Adiós a Rubio Llorente


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Poco a poco uno se va quedando sin referencias.

En mi caso, primero se fueron José María Desantes, Mariano Cebrián y ahora Francisco Rubio Llorente.

De Rubio Llorente fui alumno en el curso 70-71. La asignatura se llamaba  Derecho  Político II, no Derecho Constitucional, pues eramos un país sin constitución. En lugar del desarrollo de las leyes fundamentales del franquismo, que era lo que tocaba, desarrolló los fundamentos de un sistema constitucional democrático, los derechos fundamentales, el equilibrio de poderes, el papel de los tribunales constitucionales. Era ya letrado de las Cortes, pero debía de hacer muy poco que había regresado de Venezuela. Recuerdo cómo nos contaba que había propiciado allí la negociación entre el gobierno y una guerrilla, albergando las conversaciones clandestinas en su propia casa, porque creía que eso era bueno para el país.

Después, en torno al 79, accedió a ser codirector de mi tesis. La tesis, sobre la libertad de programación en radiodifusión, había sido inspirada por José María Desantes, dentro de un programa de investigaciones que pretendía desarrollar las distintas facultades que del derecho a la información se desprendían y concretarlas en los distintos medios. Con Rubio Llorente trabajé en el concepto y la historia de los derechos fundamentales, pero cuando llegué al concepto de derecho a la información y a los principios que de él se desprendían me dijo – «Mira, tú eres un iusnaturalista y yo un positivista, así que no puedo dirigirte este trabajo». Yo le protesté que no, que yo también creía que no había más derecho que el derecho positivo, sin perjuicio de que tuviera que buscar fuera de sí unos principios informadores. Pero de nada sirvieron mis protestas. Y ya no volví a tener contacto con él.

En esos dos o tres años Rubio Llorente me recibía en su despacho del Tribunal Constitucional y me dedicaba tiempo sobrado para discutir el trabajo y darme útiles indicaciones. Le recuerdo crítico con el boato y los coches oficiales que acompañaban la instalación del Tribunal.

Seguí el trabajo ya sólo bajo las directrices de Desantes, el padre del Derecho de la Información. De él tomé como elemento esencial para resolver los problemas que planteaba en el trabajo el concepto de relación jurídiconformativa. Pero tampoco olvidé esa apelación de Rubio de que no hay más derecho que el positivo. En el 86 abandoné el trabajo y cuando lo retomé en el 97 (nuevamente Desantes, siempre generoso, volvió a dirigirme) la sentencia 6/81, de la que fue ponente Rubio Llorente, fue uno de los fundamentos del trabajo.

En tiempo en los que la reforma de la Constitución es impostergable Rubio Llorente era más necesario que nunca. Nos quedan sus obras.

Tesis:  La libertad de programación de radiodifusión : (un desarrollo del art. 20 de la Constitución Española)

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Mariano Cebrián, in memoriam


El pasado 18 de agosto falleció Mariano Cebrián Herreros, catedrático de Información Audiovisual de la Universidad Complutense de Madrid y maestro para todos los estudiosos de la comunicación audiovisual. Con el retraso forzado por las vacaciones fuera de España, valga esta semblanza como homenaje al estudioso, pero también al amigo.

Cebrián formó parte del equipo de Victoriano Fernández-Asís en la Escuela Oficial de Radiotelevisión e imagino que allí comprendió que la radio y la televisión conformaban un nuevo lenguaje. Así lo aprendíamos los alumnos de aquella escuela, íntimamente ligada a RTVE, de la mano de profesionales como Alberto González Vergel o Bernardo Ballester.

El mérito de Mariano Cebrián ha sido, a lo largo de una trayectoria de 40 años, fundamentar teóricamente esas intuiciones profesionales. Por su formación como licenciado en Filosofía y doctor en Filología Hispánica estaba bien preparado para desarrollar estudios de semiología, pero supo integrar la semiología con otras disciplinas, en búsqueda de lo esencial de lenguaje audiovisual y ampliando el campo de estudio a los servicios generados por los medios audiovisuales. En la última década aplicó este mismo método al lenguaje multimedia, buscando siempre la naturaleza de esta nueva forma de expresión, sus funcionalidades y su mejor uso al servicio de la comunicación en general y del periodismo en particular.

Mariano Cebrián era mi maestro. No fui alumno suyo, ni siquiera fue mi director de tesis (un trabajo jurídico dirigido por mi otro maestro, José María Desantes) pero su consideración global del lenguaje audiovisual ha sido para mi, como para tantos otros, punto de partida y fundamento de mis estudios. Le conocí a principios de los 80, cuando él producía informes sobre los sistemas de radiotelevisión para el centro de documentación de RTVE y yo intentaba poner en marcha un servicio de documentación periodística. En todos estos años siempre fue generoso con sus consejos doctrinales y sus apoyos académicos, como lo fue para todos sus alumnos. Un magisterio que se proyectó también a América, sobre todo a México.

Desde un punto de vista docente, su aportación fue la integración de la información audiovisual en el ámbito del periodismo. No le fue fácil, porque en los primeros años de la vida de la Facultad de Ciencias de la Información para muchos el periodismo seguía confinado en los periódicos, olvidando a los medios audiovisuales. Luchó por unas prácticas audiovisuales dignas para los alumnos de periodismo con regular fortuna.

