Restos del naufragio de un pesquero en la playa de Cutro (Catania) en el que perecieron al menos 70 inmigrantes el 5 de marzo
Ante imágenes, como la que incluyo, de los restos de la enésima tragedia en la que el mar se traga a personas cuyo único delito era buscar un lugar seguro para huir de la persecución o simplemente poder desarrollar una vida digna me vienen a la mente mis sensaciones de las visita a Auschwitz.
En la foto se distingue, en primer término, lo que pueden ser los restos de un peluche o un pijama infantil. Entre las víctimas, al menos una decena eran niños.
En mis dos visitas al campo de exterminio de Auschwitz lo que más me impresionó, más que los terribles andenes de Birkenau o los restos de los crematorios o el hipócrita lema «El trabajo os hará libres» fueron los restos de ropas y enseres de las víctimas. En concreto, los zapatos de niños, exterminados por miles.
Zapatos de niños judíos asesinados en Auschwitz tomada de una exhibición en Oslo, Noruega Foto: Wolfmann Wikimedia Commons CC BY-SA 4.0
No voy a decir que la política europea de migraciones pueda compararse con el genocidio judío y de otros pueblos, llevado a cabo por el nazismo porque ese fue un acontecimiento histórico único. Pero sí reitero, como he hecho otras veces en este blog, que la política de la «fortaleza europea» es criminal.
No sólo niega derechos humanos fundamentales, como el derecho de asilo, Criminaliza al migrante, como ha hecho Meloni, que ni siquiera ha visitado el lugar de la tragedia, El que huye de la persecución o el hambre no se le deja otra salida que acudir a los traficantes y pagar una fortuna para jugarse la vida y huir de lugares como Afganistán o Irán. Además, viola el derecho internacional (cuando hace más difícil el rescate en el mar, como en el caso de Italia) . O trata directamente a los inmigrantes como animales (Grecia; España y Marruecos en Melilla). Y es un gran negocio. Ahora se trata de construir miles de kilómetros de muros con fondos europeos.
¿Tan difícil sería establecer corredores seguros y oficinas de Servicio Exterior de la UE para pedir asilo? O, políticas de colaboración formativa y empleo por tiempo determinado.
Si no se hace nada, un genocidio en pequeñas porciones seguirá desarrollando ante nuestros ojos.
Placa original de carreteras. Exposición Auschwitz. No hace tanto. No muy lejos. Foto del autor
La visita a la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejosme ha suscitado esta pregunta ¿estamos hoy de nuevo cerca de repetir esa maldad absoluta que fue Auschwitz?
Primero, mi impresión sobre la exposición
La experiencia del Holocausto y, en general, del genocidio nazi es indecible… metafísicamente hablando; pero la literatura testimonial es ingente, imprescindible, no ya solo para conocer el fenómeno, sino para comprendernos como seres humanos.
Que escribir poesía después de Auschwitz pueda ser un acto de barbarie, como sostenía Adorno, o que solo los muertos puedan considerarse como verdaderos testigos, como dijo Primo Levi, uno de los más notables testigos, no dejan de ser catas en la verdad más profunda, pero en nada desmerecen los relatos de las víctimas. Jorge Semprún narra en «La escritura o la vida» el desgarro, la tensión de la víctima para convertirse en narrador. Imprescindible este texto de Semprún en el 60 aniversario de la liberación de Auschwitz.
Una de las formas del relato testimonial es el museístico. Cuando entrevisté a Imre Kertész me mostró su desagrado porque el campo principal (por el que había pasado un tiempo antes de ser trasladado a Buchenwald) hubiera sido convertido en un museo. Birkenau -me dijo- sí es auténtico.
Efectivamente, en Birkenau, cuando se deja atrás el castillete por el que pasan las vías por las que llegaban los trenes de la muerte, cuando se entra en los barracones que siguen en pie, cuando se llega a los restos de los crematorios volados, la experiencia es muy especial. Yo tuve la sensación de pisar tierra sagrada. La experiencia no fue tan intensa en el recinto principal, este sí convertido en museo. Pero, incluso en un museo, ¿cómo no emocionarse ante los cientos de maletas apiladas, cada una con un dirección que es como una flecha al punto de origen de aquel europeo asesinado? ¿cómo no sentir una repulsión profunda ante las madejas de pelo humano, subproducto económico de la máquina de la muerte?
