Lo que pueden los poderosos


Mañana lunes 7 de julio comienza la cumbre anual del G-8 en Hokkaido, Japón. Los poderosos se reunen todos los años por San Fermín para a escenificar lo que pretenden que sea el directorio mundial.

Sala vac�a -AFPNada tan frustante para un periodista como cubrir este tipo de eventos. Concentrados en salas de prensa, a kilómetros de los mandatorios blindados en una esfera de seguridad, sin contacto con las delegaciones, el ejercicio informativo se limita a analizar los borradores de declaración que circulan. Las manifestaciones de protesta se desarrollan muy frecuentemte muy lejos del centro de prensa. Menos mal que la ONGs, señaladamente Oxfam, aportan datos y críticas.

En 1973 el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, George Shultz, convoca a Alemania, Japón, Francia y Reino Unido para buscar una salida a la stagflacion (recesión+inflación, ¿les suena?) ocasionada por la primera crisis del petróleo. Luego se incorporarán Italia y Canadá y a principios de los 90 se  admitirá a Rusia, como se recibe a un grandullón retrasado, pero fuerte. Hoy ese octavo miembro vergonzante es una autocracia con apariencia de democracia que controla la llave de la energía de Europa. Lo que empezó siendo una reunión de ministros de economía pronto se convirtió en un espectáculo mediático para el lucimiento de los líderes. Mucha «photo opportunity», muchos besos y abrazos, alguna anécdota y poca sustancia. Claro, que para los líderes es importante, no sólo para presentarse como los jefes del mundo, sino también para anudar relaciones personales. Ya se sabe, como dice la canción, «todos los tiranos se abrazan como hermanos».

¿Pueden marcar la banda de los 8 el futuro de la humanidad? Rotundamente, no. Los desafíos son de tal magnitud que superan la voluntad de los gobernantes por muy poderosos -y lo son- que sean. El más importante, el cambio climático requiere un cambio universal de paradigma. Bush se contenta con crear un fondo de 10,000 millones de dólares y quiere que los otros 7 apechugen con su parte.

Ni siquiera en los factores de la crisis económica parece que puedan hacer demasiado. La globalización es el mago salido de la botella. Se abrió la botella -se eliminaron las regulaciones al movimiento de capitales- y ahora el mago no quiere regresar a la botella… No parece que puedan hacer mucho en los que se refiere a los precios del petróleo. Mucho más podrían hacer respecto a  los precios de los alimentos, buscando soluciones de comercio equitativo. Y pueden hacer mucho y no lo hacen en materia de cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Hacer tres años en Gleneagles -mientras estallaban las bombas en el metro de Londres- los 8 se comprometieron a invertir en desarrollo de África 25.000 millones de dólares. No han cumplido los poderosos, pero tampoco los líderes africanos, que prometieron democracia y buen gobierno.

Así que, que se dejen de sonrisas y fotos y cumplan los Objetivos del Milenio, que para eso sí si les llega su poder.

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