Del «Nunca más» de 1945,80años después de la II Guerra Mundial volvemos al «otra vez»


Niños en Gaza esperando llenar cacharros con alimentos. Israel ja impuesto un bloqueo a los suministros alimentarios y de agua, que recuerda a los cercos medievales. que está teniendo efectos letales. Foto tomada de la página de Naciones Unidas.

Después del horror de la Segunda Guerra Mundial -que para Anthony Beevor no ha terminado todavía– con 85 millones de muertos, más víctimas civiles que contendientes y el genocidio nazi contra los judíos, la Humanidad dijo «nunca más» y lo primero que hizo fue dotarse de un organismo internacional, las Naciones Unidas, para solventar los conflictos, que se pretendía más eficaz que la fallida Sociedad de Naciones del período de entreguerras.

Se puede hacer un balance negativo de la ONU como mecanismo efectivo para el mantenimiento de la paz; pero no hay que olvidar que esa protección de la paz se encomendó al Consejo de Seguridad, donde los vencedores de la II Guerra Mundial tienen derecho de veto y que durante toda la guerra fría manipularon según sus intereses. Lo más importante es la estructura de organismo internacionales (desde el Tribunal Internacional de Justicia hasta una multitud de organizaciones especializadas) para una gobernanza multilateral del mundo. Un principio esencial para defender la paz es el respeto de las fronteras internacionales.

En 1948, la Asamblea de la ONU encargó a un comisión la elaboración de una declaración universal de derechos humanos. En este proceso tuvieron gran protagonismo Eleanor Roosvelt, el jurista francés René Cassin y el filósofo chino Peng-chun Chang. La declaración fue aprobada por la Asamblea General el 8 de diciembre de 1948, desde entonces el día universal de los derechos humanos.

Se optó por un texto general, sobre todo declarativo de los derechos civiles y políticos de primera generación («derechos de») confiando su efectividad a la consecución de tratados y convenios vinculantes (por ejemplo, la Convención de Derechos Civiles y Políticos o el Convenio de los Derechos Sociales y Económicos). Una declaración genérica en la que se pudieran reconocer todas las culturas.

Además del avance en los derechos y en la gobernanza multilateral, la civilización avanzó el pasado siglo n procesos de integración, el más importante el que ha construido la UE. Se trata de, en lugar de guerrear, poner prosperidad en común. La UE se ha dotado de una Carta de derechos.

Antes y sin compromisos económicos, la mayor parte de los países europeos democráticos se unieron en el Consejo de Europa con su Convenio de derechos civiles y su tribunal, sito en Estrasburgo, que ha logrado una alineación de las legislaciones de los miembros con los derechos humanos.

Desde 1948 la humanidad ha avanzado en el desarrollo de los derechos humamos en medio de retrocesos. Ha habido procesos de descolonización criminales (India-Pakistán); guerras en las que se pisotearon los derechos humanos (Vietnam), genocidios desatados por intervenciones imperialistas y fanatismo ideológico (Camboya); negando la violación de los derechos haciendo desparecer a las víctimas (Cono Sur); limpiezas étnicas (Bosnia y genocidio de Ruanda). Como dice el tango Siglo XX cambalache….y asesino.

Durante toda la guerra fría pesaba sobre la humanidad la posibilidad del exterminio por la armas atómicas; su posesión estaba desde 1970 restringido por el Tratado de No Proliferación, pero en realidad la mayor garantía era el principio de destrucción mutua asegurada

Las gravísimas violaciones de los derechos humanos del Cono Sur, impulsó la declaración en muchos países la asunción del principio de jurisdicción universal. Así en España, se pudo poner en marcha el proceso contra Pinochet, que si no llegó a término demostró que los antiguos jefes de estado ya no eran inmunes por sus anteriores violaciones de los derechos humanos (recomiendo Calle 38 de Phillipe Sands). Lamentablemente España ha eliminado parcialmente este principio.