Museos y exposiciones no pueden trasladar plenamente una experiencia, pero su misión es esclarecer, enseñar, recordar para no repetir. En este sentido la exposición de Madrid es magnífica. Sitúa el fenómeno es su contexto, profundiza en sus orígenes y recoge gran cantidad de testimonios audiovisuales de las víctimas, seguramente rodados en los años 80 y muchos de ellos probablemente ya muertos. Debiera de ser visita obligada para todos los estudiantes de secundaria. Por cierto, había varios grupos de adolescentes que se comportaban muy respetuosamente, mejor que algunos jóvenes que ví en Auschwitz haciéndose selfies. Recomiendo la visita antes del 17 de junio. Luego, la exposición organizada por Musealia rotará por 7 países, de modo que tardará en poderse ver de nuevo en España.
No hace tanto tiempo. Para los jóvenes y para mi cuando lo era, el Holocausto parecía un tiempo muy lejano. Y sin embargo, era mi tiempo. Por eso me emocioné cuando en las vitrinas vi las maquinillas de afeitar de las víctimas, semejantes a las que utilizaba mi padre, los termos con lo que las familias judias se embarcaban en el último viaje, muy parecidos a los que mi madre llevaba a las excursiones de mi infancia.
Una breve enumeración de elementos que me parecieron especialmente significativos. Una infografía de una publicación nacionalista alemana con las pérdidas de Versalles (20% de población, 10% de territorio, 1/3 de producción industrial…). La sucesión de los marcos de la hiperinflación (del billete de 1.000 al de 5.000 millones de marcos). La brillantez de la falsa modernidad del «Triunfo de la voluntad» de Leni Riefenstahl. La mención muy completa al genocidio del pueblo roma y las películas de su vida en centroeuropa en los años 20. Una entrevista de Gunther Grass a Hanna Arendt: «en torno a mi se fue haciendo el vacío». Y la historia de Witold Pilecki, el militar polaco que se dejó hacer prisionero para ser internado en Auschwitz, donde organizó la resistencia y envió mensajes al exterior, para ser, finalmente, ejecutado por el gobierno comunista en 1948.
Panel sobre Witold Pilecki en la exposición con fotos de identificación de Auschwitz y de la policía comunista. Foto del autor
Vectores que hoy apuntan a Auschwitz
El nazismo, Hitler, el Holocausto y los genocidios nazis fueron un fenómeno único, la potencia de la modernidad industrial al servicio del mal absoluto. No conviene abusar de los adjetivos nazi o fascista para condenar cualquier conducta de extrema derecha, ni considerar genocidio a cualquier violación de los derechos humanos.
Trasladémonos por un momento a los últimos años 20, o los primeros 30. Nadie, salvo Hitler y sus adláteres, tenían en mente Auschwitz, pero un observador atento -y muchos lo fueron- detectarían las tendencias que arrastraban a la barbarie.
Hoy, casi un siglo después hay preocupantes vectores que apuntan al horror.
Los genocidios
Desde el fin de la II Guerra Mundial hemos vivido unos cuantos, Camboya, Ruanda, Bosnia… Parecía que a finales de los 90 las potencias estaban dispuestas a crear mecanismos de defensa (Tribunal Penal Internacional, responsabilidad de proteger), pero los acontecimientos de los últimos años, desde la bushiana War On Terror en adelante, los han dejado inservibles. Y ante nuestros ojos se ha desarrollado el de los rohingyas, sin prácticamente freno más que el de una suave presión diplomática.
Los crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, apartheid
Si el genocidio es la más grave violación de los derechos humanos, a efectos de las víctimas no lo son menos los crímenes de guerra y contra la humanidad. Irak, Afganistán, República Democrática del Congo, Yemen, Siria. No solo no se combaten, sino que, como en la Guerra Fría, vuelven a instrumentarse por las potencias, conforme sus intereses estratégicos.
