¿Intervención humanitaria? ¿Guerra legal y limitada? ¿Guerra imperialista? Distintos relatos compiten para explicarnos lo que está ocurriendo en Libia. Todos tienen una parte de verdad, todos tienen puntos débiles y fuertes. Ninguno debe ser asumido acríticamente.
Encuadre y relato
Si no le interesan los fundamentos de las batallas propagandistas, puede leer más adelante los relatos que manejamos para explicar los acontecimientos de Libia, pero conviene entender sus mecanismos generales.
No es lo mismo escribir en el titulo de esta entrada «guerra» o «intervención humanitaria». Usando una u otra expresión, estoy haciendo ya un primer encuadre de la información, una interpretación de los hechos calificándolos con unas u otras palabras, que nunca son neutras.
El encuadre, el enfoque, es una forma de construir la realidad. La noción de framing es una de las corrientes dominantes en las ciencias sociales. En el terreno de la comunicación, los estudiosos se esfuerzan por desentrañar que enfoques se han utilizado para convertir un acontecimiento en noticia. Hay que decir que los periodistas necesitan de estos enfoques para explicarse y explicar el mundo (véanse algunos casos de framing analizados en este blog). Sin categorías previas, ni entendemos ni podemos vehicular un mensaje comprensible. Etiquetar, tematizar… son algunas de las técnicas aplicadas cada día en el trabajo informativo. Manipulación es forzar una determinada interpretación. Pero aunque se sea honesto en ese ejercicio de enfocar los acontecimientos, se corre el riesgo de aplicar estereotipos de forma rutinaria y acrítica. Ya se sabe, «no dejes que la realidad te arruine un buen titular.»
Cuando estamos ante un proceso informativo de gran magnitud, los encuadres y enfoque se engarzan en un relato más amplio. «Innumerable son los relatos del mundo…» -constataba Barthes (1981) en un famoso artículo que se considera como el origen de la narratología. Para Barthes, el relato es una de las grandes categoría de conocimiento que usamos para comprender y ordenar el mundo. Todos participamos de grandes relatos antropológicos que nos enraízan en nuestra realidad. Pero el relato también se construye por el marketing comercial y político para manipular las conductas de consumidores y ciudadanos. Christian Salmon ha estudiado la actual industria del storytelling (Península, 2007).
Se trata de que el sujeto se sienta parte de una historia, con un papel en un relato que interpreta la realidad y que, por tanto, puede determinar su conducta. Los gabinetes de comunicación e imagen, los spin doctors, construyen esta narrativa controlando la relevancia informativa de los hechos, subrayando unos aspectos sobre otros, buscando conectar con los intereses, anhelos y miedos de las audiencias. No es, por supuesto, un ejercicio determinista. El ciudadano consciente y crítico puede desmontar estos relatos simplemente buscando sus incoherencias. Pero no siempre es tarea fácil, porque los relatos construidos se basan en hechos, en verdades, si bien que parciales.
Hechos y propaganda
Los relatos más burdos que piden adhesión ciega son propaganda. Decir, como Gadafi, que los que están en su contra sus jóvenes drogados por Al Qaeda no es más que propaganda delirante, que dudo que tenga la más mínima credibilidad en la propia Libia.
Nunca conocemos (o no de modo inmediato, a pesar de WiliLeaks) todos los hechos; nunca lo que ocurre es unívoco; menos aún es posible establecer las motivaciones últimas de los que intervienen en el proceso. Por eso al final se seleccionan y organizan los hechos para crear relatos desde la perspectiva de cada cual.
No sería fácil ponernos de acuerdo en los hechos contrastados. Intentaré ser los más aséptico posible.
Protestas contra Gadafi estallan en las principales libias. El régimen las reprime, pero se ve desbordado en las ciudades del este, donde pronto pierde el control y las calles son tomadas por ciudadanos armados, sin una aparente organización. Es imposible establecer el número de víctimas de la represión como tal, pero no puede ser muy elevado. No se confirman informaciones de que Gadafi bombardeara barrios insurrectos. El mayor número de víctimas se producen durante los primeros días en los combates para tomar los reductos en los que resisten los gadafistas en Bengasi y otras ciudades. A partir de ahí, comienzan los primeros combates de una guerra civil: de un lado unidades de élite y mercenarios; de otro, civiles desorganizados, algunos policías, militares. Gadafi somete a cerco a ciudades como Misrata, donde han podido morir muchos civiles. Después de algunos reveses, Gadafi reconquista territorio. Cuando se encuentra a las puertas de Bengasi, la resolución 1973 autoriza una acción militar para proteger a los civiles, con dos elementos sustanciales, exclusión aérea y embargo de armas. Ataques de Francia, Estados Unidos y Reino Unido destruyen las defensa antiáerea y atacan artillería y blindados gubernamentales. Gadafi se retira de Bengasi y el contrataque de los rebeldes los lleva hasta Sirte, cuna de Gadafi, pero son incapaces de aprovechar la ventaja de la supremacía aérea.
