No Surrender! ¡No nos rendimos!… Ese grito del reverendo Paisly, casi un ladrido arrastrado con el peculiar acento de Belfast, ha sido una constante sonora en el último medio siglo de Irlanda del Norte. Un lema que representa como ninguno la mentalidad de sitio en la que ha vivido la comunidad protestante, convencida por figuras como Paisly, de que Londes, el Vaticano y Dublín se habían confabulado para hacerles desaparecer, para sacrificar sus costumbres y privilegios.
El No Surrender! era el grito de guerra de las masas protestantes durante los troubles, los disturbios, esa larga etapa histórica que comenzó con las marchas de los derechos civiles de los republicanos católicos y siguió a lo largo de 40 años con los progroms lanzados por los protestantes unionistas, la reconstrucción del IRA, la intervención del ejército británico, el terrorismo del IRA, el terrorismo de los paramilitares protestantes, la violencia sectaria, la violencia de baja intensidad imbricada con el narcotráfico… Una guerra comunitaria, librada por las masas trabajadoras católicas y protestantes, y que el reverendo contribuyó a mantener viva. Su odio a los «papistas» era proverbial; difícilmente concedía una entrevista a medios considerados católicos, por ejemplo, las televisiones españolas, pero cuando lo hacía no dejaba de ser cordial.
Paisly se va de la política a sus 82 años. En su última etapa demostró que podía ser un político pragmático, pactando con el Sinn Fein, sus enemigos seculares, el gobierno autónomo de la provincia. Antes derrotó en la urnas al partido dominante de la comunidad unionista, el Ulster Unionist Party y a su líder David Trimble. Ha sido su buen entendimiento con el Sinn Fein y con el republicano McGuinnes, con el que comparte la cabeza del gobierno autónomo, y los escándalos de su hijo, los elementos que han puesto en cuestión un liderazgo de medio siglo.
Paisly era uno de esos «auténticos», de los que Alberto Marinero hablaba en un comentario en este blog. Se marcha tras haber logrado el poder, pero el Ulster que deja no tiene ya nada que ver con el que defendió. Paisly, como las marchas de los orangistas, era ya un residuo floklórico. Pero, ¡ojo!, ese folklorismo, esas esencias nacionales, religiosas, culturales… pueden ser, en cualquier momento y lugar, las ascuas que enciendan nuevos fuegos.
jueves, 06 Mar 08 a las 7:19 pm
En uno de los últimos números de la revista Defensa, el inefable Vicente Talón, en su avatar de abuelo cebolleta (con todos los respetos) recordaba sus andanzas por el Ulster en los años 60 y su primera entrevista con Paisley, que se la concedió a pesar de ser papista. Al final, los que acaban siendo pragmáticos son aquellos a quienes nadie se atrevería atildar de «tibios», vbgr. Fraga.