Las trampas de la supresión de la publicidad en la televisión francesa


Como era de esperar, el globo sonda lanzado por Sarkozy ha tenido consecuencias y reacciones. Mi amigo Paco Audije, francófono y ex corresponsal en París, me pone en alerta.

Consecuencias, la subida de las acciones de las dos grandes beneficiadas, TF1 y M6, revalorizadas, la primera (propiedad de Martin Bouygues, uno de los grandes amigos del presidente) casi un 10%, y la segunda más del 4%.

Reacciones de sorpresa de la propia ministra de Cultura y Comunicación, Christine Albanel, y de la dirección de France Télevisions, que pide precisiones. Da la impresión de que, una vez más, es una decisión tomada por Sarkozy sin contar con su gabinete.

Y reacciones de movilización del personal de las televisiones francesas que temen que no se trate más de que de una maniobra para privatizar, o al menos jibarizar, la televisión pública. Los sindicatos desconfian que la anunciada nueva tasa pueda cubrir los 800 millones de euros anuales de ingresos publicitarios. Por de pronto, irían al paro los 300 gestores publicitarios. La ministra dice que está fuera de cuestion la privatización, pero hay que revisar los «cahier de charges» (lo que en España será el contrato programa): «más cultura, más creación más deporte… popular y de calidad sin hacer Arte; pero, atención, aún sin publicidad no se pueden perder de vista los objetivos de audiencia».

Para colmo de contradicciones, mientras se anuncia la desaparición de la publicidad de las pantallas públicas, la ministra y la dirección de Radio France intentan introducir los anuncios de marca en la radio pública, para paliar la reducción de los ingresos provenientes de la publicidad institucional. Los sindicatos ya han lanzado una iniciativa en contra.

Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero creo que vale la pena seguir pensando en fuentes de financiación alternativas que permitieran liberar a las televisiones públicas de la publicidad.

(Por cierto que revisando Libération encuentro que Prisa y Lagardére quieren ampliar su participación accionarial en Le Monde, en plena crisis. La noticia ya fue publicada ayer 9 por El País, pero no se mencionaba que fuera una acción concertada con Lagardére, el gran grupo industrial con intereses en los medios, el sector aeronaútico y el armamento. Habrá que estar atentos a la reacción de la Sociedad de Redactores de Le Monde)

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¿Televisión pública sin publicidad?


Rda. de prensa 8-01-08/ Foto APF-OFF¿Será posible la utopía de televisión pública sin publicidad? Esta es, al menos, un posibilidad abierta por el presidente de la República Francesa, en su primera rueda de prensa.

Entre las iniciativas presentadas, el presidente ha avanzado la necesidad de una reflexión para eliminar la publicidad de las cadenas públicas francesas. El sector audiovisual público se financiaría con un recargo sobre el incremento de la factura publicitaria de las televisiones privadas y con un «impuesto infinitesimal sobre la cifra de negocios de los nuevos medios de comunicación como el acceso a internet y la telefonía móvil».

La iniciativa -por ahora nada más que la sugerencia de una reflexión- se enmarca en la presentación de un conjunto de reformas para 2008, etiquetadas bajo el pomposo título de «política de civilización» (robado, por cierto a Edgar Morin) que para el presidente consistiría en «colocar al hombre en el centro de la política». Todo parece un salto adelante, cuando los sondeos castigan la exposición de su vida privada en los medios. Además, ¿qué dirán sus amigos en el sector mediático privado, esos amigos como Bollore, que ponen graciosamente a su disposición aviones y yates privados?.

Puede que no llegue a hacerse realidad, pero la propuesta tiene mucho sentido. El mercado publicitario en manos del sector público se repartiría entre los medios privados. El beneficio de estos estaría garantizado, pues sólo tributarían por un porcentaje de estos beneficios adicionales. Y la televisión pública se vería liberada de la publicidad y, por tanto, podría hacer una programación no sometida a la tiranía absoluta de los índices de audiencia, una programación más arriesgada, aunque, por supuesto, sin dejar de luchar por la audiencia. Posiblemente el cálculo es que en estas condiciones el beneficio para las privadas sería doble, pues no sólo heredarían publicidad, sino que, además, ganarían la audiencia que perderían las públicas si hacen una «programación de calidad». Creo que este razonamiento es erróneo: con tal de no hacer una programación elitista las públicas ganarían un cierto porcentaje de audiencia por la simple virtud de no ser interrumpidos sus programas por bloques publicitarios.

Como las cuentas no saldrían, Sarkozy habla de un gravamen infinitesimal sobre los nuevos medios y cita el acceso internet y la telefonía móvil. Ahí se pincha en hueso. Una propuesta tal activara la coalición de los operadores de telecomunicaciones con tecnólogos y libertarios de derechas. Todos ellos se rasgarán las vestiduras: ¿cómo van a financiar los nuevos medios al viejo medio, la televisión, que todos estos gurus han dado ya por muerta?. Se repetirála situación que hemos vivido con el canon digital. La cuestión es si por vías como ésta, de impuestos indirectos, pueden -como defiende hoy Vicente Molina Foix– preservarse bienes de interés cultural. La creación artística lo es, pero también pudiera serlo una televisión pública que sirviera de revulsivo y referencia para un sector audiovisual ahora orientado a la pura basura.

(Permítaseme la pequeña pedantería de recordar que propuse una solución semejante en mi tesis «La libertad de programación en radiodifusión: un desarrollo del art. 20 de la Constitución Española» (2000). En su página 313 proponía la creación de un Fondo Audiovisual para financiar programas de servicio público, ya fuera emitidos por empresas públicas o privadas; un fondo dotado por un gravamen sobre ingresos publicitarios y venta de material electrónico. Lamentablemente, la Ley Orgánica 5/2006, de la radio y la televisión de titularidad estatal no exploró estas fuentes y se quedó en la financiación mixta: pública, via Presupuestos Generales, y publicitaria.)

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