Obama da una victoria a la impunidad


Obama ha dado una gran victoria a la impunidad al renunciar a juzgar a los agentes de la CIA que torturaron y a los ideólogos y leguleyos que buscaron los pretextos legales. La mal entendida razón de Estado ha triunfado.

Los memorandos legales se han revelado en última instancia, cuando un tribunal iba a exigir su publicación, conforme la Information Act. La CIA, esa institución de las tinieblas, ha prevalecido. ¿Cómo permitir que algunos de sus agentes fuera a ser juzgado?

En realidad lo que ha hecho Obama es dar por buena la doctrina de la obediencia debida. España y Argentina han expulsado de sus legislaciones -con no poco dolor y sangre- a esa institución de la impunidad.

El presidente que pretende cerrar Guantánamo dice que hay que mirar al futuro, no al pasado. En Chile, Argentina o Sudáfrica saben que no hay futuro si no se exponen y se cauterizan las heridas del pasado. En España todavía penden sobre nuestro futuro las violaciones de los derechos humanos de hace siete décadas. En Perú, con la condena de Fujimori, el estado de derecho ha vencido a la impunidad.

Actualizo esta entrada (2-05-09) con la referencia al Informe de Amnistía Internacional Mensajes Contradictorios y el vídeo correspondiente de la Ong. En esencia, AI denuncia que los cambios han sido más simbólicos que sustanciales.

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Trampas para (inexpertos) presidentes demócratas


Barack Obama es virtual candidato demócrata a la Casa Blanca. John McCain es un buen candidato republicano, con una trayectoria de independencia que le aleja -a pesar de defender la permanencia en Irak- del cliché de «tercera presidencia Bush», que le atribuye Obama. La contienda final será dura y resulta aventurado pronosticar un vencedor, por mucho que las encuestas den ventaja al candidato demócrata.

La ola de entusiasmo que levanta Obama recuerda la que llevó a John F. Kennedy a la presidencia. Mientras el joven aspirante demócrata peleaba con el corrosivo Nixon, entonces vicepresidente de Eisenhower, el stablishment trabajaba para dejar las cosas atadas y bien atadas. La CIA preparaba la invasión de Cuba. Llegado el momento, el nuevo presidente no tuvo casi otra opción que la de autorizar la operación de Bahía Cochinos (Playa Girón para los cubanos), mal preparado y peor ejecutada. El régimen de Castro se alineó con Moscú. Un Kennedy, ya menos bisoño, tuvo que lidiar con la crisis de los misiles. Los grupos cubanos movieron los hilos de la conspiración que terminó con el asesinato de Kennedy.

Jimmy Carter también suscitó grandes esperanzas. Su política de exigir el respeto de los derechos humanos en las relaciones exteriores permitió, por ejemplo, que los sandinistas pudieran derrocar al tirano Somoza. Pero la Unión Soviética invadió Afganistán y Carter cayó en la trampa. Washington promovió a los mujaidines, los guerreros de Alá, presentados como luchadores por la libertad. En el humus creado por los servicios secretos creció Bin Laden. Aquellos mujaidines son hoy los señores de la guerra.

Obama ofrece hablar con todos, hasta con aquellos que Bush etiquetó como eje del mal. Para Irán, unas conversaciones directas y abierta con Estados Unidos ya serían un logro estratégico. Pero el presidente Ahmedinejad puede sentir la tentación de, tras hacerse la foto, impedir cualquier avance, que le debilitaría mientras fortalecería a sus enemigos moderados. Por si acaso, el primer ministro israelí Olmert y sus ministros de exteriores y transporte amenazan con atacar las instalaciones nucleares iraníes. No es una amenaza como para tomársela a broma -ayer viernes 6 de junio las declaraciones del ministro de transportes, Saul Mofaz, dispararon (más todavía) el precio del petróleo- aunque haya que encuadrarla en la lucha por el liderazgo del partido Kadima. Lo que está claro es que Israel no puede dar ese paso sin la aprobación de la administración Bush. Sería el último servicio de Bush a la causa del caos. El bombardeo generaría una onda expansiva que demolería todos los equlibrios de Oriente Próximo. Irán intentaría cerrar el estrecho de Ormuz y el crudo se podría a ¿200 dólares?. La trampa se cerraría y Obama, envuelto en la bandera, enterraría su oferta de diálogo.

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