F1 en Bahréin, un caso de globalización


Reuters

Los aficionados al automovilismo ponen a punto las más cómodos sillones para no perderse nada de su querido espectáculo. Pero ¡ay! están muy preocupados por si algunos inoportunos manifestantes les estropean la fiesta.

¿Qué pintan los bólidos de Fórmula 1 en ese pequeño estado que la mayoría será incapaz de situar en el mapa? ¿Qué pasa en Bahréin para que haya disturbios y protestas?

La F1 en Bahréin es un caso de libro de globalización, en el que entra en juego el espectáculo, los derechos humanos y la geoestrategia.

LA FALLIDA REVOLUCIÓN DE BAHRÉIN

Bahréin fue un episodio fallido en la Primaver Árabe. En la estela de los acontecimientos de Túnez y Egipto la mayoría chií ocupó la Plaza de la Perla exigiendo reformas democráticas y un tratamiento equitativo. Los chiíes son dos tercios del millón de habitantes de esta minúscula isla estado gobernada por el clan sunní de los Jalifas, pero se sienten excluidos del poder y discriminados en acceso a trabajo, vivienda y otros servicios.

Las protestas pusieron en jaque al gobierno del rey Hamad y el país al borde la revolución, hasta el punto de que se produjo una intervención militar de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes Unidos. La intervención de la «Santa Alianza Sunní» sin que se produjera una masacre en la Plaza de la Perla, pero desde entonces se ha desarrollado una inclemente represión, con encarcelamientos y torturas y juicios que incluyeron hasta el personal médico que auxilió a los heridos por la represión.

Un año después, los movimientos chíes se han reorganizado y no quieren perder la oportunidad de la televisión global para hacer llegar su causa al mundo.

LOS INTERESES ESTRATÉGICOS

Bahréin es una pequeña isla entre la costa sureste de Arabia Saudí y la península de Catar. Con una importante producción de petróleo para tan pequeño país y, sobre todo, ingentes reservas de gas, Bahérein se ha convertido en un centro bancario y pretende atraer el turismo de lujo.

La revuelta en Bahréin alentaba las protestas de las minorías chiíes en Arabia Saudí, algo que no podía consentir la teocracia de Riad. Todos estos acontecimientos se enmarcan en la pugna entre Arabia Saudí e Irán por controla la orilla occidental del Golfo Pérsico, donde se producen y circulan los barriles de petróleo que Estados Unidos y Europa consumen. Un gobierno democrático en Bahréin se veía en Riad y ¿Washington? como la cabeza de playa de Irán en Arabia.

Estados Unidos tiene en Manama la base más importante en la zona, hogar de la V Flota. Con la retirada de Estados Unidos de Irak, Manama se convierte en una pieza central de la estrategia norteamericana, como ponía de manifiesto el pasado año el conservados instituto estratégico Stratfor.

EL CIRCO DE LA FÓRMULA 1

Ni que decir tiene que  Bahréin no tenía ninguna tradición automovilística, pero el circo de Ecclestone era perfecto para el proyecto de reorientar al país hacia el turismo de lujo.

Es fácil construir un circuito en el desierto y basta con aportar 30 millones de dólares para que las escuderías se plieguen a correr allí, si es necesario de noche y con iluminación para evitar el calor.

El circo (corredores, aficionados, medios) se mueve en su propia burbuja esteril y desconectada del mundo real. La Fórmula 1 se ha convertido en uno de los grandes acontecimientos mediáticos globales y los derechos de televisión se cuentan entre los más cotizados.

NO ES LA SEGURIDAD, SON LOS DERECHOS HUMANOS

Parece que los corredores están preocupados por su seguridad, mientras que el gobierno y los organizadores insisten en que todo funcionará perfectamente.

La cuestión no es esa. La pregunta que debiera de hacerse la Fórmula 1 –como bien señala Rupert Wingfield-Hayes en la BBC– es si legítimo celebrar las pruebas en Bahréin.

El gobierno ha hecho la promesa de una serie de reformas democráticas, que quería vender al mundo aprovechando la F1. Pero eso no le ha impedido seguir con su campaña de represión, denunciada por las organizaciones locales e internacionales de derechos humanos.

Si el gobierno de Bahréin quiere aprovechar el acontcimiento global de la F1, Amnistía Internacional tampoco quiere dejar pasar la oprtunidad y nos invita a participar en su acción «Las dos caras deBahréin» pidiendo la liberación de 14 activistas de los derechos humanos.

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Más sobre Georgia: táctica, estrategia y propaganda


Recojo aquí algunos análisis sobre las causas y consecuencias del conflicto en Georgia.

Carlos Taibo coquetea con las teorías conspiratorias. Su tesis es que, igual que Sadam Hussein, Shakkasvili fue empujado por la CIA a su fracasada aventura para forzar la tensión con Rusia, lo que distraería de los fracasos de la Administración Bush y perjudicaría a Obama, con una imagen menos adecuada para los tiempos duros. Tiene razón Taibo que la acción georgiana no podría haberse realizado sin el consentimiento, al menos tácito, de Estados Unidos.

Open Democracy dedica una decena de análisis al conflicto. El especialista búlgaro Ivan Krastev habla de la trampa de la gran potencia. Su tesis es que la victoria táctica de Rusia es, en realidad, una fracaso estratégico. Con su intervención, Rusia ha hecho manifiesta la teoría estratégica de Putin, que no es otra que la de la Rusia zarista del s. XIX. Rusia ha mostrado su poder, pero ese poder no hace más que repeler a sus vecinos. Rusia ha perdido atractivo o «soft power» y se arriesga a un aislamiento internacional. Krastev también insiste en que la CIA informó al presidente georgiano de que los rusos no atacarían Georgia (¿chapuza o conspiración?). La verdad es que todo el argumento del análisis puede resumirse en la cita final de George Kennan (el teórico de la guerra fría): «Rusia no puede tener en su fronteras más que vasallos o enemigos». El rápido acuerdo de Estados Unidos con Polonia para la instalación del sistema antimisiles y la reacción de la OTAN que sigue apostando por el ingreso de Georgia avalarían, por el momento, esa tesis de fracaso estratégico.

Otra visión, también en Open Democracy, es la del experto en lengua adjasia, George Hewitt, quien sostiene que el conflicto sólo se podrá resolver contando con osetios y adjasios. Hewitt defiende la identidad propia de ambos territorios y su forzada integración a Georgia, primero por el régimen menchevique de los años 20, y luego por Stalin. Interesante la observación de que la mayoría de los refugiados georgianos son tratados con descuido por las autoridades por ser de la provincia de Mingrelia.

The Economist coincide en la tesis de que, a la larga, a la operación será un fracaso estratégico para Rusia.

Y, por último, el resumen que la Columbia Journalism Review realiza de los blogs de los periodistas rusos que han acudido a Osetia del Sur. Sus relatos, vídeos y fotografías testimonian el alto grado destrucción de la capital de Osetia del Sur. Human Rights Watch redujo el número de muertos denunciados por los rusos de miles a centenarares, pero, en cualquier caso, este fue alto y la destrucción importante. Y todo ello, 16 horas antes de la intervención rusa. Los blogs de los periodistas rusos, sin desprenderse de una visión nacional, han sido una voz valiosa para neutralizar la propaganda de unos y otros.

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