Corresponsales globales


Los corresponsales han sido tradicionalmente una ventana que sus medios abrían a otro país, a otro realidad. Su trabajo consistía en asimilar y explicársela a sus compatriotras. Su información no se difundía en el lugar en que se captaba, sino en otro país lejano.  Los corresponsales viven en una esquizofrenia entre el «aquí» en el que viven y del que informan, y el «allí», su lugar de origen, para el que informan. Los corresponsales tienen que esforzarse en entender el «aquí» para explicárselos a los de «allí». Cuando un corresponsal se arraiga demasiado en el «aquí», deja de entender su «allí» originario y entonces tiene que ser sustituido. Trabajar a caballo de esos dos espacios tiene sus pros y sus contras… jefes a miles de kilómetros, husos horarios distintos… y una ventaja decisiva: nuestras fuentes hablan con más libertad y los poderes tienen menos conocimiento de nuestra información y menos capacidad de presión.

Ese «aquí» y «allí» desaparecen en el ciberespacio. Y de eso trata la crónica de Anand Giridharadas en el New York Times, que he descubierto gracias a P-es (Periodistas en Español). Giridharadas es un americano (deduzco que de origen indio) que escribe dos veces al mes una columna para el New York Times una columna titulada «Carta de la India». En la crónica citada, el periodista cuenta el caso de unos jóvenes dispuestos a hablar sobre los matrimonios en la India… siempre que sus amigos y familiares de la India no conocieran sus opiniones. Imposible con Internet. Giridharadas observa que, si bien las fuentes son ahora más precavidas y se está más expuesto a las presiones del poder, el público del lugar, del «aquí» es el mejor controlador de la información, detectando errores que a un editor de internacional de «allí» le pasarían completamente desapercibidos.

Internet ha hecho la información global, pero antes, la televisión por satélite hizo posible ver las informaciones de los corresp0nsales extranjeros en los países en los que se originó la información. Así ha ocurrido, por ejemplo, con el Canal Internacional de TVE. Las crónicas de sus corresponsales han tenido una enorme influencia en Latinoamérica y han servido para que los latinoamericanos se vieran en otro espejo. Y antes de los satélites, la televisión española se ha vista siempre en el norte de Marruecos, lo que ha complicado la vida a los corresponsales, escrutados con lupa por las autoridades marroquíes. Ahora, cualquier corresponsal tiene que integrar sus experiencias del «aquí» y el «allí».

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Recuperar la información internacional, ahora global


Todo el mundo habla de la crisis de los diarios norteamericanos. A su caída en lectores, publicidad y beneficios se atribuyen viejos vicios, anteriores a la crisis y al reto del periodismo digital. Entre estos vicios está la progresiva decadencia de la información internacional y, sobre todo, el abandono de la cobertura directa de países y acontecimientos.

En tiempos de crisis aparece un nuevo medio on line GlobalPost. Se trata de una red de corresponsales, 70 en 53 países, que trata de ofrecer una información internacional más allá de las noticias urgentes, con planteamientos en profundidad y visión global (por ejemplo, plantearán el mismo tema en un connjunto de países). Ese Post en el título advierte ya de una tendencia a convertirse en una alternativa a los grandes periódicos en los temas internacionales, al tiempo que buscan como grandes clientes a los periódicos. Reuters da más detalles. Por ejemplo, los corresponsales son freelancers (periodistas, militares o diplomáticos retirados, académicos) que cobran 1.000 dólares mensuales y un porcentaje en acciones de la compañía.

Ya veremos que recorrido tiene esta iniciativa. Lo que está claro es que las agencias encuentran nuevos competidores y los periodistas intentan rentabilizar su experiencia profesional en el entorno digital. En cierto modo es como volver a los orígenes del periodismo: comerciantes, militares, diplomáticos que mandaban correspondencia -de ahí corresponsales- a los periódicos de la metrópoli.

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