Uribe cuestionado por los académicos


Álvaro Uribe ha mantenido un duro debate con los académicos de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

El rector y varios de los profesores han cuestionado puntos esenciales de la trayectoria y política de Uribe, como la conexión de figuras de su gobierno con paras y narcos o medidas concretas, como ofrecer recompensas económicas a estudiantes para que se conviertan en confidentes policiales. Muy duro fue el rector con las invocaciones de Uribe al estado de opinión para justificar su reelección y ahí surgió un debate si ese estado de la opinión debe o no estar sobre el estado de derecho.

Sin entrar en el fondo, el debate indica un hartazgo de las clases intelectuales con Uribe y su pretensión de ser reelegido para un tercer mandato. Pero también muestra una sociedad civil viva y crítica, que lleva a otros espacios los debates esenciales que debieran de tener lugar en el parlamento. Y nos guste o no el personajes -y a mi no me gusta- el valor de Uribe a enfrentarse con un conjunto de interlocutores hostiles en un plano de igualdad.

El vídeo de este encuentro a cara de perro me lo ha hecho llegar Javier Saénz (blog Pepitorias, dedicado a la otra América), comprometido observador de Colombia.

Valdría la pena ya ver esta versión de dos televisiones colombianas, aunque no fuera más que por oir colombianismos tan jugosos como «puedo meterme en todas las candelas porque no tengo rabo de paja». Se pueden también ver otras versiones en vídeo o la noticia neutra de El Tiempo.

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Visiones de Colombia


¡Qué soberbia la de los periodistas que en tres días pretenden explicar un país! Yo en esta ocasión no he visitado Colombia como periodista, sino como universitario. No obstante, no me resisto a recoger las impresiones obtenidas en conversaciones con universitarios y periodistas.

Uribe. Es imposible que en una conversación no salga a relucir el presidente que llegó al poder denunciando la «politequería» y que está utilizando todos los trucos de la politiquería para modificar la Constitución y optar a un tercer mandato. He encontrado tres visiones de Uribe, los antiuribistas, los uribistas y los realistas.

Los uribistas aplauden la política de «seguridad democrática» y aceptan a pies juntilla todos los relatos que emanan desde el poder y entre ellos el de la maldad intrínseca de Chávez, el enemigo que quiere desestabilizar el país. El país es uribista-o al menos los que responden a las encuestas- porque un 64% apoyan su política, aunque esa tasa de popularidad que para si quisiera Obama está 20 puntos por debajo de su mayor nivel. Pero hasta los uribistas se quejan de los magros resultados económicos y en menor medida de la corrupción. A muchos no les gusta que el presidente se empeñe en la reelección.

Los antiuribistas le ven como el jefe del estado mafioso, terrorista y corrupto. Demagogia y manipulación de la opinión pública explican su popularidad. Uribe es para ellos la personificación del fracaso de Colombia, de su incapacidad para integrar a toda su población. Pero hasta los antiuribistas reconocen que ahora se puede transitar por las carreteras sin peligro.

Los realistas (¿cínicos?) reconocen su responsabilidad en la corrupción y en la violación de los derechos humanos, pero vienen a decir ¿y eso qué importa si vivimos más seguros?.

Reelección

La gran incógnita es si Uribe logrará ser reelegido. Ha mantenido formalmente la incógnita, pero nadie duda que si consigue que se apruebe la modificación de la Constitución que autoriza la reelección sucesiva , Uribe será candidato y candidato imbatible. Pero dos obstáculos se cruzan en esa carrera de éxito. El cansancio puede suponer una importante abstención en el referendum y no llegar a la mayoría de participación exigida. La otra es que no se pudieran cumplir los plazos. Los uribistas dicen que en tal caso desistiría; los antiuribistas que se inventaría un nuevo truco.

Colombia-Venezuela

Para unos el culpable es Uribe; para otros, Chávez. Los conocedores de la situación no descartan que pueda haber paramilitares en Venezuela, pero como puras bandas de delicuentes. Luis Pérez, corresponsal de TVE, da en su blog una versión más que ajustada. Como siempre, las víctimas son las poblaciones a un lado y otro de la raya,

FARC

Todos están de acuerdo, las FARC no son ya más que una narcoguerrilla, cruel y fuera de la realidad. A la gente le preocupa poco porque está circunscrita a áreas remotas. Pero también la mayoría piensa que puede pervivir decenas de años, tantos como pueda financiarse de la droga y reclutar a jóvenes campesinos abandonados por el Estado.

