecho. La dimensión social nunca pasó de la ilusión, mientras que por la vía de la regulación del mercado único la Unión Europea ha sido la coartada para implantar el neoliberalismo económico.
La crisis ha sido la gran oportunidad para dar la vuelta definitiva a la tortilla. La llamada «reglad de oro» de la estabilidad fiscal, exigida por Alemania y que ahora vendrá impuesta por el futuro tratado intergubernamental, so capa de tratarse de un mecanismo técnico, subvierte la naturaleza social del Estado, ahora incapaz de utilizar la política fiscal para poner sus recursos al servicio de los derechos de los ciudadanos. España ya ha sido pionera en esta rendición para congraciarse, sin mucho éxito, con los mercados.
Los estados europeos ya entregaron su política monetaria al Banco Central Europeo. Ahora van a transferir su política fiscal a un directorio de los gobierno, encargando la vigilancia a la Comisión Europea (nombrada por los gobiernos) y con una serie de mecanismos automáticos de sanciones. Se rompe así una regla esencial de cualquier democracia. «sin representación no hay impuestos».
En esta Europa las decisiones no las van a tomar los ciudadanos a través de sus representantes, ni siquiera los gobiernos mediante acuerdos intergubernamentales. Las tomarán tecnócratas conectados con las instituciones financieras, supuestamente independientes, pero altamente ideologizados y vinculados a los intereses de los bancos de inversión de los que han salido.
Hace poco Lula decía que «Europa es un patrimonio democrático que la humanidad debe preservar». Suena a especie en vías de extinción. ¿Pueden en estas condiciones los prepotentes mandatarios europeos pedir a China que respete el medio ambiente y trate mejor a sus trabajadores? No, ahora es China quien nos da lecciones y nos exige que desmontemos el estado del bienestar para prestarnos ese dinero imprescindible para la supervivencia del euro.
Durante tres décadas muchos nos hemos podido sentir plenamente identificados con nuestra Constitución, pese a sus deficiencias y las concesiones que exigió la Transición. Hoy ya no siento esa identificación. No me voy a echar al monte y seguiré defendiendo todo lo que tiene de valioso, pero ya no es la Constitución de 1978.
Ayer se cumplía el 63º aniversario de la Declaración de Derechos Humanos y el 50º del nacimiento de Amnistía Internacional. Si miramos para atrás veremos cuanto se ha avanzado en el respeto de los derechos civiles y políticos, en la lucha contra la impunidad. Pero del mismo modo en que los derechos sociales sin derechos políticos son dádivas graciosas que manipulan gobiernos demagógicos, sin derechos sociales la ciudadanía pierde la base para ejercer los derechos políticos. Queda la esperanza de que ante nuevos desafíos se encontrarán nuevas respuestas. El movimiento de los indignados es un primer atisbo de buscar otra forma de hacer política.
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lunes, 12 Dic 11 a las 1:28 pm
Un análisis y unas conclusiones muy acertadas. Aunque no es necesario, me permito añadir que estamos en un paso más en la ofensiva antidemocrática del capitalismo, que una vez más busca salvarse a costa de los derechos y libertades. Ya no hace falta el recurso a la guerra y a los fascismo, claro que de momento.
viernes, 16 Dic 11 a las 7:00 am
Completamente de acuerdo. Curiosamente, yo digo lo mismo en mi blog aunque de forma más rocambolesca, claro. Todo está sucediendo ante nuestros ojos sin que nos movamos. El pequeño sobresalto que tuvieron en mayo ha quedado reducido a escribir con la x en lugar de la arroba, mercadillos solidarios y pasacalles anticapitalistas. Dickens vuelve a ser contemporáneo.
viernes, 16 Dic 11 a las 9:03 am
Bueno, en tu blog has hecho un despliegue de autores clásicos. Quizá el pacto social sea un relato para explicar cómo durante 30 años, ante la amenaza del bloque comunista, el capitalismo occidental permitió que amplias capas de la población vivieran un poco mejor y se garantizara a todos ese mínimo de dignidad que son los derechos humanos.
viernes, 16 Dic 11 a las 1:23 pm
Exacto. Lo has clavado. Como ya no hay bloque comunista, no hace falta tenernos contentos. Como ya habían expoliado el resto del mundo, sólo quedamos nosotros. Caramba, con los años cada vez me vuelvo más radical. Tengo que hacérmelo mirar. Jeje.
viernes, 16 Dic 11 a las 12:55 pm
El 15M sigue vivo, lo que pasa es que ahora está concentrado en desarrollar propuestas y conectarlas entre sí en un proyecto alternativo de futuro . Esto no se hace en tres días y cuantos más nos involucremos mejor. A mí me parece que la democracia 4.0 propuesta por Democracia Real Ya puede ser la punta del iceberg de ese proyecto, porque institucionaliza la participación social, y porque para que funcione implica un estado del bienestar mucho más fuerte, sobre todo en los ámbitos que tienen que ver con la educación y la capacidad crítica que sería necesaria en una democracia mucho más participativa. Creo que la democracia 4.0 debe ir en ese paquete, sin él puede engendrar populismos. Pero sin participación y si nos cargamos los elementos que la hacen posible, y con la avalancha de injusticias que se nos vienen encima también se engendran populismos, ahí está la historia reciente de Europa.
viernes, 16 Dic 11 a las 1:28 pm
Con permiso de D. Rafael, María: yo ayudé a colocar los primeros plásticos azules en Sol para proteger a los acampados de la lluvia. He participado en asambleas, en Sol y en mi barrio. Es verdad que era el típico aguafiestas que avisaba de lo que iba a pasar, pero hice lo que pude. Lo he dejado. Ante el consenso (invento impuesto por no se sabe quién para impedir la toma de decisiones), el aplauso mudo (para que nadie adulto diga ni sí ni no), el lenguaje no sexistx y las comisiones que discuten sobre si hay que iniciar un proceso constituyente o limitarse a reformar la constitución, no se puede hacer nada. El «protocolo» de cómo se desactiva un movimiento ya lo dejó establecido Coca Cola con los Hippies. Funciona, vive Dios. Perdón, perdón.
sábado, 17 Dic 11 a las 11:38 pm
Hola pcbcarp, yo tal vez me he perdido esa parte más «fea» del 15M – de lo cual me alegro- y no siquiera sabía que esa disputa entre reformismo y proceso constituyente se había encallado. Pero justo hoy ha sido la asamblea de salida del proceso constituyente, en Sevilla, y he acudido. No tenía muy claro de qué iba, y sobre todo qué legitimidad social podría tener. Pero he salido muy contenta, porque me han gustado muchísimo casi todas las intervenciones y me ha parecido que aunque suene raro al principio, puede ser un proceso ilusionante que vaya trasnformando protesta en propuesta y en acuerdos, de abajo arriba. Espero que ya se haya aprendido la leccíón del consenso a la que te refieres. Como dice Rafael, el movimiento de los indignados es el atisbo que tenemos de otra forma de hacer política, es el que tenemos y hay que desarrollarlo. Tiene que ser, hay que darle vueltas con mucha paciencia, y más vueltas hasta que encontremos la fórmula. El coste de no hacerlo es demasiado alto.
viernes, 30 Dic 11 a las 12:16 pm
[…] seguirá cavando su tumba, destruyendo su modelo y lanzándose con entusiasmo a una recesión que puede ser profunda. El nuevo tratado […]
lunes, 03 Dic 12 a las 8:06 pm
[…] a su tratamiento informativo (categoría Globalización). Pero poco a poco he ido ocupándome de la ruptura del pacto social y democrático y de la crisis del sistema político nacido en la […]