No soy arabista ni especialista en el mundo árabe. Pero creo que las revueltas árabes entrañan algunas claves que nos pueden ayudar a entender cuándo estas protestas pueden llegar a convertirse en una revolución, cuándo es probable que sean reprimidas y cuándo pueden disolverse por si mismas.
Revoluciones árabes
Todos los musulmanes comparten un sentimiento de pertenencia a la unmma, la comunidad de los creyentes, por encima de estado y nacionalidad. Pero donde este sentido de pertenencia es más intenso es entre los árabes, que comparten cultura, una lengua de base y unas sociedades con rasgos semejantes.
Los pueblos del Magreb y de muchos de los estados de Oriente Próximo han pasado por la experiencia de la colonización, de regímenes nacionalistas que han degenerado en cleptocracias, que han manipulado la religión, aceptando un conservadurismo creciente al tiempo que reprimían a los movimientos integristas y yihaditas.
Las sociedades árabes son mayoritariamente sunníes y aunque la influencia de los predicadores es grande, no existe el encuadramiento social que lleva consigo el chíismo con su ideología milenarista y el poder de los ayatolás.
Son sociedades tradicionales, pero con una gran población urbana educada. Las masas juveniles se encuentran condenadas al paro. La aplicación de políticas neoliberales han liquidado la estabilidad económica de las clases medias.
Todos los árabes se ven como próximos, de aquí el contagio de las revueltas.
Conciencia nacional
En el Magreb y Oriente Próximo a la pertenencia nacional se suman diversas pertenencias comunitarias: de religión, secta, clan o tribu. Para que las revueltas se conviertan en revolución, para que no se ahogen en si mismas, o, lo que es peror no degeneren en luchas sectarias, el sentido y hasta el orgullo nacional. El fuego de la revolución sólo puede prender si estas diferencias estamentales pueden dejarse en segundo plano y recuperar un cierto orgullo nacional.
Sociedades estructuradas
A mayor educación, mayores posibilidades de que las revoluciones triunfen.
Los grandes impulsores de las revueltas están siendo los jóvenes urbanos con acceso a las nuevas tecnologías de la información. Pero lo único que están haciendo es enlazar el hartazgo de las clases medias, las reivindicaciones de los trabajadores y el hartazgo de toda una sociedad. Pero más allá de una movilización en la calle para que la revolución triunfe tienen que existir organizaciones sociales: asociaciones, ongs, sindicatos, partidos.
La mayor parte de estas organizaciones fueron vampiririzadas por las dictaduras. Ahora se enfrentan a un proceso de regeneración.
Dictaduras débiles
No tanto que se trate de dictablandas, esto es regímenes con un grado limitado de represión, como que su legitimidad se esté agrientando. Un régimen es débil cuando el tirano, anciano y achacoso, no tiene una sucesión clara, por mucho que él piense que lo tiene todo «atado y bien atado».
Pierden también legitimidad las dictaduras cuando no pueden mantener las redes clientelares por divisiones internas o por incapacidad de engrasarlas con dinero y prebendas.
Tienen en cambio una legitimidad más sólida aquellos que se envuelven en una legitimidad religiosa o en un carisma especial.
Y los pueblos perciben a los tiranos como débiles cuando éstos se humillan ante un poder exterior.
Implicación extranjera
En la medida que el régimen sea más dependiente de una potencia exterior, el dictador puede caer en cuanto ese poder externo muestre alguna duda en su apoyo. Pero también cuanto más intereses estratégicos tenga ese otro país (Estados Unidos o Irán) más difícil y condicionada será la transición.
Como la entrada ya es muy larga, dejo para otra próxima la aplicación de estas claves a los distintos países.
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