La intervención humanitaria
El relato. Las protestas en Libia forman parte de la «revolución árabe». Gadafi las ha reprimido cometiendo crímenes contra la humanidad. Gadafi ataca a la población civil y puede cometer un genocidio. La intervención es legal y legítima. Es una intervención humanitaria, no una guerra porque no se pretende derrocar a Gadafi, sino proteger a los civiles y abrir pasillos humantarios.
Los autores del relato. Medios gubernamentales occidentales antes de los ataques. Algunas ongs. Activistas libios y árabes.
Puntos débiles. Imposible constatación de los crímenes de Gadafi. Las protestas no enfrentaron a las masas con fuerzas represivas, como en Egipto o Túnez, sino que de las protestas pacíficas se pasó casi de inmediato a los combates. ¿Por qué esa intervención selectiva? ¿Por qué en Libia y no en Baréin, Yemen o Siria? ¿Por qué no en Costa de Marfil, el lugar donde más peligro hay de que se desate una carnicería? No es una intervención quirúrgica, sino el desarrollo de operaciones a gran escala.
La guerra legal, legítima y limitada
Hoy es el relato dominante, pero sus autores ya empiezan a corregirlo para pasar a una más amplia implicación.
El relato. La exclusión aérea, el bloqueo naval y el ataque a la artillería y blindados de Gadafi son acciones de guerra. Pero esta guerra no es la guerra de Irak. Es una guerra limitada ylegal (resolución 1973), legítima (pretende proteger a los civiles), limitada y oporturna (porque ha evitado que la toma de Bengasi desencadenara la venganza sanguinaria de Gadafi). No se pretende derrocar a Gadafi. Los libios tienen que decidir libremente su futuro y esta guerra limitada es la mejor ayuda. Además de la legalidad de la ONU, la intervención reúne un amplio consenso internacional, con la presencia de países árabes en la coalición.
Puntos débiles. Los mismos de la intervención humanitaria. Se recuerda por sus críticos que los mismos que anatematizan hoy a Gadafi ayer le abrazaron y le vendieron las armas que usa contra su pueblos. La objección más importante es que las operaciones ya rebasan los límites de la resolución de la ONU. No se ataca sólo a concentraciones que disparan contra ciudades, sino que la aviación de la coalición se ha convertido en la punta de lanza de los rebeldes, con el empleo por parte de Estados Unidos de sus bombarderos más potentes. Como ni siquiera así los rebeldes son capaces de darle la vuelta a la guerra, la coalición habla ya abiertamente de armar a los insurgentes. La presencia de países árabes en la coalición se limita a Catar y a Emiratos Árabes Unidos, dos países que mediante el Consejo de Cooperación del Golfo han intervenido en Baréin para reprimir las protestas. Por su parte, los «realistas» advierten que la falta de unos objetivos claros en cualquier intervención militar lleva al fracaso.
Los autores del relato. L0s estados mayores mediáticos de los países intervinientes y los medios dominantes. En los países europeos los medios han asumido sin demasiadas críticas la posición de sus gobiernos. En Estados Unidos, se percibe que sus intereses estratégicos no están en juego y los medios más conservadores aprovechan para poner en cuestión la nueva doctrina multilateralista de Obama (Estados Unidos no puede ser el policía del mundo, pero tiene que movilizar al mayor número posible de países para ejercer la «responsabilidad de proteger» allí donde sea factible).
Puntos débiles. La intervención se ha realizado conforme a intereses electoralistas, especialmente de Sarkozy. Los rebeldes también han podido cometer crímenes de guerra y pueden abrir la puerta a Al Qaeda. Se están sobrepasando los límites de la resolución 1973 con ataques indiscriminados contra las fuerza de Gadafi. La operación camina a un apoyo a los rebeldes con armas y asistencia, que violaría la resolución. La coalición parece dispuesta a seguir adelante sin una nueva resolución, haciendo una interpretación abusiva de la 1973. La guerra puede convertirse en un nuevo Irak o Afganistán, desestabilizando todo el Sahel.
No existe la guerra justa
El relato. Ninguna guerra puede imponer los derechos humanos y la democracia. La guerra no trae sino más males. En los bombardeos pueden estar muriendo más civiles. Además, las bombas y misiles llevan uranio empobrecido que causará cáncer y enfermedades entre los libios. Hay que hablar y negociar para lograr un acuerdo que salvaguarde los derechos de todos.
Los autores. Aunque hay una corriente profunda pacifista en opiniones públicas como la española, sólo algunos intelectuales han defendido esta postura, como Federico Mayor Zaragoza.
Puntos débiles. Es imposible dialogar con Gadafi. La inacción sólo conduce al genocidio, como en Sarajevo, Srebrenica o Ruanda.