En medio de esta serie de horrores se produjeron avances sustanciales a partir de los noventa. El más importante la creación del Tribunal Penal Internacional, por la Carta de Roma de 2024 para perseguir los delitos de guerra, lesa humanidad y genocidio. La Carta de Roma y las decisiones del Tribunal solo vinculan a los estados parte del tratado, Estados Unidos, China Rusia e Israel no lo son.

Parece que el TPI es un organismo limitado pero detuvo y juzgó a uno de los carniceros de Bosnia, el general serbio Mladic; el inspirador de la limpieza étnica Milosevic se suicidó antes de ser juzgado; también fueron jugados varios dirigentes croatas que al volver a Croacia fueron recibidos como héroes; pero es cierto que la mayoría de los imputados son ex dirigentes africanos, por eso algunos acusan al TPI de tribunal colonialista.

Polémico ha sido también el principio de «responsabilidad de proteger». Ante la retransmisión en directo de los crímenes perpetrados en Ruanda, Bosnia o Kosovo muchos reclamaban una intervención internacional que pusiera fin a las masacres. Prácticamente la única vez que se ha aplicado ha sido para derrocar a Gadafi, desestructurando el estado libio, con graves consecuencias que soportan todavía los libios y sus vecinos del norte del Mediterráneo.

Otro logro fue el Tratado de Prohibición de minas antipersonales de 1997, cuyo punto más débil es que los mayores fabricantes no se adhirieron a él y por tanto no están vinculados.

Como se ve desde 1945 se ha avanzado con retrocesos, pero en general con avances en materia de derechos humanos y logros civilizatorios.

Por qué digo que en 2025 estamos otra vez en lo mismo:

  • Violaciones personales de los derechos más básicos, en nombre de la seguridad. Con el espectáculo diario de Trump ya no nos acordamos de Bush y su War on Terror; los vuelos de la CIA, los desaparecidos, las cárceles secretas, Guantánamo, Abu-Ghraib. Violaciones gravísimas de los derechos personales y de todos los principios del Derecho, acuñados desde la Ilustración.
  • Si las fronteras no se respetan el mundo es un polvorín; Europa central es un puzle con infinidad de reivindicaciones territoriales; y no digamos África.
  • Los derechos humanos ya no se reconocen como universales. China y otras autocracias los presentan como un invento colonialista para intervenir en su política.
  • La destrucción del Estado social y democrático de Derecho ha propiciado el crecimiento del neofascismo en toda Europa que pone la identidad por delante de los derechos; además de los efectos para la democracia en cada país, la construcción europea se ve en riesgo.
  • Los derechos ya no se aplican igual a todos los humanos. A los inmigrantes se les niega la dignidad y conquistas como el debido proceso y son tratados como delincuentes sin juicio ni condena.
  • Por primera vez desde 1945, un Estado(Rusia) amenaza con usar bombas atómicas si su soberanía se ve amenazada, sin necesidad de que sea previsible un ataque nuclear.
  • Y lo más grave, delante de nuestros ojos se desarrolla el genocidio de Gaza. El gobierno de Netanyahu extermina a los palestinos y no solo usa armas de última generación suministradas por EEUU y otros países occidentales, cómplices del genocidio; además usa armas medievales como la hambruna y mueve a la población a enclaves sucesivos, como los nazis hicieron en los guetos judíos. El objetivo final es la total limpieza étnica total y quedarse primero con Gaza y luego con Cisjordania. Todo está justificado para exterminar a el Amalaec palestino y construir un estado tecnológico-religioso sobre la Tierra Santa que Yahvé entregó a los hebreos. El genocidio es una consecuencia obligada ya próximo a la solución final.
  • ¿Qué podemos hacer? Protestar activamente contra el genocidio y oponernos activamente al neofascismo creciente,

Guerra y paz


El Roto nos advierte del juicio sectario sobre la guerra

He estado ausente del blog por razones de salud durante bastante tiempo. Intento volver al blog dentro de mi proceso de recuperación.

