Hágase la luz en Navidad


 

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Luz y Navidad. Navidad, fiesta originariamente pagana, cristianizada durante 2000 años y nuevamente paganizada en la sociedad de consumo. En todas sus versiones es elemento esencial el paso de la oscuridad a la luz, la superación del solsticio de invierno, el nacimiento del Mesías como nueva luz, la iluminación de las ciudades para crear una euforia consumista.

Todos necesitamos la luz, salir de la oscuridad, un nuevo comienzo. Pero sobre todo los aherrojadas a las tinieblas cotidianas.

Hágase la luz para los rohingyás, expulsados de sus casas y malviviendo en Bangladesh, en Cox Bazar.

Hágase la luz para los refugiados sirios, afganos, eritreos, atrapados sin futuro en la periferia del sueño europeo, en Lesbos, o para los subsaharianos encerrados en una cárcel malagueña, que se quiere hacer pasar por centro de acogida.

Hágase la luz para los colombianos y colombianas que salen de una guerra y buscan acomodo en una sociedad civil que no entienden.

Hágase la luz para los gitanos rumanos, que mendigan en nuestros semáforos y han perdido suss chabolas en el incendio del Gallinero.

Hágase la luz para los yemeníes que sufren el cólera, como si fuera una maldición biblíca, y no la consecuencia de la la guerra que Arabia Saudí e Irán libran por fuerzas interpuestas en el país.

Hágase la luz para los palestinos, que hasta el derecho a una capital se les niega.

En fin, hágase la luz para todos nosotros, que no vivimos en el abismo, pero también tenemos nuestras tinieblas particulares.

Feliz Navidad a todos.

(Aquí tenéis uan selección del Oratorio de Navidad de Bach y en este enlace podéis encontrar el conciento completo de la Orquesta y Coro de RTVE. ¡Ah! y que se haga la luz para RTVE, que falta hace)

 

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Paz a los hombres de buena voluntad


Paz para las niñas y niños de Pakistán, de Afganistán, que se juegan la vida por ir a la escuela.

Paz para las niñas y niños de India, Bangladesh, Bolivia, que trabajan para ayudar a su familia.

Paz para los niños de Gaza que hoy viven refugiados en la que fue su escuela.

Para la madre que en La Habana «resuelve» como puede para sacar adelante a sus hijos.

Paz para los enfermeros y médicos africanos que luchan contra el ébola, sin posibilidad de retirada.

Paz para las familias de Móstoles o Leganés que esperan la lismona de los 426 euros.

Paz para el jubilado de Grecia que tiene que dar su «fakelaki» para ser atendido en el hospital.

Paz para los voluntarios del Gallinero que han conseguido escolarizar a los niños rumanos.

Para para las mujeres africanas, prostituidas y esclavizadas en nuestros polígonos.

Paz para las comunidades afroamericanas de Colombia, masacradas por paramilitares, guerrillas y ejército.

Paz para la maestra de Donetsk, que pensaba que tendría una jubilación tranquila.

Paz a los que resisten.

Paz a los que se rompen.

Paz a los que sobreviven con una sonrisa, como estas niñas del Sarajevo bombardeado, que hoy, seguramente, 20 años después, tendrán que sobrevir en medio de la corrupción del estado de Dayton.

Paz a todos en esta Navidad.

Gervasio Sánchez – Niñas en Sarajevo

Felicitación de Navidad


Gervasio Sánchez – Sokheurm Man, víctima de una mina, junto a su mujer Nin Lin y su hijo Enero. Siem Reap (Camboya), mayo de 2007

Aquí está, inexorable, la Navidad. Y con ella las felicitaciones.

Las felicitaciones navideñas han ido cambiando con la sociedad.  Los motivos tradicionales eran variaciones sobre el portal de Belén o sobre la navidad nórdica, árbol, luces y Santa Klaus. Pocas tarjetas en papel nos llegan ya, pero nuestro buzón virtual se llena de deseos de felicidad. ¡Es tan fácil dar al botón enviar o compartir! Me llegan con diversa iconografía: adaptaciones de la tradicional, a menudo en clave de humor; reivindicativa, con lemas de los movimientos sociales; autofotos de los protagonistas con su familia; y, cada vez más, fotos de los hijos o de los nietos.

Los niños son los mejores iconos de la Navidad. Son la esperanza de la vida nueva y símbolo de la inocencia, de una forma de ver el mundo todavía no sesgada por prejuicios e intereses. Por eso he escogido esta foto de Gervasio Sánchez. Una pareja camboyana, víctima de la minas, que acogen esa nueva vida, que lo tendrá bastante más difícil que nuestros hijos y nietos.

Muchas felicitaciones hacen un pequeño balance del año que termina y hacen votos de prosperidad para el siguiente. Para mi el 2013 ha sido el año en que los retrocesos de la Gran Involución se han consolidado. España se ha empobrecido y es más desigual e injusta; hemos tirado por la borda el patrimonio democrático y social de los últimos 35 años; hemos negado el futuro a los jóvenes. Y los movimientos sociales dan muestras de cansancio y su protesta ya ha sido amortizada p0r el sistema, que se blinda con más leyes represivas.

La lotería de Navidad es ahora una metáfora de lo que podemos esperar: el premio de salvarnos de un ERE, de renovar un empleo o una beca precaria. Así que, en este felicitación recupero «Esperando al Gordo» de Català-Roca», para recordar de donde venimos y a donde parece que regresamos.

Català-Roca – Esperando el Gordo

Para que no todo sea negativo, algunos signos de esperanza en el año que se va. La valentía de Snowden denunciando el espionaje masivo. Un nuevo papa que pone en la agenda a los deseheredados. Que la diplomacia haya regresado al tablero de Oriente Próximo.

Previsiones no me atrevo a realizar, pero las elecciones europeas, que podrían ser signo de mayor democracia, amenazan con el nubarrón de una cámara bloqueada por partidos y diputados xenófobos. Siria, entre tanto, parece que se encamina hacia la paz de los cementerios. En homenaje a los sirios y a todos los que viven en conflictos armados -por cierto que el de Sudán del Sur cada vez apunta más a una catástrofe-os dejo la foto que cierra esta entrada, tomada en Alepo.

A todos, felices fiestas y un 2014 más próspero y justo.

Navidad: gozad del amor y la libertad


«Pajarillos que estáis en el campo gozando el amor y la libertad…» 

Los Campanilleros

Soy poco dado a felicitaciones navideñas. Pero ayer redescubrí el villancico de Los Campanilleros y hoy quiero compartirlo con vosotros para responder a tantas felicitaciones.

En Tiempo de Silencio, la novela de Luis Martín Santos, llevada al cine por Vicente Aranda, y recuperada ayer en La Dos, Matías, el señorito crápula amigo del protagonista, Pedro, en plena ebriedad, hace repetir  una y otra vez a la cantaora que canta para si el villancinco este verso: «Pajarillos que estáis en el campo gozando del amor y la libertad». Cantado a voz en grito por toda la taberna se convierte en un estribillo subversivo, hasta que un sereno pone fin a la fiesta.

¿Hay algo más subversivo que el amor y la libertad?

A los que esperan al Redentor…

A los que festejan el solsticio de invierno…

A los que aman la familia…

A los que aborrecen las cenas navideñas…

A los que esperan cambiar de vida con la Lotería…

A los que creen que ya era hora de tener «un gobierno como Dios manda»…

A los que temen a la derecha…

A los satisfechos…

A los indignados…

A todos, que gocéis del amor y la libertad

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