Caso especial es el palestino, víctima de todo tipo de violaciones de los derechos humanos y sometidos a un régimen de apartheid, que deshonra a Israel. Las víctimas convertidas en verdugos. Gaza, la mayor cárcel a cielo abierto del mundo. Y los medios españoles hablando de enfrentamientos y disturbios, cuando se dispara con munición explosiva contra manifestantes armados con piedras que se encuentran a 400 metros de los soldados. ¡Vergüenza!
La destrucción del multilateralismo y la carrera de armamentos
Por deficientes que fueran, los mecanismo del multilateralismos facilitaban una cierta estabilidad y una promesa de prosperidad compartida. Su ruptura nos ha traído ya tensión militar en las fronteras, una guerra comercial a punto de estallar en la que todos perderemos y una carrera de armamentos, incluidos los nucleares, una vez que se demuestra que los acuerdos están para no ser cumplidos.
Xenofobia e intolerancia religiosa
En toda Europa se impone la xenofobia, la negación del otro, especialmente el inmigrante. En lugar de invertir dinero y esfuerzos en integrar, en resolver los problemas de la sociedad multicultural, se elevan muros físicos (un gran negocio) y jurídicos. Mientras el Mediterréno se convierte en una fosa común.
El nacionalismo (España-Cataluña), el miedo a la diversidad en la propia sociedad (grupo de Visegrado), el racismo campan por Europa. En situaciones de crisis grave los inmigrantes, especialmente musulmanes, pueden ser los nuevos chivos expiatorios, los nuevos judíos.
Los radicalismos religiosos pueden subyugar las sociedades de origen, pero no doblegar a las sociedades libres. Sin embargo, en Europa yihadismo y xenofobia se retroalimentan.
El gran Hermano tecnológico
Estamos todavía lejos de la distopía de Orwell, pero el nuevo ecosistema virtual de Internet es, al mismo tiempo un potenciador de la libertad y la participación democrática, un factor de radicalismo y polarización y, cada vez más, un sistema de control -hasta ahora corporativo, pero puede llegar a serlo político- de nuestras vidas a través de los datos que sembramos en la red.
Las democracias iliberales
Rusia, Turquía, Hungría, Polonia. Mantienen elecciones formales, en el mejor de los casos libres, pero nunca limpias. Exacerban el nacionalismo. Pivotan sobre un hombre fuerte. Deterioran los equilibrios del estado de derecho. Combaten el pluralismo y la diversidad. Buscan anular el pensamiento crítico con el apoyo de las religiones. Y la Unión Europea no sabe como lidiar con sus miembros iliberales.
El modelo chino
Desarrollo y estabilidad sin libertad. Capacidad de planificación autoritara a largo plazo. Un modelo de aparente éxito, con gran atractivo para los países africanos.
La creciente desigualdad
Las sociedades demócraticas no se han recuperado de la Gran Recesión y son cada vez más desiguales. La polarización crece. Los que se quedan atrás son carne de cañón de la xenofibia.
Desastres mediambientales y calentamiento climático
Estamos agotando el planeta. Una gran crisis medioambiental se puede llevar por delante a la humanidad, pero sin llegar a situaciones extremas, los refugiados ambientales crecen y un accidente en cualquiera de nuestras sociedades puede tensar la convivencia y propiciar la caída en el horror.
Si comparamos con los años 20 y 30 del siglo pasado, ahora no compiten dos grandes utopías (que se probaron distopías, el fascismo y el comunismo) . Y, sobre todo, al menos en Europa el uso de la violencia es ahora un tabú. Pero necesitamos la vacuna del recuerdo de Auschwitz. Y el pensamiento de mentes como la de Hanna Arendt, cuya entrevista incrusto aquí.
Una última reflexión ¿podría emitir hoy una televisión europea una hora de entrevista como esta como lo hizo la televisión alemana en 1964?
Un espacio de conversación sobre periodismo, televisión, derecho de la información y deontología informativa... en los medios tradicionales y en el ciberespacio.