La guerra es la mayor catástrofe que puede poner en marcha el hombre. El ser humano tiene un cerebro reptiliano, dispuesto a todo para defender su espacio. Esta es una de las primeras causas de las guerras, la lucha entre potencias para defender un territorio. Otra es defender una determinada identidad, creencias, ideologías, normalmente ligadas a unos intereses materiales. Normalmente ahí está la fuente de las guerras civiles, dentro de un país o unidad estatal o soberana. La lucha entre potencias soberanas da lugar a las guerras internacionales. La guerra lleva consigo muerte y destrucción material y la suspensión de las normas humanitarias.

Terminar con las guerras y los conflictos violentos parece imposible. Las religiones apuestan por el cambio personal («buenos y benéficos» como en la Constitución de Cádiz). El cristianismo apuesta por el amor y la compasión; el budismo por la contemplación. En los países por los tribunales y los parlamentos.

Internacionalmente por organizaciones de seguridad. Primero la Sociedad de Naciones, luego la ONU, lastrada por el derecho de veto de las grandes potencias en el Consejo de Seguridad, su órgano ejecutivo. Por Tribunales internacionales, el Tribunal de la Haya (para dirimir conflictos ente estados) y el Tribunal Penal Internacional (para perseguir crimines de guerra y contra la humanidad). Y organizaciones interestatales o confederales para compartir intereses (UE).

La disuasión militar y el derecho de defensa

¿Cómo no estar contra la guerra. los ejércitos y las armas? ¿Cómo defenderse de las amenazas contra nuestros estados y modos de vida? La respuesta tradicional es reforzar la defensa militar?

Europa ahora está amenazada por una Rusia que no reconoce las fronteras internacionales y se dice dispuesta a utilizar las armas nucleares y se presenta como campeona de los valores tradicionales y autoritarios.

Contar con un ejército poderoso siempre ha sido una disuasión contra las amenazas externas ha sido siempre una garantía frente a amenazas externas.

Durante la guerra fría, al contar los dos bloques con armas nucleares, la posibilidad de un ataque nuclear era imposible porque garantizaba la destrucción mutua (destrucción mutua asegurada). Ahora Putin, amenaza con el uso táctico de armas nucleares, pensando que no sería atacado con armas nucleares

Gran parte de la prosperidad europea se debe a haber delegado su defensa en la OTAN , la producción industrial en las fábricas baratas de China y la energía en el gas barato de Rusia. La pandemia y la guerra de Ucrania han demostrado que la UE tiene que tener una autonomía estratégica industrial y militar

Así que tiene que sustituir el gas ruso por energía verde producida en Europa y traer de nuevo producciones externalizadas en China. Si gana Trump la OTAN puede quedar herida de muerte. En lo militar, coordinar sus ejércitos, entre todos con el mayor presupuesto militar después de EEUU. No se trata de subir el gasto hasta el 2% para comprar más armas a EEUU, sino de crear una doctrina militar conjunta y un cuartel general conjunto, que pueda movilizar fuerzas de distintos países

La crisis y el carrusel de la Asamblea General de la ONU


Cada año en la tercera semana de septiembre los neoyorquinos ven con resignación como las medidas de seguridad se acentúan cerca de los grandes hoteles y las calles y avenidas próximas al edificio de Naciones Unidas se cortan para dejar paso a las comitivas de los poderosos. Llega la Asamblea General, el único foro en el que todos los mandatarios del mundo pueden encontrarse y hablar al mismo nivel, con el mismo tiempo asignado. Lamentablemente, ese único órgano deliberativo común a toda la humanidad se ha convertido en un verdadero diálogo de sordos. Cada cual vende su producto sin ningún ánimo de diálogo y mucho menos de debate y lo vende más para su propia opinión pública -con la ayuda inestimable de sus medios nacionales- que para discutir los grandes problemas comunes. El presidente de Estados Unidos suele presentar la política planetaria de la superpotencia con todos los asientos llenos. El resto de los discursos son seguidos con menor o mayor expectación según el poder y la influencia del que habla. Las delegaciones escuchan los discursos de los amigos y los enemigos y se ausentan cuando no hablan ni unos ni otros. De vez en cuando Chávez con su encendida retórica criolla anima el cotarro.

