Las radios españolas se han puesto de acuerdo para recrear, 70 años después, la Guerra de los Mundos, una emisión que marcó un antes y un después en la historia de la radio y de los medios de comunicación. Incluyo los enlaces a la emisión original y a la producida conjuntamente por la mayor parte de las cadenas españolas, emitida en directo por Radio 3 el jueves 30 de octubre a las 21 horas.
Tanto se ha escrito sobre la Guerra de los Mundos es que es muy difícil hacer un comentario breve.
– ¿Por qué una emisión de radio fue capaz de crear tal pánico?
Hay razones expresivas y razones psicológicas.
Expresivas, la radio es capaz de crear imágenes mentales muy convincentes. Aquella audiencia, esos 32 millones de oyentes que escuchaban de «costa a costa» la CBS, estaban familiarizados con la dramaturgia radiofónica, pero era un público mucho más virgen e ingenuo que el de hoy día. Los efectos especiales (completamente artesanales), pero sobre todo la creciente tensión dramática resultaron creíbles, al menos para una parte de esa audiencia.
Pero las razones expresivas no son suficientes. En su introducción, Orson Welles pinta una imagen esperanzadora del momento: el fantasma de la guerra se aleja (eran los días del Pacto de Munich), la economía se recupera, el paro se reduce. Efectivamente, parecía que Estados Unidos empezaba a superar el gran bache económico y moral de la Depresión. Pero, después de lo ocurrido en el 29, un poso de pánico había quedado en todas las conciencias. El desastre era posible -y terminó por llegar en forma de la guerra más destructiva que había conocido la humanidad. Y eso es lo que pretende demostrar Welles, que bajo la capa de normalidad y prosperidad alienta la catástrofe. O, no, ¿no es todo una simple broma de Halloween? Esta ambigüedad es la esencia de la obra de Welles, llevada al máximo en una de sus últimas películas «Fake».
Justamente, el impacto de esta emisión se puso como ejemplo, durante muchos años, del que se consideraba poder omnímodo de los medios masivos. En primer lugar, el pánico fue mucho más limitado de lo que la leyenda nos ha transmitido. Hoy ese poder onmimodo nadie lo sostiene. La influencia de los medios es más sutil, creando la realidad simbólica, construyendo relatos colectivos, delimitando el espacio público…
– La ficción en la radio
En los primeros años, la radio explota el filón de las obras narrativas y dramáticas, al principio simplemente leídas y luego dramatizadas. En 1938 estas dramatizaciones había logrado ya gran complejidad. A ese terreno llega Orson Welles con su Teatro del Aire, un grupo de jóvenes actores (algunos, como Joseph Cotten, le acompañarán en su carrera cinematográfica). La radio había encontrado ya un lenguaje propio. Hasta mediados de los 60 los radioteatros tendrán audiencias masivas y luego irán muriendo poco a poco, por la competencia de la música, la información y la opinión. Se forman cuadros de actores (en España en Radio Madrid y en Radio Nacional) y técnicos especializados. Se recrea el espacio, colocando los sonidos en distintos planos en grandes estudios.
– La complejidad narrativa de la emisión
El público estaba acostumbrado a la dramatización de novelas y obras teatrales, pero no a la ambigüedad narrativa puesta a pie por Orson Welles. Se utilizan recursos expresivos del género dramático, pero también de los informativos y del entretenimiento. Presente, pasado y futuro se alternan sutilmente, tanto como la reflexión con la ficción.
– La nueva realización
Gregorio Parra, impulsor de la iniciativa y realizador de la emisión ha seguido fielmente el guión de Orson Welles, incluidos los efectos especiales artesanales. El resultado es digno, pero las voces de la radio española, la mayor parte dedicadas al entretenimiento y la información, dramatizan de modo demasiado evidente. Sobre todo, falta ese reposo narrativo que aportaba la voz de Welles, esos cambios, expresión de la ambigüedad a la que me refería anteriormente. Ni que decir que nadie que oyera Radio 3 en directo, por mucho que desconociera el origen y el contexto, podrían creer que se estaba produciendo una invasión de los marcianos.
La emisión ha tenido, y era imposible seguramente evitarlo, un prólogo escesivamente institucional y autocomplaciente. Creo que la iniciativa, positiva en si misma, no ha hecho más que mostrar algunas de las «vergüenzas» de la radio española: el abandono de la ficción y de las narraciones informativas (reportajes y documentales).
Deja una respuesta