La guerra imperialista
El relato. Esta es una guerra más por el petróleo. No ha existido una revuelta popular por la democracia, como en Túnez o Egipto, sino una pelea por los beneficios del petróleo. Gadafi planeaba nacionalizar el petróleo y repartir sus beneficios entre todos los libios, a lo que se opuso la Asamblea Popular y ha llevado a un intento de golpe fallido por parte de una burocracia privilegiada opuesta a este reparto igualitario. Los gobiernos occidentales han lanzado la guerra para que sus compañías se apropien del petróleo y lo presentan como una acción humanitaria. Las televisiones nos lavan el cerebro (Julia Anguita). Gadafi no era sino un pelele de los intereses occidentales, que ahora prescinden de él. Gadafi era el carcelero de los africanos que intentaban entrar en la Unión Europea.
Los autores. Izquierda Unida y los movimientos alternativos. Es dominante en estos ámbitos. Chávez y Daniel Ortega («los enemigos de mis enemigos son mis amigos», «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar»)
Puntos débiles. Nueva versión de la teoría conspirativa. Parece ignorar que las compañías petrolíferas ya hacían magníficos negocios en Libia. Ignora la necesidad de proteger a los civiles. Cierran los ojos al baño de sangre que podría llevar a cabo Gadafi (sintomático su comparación con Franco y la entrada «liberadora» en Madrid). Subestima a los anhelos de dignidad que expresa la revuelta. Supone rechazar todo el desarrollo reciente del derecho humanitario.
((A los que habéis llegado hasta el final de este larga entrada, demasiado extensa, gracias. Me gustaría retomar los comentarios sobre «metaperiodismo», pero no puedo sustraerme a comentar estos cambios históricos.))
viernes, 01 Abr 11 a las 6:28 pm
Durante años, cuando tenía que optar como enviado a zonas de conflicto, como periodista, procuraba repartir las fórmulas de la manera más equilibrada que podía. Es imposible, pero hay que intentarlo. Todas las fórmulas de todos los bandos. En el interior de las grandes redacciones, en estos casos, es una pelea que ignoran los críticos del exterior, los que ven conspiraciones en cualquier partido de Segunda B.
«Terrorismo de masas», «indiferencia internacional», «mafias políticas», «bandidaje», «lucha contra la insurgencia», «lucha antiterrorista», «grupo señalado como rebelde por A y como terrorista por B», «represión», «doble terror» (en Argelia se enfadaban mucho cada vez que me oían y tomaban represalias diversas), «intervención militar», «bombardeo que se pretende inteligente», «discriminación de objetivos del castigo aéreo» y «ataque aéreo» sin más. No siempre estaría acertado, ni equilibrado, pero creo que los periodistas estamos obligados a esforzarnos para buscar el equilibrio. La objetividad total es una utopía difícil o, sencillamente, imposible. Como ciudadano, si me manifiesto, abandono esa autocontención que tanto trabajo da.
Suce que ante las intervenciones bélicas de unos u otros, muchos de los críticos de los medios de comunicación son los menos críticos del universo. No hacen ningún esfuerzo de distancia mental consigo mismos, ni con su opción política. Tienen su meta decidida. Anguita, de quien se ofrece una muestra, es un viejo maestro que parece explicar bien, que se expresa con ímpetu, pero que frecuentemente tiene sólo la apariencia del buen pedagogo: cuenta cinco partes medianamente verdaderas, donde estamos inevitablemente de acuerdo con él, y después incita a mantener un espíritu crítico, ¿cómo no estar de acuerdo hasta ahí? Pero a continuación lleva a cabo su «análisis» hacia un terreno ya minado intelectualmente. Si alguien dijera en ese lugar lo contrario, sería -como poco- insultado y abucheado.
Recuerdo al difunto Pepe Comas (de El País) sonreir en el Ateneo madrileño, tras relatar meticulosamente y de modo muy preciso lo que sucedía en Kosovo. Sonreía por la ola de insultos que recibió a continuación por contradecir lo que estaban dispuestos a aceptar quienes le escuchaban. «Asalariado de la CIA, te vamos a partir la boca», fue lo más ligero que recibimos (yo también). Aquellos tipos no estaban allí para análisis, ni para obtener información, sino para confirmar lo que ya habían decidido pensar. Yo dije que era un periodista que había pasado un tiempo en Kosovo, pero tuve que añadir que de pequeño me enseñaron a defenderme. Las amenazas arreciaron y varios se levantaron dispuestos a llegar hasta la mesa. No se movieron del pasillo. Pepe dijo algo parecido y se mostró muy divertido con el embrollo. Se reía a las claras de aquellos energúmenos. Por prudencia, hubo que salir entre afines. Un amigo ex yugoslavo, entonces un refugiado de aquellas guerras balcánicas, estaba presente y se disculpó en privado porque había tenido miedo a alzar la voz en defensa de nuestras intervenciones. Desde entonces creo que cuando se bombardea sobre lo ya bombardeado, el resultado -conceptual o militar- puede ser inútil o lleno de lugares comunes sin interés. Un desperdicio de energía contraproducente de resultado final cero. PACO AUDIJE
jueves, 30 Jun 11 a las 7:07 pm
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jueves, 15 Sep 11 a las 12:37 pm
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