Hace tres años la Asamblea vino precedida de una Cumbre Mundial. Lo más importante que salió de ella fue la aceptación del principio de la obligación de proteger. Sin embargo, quedaron en nada las promesas de hacer más eficaz los mecanismos de la ONU y, sobre todo, de reformar su estructura de poder, con una representación en el Consejo de Seguridad que recoja el peso creciente de las potencias emergentes. Este año, para evitar que cada cual coloque su disco rallado, la agenda de la Asamblea General recogía la revisión de los Objetivos del Milenio. De la reunión, en el mejor de los casos surgirá la renovación de un compromiso que ya parece imposible de cumplir en 2015, porque año tras año, los estados incumplen esos compromisos hipócritamente asumidos.

Pero la crisis financiera -¿farsa o tragedia?- se desarrolla al otro extremo de Manhattan, en Wall Street. Quiebran los bancos de negocios y los que quedan se convierten en comunes bancos comerciales y el Tesoro de Estados Unidos promete una intervención que puede llegar a un billón de dólares (o un trillón si utilizamos la denominación anglosajona) para aislar los «activos tóxicos» -lo que antes se llamaban «productos financieros creativos». (Por cierto vale la pena ver este vídeo de humor británico, brillante y esclaredor, que conozco por el blog de Miguel Ángel Idígoras).

Si para algún senador republicano todo esto no es más que «socialismo financiero»,  el economista Stiglitz pone las cosas en su punto y dice que lo que ha sucedido la semana pasada equivale para Wall Street a la caída de su particular Muro de Berlín; la semana en la que todo ha cambiado y han quebrado todos los dogmas neoliberales. Lógicamente, una crisis que es una crisis de sistema, no podía estar ajena a los discursos. Pero en la mayor parte de los casos no ha habido más que palabras vacías que demuestran, una vez más, la falta de visión de los líderes que gobiernan el mundo. Los más pobres han recordado que con la décima parte de lo ya gastado en salvar a las entidades hipotecarias se podría haber cubierto buena parte de los Objetivos del Milenio.

Y luego cada cual ha seguido con su rollo. He escuchado la última parte del discurso de Álvaro Uribe en el Canal 24 Horas de TVE. (Los discursos y ruedas de prensa puede seguirse en la webcast de Naciones Unidas). La página de la presidencia de Colombia resume justamente la parte del discurso que no he oído, en la que defiende los logros de su «política de seguridad democrática» y esgrime la disminución de los asesinatos de sindicalistas, que por las vías alternativas que nos llegan de Colombia siguen siendo casi diarios. (Curiosamente cuando busco el enlace a ese resumen ha desaparecido, y en su lugar se destaca el agradecimiento a Evo Morales por una admonición a las FARC). En la segunda parte, que sí he visto, Uribe ha comenzado diciendo que «tan importante como la crisis financiera es la crisis medioambiental». Y aquí se ha extendido en sus éxitos en la materia y ha puesto un ejemplo que, como poco, me parece desafortunado: las excelencias de la palma africana, un cultivo -ha dicho-que da sombra y protege el suelo. La realidad es que esta planta ajena sembrada por multinacionales coloniza miles de hectáreas de selva, por ejemplo en la región del Alto Atrato, destruyendo la diversidad biológica y todo ello previa expulsión de los campesinos por los paramilitares, por mucho que ya no se llamen así. ¡Cuánta hipocresia!.

Mientras los discursos siguen en la Primera Avenida con la calle 42, el mundo sigue girando. Nada será igual después de esta semana. ¿Dejará el neoliberalismo paso al neokeynesianismo?.