Rehenes

Los rehenes ya no cuentan. Uribe no aceptará la entrega de dos militares, uno de ellos el hijo de Gustavo Moncayo, el profesor que lleva dos años caminando por Colombia exigiendo al gobierno y la guerrilla la liberación de su hijo.

Medios

Los grupos mediáticos españoles están presentes en Colombia. PRISA en Caracol, la radio más importante y la segunda cadena de televisión. Planeta en El Tiempo, el diario más influyente y con mayor circulación. Sin duda sus  intereses empresariales en Colombia condiciona la línea editorial con respecto al país y su presidente de los medios de ambos grupos, con visiones, por otra parte tan opuestas en la política española, y tan coincidentes sobre Colombia.

Colombia: la eterna guerra sucia


Los medios españoles han recogido desde hace más de un mes las denuncias que llegan de Colombia del último de los horrores de la guerra sucia, eso que con un eufemismo se llama allá «falsos positivos». Como se sabe, se trata de los crímenes cometidos por el ejército y fuerzas de seguridad contra ciudadanos pobres e indefensos, secuestrados y asesinados lejos de sus pueblos para hacerlos pasar por guerrilleros y así obtener las recompensas establecidas en el marco de la política de seguridad democrática (otro eufemismo) de Uribe. Los hechos son de tal gravedad y tan notorios que el gobierno no ha tenido más remedio que destituir a 13 militares y el comandante del ejército, general Montoya, ha tenido que dimitir.

En estas informaciones (valga por todas el informe bastante completo de Winston Manrique Sabogal en El País) se recoge siempre la postura oficial, que no es otra que la de atribuir los crímenes a errores y abusos en la aplicación de una política correcta, que ha colocado a Uribe en las más alta apreciación de todos los gobernantes de América Latina. Vamos, que el problema es de algunas «manzanas podridas»…

Estos crímenes son posibles porque la impunidad es la regla en Colombia, porque todos los presidentes se han plegado, si no alentado, las violaciones de los derechos humanos por los militares. Como en Abu Grhaib, los que abusaron lo hicieron porque el contexto general les invitaba a ello y justificaba sus acciones. El problema no es que un sargento asesine a un pobre parado para obtener un permiso, el problema es que la lógica del sistema le dice que es válido todo lo que aterrorice aún más al débil y al indefeso.

Quiero hacerme eco de esas voces colombianas acalladas por los grandes medios. En el último Madrid Sindical (CC.OO) (p.9) encuentro una entrevista con la senadora colombiana Gloria Inés Ramírez, que denuncia un plan de aniquilamiento del movimiento opositor y la persistencia de los paramitares, bajo las etiquetas de Águilas Negras o grupos emergentes. La senadora del Polo Democrático recuerda como Uribe se montó en la ola de la guerra contra el terror de Bush. «Cuando el gobierno habla del terrorismo -dice- pretende desconocer las causas del conflicto», que no serían otras que la exclusión económica, política y social de la gran mayoría. Acusa a Europa de legitimar la política de Uribe y al gobierno de Zapatero de haber perdido su actitud crítica. Para la senadora Ramírez Obama despierta esperanzas, porque ha dicho que pondrá en el centro de su política los derechos humanos.

En materia de derechos humanos, Obama habrá de pasar dos test inmediatos: el cierre de Guantánamo y la no ratificación del Tratado de Libre Comercio con Colombia, en tanto no haya cambios en el respeto de los derechos humanos.

