Los medios españoles han recogido desde hace más de un mes las denuncias que llegan de Colombia del último de los horrores de la guerra sucia, eso que con un eufemismo se llama allá «falsos positivos». Como se sabe, se trata de los crímenes cometidos por el ejército y fuerzas de seguridad contra ciudadanos pobres e indefensos, secuestrados y asesinados lejos de sus pueblos para hacerlos pasar por guerrilleros y así obtener las recompensas establecidas en el marco de la política de seguridad democrática (otro eufemismo) de Uribe. Los hechos son de tal gravedad y tan notorios que el gobierno no ha tenido más remedio que destituir a 13 militares y el comandante del ejército, general Montoya, ha tenido que dimitir.
En estas informaciones (valga por todas el informe bastante completo de Winston Manrique Sabogal en El País) se recoge siempre la postura oficial, que no es otra que la de atribuir los crímenes a errores y abusos en la aplicación de una política correcta, que ha colocado a Uribe en las más alta apreciación de todos los gobernantes de América Latina. Vamos, que el problema es de algunas «manzanas podridas»…
Estos crímenes son posibles porque la impunidad es la regla en Colombia, porque todos los presidentes se han plegado, si no alentado, las violaciones de los derechos humanos por los militares. Como en Abu Grhaib, los que abusaron lo hicieron porque el contexto general les invitaba a ello y justificaba sus acciones. El problema no es que un sargento asesine a un pobre parado para obtener un permiso, el problema es que la lógica del sistema le dice que es válido todo lo que aterrorice aún más al débil y al indefeso.
Quiero hacerme eco de esas voces colombianas acalladas por los grandes medios. En el último Madrid Sindical (CC.OO) (p.9) encuentro una entrevista con la senadora colombiana Gloria Inés Ramírez, que denuncia un plan de aniquilamiento del movimiento opositor y la persistencia de los paramitares, bajo las etiquetas de Águilas Negras o grupos emergentes. La senadora del Polo Democrático recuerda como Uribe se montó en la ola de la guerra contra el terror de Bush. «Cuando el gobierno habla del terrorismo -dice- pretende desconocer las causas del conflicto», que no serían otras que la exclusión económica, política y social de la gran mayoría. Acusa a Europa de legitimar la política de Uribe y al gobierno de Zapatero de haber perdido su actitud crítica. Para la senadora Ramírez Obama despierta esperanzas, porque ha dicho que pondrá en el centro de su política los derechos humanos.
En materia de derechos humanos, Obama habrá de pasar dos test inmediatos: el cierre de Guantánamo y la no ratificación del Tratado de Libre Comercio con Colombia, en tanto no haya cambios en el respeto de los derechos humanos.