Cuba, sociedad desarmada


El futuro de Cuba pasa por la reconstrucción de la sociedad civil. Dimas Castellanos lucha por construir ese futuro con otros hombres y mujeres, en medio de todo tipo de dificultades, desde la falta de libertad de expresión, el hostigamiento del régimen y las penurias de la vida cotidiana.

¿Quién es Dimas Castellanos?

Cuando me dirigía al acto en el que participó Dimas pensaba que me encontraría a un intelectual defensor del régimen castrista, sin descartar algunas críticas puntuales. Pero me encontré a un viejo socialista, un soldador licenciado en filosofía y teología, combatiente intenacionalista condecorado, depurado como profesor de filosofía y hoy periodista y bloguero. No es Dimas un disidente de salón, sino un socialista que cree que el  socialismo puede ser más justo, más eficiente y más democrático que el capitalismo, y por ineficiente, antidemocrático e injusto ha rechazado el régimen desde plataformas como la Corriente Socialista Democrática o el Movimiento de Trabajadores Cristianos.

El régimen ha secuestrado a la sociedad civil

La identidad de Cuba se ha forjado desde la lucha por la independencia en torno a la construcción de la sociedad civil, por hombres como Félix Varela y José Martí. Para Dimas, la sociedad civil es el espacio de interacción en el que los hombres deciden libremente su futuro personal y colectivo. Desde Sierra Maestra Fidel fue centralizando todos los poderes, políticos, militares, culturales, económicos… Y siempre con la justificación de la amenaza norteamericana, amenaza real y política nefasta para Cuba, que ha sido uno de los factores esenciales de la supervivencia del régimen.

La sociedad cubana está desarmada, no de armas, sino de instituciones y espacios de convivencia. Raúl prometió cambios, pero los cambios no llegan. El cambio de política de Obama es una esperanza, pero el régimen no parece dispuesto a hacer el más mínimo gesto de conciliación.

El rearme de la sociedad civil

La sociedad civil vive un renacimiento. Los blogs y los medios sociales son la nueva plataforma de los jóvenes. Pero del ciberespacio se salta a la calle y ahí empiezan los problemas con las fuerzas de seguridad. La sociedad civil es hoy todavía débil para pilotar el cambio, pero a medio plazo la revitalización de todas las fuerzas sociales es imparable. Cuba puede resolver su futuro pacíficamente, sin que nadie se lo resuelva desde fuera, ni desde Miami, ni desde otro lugar.

¿Cómo no ves que vives en un paraíso?

En el coloquio algunos de los asistentes al acto intentaron convencer a Dimas de que vivía en un paraíso, faro de democracia para toda América Latina. Nosotros, en cambio aquí en España, carecemos de verdadera libertad de expresión, los medios son la voz única de su amo. ¡Qué lucidez!

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Es la hora de la sociedad civil iraní


En Irán no se desarrolla estos días una nueva revolución de color, por mucho que los que protestan hayan adoptado el verde como símbolo

Lo de los colores viene de la Revolución Naranja de Ucrania, seguida por la Revolución de las Rosas en Georgia y otras revueltas populares identificadas con un color o símbolo. Aunque no tuviera color propio, la primera después de la caída del Muro fue la caída de Milosevic en Serbia. El modelo siempre es el mismo. Un régimen no homologable con las democracias liberales. La oposición no reconoce la victoria del candidato del poder, comienzan las movilizaciones con apoyo más o menos secreto del exterior, hasta que el régimen resulta desbordado y, o bien reconoce la victoria de la oposición, o bien es derrocado, como ocurrió en Serbia. Ucrania o Georgia, puestas como ejemplo por el Estados Unidos de Bush, han sido un gran fiasco.

La división dentro del régimen islámico

En las revoluciones de colores la oposición persigue un cambio de régimen. En Irán asistimos a una disputa dentro del régimen. Musaví no pone en cuestión la república islámica sino que denuncia que sus principios están siendo subvertidos con un pucherazo de Ahmedinejad.

Nadie pone la mano en el fuego por la victoria de Jamenei y si no véase la prudencia de Obama. Como José Antonio Guardiola recuerda Irán no es Teherán. Seguramente Ahmedinejad habrá ganado, pero alguien se le ha ido la mano y ha provocado la crisis.

El conflicto tendría que haberse sustanciado en el interior del régimen, caracterizado por una suerte de centralismo democrático: los teólogos discuten hasta la extenuación y la decisión es adoptada por el líder máximo, el jurisconsulto iluminado, que todos respetan. El régimen está ahora claramente dividido entre Jamenei-Ahmedinejad y Rasanjani-Musaví-Jatamí. ¿Pondrá la división en cuestión la autoridad esclarecida del líder máximo Jamenei?

La hora de la sociedad civil

Los manifestantes de Therán no tomarán el poder, pero han convertido a la sociedad civil urbana en el nuevo actor político que los ayatolás ya no podrán ignorar. Las clases medias han aprendido a organizarse con las nuevas tecnologías y buscar atajos tecnológicos a prohibiciones o censuras. Como dice Ana Blanco en su blog no se puede quitar los móviles a las multitudes de manifestantes.

Gobierne quien gobierne no podrá ignorar las demandas de este nuevo actor político. Si lo hace, el desafecto crecerá. Por el momento, es lo que está haciendo Ahmedinejad. El riesgo es que el país se divida en dos. Entonces tendríamos que hablar no de una revolución de colores, sino de una contrarrevolución sangrienta. Lo que está claro es que la república islámica no se disolverá como un azucarillo en una revolución de terciopelo.

(Y como siempre, la recomendación del especial de BBC on line)

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