La crisis y el carrusel de la Asamblea General de la ONU


Cada año en la tercera semana de septiembre los neoyorquinos ven con resignación como las medidas de seguridad se acentúan cerca de los grandes hoteles y las calles y avenidas próximas al edificio de Naciones Unidas se cortan para dejar paso a las comitivas de los poderosos. Llega la Asamblea General, el único foro en el que todos los mandatarios del mundo pueden encontrarse y hablar al mismo nivel, con el mismo tiempo asignado. Lamentablemente, ese único órgano deliberativo común a toda la humanidad se ha convertido en un verdadero diálogo de sordos. Cada cual vende su producto sin ningún ánimo de diálogo y mucho menos de debate y lo vende más para su propia opinión pública -con la ayuda inestimable de sus medios nacionales- que para discutir los grandes problemas comunes. El presidente de Estados Unidos suele presentar la política planetaria de la superpotencia con todos los asientos llenos. El resto de los discursos son seguidos con menor o mayor expectación según el poder y la influencia del que habla. Las delegaciones escuchan los discursos de los amigos y los enemigos y se ausentan cuando no hablan ni unos ni otros. De vez en cuando Chávez con su encendida retórica criolla anima el cotarro.

Hace tres años la Asamblea vino precedida de una Cumbre Mundial. Lo más importante que salió de ella fue la aceptación del principio de la obligación de proteger. Sin embargo, quedaron en nada las promesas de hacer más eficaz los mecanismos de la ONU y, sobre todo, de reformar su estructura de poder, con una representación en el Consejo de Seguridad que recoja el peso creciente de las potencias emergentes. Este año, para evitar que cada cual coloque su disco rallado, la agenda de la Asamblea General recogía la revisión de los Objetivos del Milenio. De la reunión, en el mejor de los casos surgirá la renovación de un compromiso que ya parece imposible de cumplir en 2015, porque año tras año, los estados incumplen esos compromisos hipócritamente asumidos.

Pero la crisis financiera -¿farsa o tragedia?- se desarrolla al otro extremo de Manhattan, en Wall Street. Quiebran los bancos de negocios y los que quedan se convierten en comunes bancos comerciales y el Tesoro de Estados Unidos promete una intervención que puede llegar a un billón de dólares (o un trillón si utilizamos la denominación anglosajona) para aislar los «activos tóxicos» -lo que antes se llamaban «productos financieros creativos». (Por cierto vale la pena ver este vídeo de humor británico, brillante y esclaredor, que conozco por el blog de Miguel Ángel Idígoras).

Si para algún senador republicano todo esto no es más que «socialismo financiero»,  el economista Stiglitz pone las cosas en su punto y dice que lo que ha sucedido la semana pasada equivale para Wall Street a la caída de su particular Muro de Berlín; la semana en la que todo ha cambiado y han quebrado todos los dogmas neoliberales. Lógicamente, una crisis que es una crisis de sistema, no podía estar ajena a los discursos. Pero en la mayor parte de los casos no ha habido más que palabras vacías que demuestran, una vez más, la falta de visión de los líderes que gobiernan el mundo. Los más pobres han recordado que con la décima parte de lo ya gastado en salvar a las entidades hipotecarias se podría haber cubierto buena parte de los Objetivos del Milenio.

Y luego cada cual ha seguido con su rollo. He escuchado la última parte del discurso de Álvaro Uribe en el Canal 24 Horas de TVE. (Los discursos y ruedas de prensa puede seguirse en la webcast de Naciones Unidas). La página de la presidencia de Colombia resume justamente la parte del discurso que no he oído, en la que defiende los logros de su «política de seguridad democrática» y esgrime la disminución de los asesinatos de sindicalistas, que por las vías alternativas que nos llegan de Colombia siguen siendo casi diarios. (Curiosamente cuando busco el enlace a ese resumen ha desaparecido, y en su lugar se destaca el agradecimiento a Evo Morales por una admonición a las FARC). En la segunda parte, que sí he visto, Uribe ha comenzado diciendo que «tan importante como la crisis financiera es la crisis medioambiental». Y aquí se ha extendido en sus éxitos en la materia y ha puesto un ejemplo que, como poco, me parece desafortunado: las excelencias de la palma africana, un cultivo -ha dicho-que da sombra y protege el suelo. La realidad es que esta planta ajena sembrada por multinacionales coloniza miles de hectáreas de selva, por ejemplo en la región del Alto Atrato, destruyendo la diversidad biológica y todo ello previa expulsión de los campesinos por los paramilitares, por mucho que ya no se llamen así. ¡Cuánta hipocresia!.

Mientras los discursos siguen en la Primera Avenida con la calle 42, el mundo sigue girando. Nada será igual después de esta semana. ¿Dejará el neoliberalismo paso al neokeynesianismo?.

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