Libró con convicción estas batallas académicas hasta que la enfermedad le apartó un poco de la primera línea, pero aún así siguió dirigiendo con toda la energía que le quedaba los proyectos de investigación sobre innovación multimedia y aplicaciones periodísticas en las redes sociales. Le movía, por un lado, el deseo de conocer, de iluminar nueva realidades; por otro, el apoyo a las carreras académicas de los que participábamos en esos equipos, no la suya propia, a él le sobraban los sexenios.

Ni las diferencias doctrinales ni las tristes guerras académicas dejaban en él un poso de rencor. Mariano era, en el sentido machadiano de la palabra, un hombre bueno.

Para mediados de septiembre nos había emplazado para cerrar otro libro sobre la dimensión periodística de las redes sociales. Ya no estará con nosotros. Nos toca ahora, a los que con él hemos trabajado con él, completar su obra.

 

Adios a Havel


¿Cuántas veces las redacciones dieron por muerto a Havel en los 90? Sin embargo, de cada episodio de extrema gravedad salió adelante. No venció al cáncer, pero se acomodó a vivir con él. Del mismo modo, durante medio siglo Vaclav Havel luchó contra un régimen totalitario, que tras cada episodio de disidencia parecía que iba a doblegarle y al que, finalmente y a diferencia del cáncer, logró vencer.

Havel se ha ganado un puesto en la Historia como ejemplo de lo que la resistencia cívica puede conseguir, como modelo de referencia ética para un pueblo, pero también de lo difícil que es que un intelectual pueda convertir un aliento ético en políticas eficaces para su pueblo.

Havel guió a su pueblo en la Revolución de Terciopelo, pero no pudo impedir la ruptura de su país Checoslovaquia. Vaclav Klaus -el economista convertido al credo ultraliberal después de sestear en los institutos del régimen comunista mientras Havel entraba y salía de la cárcel- y Vldimir Meciar -el populista exboxeador- dividieron el país ante la impotencia de Havel y la indiferencia de la mayoría de los checos y eslovacos. Cabe decir en favor de ambos pueblos que no sólo la ruptura no fue traumática (a diferencia de las que entonces se desarrollaban en los Balcanes) sino que hoy las relaciones tanto institucionales como personales son excelentes.

Todavía de más calado es la derrota de ese ideal ético representado por Havel frente a lo que creo que el mismo llamó la pérdida del alma espiritual de sus compatriotas. La riqueza fácil, las más rastrera bazofia de la cultura de masas, la Praga en la que proliferan casinos gestionados por mafias no pueden ser más opuestos al espíritu del intelectual bohemio que fue Havel, pero son también consustanciales al capitalismo que defendió el político Havel.

Entrevisté a Havel en 2011 para el reportaje la Europa que viene (cuyo vídeo incrusto al final de esta entrada). No fue fácil lograr la entrevista y menos realizarla. Havel, presidente entonces en 2011, recibió al equipo de TVE en su despacho del Castillo de Praga. Correcto y profesional, sin embargo apenas podía ocultar su fastidio ante los preparativos técnicos de la entrevista. Las respuestas fueron erráticas, sin ninguna brillantez, llenas de lugares comunes. Al terminar la entrevista, no más de veinte minutos, aparecía cansado y sus asesores de inmediato le llevaron a otro compromiso institucional. Ya solos, la traductora, que le conocía bien, nos dijo «no sé que le pasaba hoy a este hombre.

Un dato que no sé si hoy será recordado en las notas necrológicas. Havel era hijo de un rico burgués que edificó en los años 20 un gran centro cultural y de ocio, que incluía cine, teatro, cafeterías. Por su origen social el régimen comunista le impidió hacer una carrera universitaria, pero no pudo impedir que se desarrollara como una figura en ese mundo de teatros y cervecerías de la bohemia intelectual de Praga.

Puede que al lugar donde haya ido Havel le esté esperando Alexander Dubcek para compartir una cerveza.


Los vídeos de Vodpod ya no están disponibles.

Adiós a Luis Mariñas


Acabábamos de salir del 23-F. Iñaki Gabilondo se disponía a desarrollar un cambio revolucionario: unificar las distintas redacciones de los telediarios de TVE y organizarla en áreas temáticas. Luis llevaba poco dirigiendo el informativo regional de Madrid después de haber puesto en marcha el de Galicia. Y Gabilondo le había encargado ser el jefe de Nacional de esa nueva redacción. No nos conocíamos, pero hablé con él y me encargó hacerme cargo de Justicia y Tribunales. Y en ello trabajé a sus órdenes dos años.

No eran tiempos fáciles. La reforma organizativa llegaba cuando la resaca del 23.F imponía una involución política. Carlos Robles Piquer llegó como Director General para parar los pies a los rojos peligrosos. «Se han hecho muchas barbaridades con la bandera» -nos dijo a los que ibamos a cubrir el juicio de los militares sublevados.

En este contexto, Luis Mariñas puso en marcha nuevos procedimientos de trabajo informativo, pero sobre todo dio la batalla día a día para hacer una información independiente para consolidar la democracia y el Estado de Derecho. Las cosas se complicaron con la lucha fratricida de las familias de UCD y recuerdo los meses previos a la convocatoria de elecciones de 1982 como una interferencia continua del poder político. Creo que Mariñas supo lidiar con aquellas presiones.

Después con los socialistas en el poder, Luis Mariñas se convirtió en uno de los periodistas del establecimiento, para continuar con una trayectoria errática, de la televisiones privadas a la pública. Pero nunca olvidaré aquellos meses en los que Luis era el motor de una redacción que luchaba por su independencia.

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