El mundo está lleno de lugares peligrosos. Lugares en condiciones ambientales o sociales muy difíciles; lugares donde el hombre es un lobo para el hombre y la vida de un ser humano no vale nada.
Sólo algunos de estos lugares son noticia y muy pocos son protagonistas de la información global. Dos puntos calientes son hoy escenario de acontecimientos globales, Japón y Libia. Y cómo es lógico, allí están los periodistas para contarnos lo que pasa, periodistas locales, corresponsales y enviados especiales.
Por el momento, Libia es mucho más peligroso para los periodistas que Japón. Gadafi ha detenido, encarcelado y maltratado a varios periodistas internacionales, y sus fuerzas emboscaron a un equipo de Al Jazira y mataron a uno de sus periodistas.
En estos momentos se da la batalla por la estratégica ciudad de Abdabiya. Si las tropas de Gadafi toman este nudo de comunicaciones podrían avanzar por la carretera del desierto hasta la frontera con Egipto y dejar en una bolsa a Tobruk y Bengasi. La mayor parte de la prensa internacional ha abandonado ya Bengasi y ahora está basada en Tobruk, desde donde hace incursiones informativas hacia Bengasi, hasta hace unos días un asentamiento seguro para la tribu periodística. Si Tobruk cayera es posible que bastantes periodistas no pudiera cruzar a Egipto, pero tal cosa parece improbable porque los leales a Gadafi tampoco avanzar tan rápido como si se tratara del «blitzkrieg» alemán y lo más probable es que la mayoría pudiera ponerse a salvo.
En Japón, la amenaza es más difusa.La exposición a la contaminación nuclear, hasta ahora, mientras no se entre en la zona de exclusión en torno a Fukishima, no pone en grave peligro la vida ni la salud, pero su evolución resulta imprevisible.
La obligación de los periodistas es estar en Japón y en Libia y contarlo, pero sin correr más riesgos que los que sean razonables. Ya sé que es imposible establecer el límite, pero, desde luego no vale la pena jugarse la vida por el Pulitzer. Hay que pararse en el límite del «territorio comanche» -Evaristo Canet dixit. Pero hay que estar en lugares como el Sarajevo asediado.
En cualquier caso, los periodistas extranjeros corren menos riesgos que los locales y que los fixers (los ojos y los oídos del extranjero) que los han auxiliado. El extranjero puede ser respetado como emisario o pieza de cambio; estar protegido (hasta cierto punto) por su país; en cualquier caso, siempre le queda coger el último avión. Al local no y especialmente el fixer puede ser perseguido por colaboracionista con el extranjero (recuérdese los Gritos del Silencio).
La de periodista es una profesión peligrosa. Cada año, las estadísticas reflejan medio centenar de profesionales muertos en misión informativa. Pero no se dice lo suficiente que la mayoría son freenlance locales, casi siempre fotoperiodistas o videoperiodistas.
Las verdaderos héroes no ganan nunca el Pulitzer. Son los que en su comunidad denuncian cada día, sin brillo ni glamour, los abusos de los poderosos. Son perseguidos y algunos abandonan. Otros perseveran hasta que son asesinados. Fue el caso del colombiano Pedro Cárdenas, asesinado después de ser uno de los protagonistas del En Portada «Madito Oficio». Para él y para tantos anónimos periodistas, mi homenaje.
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sábado, 22 Oct 11 a las 10:41 am
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miércoles, 21 Dic 11 a las 1:59 pm
[…] es eliminar a un testigo esencial y amenazar el derecho de todos a la información. Fuentes: https://periodismoglobal.com/2011/03/16/periodistas-en-peligro/ Reporteros Sin Fronteras Oficina de Drechos Hmanos del Periodista (OFIP) Share […]